Para crear nuevas dirigencias políticas: despertar conciencia, formar en la cooperación
El teólogo y politólogo jesuita Jean-Yves Calvez señaló que hay instrumentos de formación de los jóvenes que dan grandes resultados en la generación de quienes conducirán los destinos de un país. El presidente del Foro Ecuménico Social (foto) en su presentación en la Cátedra en agosto de 2004 afirmó lo siguiente:El año pasado, bajo el título “Crear una nueva dirigencia política” insistí en los movimientos de juventud, instrumentos de formación, sin embargo, no directamente política, pero que dan grandes resultados en la promoción de dirigencias. La formación política es primeramente una formación general, filosófica, teológica, mas allá de lo académico...Un gran ejemplo en Francia después de la segunda guerra mundial fue el movimiento llamado Juventud Agrícola Católica (JAC), que ayudó en forma notable a la evolución del mundo agrícola en plena modernización. Indirectamente fue la fuente de una dirigencia política decisiva en los años 50, 60 (y todavía después). Una parte importante de la dirigencia política francesa en aquellos años provino de ese movimiento.
Según experiencias observadas en el último siglo, voy a insistir sobre otros dos aspectos: iniciativas para despertar conciencia y para formar en la cooperación.
Despertar conciencia
Aquí la idea principal es proyectar a jóvenes en ambientes nuevos, desconocidos a ellos, que los interroguen, que los hagan salir de su mundo todo hecho, seguro, no amenazado, los hagan descubrir lo que es la amenaza cotidiana de la vida, lo que es la exclusión, la marginación, la migración, la impotencia social.
Ya se hacía esto en los tiempos de los primeros movimientos de juventud; con las Conferencias de San Vicente de Paúl los jóvenes se obligaban a visitar a gente pobre. Había una dosis de paternalismo en estas formas. Sin embargo ha sido muchas veces significativo. Basta pensar en el padre Arrupe, estudiante de medicina en Madrid, muy marcado por su participación en una Conferencia de San Vicente de Paul de este tipo; talvez provino de allí su vocación al mismo tiempo que de una visita a Lourdes, lugar de gran miseria humana, durante una peregrinación de enfermos. Sigue existiendo la posibilidad de hacer cosas de ese tipo en todas las grandes ciudades, alrededor de los colegios y universidades en particular, por iniciativa de estos. Hasta puede ser una parte obligatoria del curriculum; lo es en ciertas instituciones.
En los últimos decenios hubo una iniciativa muy sistemática entre los jesuitas de Estados Unidos para ir en esta forma a exponerse a la pobreza, a situaciones diferentes, a otras culturas, particularmente en América Central. Se los llamó programa de "exposición". Supongo además que siguen todavía.
Pienso en Francia en una institución de orden público que existió todo el tiempo que hubo conscripción. Los jóvenes interesados en esto podían ir a servir, durante un tiempo doble del servicio militar, en un país del Tercer Mundo, muchas veces en educación, pero todo tipo de educación, también en servicios de salud, etc. Se llamaba esto "cooperación", era ciertamente en primer lugar una "exposición" en el mismo sentido que la de los jesuitas norteamericanos. En el ámbito privado tengo conocimiento de un número de organizaciones que envían a jóvenes, estudiantes principalmente, a trabajar uno o dos meses en pueblos de la India, sea para reconstruir casas, sea para cavar pozos, hacer obras hidráulicas etc, aprendiendo a conocer una población tan diferente, también por su religión, y tan pobre.
Tanto en Estados Unidos de América como en Europa hay organizaciones de jóvenes voluntarios que se comprometen a trabajar con los jesuitas durante una temporada larga, uno, dos, tres años. Esto existe en Estados Unidos, trabajando generalmente con las misiones de los jesuitas entre los indios, como en otros países. Jesuit Volunteers existe también en Europa. Jóvenes voluntarios europeos, en Francia, en Alemania, generalmente se expatrían. Un joven polaco o rumano, por ejemplo, va a colaborar a una zona industrial francesa como la de Saint Etienne.
Iniciativas para formar en la cooperación
El Jesuit Refugee Service (JRS), el Servicio de los Jesuitas para los Refugiados, una organización mucho más grande, no trabaja solo en la concientización sino también en la cooperación con gente desamparada en situaciones violentas, como no han faltado en los últimos años en Africa, en Asia. No olvidemos que hay algo así como 20 millones de refugiados por el mundo en la actualidad, generalmente en campos muy precarios y que pueden durar durante años. Allí hay todo tipo de servicios para prestar en cooperación con la gente misma y con las organizaciones internacionales. JRS lo ha hecho en Camboya, en Bosnia, en la zona de los Grandes Lagos de Africa oriental, en el Tchad; hoy lo hace en el Darfur, Sudan, la última zona de la que hemos aprendido estas últimas semanas que la gente por centenares de millares está huyendo de una masacre, digamos genocidio. Para este trabajo, JRS recluta a jesuitas, a otros religiosos y religiosas, y a jóvenes laicos igualmente.
Claro que cuando se trata de situaciones totalmente imprevistas, el tipo de ayuda posible es igualmente imprevisible. Son experiencias generalmente duras, muy formadoras. Es muy importante la relectura, la evaluación profunda de la experiencia después de realizada. Y es importante preguntarse después de tal experiencia: ¿de aquí adónde voy? Es importante preguntárselo aunque uno haya tenido planes bien hechos anteriormente.
Hay pequeñas iniciativas que tienen un sentido fundamental semejante. Pienso a una iniciativa alrededor del CIAS de Buenos Aires, con el padre Pérez del Viso; un numero de jóvenes y adultos van cada año a pasar una temporada en San José del Boquerón, en la provincia de Santiago del estero. Se trata de llevar ayuda concreta. Sin embargo la característica esencial es entrar en contacto con una población de la que la gente de la Capital no tenía conocimiento.
Tales experiencias se desarrollan frecuentemente en el Tercer Mundo. A veces se critica esto, por ser situaciones excepcionales, muy diversas de las experimentadas generalmente por los jóvenes. Pero ese no es un mundo folclórico, irreal. Es y sigue siendo una parte sustancial del mundo real de todos los hombres; su situación está en relación estrecha con la del resto del mundo. El Tercer Mundo existe de verdad, así que establecer una relación con él en forma seria es algo que contribuye ciertamente a la formación socio-política de una persona, de un joven de hoy.
Los efectos de tal exposición y todavía más de tal cooperación prolongada son en general muy ciertos. Basta ver por ejemplo el número de vocaciones religiosas que despierta esto, con un claro matiz social en ellas. Hay vocaciones explícitamente políticas también que empezaron con este tipo de experiencias.
En lo estrictamente político, hay que aconsejar empezar a dedicarse a causas políticas en el nivel municipal. Un paso más es entrar en consejos municipales propiamente dichos, por el proceso electoral.
He hablado de cooperación. Creo que la noción es esencial en una formación que eventualmente desemboca en lo político, por que lo político es mundo de cooperación, primeramente de reconocimiento mutuo, entre hombres y mujeres posiblemente muy diversos o que tienen una historia de enfrentamiento, talvez de violencia. Todo lo que es de esencia cooperativa es bueno. Dentro de esto hay que dar importancia a la colaboración ecuménica, entre cristianos de distintas confesiones, o entre cristianos y judíos y musulmanes; es una ocasión más de aprender la diversidad. Es todavía demasiado escasa la cooperación política entre gente de religiones diversas, mientras es cierto que tal cooperación da un gran testimonio al mundo .
Ciertamente los participantes en nuestro encuentro tienen mucho más que contribuir a la serie de datos que he esbozado aquí. En todo caso en tales líneas se puede realizar mucho en favor de la formación política propiamente dicha. Es importante que cualquiera que tenga esa preocupación lleve adelante iniciativas del tipo esbozado o contribuya a las ya existentes.
Aun los políticos, sensibilizados por la necesidad de la formación de nuevas generaciones de políticos, deben trabajar en tales iniciativas no inmediatamente políticas. Y hay muchas otras que se pueden inventar. Tenemos que ejercer de verdad nuestra responsabilidad hacia los jóvenes de las nuevas generaciones; no solamente quejarnos de su ausencia de interés, sino más bien ponernos inmediatamente a trabajar en algo para ellos, ofrecer algo para ellos, algo dondequiera que los encontremos, desde las familias hasta las escuelas, las parroquias, los sindicatos y los partidos evidentemente.
Retengamos estas dos ideas: despertar la conciencia, formar en todo tipo de cooperación, sobre todo en formas desinteresadas.