Universitarios que hacen trabajos sociales en zonas muy pobres.
Durante la crisis de 2001/2002 en la Argentina muchos despreciaban a los políticos y pedían “que se vayan todos” mientras la mitad de la población caía por debajo de la línea de pobreza. En esos días se inició el Foro Ecuménico Social, presidido por el teólogo y politólogo jesuita Jean-Yves Calvez, quien dijo que no había que hacerse demasiadas ilusiones con respecto a los políticos, ya que en procesos similares en otros países al final no se iban, se quedaban todos.
Y así sucedió en la Argentina. Dos décadas después la historia se repite, con gran rechazo a la dirigencia política, y con más de la mitad de la población pobre. ¿Qué se puede hacer para cambiar la realidad?
Con experiencias de estudiantes que hagan trabajos sociales en zonas de muy bajos recursos.
Estas iniciativas pueden tener un efecto positivo: crear nuevas dirigencias, al “despertar conciencia”, como proponía Calvez. “Se trata de proyectar a jóvenes en ambientes nuevos, que los interroguen, los hagan descubrir lo que es la amenaza cotidiana de la vida, la exclusión, la marginación, la migración, la impotencia social”, señaló.
Recordó que ya se hacía esto en los tiempos de los primeros movimientos de juventud del siglo pasado. “Ha sido muchas veces significativo. Basta pensar en el Padre Arrupe, estudiante de medicina en Madrid, muy marcado por su participación en una actividad de este tipo; tal vez provino de allí su vocación al mismo tiempo que de una visita a Lourdes, lugar de gran miseria humana, durante una peregrinación de enfermos”, memoró sobre quien fue Superior General de los jesuitas, con una influencia decisiva en los cambios sociales de la Iglesia Católica.
Son muchos los ejemplos de jóvenes que fueron parte de una nueva dirigencia política a partir de experiencias similares. Calvez citó el caso de los movimientos juveniles posteriores a la Segunda Guerra Mundial que dieron lugar a una nueva dirigencia en Francia.
Otro ejemplo es el de Tim Kaine, quien fue candidato a vicepresidente cuando se presentó Hillary Clinton en Estados Unidos. En el despertar de su vocación tuvo mucho que ver su trabajo como voluntario con los jesuitas en Honduras, cuando era estudiante universitario. Fue alcalde, gobernador y actualmente es senador; hace un año hizo una declaración por el bicentenario de las relaciones entre EEUU y la Argentina, con fuerte énfasis en derechos humanos.
De manera que es promisorio ver a los jóvenes universitarios que destinan sus vacaciones para tomar contacto con esas realidades. Es una experiencia que los marca. Y eso es lo que sucede en las misiones a la Fundación Misión Esperanza (de la Hermana Theresa Varela, en Córdoba) que concreta un médico, Eduardo del Cerro, con estudiantes de Medicina. Como él comprueba, los que realizan esa experiencia ya no serán los mismos luego. Y es probable que una vez recibidos utilicen su profesión para provocar un cambio en la sociedad.
Fernando Flores Maio. Sociólogo, periodista, escritor, director del Foro Ecuménico Social.