Expirado

Para crear nuevas dirigencias políticas: despertar conciencia, formar en la cooperación 


El teólogo y politólogo jesuita Jean-Yves Calvez señaló que hay instrumentos de formación de los jóvenes que dan grandes resultados en la generación de quienes conducirán los destinos de un país. El presidente del Foro Ecuménico Social (foto) en su presentación en la Cátedra en agosto de 2004 afirmó lo siguiente:

El año pasado, bajo el título “Crear una nueva dirigencia política” insistí en los movimientos de juventud, instrumentos de formación, sin embargo, no directamente política, pero que dan grandes resultados en la promoción de dirigencias. La formación política es primeramente una formación general, filosófica, teológica, mas allá de lo académico...Un gran ejemplo en Francia después de la segunda guerra mundial fue el movimiento llamado Juventud Agrícola Católica (JAC), que ayudó en forma notable a la evolución del mundo agrícola en plena modernización. Indirectamente fue la fuente de una dirigencia política decisiva en los años 50, 60 (y todavía después). Una parte importante de la dirigencia política francesa en aquellos años provino de ese movimiento. 

Según experiencias observadas en el último siglo, voy a insistir sobre otros dos aspectos: iniciativas para despertar conciencia y para formar en la cooperación. 

Despertar conciencia

Aquí la idea principal es proyectar a jóvenes en ambientes nuevos, desconocidos a ellos, que los interroguen, que los hagan salir de su mundo todo hecho, seguro, no amenazado, los hagan descubrir lo que es la amenaza cotidiana de la vida, lo que es la exclusión, la marginación, la migración, la impotencia social.

Ya se hacía esto en los tiempos de los primeros movimientos de juventud; con las Conferencias de San Vicente de Paúl los jóvenes se obligaban a visitar a gente pobre. Había una dosis de paternalismo en estas formas. Sin embargo ha sido muchas veces significativo. Basta pensar en el padre Arrupe, estudiante de medicina en Madrid, muy marcado por su participación en una Conferencia de San Vicente de Paul de este tipo; talvez provino de allí su vocación al mismo tiempo que de una visita a Lourdes, lugar de gran miseria humana, durante una peregrinación de enfermos. Sigue existiendo la posibilidad de hacer cosas de ese tipo en todas las grandes ciudades, alrededor de los colegios y universidades en particular, por iniciativa de estos. Hasta puede ser una parte obligatoria del curriculum; lo es en ciertas instituciones. 

En los últimos decenios hubo una iniciativa muy sistemática entre los jesuitas de Estados Unidos para ir en esta forma a exponerse a la pobreza, a situaciones diferentes, a otras culturas, particularmente en América Central. Se los llamó programa de "exposición". Supongo además que siguen todavía. 

Pienso en Francia en una institución de orden público que existió todo el tiempo que hubo conscripción. Los jóvenes interesados en esto podían ir a servir, durante un tiempo doble del servicio militar, en un país del Tercer Mundo, muchas veces en educación, pero todo tipo de educación, también en servicios de salud, etc. Se llamaba esto "cooperación", era ciertamente en primer lugar una "exposición" en el mismo sentido que la de los jesuitas norteamericanos. En el ámbito privado tengo conocimiento de un número de organizaciones que envían a jóvenes, estudiantes principalmente, a trabajar uno o dos meses en pueblos de la India, sea para reconstruir casas, sea para cavar pozos, hacer obras hidráulicas etc, aprendiendo a conocer una población tan diferente, también por su religión, y tan pobre. 

Tanto en Estados Unidos de América como en Europa hay organizaciones de jóvenes voluntarios que se comprometen a trabajar con los jesuitas durante una temporada larga, uno, dos, tres años. Esto existe en Estados Unidos, trabajando generalmente con las misiones de los jesuitas entre los indios, como en otros países. Jesuit Volunteers existe también en Europa. Jóvenes voluntarios europeos, en Francia, en Alemania, generalmente se expatrían. Un joven polaco o rumano, por ejemplo, va a colaborar a una zona industrial francesa como la de Saint Etienne. 

Iniciativas para formar en la cooperación

El Jesuit Refugee Service (JRS), el Servicio de los Jesuitas para los Refugiados, una organización mucho más grande, no trabaja solo en la concientización sino también en la cooperación con gente desamparada en situaciones violentas, como no han faltado en los últimos años en Africa, en Asia. No olvidemos que hay algo así como 20 millones de refugiados por el mundo en la actualidad, generalmente en campos muy precarios y que pueden durar durante años. Allí hay todo tipo de servicios para prestar en cooperación con la gente misma y con las organizaciones internacionales. JRS lo ha hecho en Camboya, en Bosnia, en la zona de los Grandes Lagos de Africa oriental, en el Tchad; hoy lo hace en el Darfur, Sudan, la última zona de la que hemos aprendido estas últimas semanas que la gente por centenares de millares está huyendo de una masacre, digamos genocidio. Para este trabajo, JRS recluta a jesuitas, a otros religiosos y religiosas, y a jóvenes laicos igualmente. 

Claro que cuando se trata de situaciones totalmente imprevistas, el tipo de ayuda posible es igualmente imprevisible. Son experiencias generalmente duras, muy formadoras. Es muy importante la relectura, la evaluación profunda de la experiencia después de realizada. Y es importante preguntarse después de tal experiencia: ¿de aquí adónde voy? Es importante preguntárselo aunque uno haya tenido planes bien hechos anteriormente. 

Hay pequeñas iniciativas que tienen un sentido fundamental semejante. Pienso a una iniciativa alrededor del CIAS de Buenos Aires, con el padre Pérez del Viso; un numero de jóvenes y adultos van cada año a pasar una temporada en San José del Boquerón, en la provincia de Santiago del estero. Se trata de llevar ayuda concreta. Sin embargo la característica esencial es entrar en contacto con una población de la que la gente de la Capital no tenía conocimiento. 

Tales experiencias se desarrollan frecuentemente en el Tercer Mundo. A veces se critica esto, por ser situaciones excepcionales, muy diversas de las experimentadas generalmente por los jóvenes. Pero ese no es un mundo folclórico, irreal. Es y sigue siendo una parte sustancial del mundo real de todos los hombres; su situación está en relación estrecha con la del resto del mundo. El Tercer Mundo existe de verdad, así que establecer una relación con él en forma seria es algo que contribuye ciertamente a la formación socio-política de una persona, de un joven de hoy. 

Los efectos de tal exposición y todavía más de tal cooperación prolongada son en general muy ciertos. Basta ver por ejemplo el número de vocaciones religiosas que despierta esto, con un claro matiz social en ellas. Hay vocaciones explícitamente políticas también que empezaron con este tipo de experiencias. 

En lo estrictamente político, hay que aconsejar empezar a dedicarse a causas políticas en el nivel municipal. Un paso más es entrar en consejos municipales propiamente dichos, por el proceso electoral.

He hablado de cooperación. Creo que la noción es esencial en una formación que eventualmente desemboca en lo político, por que lo político es mundo de cooperación, primeramente de reconocimiento mutuo, entre hombres y mujeres posiblemente muy diversos o que tienen una historia de enfrentamiento, talvez de violencia. Todo lo que es de esencia cooperativa es bueno. Dentro de esto hay que dar importancia a la colaboración ecuménica, entre cristianos de distintas confesiones, o entre cristianos y judíos y musulmanes; es una ocasión más de aprender la diversidad. Es todavía demasiado escasa la cooperación política entre gente de religiones diversas, mientras es cierto que tal cooperación da un gran testimonio al mundo . 

Ciertamente los participantes en nuestro encuentro tienen mucho más que contribuir a la serie de datos que he esbozado aquí. En todo caso en tales líneas se puede realizar mucho en favor de la formación política propiamente dicha. Es importante que cualquiera que tenga esa preocupación lleve adelante iniciativas del tipo esbozado o contribuya a las ya existentes. 

Aun los políticos, sensibilizados por la necesidad de la formación de nuevas generaciones de políticos, deben trabajar en tales iniciativas no inmediatamente políticas. Y hay muchas otras que se pueden inventar. Tenemos que ejercer de verdad nuestra responsabilidad hacia los jóvenes de las nuevas generaciones; no solamente quejarnos de su ausencia de interés, sino más bien ponernos inmediatamente a trabajar en algo para ellos, ofrecer algo para ellos, algo dondequiera que los encontremos, desde las familias hasta las escuelas, las parroquias, los sindicatos y los partidos evidentemente. 

Retengamos estas dos ideas: despertar la conciencia, formar en todo tipo de cooperación, sobre todo en formas desinteresadas.

Expirado

La criminalidad no baja con mayor gasto en seguridad

El experto Bernardo Kliksberg advirtió que la tasa de criminalidad en América Latina no bajará gastando más dinero en seguridad, porque hay causas estructurales que tienen que ver con el aumento de la desocupación y la pobreza, al hablar en la Cátedra del Foro en el Museo Malba.

 El director de la Iniciativa de Capital Social del Banco Interamericano de Desarrollo añadió que el número de delitos se triplicó en la Argentina en la última década, pero ese no es un tema exclusivamente policial sino que está vinculado con la mayor desigualdad. La diferencia entre el 10 % más pobre y el 10 % más rico en el país era de 12 veces en 1986, y en 2002 esa brecha trepó a más de 34 veces. Mientras que esa comparación en Suecia es de 3 a 1, la Argentina se acerca a los guarismos de Brasil, la segunda nación más desigual del planeta. Precisamente las desigualdades son el centro del mensaje de la senadora Cristina Kirchner que figura en la contratapa de su libro “Más ética más desarrollo”, cuya segunda edición presentó en la Cátedra Abierta de ese Foro, presidido por el politólogo jesuita Jean-Yves Calvez, ante dos centenares de personas que aplaudieron sus tesis en el auditorio del Museo Malba. Se lo considera hombre de consulta del gobierno nacional y –acorde con el pensamiento del presidente Kirchner- pone el acento más en lo ético que en lo técnico.

Pero a la hora de dar datos, se basa en investigaciones comparadas que disponen en el BID, y que demuestran que la cuestión que aborda es compleja y requiere una decisión política más que una fórmula económica. “Brasil cada vez gasta más en policía pública y privada y la tasa de criminalidad no se reduce nada. Ese país destina a ese rubro el 10 % de su Producto Bruto, lo que en cifras equivale al Producto Bruto total de Chile, pero el número de presos continua ascendiendo en forma significativa y la tasa de criminalidad sigue subiendo todo el tiempo”, ilustró.

Comentó que otros estudios de la Unión Europea plantean que no hay correlación estadística entre el número de presos y las tasas de criminalidad.

Resaltó que el aumento de los delitos está directamente relacionado con el hecho de tener un gran porcentaje de la población excluida del mercado de trabajo y del acceso a la educación. “Está claro que cuanto más educación hay menos criminalidad se registra. No está claro que cuanto más gasto exista en seguridad habrá menos crimen”, sintetizó.

Kliksberg, quien también es asesor de la Unesco, explicó una experiencia realizada por esa organización de las Naciones Unidas en Brasil, en la cual las escuelas se abrieron los fines de semana para ofrecer a los jóvenes actividades culturales y recreativas, que arrojó buenos resultados, ya que se pudo comprobar que contribuyó a una disminución sustancial de la tasa de criminalidad.

El especialista, que presentó la segunda edición de su libro “Más ética, más desarrollo”, subrayó precisamente que el título de su obra es la propuesta para que la Argentina, y Lationoamérica, pueda salir del atraso.

En eso coincidió con un miembro del Foro, el empresario Luis Bameule (AEA, Copal, Quickfood) quien manifestó “que si se vincula el nivel de ética con el de desarrollo, en cualquier comparación con países del mundo, la Argentina no sale bien parada, y eso explica porqué con los recursos que tenemos no podemos transformarlos, lo que provoca el éxodo de mucha gente”. “De esa situación –agregó- se sale con una dirigencia convocada ampliamente para lograr un despegue educativo consistente y de largo plazo, que implique un cambio de verdad”.

La presentación de Kliksberg, sobre "Los nuevos desafíos éticos de la Argentina y de América Latina", se puede encontrar en el link:

Se refirió a esa cuestión también al hablar en el seminario que se realizó en el marco de asamblea anual del BID en Lima, Perú. Información sobre los temas que abordó en esa oportunidad se puede encontrar en el siguiente link:


Sesiones de la Cátedra Abierta 2004

Información sobre las actividades de la Cátedra se puede encontrar en el siguiente link:

Expirado

El rol de los empresarios en el proceso de cambio

Sobre ese tema expuso en la segunda sesión de la Cátedra el presidente de Quickfood y vicepresidente de la Copal, la coordinadora de la industria alimenticia, Luis Bameule. Analizó la crisis de la Argentina y la responsabilidad de la dirigencia, particularmente la empresaria. Propuso que se unan quienes comparten valores para salir del círculo vicioso en el que cayó el país. Transcribimos su ponencia en esta página: 

Adhiero y agradezco las palabras de Eusebio Mujal, por lo cual puede ser que posiblemente mi exposición en algunas partes se reduzcan un poco y en otras se refuercen conceptos.

El Foro Ecuménico Social nace de las preocupaciones compartidas por la inmensa mayoría acerca de lo mal que nos ha ido, pero también habla de la esperanza, de la posibilidad de un cambio en esta tendencia de varias décadas. Debemos partir de la más absoluta y cruda realidad. Los números son en general elocuentes, no los voy a dar, pero son muy malos en términos absolutos y más aun en términos relativos, en comparación con otros países del mundo, más o menos ricos en recursos, más o menos extensos que la Argentina. Hemos declinado fuertemente en cualquier comparación entre los datos de la Argentina de la década del ‘20, del ‘30 sobre todo, y su inserción en el mundo, con los datos estas últimas décadas, que son realmente dramáticas. La Argentina tuvo el séptimo Producto Bruto por habitante del mundo hace 70 años y hoy se ubica en el número sesenta. Esto es una pérdida relativa muy grande. 

Tenemos grandes problemas de cantidad y de calidad de empleo, altísimos índices de pobreza -nunca vistos- que llevó en muchos casos a la exclusión social, lo cual complica no solo el presente sino también el futuro. Tenemos una bajísima participación en el comercio mundial en un mundo muy globalizado y con creciente tráfico de mercaderías y de servicios, tenemos altos niveles de corrupción, tenemos un default económico y financiero que abarca también algunos otros aspectos de la sociedad. 

Antes tuvimos un default sanitario, y ese no sería el peor problema. Cuando se presentó la aftosa en la Argentina afectó enormemente a la exportación de sus productos más básicos. Pero la forma en que se dió el default muestra algunas de nuestras características. Tener una accidente, un brote de una epidemia, de una enfermedad que ni siquiera era grave, no era lo más dramático. Lo peor es que un país mienta, diga que no lo tiene cuando lo tiene. Esto, sumado a un default económico financiero festejado. Un país puede caer en default, puede tener un problema una empresa, pero festejar el default y eso además transmitido por todo el mundo, tiene consecuencias graves y muestra también una forma de actuar de la dirigencia y de las autoridades de un país. Por lo tanto se traslada eso a sus pueblos, a sus ciudadanos, muestra actitudes, muestra que hay algunos desvalores que evidentemente no ayudan ni al propio país ni a su reinserción en el mundo. Esta es una realidad y negarlo sería un hipócrita. 

Por supuesto que en estos últimos años se agregó la recesión, como dije antes, el desempleo, la fuga de capitales. Como se sabe hay más capital de argentinos en el exterior que en nuestra propia deuda defaulteada. Esa fuga no ocurrió ni en los últimos 3, ni 5 ni 6 años; son décadas de fuga de capitales y en muchos casos también ha habido una fuga intelectual o anímica. Muchos de los emprendedores sanos de la Argentina cuando pasa esta sucesión de cosas comienzan a emigrar intelectualmente si no lo pueden hacer físicamente. Empiezan a pensar en proyectos, en años sabáticos afuera, en buscar una oportunidad en otro lugar, mandar a sus hijos no para estudiar afuera y volver después a aplicar su conocimiento en el país sino para pensar en una inserción fuera del país. Y todo esto en un país en que está todo por hacerse y donde hay una enorme dotación de recursos naturales de todo tipo, extensión, clima favorable, turismo, minería.

Recordando una parábola, no fuimos capaces de multiplicar los talentos, y esto no es de ahora sino de hace unas cuantas décadas. Coincido con Eusebio Mujal en cuanto a la falta de proyecto, pero también carecemos de unas cuantas cosas más, en materia de cultura, valores y actitudes concretas, y en el tema de las instituciones. Una caída tan persistente como la nuestra, que es un caos de estudio en todo el mundo, tiene que tener seguramente explicaciones profundas. No es un hecho concreto, no es que pasó un huracán el año pasado que duró una semana y nos dejó una secuela muy grave, sino que se han ido acumulando a través de décadas las actitudes, los desvalores que nos han llevado a esta realidad que vivimos hoy. 

Esta decadencia tiene una profunda raíz cultural. La dirigencia es obviamente la más responsable de lo que ha pasado. No le vamos a exigir cuentas a quien no tiene un estudio, a quien no ha tenido la menor posibilidad de ejercer autoridad o de tomar decisiones de fondo. Dentro de la dirigencia están los políticos, intelectuales, empresarios, sindicalistas, los hombres de la justicia. 

Algunos conceptos, y ya desde el ángulo empresarial, que no fueron claros en la Argentina son ¿qué es la empresa? ¿para qué sirve una empresa? ¿cuál es el rol del empresario? ¿qué rol juega la ganancia? ¿para qué sirve? ¿es buena o mala? Si fueran claros se gestaría una atmósfera favorable para que quien quiere invertir sanamente encuentre las condiciones necesarias para hacerlo. Ese terreno fértil existió en la Argentina solamente en períodos sumamente cortos, como saben los que tienen un poco más de años y memoria. Recuerdo la administración de Frondizi, o también en algún gobierno no democrático cuando fue ministro de Economía Krieger Vassena, o los primeros años de la década del ‘90. Pero si tomo 50 años no encuentro muchos más períodos de clima de atracción para la inversión de riesgo.

Las empresas se diferencian de un negocio que empieza y termina de una sola vez. La empresa tiene por objetivo producir bienes o servicios en forma continua a través del tiempo, en forma eficiente, generando con eso un valor agregado. Parte de eso tiene que ser para el accionista, y parte tiene que volver en reinversión. Por eso la empresa requiere un cierto marco, requiere reglas de juego. Imagínense por un minuto que al mejor Maradona que recordamos le estuvieran cambiando el reglamento cada diez minutos. No podría haber funcionado como un gran jugador si le corren el arco, si le cambian los límites, si lo que es penal no era penal. No existe una actividad que no tenga un marco mínimo de reglas que duren a través del tiempo. En la Argentina esto no ha sucedido. Los cambios han sido y son permanentes. Es muy difícil entonces plantear inversiones que luego generen trabajo, producción, con un esquema de tan corto plazo. Por eso se piensa entonces más en el negocio que en la empresa. Si la forma de encarar la actividad es que en cualquier momento me tengo que ir, no se lo hace de la misma manera que si el concepto es que quiero quedarme, echar raíces, progresar. 

Es una cuestión de tipo conceptual. No se ha comprendido que una empresa cuando actúa en un marco de competencia, y puede y debe confrontar con otras empresas, legitima su ganancia. Por eso la ganancia tampoco ha sido bien vista, porque se ha pensado -y muchas veces ha ocurrido- que en vez de ser el fruto de una competencia sana entre distintos operadores ha sido el beneficio grosero, producto de una ventaja espúrea o de una prebenda malamente conseguida, a través de una corruptela. Por eso también la imagen del empresario en general es pobre, ya que el concepto que se difunde es que hay mucho empresario rico de repente con esa riqueza obtenida no de una competencia sana. Y después viene esa mezcla superficial de meter a todos dentro de una misma bolsa. Pero así como hay algunos dirigentes políticos que son sanos, capaces y bien intencionados, de la misma manera ocurre con el empresariado, aunque lo peor es que el promedio no funciona y por eso estamos mal como conjunto. No son excepciones sino que son muchos los casos. Entonces viene la generalización y las empresa, la ganancia, y el empresario están mal vistos. ¿Quién va a generar entonces el empleo de tipo productivo si no es el empresario? En esto quiero aclarar que cuando se habla de empresario no se habla solo del patrón. Los argentinos hemos subestimado estas cuestiones de concepto, lo cual implica también un problema cultural que se resuelve por varias vías: con educación, con reglas de juego claras, con una participación del Estado que marque la cancha y sea el garante de la libre competencia igualitaria para todos, y no que altere su rol y que por momentos se vuelva empresario. Tiene un rol que cumplir, es el árbitro de esa cancha. 

En ese contexto se suman también algunas cuestiones culturales. En un artículo Félix Luna explicaba que ya desde la época de la colonia, ante la rigurosa normativa que venía de España generalmente el virrey emitía una resolución que decía “se acata pero no se cumple”. Eso parecería que fue impregnando la cultura de los argentinos. Sale una norma sobre velocidad máxima, se acata pero no se cumple. Y así con tantas otras cosas. Vivir en un contexto de ese tipo con problemas culturales importantes, y con actitudes que dejan a un lado los valores -que por otro lado tampoco se explican con firmeza- genera comportamientos, en términos demasiado duros, esquizofrénicos. O sea, sabe uno que debe manejarse de un modo y se comporta exactamente de otro modo. O lleva a ser absolutamente “light” para deslizarse rápidamente hacia los disvalores, por el hecho que si no lo hago fracaso o desaparezco. Obviamente cuando hay un problema de tipo cultural y de actitudes como ésta -es la perspectiva que yo he vivido, que ha sucedido en la Argentina- nuestra vida diaria se vuelve complicada, difícil y muchas veces se producen fracasos, disgustos y esas huidas de capitales, intelectuales o anímicas que antes mencioné.

¿Cómo salimos de ese círculo vicioso hacia un círculo virtuoso que nos permita ir hacia adelante? En este punto aparece mucho más fuerte la responsabilidad de la dirigencia, la presente o la que venga, porque seguramente cambios estructurales tanto en los conceptos como en los valores es difícil que puedan hacerlos las mismas personas que han estado conviviendo en este tipo de sistema, y quizás fomentándolo. 

No tengo en claro cómo se hace esa renovación, no soy un experto en ese tema, pero creo que si los bien intencionados y los que se supone que tenemos o compartimos determinados valores y conceptos basados en lo que ha funcionado en el mundo, en lo que hemos visto o aprendido acá y afuera, si no nos juntamos todos aquellos que pensamos de una manera parecida, va a ser muy difícil que cambie este sistema. Alguna forma o algún esquema de red, de comunicación, de institución que empiece a juntar estas maneras de pensar y que vaya tendiendo puentes unas con las otras, tendrá que ser quizás el arranque de un camino que haga quebrar esa tendencia tan lamentable. 

Estos cambios no pueden venir desde abajo, no pueden salir de un grupo que un día se siente en una esquina y decida que va a cambiar la educación de la Argentina, que se va a volver al valor del trabajo, del esfuerzo, del conocimiento. Estas cosas tienen que salir de gente que ha recibido otros talentos, que aparecerán en algún momento en la sociedad.

En muchos casos -y hablo por el sector empresario- vivimos muy dentro de las propias realidades de las compañías, en parte por las dificultades que había que afrontar, en parte también por no querer mezclarse, por decir yo no pienso de esa manera, estoy en total desacuerdo con todo eso. Entonces yo me repliego hacia mi compañía, porque al menos ahí estoy en otro medio, privilegio esas otras cosas que a mí me interesan, pero en un contexto como este me va la vida y, por lo tanto, de la puerta para afuera de la empresa nada hacemos. Creo que ha sido un error y en eso el empresariado sano debe hacerse una autocrítica muy importante. Hay que salirse de la puerta en el caso nuestro de las empresas, como otras instituciones deberán hacer algo parecido. Dentro de esa crisis de conceptos, de valores y de desvalores, también hay que hablar del pago de los impuestos. En general todos decimos que los impuestos deben pagarse pero la inmensa mayoría no se siente plenamente obligado a pagarlos. En la Argentina pagan impuestos a los bienes personales, a la riqueza, unas 50.000 personas, pero hay más de esa cantidad con patrimonios superiores al mínimo que exige la Dirección Impositiva. Los niveles de evasión son monstruosos. En lugar de corregirla se inventan nuevos impuestos para los que ya pagan, con lo que los van ahogando, de manera tal que esto termina en la imposición -como ha ocurrido en los últimos años- de impuestos muy distorsivos a los cheques o a las exportaciones. Debe ser uno de los poquísimos países del mundo que grava las exportaciones, cuando la mayor parte las estimula. ¿Con qué autoridad entonces la Argentina puede reclamarle al mundo en las reuniones de la Organización Mundial del Comercio? ¿Con qué autoridad puede exigirle al mundo desarrollado que no sea proteccionista, que no frene el ingreso de los alimentos provenientes de los países que somos grandes productores de alimentos? Poca autoridad.

Argentina tendría mucha más autoridad para reclamar si su default no hubiera sido declamado, si no hubiera mentido, si no estuviera gravando sus exportaciones. Perdemos autoridad para debatir estos temas con fuerza. 

Tenemos que revalorizar el concepto de empresa, el rol del empresario, el rol del Estado, necesitamos reglas de juego parejas y estables a través del tiempo que copien o por lo menos mantengan un grado de sensatez en función con lo que funciona en el mundo. La mayor parte de las verdades en cuestiones económicas están básicamente descubiertas.

Finalmente quiero expresar la necesidad de hacer un enorme esfuerzo por un lado para salir del cascarón en el que cada uno se siente medianamente preservado, la propia empresa, la familia, el grupito de los amigos, por el deber que creo que tenemos si es que queremos cambiar esta realidad y trascender del modo que sea, escribiendo artículos para los diarios o cartas de los lectores, participando activamente en ciertas instituciones, o cada uno verá de qué manera puede avanzar en ese sentido. En caso contrario continuaremos en este declive tan lamentable. Recuerdo siempre que en 1987 el Papa Juan Pablo Segundo vino a la Argentina y nos habló a los empresarios, que vivíamos también en ese momento con un estado de ánimo muy malo, estábamos al borde de la hiperinflación, había una gran huida de capitales, en una década que se creía perdida. El venía de Chile y había sobrevolado por el medio toda la Argentina. El Papa entonces dijo: Señores empresarios, he visto algo de lo que ustedes tienen y ustedes tienen la obligación de multiplicar la herencia recibida. Ese razonamiento es tan válido para los empresarios como también para el resto de las dirigencias.

Expirado

En 1889 un magnate predicaba el Evangelio de la riqueza

Silvio Schlosser (Fundación YPF) recordó a Andrew Carnegie, uno de los primeros en apelar a la RSE en su libro "The Gospel of Wealth". Hoy el hecho de donar asume otras formas, como las que encara esa institución para ayudar a los

menos favorecidos. En esta página damos a conocer su ponencia en la Cátedra del Foro.
Se habla cada vez más sobre Responsabilidad Social Empresaria, pero en verdad todos tenemos mucha responsabilidad, las personas, los hospitales, las empresas, etc. Quizás como la empresa es una de las organizaciones exitosas de la modernidad entonces la sociedad considera que puede resolver muchos de los problemas y probablemente sea así, aunque la principal responsabilidad de una empresa es la creación de riqueza y empleo como contribución a la sociedad. 

Pero hoy se habla de un doble contrato. Uno es el económico, que tiene que ver con generar empleo, invertir parte de los excedentes, pagar impuestos para el mantenimiento de la sociedad. El otro es el contrato social, que tiene que ver con coparticipar en el desarrollo social de la comunidad en la cual actúa y la obligación de cuidar el medio ambiente, a cambio de lo cual la empresa obtiene legitimidad social. 

La sociedad quiere que la empresa genere riqueza, gane dinero pero no a cualquier precio. Es decir, hay una mayor conciencia de la responsabilidad del sostenimiento de la sociedad. Y este tema que nos parece tan nuevo, en realidad no lo es. Ya en 1889 Andrew Carnegie en su libro de "The Gospel of Wealth" , “El Evangelio de la riqueza” podría traducirse, muy interesante y que se puede bajar de Internet, establece que las personas adineradas y las empresas deben asumir como responsabilidad administrar la riqueza para bien de toda la sociedad, asistiendo y guiando a las personas con menos fortuna. Quizás con un criterio paternalista él habla de dos principios: uno de caridad y otro de custodia. El dice que los miembros más afortunados de la sociedad tienen que ayudar a los menos afortunados en forma directa o indirecta. También dice que las empresas y las personas pudientes son consideradas custodias de los bienes que pertenecen a la sociedad, que tienen que multiplicar las riquezas de la sociedad mediante el uso eficiente de los bienes con inversiones prudentes. 

Fue el creador de la industria del acero y es el padre de las bibliotecas públicas que existen en Estados Unidos. Realizó la donación más grande de la historia de la humanidad (de unos 400 millones de dólares) si actualizamos esa cifra a valores actuales. 

Con respecto a la Fundación YPF, fue creada por una decisión de la Asamblea General Ordinaria del 30 de abril de 1996 como una organización donante y sin fines de lucro. Hay dos modelos de fundación en nuestro país, las que son operativas y tienen que generar sus recursos, y las donantes que tienen recursos propios para poder desarrollar proyectos para el bien de la comunidad. Se creó con la misión de contribuir a que la Argentina alcance los requisitos de participar activamente en un mundo que tiende hacia la integración, y se plantearon objetivos para promover, estimular, y participar en iniciativas de carácter educacional, cultural, y en especial en la promoción de la investigación científica.

Es una enorme responsabilidad tener una fundación donante; en nuestro país lamentablemente no tenemos muchas. Son muy importantes nuestros valores, que son la ética y perfeccionismo en el trabajo, ser eficientes en la operación, tener objetivos que puedan ser medidos y evaluados, tener transparencia en la difusión de los resultados, en la participación y la gestión. El presupuesto es de aproximadamente 10 millones de pesos anuales. Surge de una decisión de la asamblea general de accionistas que decidió destinar a la fundación el medio por ciento de las utilidades promedio de los últimos tres años. Se toma el promedio porque las utilidades de las empresas ligadas al precio del barril de petróleo pueden tener alzas y bajas en sus beneficios dependiendo de los mercados internacionales. Años malos se compensan con años buenos, cosa que efectivamente sucedió. En un período de más o menos tres años la curva resulta amortiguada y esto nos permite encarar programas y proyectos de muchos años. Podemos tener becarios de cuatro años, programas de educación de dos años, porque tenemos asegurados los ingresos que nos permiten plantear los objetivos a largo plazo. 

Básicamente ofrecemos becas, apoyamos a escuelas, institutos, universidades, y hacemos toda clase de acciones tendientes a apoyar el desarrollo de investigaciones científicas, técnicas, y de perfeccionamiento personal. Para eso tenemos un programa; no estamos esperando que lleguen proyectos, aunque escuchamos propuestas y apoyamos siempre las que estén alineadas con nuestros objetivos. 

Tenemos un importante programa de becas, otro de educación, un concurso de voluntariado corporativo, un premio a la investigación Repsol YPF junto con el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas, y algunas otras actividades. Muchos graduados han participado en la becas del Instituto Superior de la Energía, desarrollado por Repsol YPF cerca de Madrid con el objetivo de otorgar postgrados para todos los graduados en carreras afines con la energía en universidades nacionales. Se dan becas de 500 pesos por mes. Actualmente participan en el programa la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, las universidades de Salta, La Plata, Cuyo y Comahue. Los alumnos pertenecen a familias de muy bajos recursos, con muchos hermanos (7 u 8) y al obtener la beca todos los chicos terminan la escuela media. Produce un efecto de interés el hecho que un integrante del grupo familiar haya sido premiado por su dedicación al estudio. La beca se obtiene después de haber cursado un primer año y la otorgan directamente las oficinas de algunas de las universidades. 

Tenemos también un programa de becas de postgrado para jóvenes, con el Conicet, en temas vinculados al petróleo. Las cantidades son 120 becarios de postgrados, 70 en el Instituto Superior de Energía, 195 becarios de grado y 8 que están haciendo sus doctorados con la beca del Conicet.

Nuestro programa de educación tiene como objetivo encontrar iniciativas niveladoras a través de concursos, en el ámbito nacional. Siempre hay un comité en la zona, independiente de la fundación. Los comités se conforman por expertos que no pertenecen a la fundación, que ayudan a seleccionar las mejores propuestas. 

Apuntamos a la educación formal vinculando universidades, escuelas y organizaciones de la comunidad. Las bases son muy rigurosas y obligan a que esas organizaciones presenten un proyecto en común. La experiencia nos demuestra que los que no ganan la beca, el subsidio, si el programa es fuerte y la idea es interesante consiguen los fondos igual. Destaco el hecho de haberse reunido durante varios días para preparar la propuesta que tiene que ver con el mejoramiento de enseñanza y tecnología en pueblos chicos en el interior, en donde la gente se ve todos los días pero jamás se sienta a hablar. Normalmente decían los de la universidad que los alumnos de la secundaria venían mal preparados, y los docentes decían que lo que piden en la universidad no tiene nada que ver con lo que hace falta. El hecho de tener que presentarse al concurso crea una relación que genera un valor agregado y después aunque no hayan recibido el subsidio terminan realizando el proyecto igual. 

También apoyamos iniciativas que tienden a retener o reinsertar a jóvenes en la escuela media. Uno de los problemas más graves de nuestro país es que la mitad de los jóvenes no van a la escuela media y la mitad no la termina. Desde el año 2002 tenemos una iniciativa de subsidios a proyectos que plantean la reinserción de personas con padecimientos mentales a través de proyectos productivos. 

En el 2001 uno de los proyectos de innovación de educación en Neuquen se llevó adelante en una meseta erosionada por lluvias y viento en las afueras de la ciudad. Se estudió el impacto de la energía del agua y el viento en el paisaje que forma esta peculiar topografía. Otro proyecto apunta a la educación y producción marina en Chubut. La idea es que los jóvenes que están en una zona fuertemente ligada al hidrocarburo puedan ir pensando para el futuro estrategias de desarrollo regional en otras actividades económicamente productivas. El proyecto está funcionando.

El impacto ha sido grande y muchos ministerios lo han tomado como modelo. Nosotros desde la Fundación realizamos un seguimiento activo de cada uno de los proyectos. En estos proyectos en donde intervienen varias organizaciones muchas veces se generan conflictos que como mediadores resolvemos, porque nuestra preocupación es tratar de llevarlos adelante. 

La Fundación fue seleccionada por la International Youth Foundation de EEUU para ser socio local y operar un programa trianual para jóvenes, con fondos de Lucent Foundation de EEUU. Otra acción que desarrollamos con toda el personal de la compañía la denominamos Energía Solidaria. En este caso la Fundación con las direcciones Externas y de Recursos Humanos elaboramos un concurso interno. En medio de la crisis, cuando todo el personal estaba participando de una u otra manera activamente en forma de voluntaria, quisimos potenciar esto ayudando a aquellos que lo estaban realizando, para que lo hicieran de una manera mejor. Para eso diseñamos un concurso en el que las propuestas tienen que ser sustentables, replicables y de impacto social. 

Respol YPF llama a concurso interno, los voluntarios identifican necesidades y presentan proyectos. Las ONG se asocian con voluntarios. Esto es muy importante porque permite que ONGs muy pequeñas que por lo general jamás recibirían apoyo de una empresa o de una fundación, lo reciban a través de estos tutores, estos voluntarios de la empresa, que además tienen una visión empresarial. Con la idea de tratar de resolver algún problema social se involucran y presentan alguna propuesta. El comité de selección también está formado por los empleados, que leen todas las propuestas. Hay un puntaje y se otorgan los subsidios dividiendo el país en siete regiones. Se eligen los ganadores, Recursos Humanos comunica los resultados, hacemos un taller de capacitación para todos los voluntarios, para fortalecer a los que van a trabajar en este tipo de problemática, la fundación provee los fondos, se inician los trabajos, y se suman muchísimos voluntarios más.

Hoy casi el 10 % de la empresa (unas 900 personas ) trabaja en un programa de estas características. Tenemos instituciones técnicas como el INTA, la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de la Plata, que ofrecen asesoramiento para los proyectos. Se ponen en marcha, hacemos un monitoreo como ya lo hicimos en nuestros programas anteriores, Relaciones Externas comunica, divulga, trata de contagiar a más gente y tenemos ya 54 proyectos funcionando. 

Algunos ejemplos: el proyecto del Taller Esperanza, que consiste en la fabricación de calzado deportivo, con todas las normas de seguridad y evitando el trabajo infantil. Aprovechamos todos los conocimientos de la empresa para utilizarlos en el campo social, para que se trabaje con antiparras, con guantes, con todos los elementos que indican las normas de seguridad que nuestra gente ha adquirido en la empresa, para que se los difunda y se haga de la mejor manera posible. 

Como les comenté, junto con el Instituto del Petróleo y del Gas anualmente, desde hace tres años, convocamos a todos los institutos de investigación a presentar proyectos innovadores que tengan que ver con las industrias de petróleo, petroquímica, gas y electricidad. Tenemos una página de museos, y queremos que todos los museos del país puedan presentar sus actividades. Otros programas tienen que ver con la distribución de computadoras, y con una campaña odontológica que se realiza anualmente con egresados de la Facultad de Odontología de la Universidad de Rosario. Toda la información se puede encontrar en detalle en la página web www.fundacionypf.org. 

Expirado

Estados fallidos, desarrollo sostenible y corrupción

Sobre ese tema expuso en la segunda sesión de la Cátedra el profesor Eusebio Mujal-Leon, de la Universidad de Georgetown. Señaló que el problema en la Argentina no es económico sino político, y que el cambio pasará por las organizaciones de la sociedad civil y los empresarios. Transcribimos su ponencia en esta página: 

Siempre digo cuando estoy en este país que es un atrevimiento que un ciudadano nacido en Cuba radicado en Estados Unidos se atreva de hablar en Argentina sobre la Argentina. Por eso voy a procurar hacerlo de un modo general y si entro en algún detalle o análisis más específico, les pediría con toda la humildad que me toleren, porque lo hago con mucho cariño. Llevo 6 años viniendo bastante seguido a este país, y estoy pasando algunos años sabáticos radicado aquí con mi familia y la verdad es que tienen un país muy lindo. También un país muy complicado, en el cual importa mucho relacionar esas dos palabras claves que resaltó el Pastor Mackey: responsabilidad y esperanza. 

Creo que, tanto en Argentina como a nivel internacional, estamos viviendo una etapa de gran turbulencia, de gran incertidumbre, y es precisamente cuando las sociedades tienden a ensimismarse y también a empezar a culparse, a culpar otros, a desarrollar visiones absolutistas, a no ver las complejidades. Entonces, se lo lee en los periódicos tanto nacionales como internacionales, los que tienen la culpa de la crisis actual, sea en África del Sur, en la Argentina, en Tailandia, en Indonesia, en Estados Unidos, son los de afuera, como si las explicaciones fueran tan simples, y no lo son. Aquí hay ampliamente responsabilidades muy compartidas a nivel internacional, regional, nacional y social. 

Todos somos partícipes de lo bueno y de lo malo de nuestras sociedades, activos o pasivos. No podemos vivir, desarrollarnos, sin estar en contacto o rozar con lo bueno y lo malo de nuestra sociedad. Al respecto les quiero hablar de la corrupción. Pero antes quisiera hablar de los Estados fallidos, del desarrollo sostenible y enmarcar el tema en un análisis de la globalización. Si bien a algunos no les gusta la palabra -podríamos utilizar otra- estamos hablando de un fenómeno que avanza paulatinamente, ante el cual hay que saber reaccionar. No creo en el determinismo ciego, ni en el plano económico ni en el político. Hay un rol muy importante, en particular en los momentos de crisis, para las decisiones y las tomas de posturas individuales y personales. Pero si empezamos por la cuestión de la globalización evidentemente vemos una serie de rasgos que voy a intentar conectar con esto del desarrollo sostenible y de la corrupción.

La globalización se caracteriza por muchos elementos; solamente resaltaré los que a me parecen más relevantes con respecto a la discusión de hoy. En primer lugar: lo que se refiere a la mayor integración económica a nivel internacional, y el desarrollo un poco tardío, pero importante no obstante, de instituciones multilaterales que intentan fijar reglas con respecto a esta cuestión. Van a la carrera, es decir el mercado primero impone y después vienen las instituciones. Esa es la realidad, pero vemos claramente una mayor integración económica y la creación de instituciones multilaterales que -funcionen bien o mal- son puntos importantes.

Si nosotros trazamos a nivel de sistema internacional, financiero, los desarrollos de los últimos cincuenta años, vemos que la Organización Mundial del Comercio, por ejemplo, todavía no ha empezado a funcionar bien, pero que tiene un contenido mucho más participativo, mucho más democrático en el sentido de amplitud, que lo que tuvieron los acuerdos de Breton Woods en el año 43 cuando algunos países, y esencialmente uno o dos, decidieron el marco financiero internacional. Ahora hay toda una red de instituciones, y lo estamos viendo a través de los fallos de las OMC, y hasta los grandes van teniendo que acomodarse.

Así que en primer lugar integración económica y desarrollo de instituciones multilaterales, no siempre con signo positivo, porque la integración como el desarrollo económico siempre trae problemas económicos, siempre trae reestructuración que es la palabra elegante que utilizan los economistas cuando quieren hablar de desempleo. Las reestructuraciones implican desempleo. Eso quizás será inevitable pero también tiene que haber una respuesta social. Esa respuesta depende en parte del entorno internacional y mucho también de la capacidad de las estructuras políticas y sociales del propio país. Es decir, no es cuestión de comprar y vender ideas neoliberales a ultranza que de hecho siempre fueron una gran equivocación. Si miramos a los países que han podido desarrollarse, que han tenido un desarrollo sostenible, los llamados del “primer mundo”, y los que ahora empiezan a poder a acceder al primer mundo, nunca han comprado la idea que se vendió por ahí de dejar que el mercado hiciera todo y que el Estado desapareciera. No existe el Estado débil en Europa, en Estados Unidos, ni en muchos sitios del mundo donde funciona el capitalismo ordenado. El Estado en los países industriales es fuerte; no es grande quizás, no es demasiado burocrático, pero es eficaz. Es capaz de ejecutar sus leyes, de implementarlas a través de procesos judiciales y de cobrar impuestos, que para mí son los primeros test de si el Estado funciona.

Tendrá tamaño mayor o menor, pero el test es si funciona. Hay muchos países donde el Estado no funciona o funciona mal. 

La segunda característica es la reducción de los espacios autónomos que tienen los gobiernos para tomar decisiones económicas. Es una realidad no solo para la Argentina sino también para Alemania, Francia, Estados Unidos. Una cosa es lo que dicen los líderes políticos, otra es lo que tienen que hacer. Los marcos económicos determinan muchas de las acciones de los famosos países del G7. Los grandes sienten ese constreñimiento y también sufren a su manera las reestructuraciones. Todos los debates sobre pensiones en Italia, Francia, Alemania, Estados Unidos, tienen que ver con reacomodaciones a lo que son las presiones de reorganización, es decir, las presiones competitivas. 

La repuesta a esas presiones está en la solidez y en la capacidad de sus instituciones y -un tema que tocará Sergio Berensztein- en la capacidad de la sociedad civil. En esos dos puntos neurálgicos residen las respuestas a estos elementos. 

El tercer elemento, que ya de cierto modo lo he resaltado, es que la globalización le da un premio importante al racional, al mejor y eficaz funcionamiento de las estructuras políticas. En todo país las estructuras políticas y las estructuras sociales tienen su lógica, pero no necesariamente prima la eficacia. Puede primar la corrupción, clientelismo, el amiguismo, y de esa manera armar parcelas de poder que no van a ser capaces de generar ideas con respecto a lo que es el bien común. 

La eficacia en las instituciones es importante tanto para el buen funcionamiento del Estado como para racionalizar el capitalismo. No quiero desarrollar demasiado la idea porque no tenemos tiempo pero evidentemente el capitalismo para ser democrático necesita un marco racional, institucional. Si no el capitalismo se convierte en rapaz y es capaz de devorar a la sociedad y a las estructuras políticas; hay muchos países del mundo donde eso ha ocurrido. Por último, dentro de un marco amplio la globalización exacerba las vulnerabilidades y tendencias sociales que ya existen. Se ven exacerbadas por los procesos de la globalización y la competencia que implican estos procesos. También es un debate en el cual no quiero entrar pero quiero plantear una cuestión que ya mencioné al principio. Si buscamos puntos de referencia históricos -y no situaciones comparables estrictamente- de turbulencia, de incertidumbre, nos tendríamos que remontar por ejemplo a los años ‘20 y ‘30. Piensen cuando estalla la primera guerra mundial -de hecho se cierra el siglo 19 en el año ’14- y no se restablece algo de orden hasta el año ‘45, es decir treinta años más tarde. Quizás, recordando otra guerra de 30 años del siglo 17, es cuando se empiezan a establecer los patrones. Esos patrones duran cuarenta, cincuenta años. Ahora estamos en una situación de incertidumbre, de falta de puntos de referencia sólidos. 

El siglo 20 era entre otras cosas el siglo de los Estados-Nación, también de los partidos políticos, que se convirtieron en el eje, tanto en dictaduras como en democracias, de la organización de la vida política. Pero a a nivel internacional fue el siglo de los Estados Nación, porque si bien durante el siglo 19 había habido a la fuerza toda una concentración del poder en manos de tres o cuatro imperios, en siglo 20 hay una explosión nacionalista que nos lleva a doscientos cuarenta y tantos miembros de las Naciones Unidas. Estados supuestamente soberanos, que figuran en el mapa como si fueran Estados-Nación. Pero mientras se consolidaba ese mapa político nos fuimos dando cuenta en primer lugar que no todos los Estados son iguales, que algunos tienen más capacidad que otros, y en particular que algunos tienen grandes problemas en articular un proyecto nacional. Esto es muy importante porque hay un número muy importante de países en el mundo, y me atrevería a decir en América Latina, en los cuales los líderes no tienen estrategia, no tienen idea de hacia dónde quieren llevar al país en 20 o 25 años. Dirán ¿que utopía es esa? Yo no estoy diciendo que los líderes políticos no puedan luchar o competir. Eso es parte de lo que tiene que ser el juego político, la competencia. Pero hay temas tan importantes, como por ejemplo los referidos a políticas publicas, educación, medio ambiente, en los que no pueden tomar decisiones basados en lo que va a ocurrir el año que viene, o a los 6 meses o al mes, porque representan sectores donde hay que hacer una inversión estratégica y el rendimiento lo van a ver en 25 años. Las élites tienen que ser capaces de sostener esa inversión durante 25 años porque está demostrado en el último medio siglo que los países que han podido salir del subdesarrollo, o que han podido desarrollarse para decirlo mejor, son los que han sabido invertir en infraestructura estratégicamente. Los tigres asiáticos por ejemplo, con todas sus debilidades, con todos sus problemas, Taiwan, Corea, han sabido invertir en esa dirección, y la misma China Continental. 

Son estrategias de mediano y largo plazo que requieren consenso para que si hay conflicto político no se cuestionen las instituciones, ni su legitimidad, sino que más bien se establece un marco y dentro del mismo puede avanzar el país. Lamentablemente, y esto diciéndolo como académico, intelectual, no quiero entrar en casos concretos, si hacemos el repaso de América Latina creo que quizás podemos identificar dos o tres países que tienen proyecto de país. Les tengo que decir también que yo no estoy tan convencido de que la Argentina tenga proyecto de país. Esta es una gran debilidad porque el proyecto de país se relaciona con lo que habló el Pastor Mackey, que es el tema de la esperanza, tener perspectiva de futuro. La mejor prueba para saber si hay proyecto de país es ver cuáles son las actitudes de la gente joven. Cuando los jóvenes se marchan es muy mala señal. Cuando existen amplias capas que por razones económicas, sociales, lingüísticas, étnicas o lo que sea, o alguna combinación, están marginados, eso también es un voto en contra. Cuando se habla de altísimos niveles de pobreza, de marginalización, de caída del rendimiento productivo, etc, se habla de franjas que no están, que no participan, y de hecho es un voto en contra del futuro. En términos financieros, fiscales, el coste que representa esa marginalidad es muy superior a lo que podrían demandar programas puntuales, eficaces, de ayuda para su reincorporación.

No estoy hablando de regalar el dinero sino de programas que se han probado en otros países, que han tenido éxito, algunos menos y otros más, en la tarea de llevar a cabo la reinserción social. Hay una relación muy alta entre países que les falta proyecto de país y tasas de marginalización. Creo que ese es uno de los temas que los argentinos tienen que empezar a enfrentar. Este país no tenía ese problema tan agravado hace diez años y hoy lo tiene. En ese sentido se están pareciendo cada vez más a otros países de América Latina; ya no son tan distintos. 

Vemos Estados fallidos en varias partes del mundo, en Afganistán, en África, en América Latina, en países penetrados por ejemplo por mafias de narcotraficantes. Otros sufren fuertemente las presiones económicas y demográficas, o la corrupción, que ponen en jaque al Estado. También hay un número de países, 25 o 30, que tienen instituciones sólidas, con legitimidad. Esa penetración por parte de grupos criminales o de mafias políticas en el Estado es la raíz de la falta de desarrollo. 

Con relación a la Argentina, hablo como observador, con cariño, reconociendo lo poco que conozco el país. Ya lo saben algunos amigos que cada vez que les digo que algunas cosas van para una dirección me demuestran que estoy equivocado y la realidad va para otro lado. Mi manera de defenderme ante ese riesgo es hablar más a nivel global, aun cuando si lo que digo resuena con respecto a la Argentina. ¿Cuál es el diagnóstico que hago de la crisis de la época de la globalización moderna? Aquí yo peco de politólogo; un economista daría otra respuesta. Depende de la profesión cómo se plantea el análisis y posiblemente la solución. A la solución no quiero entrar. 

Para mí la crisis de tantos países de América Latina no es económica; no es cuestión de seguir recetas económicas. Es fundamentalmente política, de falta de legitimidad de las estructuras y de los líderes. Estaré hablando de la Argentina como podría estar hablando de una docena de países más de América Latina. 

La corrupción corroe la idea del bien colectivo, de que existe un proyecto común, una comunidad, porque supone un desgaste de las instituciones, la fuga de la juventud y supone que los distintos grupos, clanes, familias, mafias, etc., son solidarios hacia adentro, pero no son solidarios hacia afuera y hacia la comunidad. Muchas veces nos tapamos hablando de que somos solidarios. Pero hay que preguntarse qué tipo de solidaridad y a cambio de qué. ¿Es solidaridad en el sentido de pensar en el bien de la comunidad al mismo tiempo que se piensa el bien personal? No es ilegítimo pensar en el bien personal, el bien de tu grupo, y relacionarlo con el bien colectivo. Defender el interés personal, de la familia, de los amigos, es justificable. Pero lo que no es justificable es que en ese manejo se vulneren las reglas comunes de todos, en lo social, en lo cultural, en lo empresarial. En buena parte del discurso político se está organizando una falsa solidaridad que corroe profundamente a la comunidad. 

La corrupción empieza, penetra dentro de las instituciones, se pone al Estado en venta, pero no es porque los grupos económicos lo controlan sino porque los grupos políticos lo ponen en venta, lo sacan de la venta y lo reponen en la venta. Hace 25, 30 años las explicaciones habrían sido económicas, y se hubiera culpado a la banca, a las grandes empresas, a las multinacionales. Pero hay una lógica política, hay grupos políticos, que ponen a subasta al Estado, pero no ceden el control; lo retiran y lo recolocan en subasta, y así cíclicamente. Eso es muy peligroso y además es actuar con falta de responsabilidad y con impunidad. Demuestra una actitud de impunidad con respecto a la sociedad y va muy relacionado con un segundo punto que lo van a ampliar mucho los otros ponentes, que es la debilidad de la sociedad civil y a la sociedad económica, y la importancia de fortalecerlas. 

Dense cuenta que estoy utilizando la palabra sociedad, que no estoy diciendo capitalismo, ni intereses personales, porque el capitalismo y los intereses personales entran dentro de lo que es la sociedad. Pero la sociedad supone reglas, modelos de comportamiento, normas, sentido de comunidad. Existe el drama por un lado de estructuras políticas penetradas por la corrupción pero con una sociedad civil y sociedad económica, empresarial, relativamente débil. 

Este es un análisis más global pero evidentemente también toca a puntos de la Argentina. Desde el punto de vista politológico, la corrupción está estructurada en torno de estructuras políticas y de partido. Es decir, habrán tres o cuatro modelos de cómo se estructura la corrupción. No todos los países tienen partidos fuertes, capaces, etc., pero existe un subgrupo de países donde los partidos están estructurados; y no es que sean partidos como tal, porque también pueden ser una coalición de partidos, familias, clanes. Existen en la Argentina tales partidos, que no son perfectamente comparables. El peronismo no es la socialdemocracia alemana, ejerce funciones de partido pero también tiene una estructura y una organización muy particular. 

Pero en todo caso, hablando de la Argentina y de muchos otros países, tenemos la corrupción relacionada con la estructura de los partidos políticos, que tiene sus antecedentes históricos, es decir, el estado centralista del cual escribió elocuentemente Gustavo Beliz, ese Estado burocrático, inflado, ese Estado heredado de la colonia, que trajeron los españoles, que era el Estado borbónico pero que no funcionaba, porque es el modelo continental, francés, pero hecho a lo español, a lo latino; lo cual quiere decir que es grande, es intervencionista, pero que no funciona.

En segundo lugar están todas las oportunidades de corrupción que se dieron aquí y en tanto otros países con las privatizaciones mal hechas de fines de los ‘80 y principios de los ‘90. No quiero hablar de la Argentina, pensemos en México. La privatización es en principio una medida importante porque tiene un valor, no solamente de distribuir, sino también de romper los núcleos de poder económicos protegidos por el Estado. Pero ¿qué ocurre si esas privatizaciones se hacen a dedo, es decir, si se las das a tus amigos o a los que te pagan comisiones, como en el caso Mexicano por ejemplo? Esas privatizaciones ofrecieron enormes posibilidades para poder chupar de lo que estaba dando el Estado.

Parte de la crisis de los últimos cinco, siete años en muchos países del mundo es que ahora se están peleando por parcelas más y más pequeñas, porque una vez que lo distribuyes ya no es tan fácil, a menos que cambien la reglas de juego. Y las reglas de juego tienen la soberana capacidad de cambiarlas y las van a sufrir los que no se pueden mover. Pero los que tienen dólares, o los que son inversos internacionales se mueven. Por eso cuando hablamos de falta de esperanza piensen en el dinero de argentinos que está fuera de la Argentina, porque para bien y para mal, por buenas y malas razones, las instituciones no dan las garantías jurídicas ni políticas con respecto a cómo se van a resolver las disputas. El capital extranjero se mueve sin problema, el capital nacional que está en dólares y que lo puede hacer se fuga legal o ilegalmente, y entonces queda el 90 % de la sociedad atrapada en el corralito. Esa es la realidad, con parcelas más y más pequeñas.

Esto en el contexto, y no ya solo en la Argentina sino en América Latina, de presidencialismo exacerbado, es un hilo conductor. ¿Por qué importa la cuestión del presidencialismo? Pues porque habla de la debilidad institucional del Poder Legislativo y del Poder Judicial. Ese es el problema, no es el presidencialismo. Este presidencialismo implica una debilidad por parte de las otras instituciones. 

Entonces ¿cual seria el diagnóstico? Creo que la reforma de las estructuras de los partidos es muy, muy difícil, porque hay que invertir tiempo dentro de los partidos. Tienen mecanismos de cooptación, para eso están montados. Son eficaces. Un partido que lleva una trayectoria de 40, 50 o 60 años tiene armada toda una lógica de cooptación. Si bien identificando las estructuras de partidos como clave, no creo que es a donde se va a resolver el tema. La solución pasa por organizar sociedad en lo cívico y en lo económico; no esperar que los liderazgos políticos sean los responsables de actuar, porque si es así vamos a tener que esperar otro siglo. Así que hay que armar sociedad, organizar sociedad cívica y sociedad empresarial. 

Segundo, y parecerá capaz una utopía, educar en y con principios. Esto es una inversión de años, de décadas, y el resultado no se va a ver hasta dentro de treinta años. Es como el dicho chino, ante el camino de mil leguas hay que dar el primer paso, o sino no se mueve. Y dentro de esto, me parece que hay que darle mucha importancia a la cuestión de la reforma judicial. Con todos los medios de esta sociedad civil y de la sociedad económica impulsar, presionar, para que el Poder Judicial tenga la autonomía, la capacidad y la legitimidad de intervenir. Eso no quiere decir no criticar la politización de la justicia, pero si no caer en la trampa de que toda decisión judicial forma parte de una conspiración política. Eso debilita, corroe. Si se quiere recuperar la esperanza y la responsabilidad la sociedad se tiene que organizar en lo cívico, en lo económico, y ya después se verán las consecuencias que eso tiene a nivel político

Más artículos...

CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA