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Indices y una valiosa metodología de evaluación

El desafío de entroncar el concepto de la responsabilidad social en las empresas con el cuerpo central de la teoría de la política económica permitiría reivindicar a esta disciplina de al menos uno de sus pecados reduccionistas.

Nota en la revista Noticias.

Hace  dos décadas, cuando eran muy pocas las empresas que se animaban a encarar la Responsabilidad Corporativa, y menos aun a hacer informes al respecto, y eran incipientes los índices en la materia, el Foro Ecuménico Social le pidió al economista Adolfo Sturzernegger (foto) un trabajo sobre esta temática tan fascinante y difícil. El y su equipo elaboraron índices y una metodología de evaluación para los certámenes de ese Foro, con los que comenzaron a destacar Informes o Reportes, y que continúan haciéndolo actualmente (uno de ellos ya va por la 18ª edición).

El estudioso (no confundir con su hijo Federico!), profesor de la Universidad Nacional de La Plata, confesó que el primer problema que se le planteó era superar el reduccionismo de algunos de los miembros más destacados de su profesión, que desechaban la validez del concepto de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE). Recordó el famoso artículo del ‘70 de Milton Friedman, que decía que “la única responsabilidad social de las empresas es maximizar sus beneficios”.  Y la reescribió así: “En muchas circunstancias la única RSE es maximizar los beneficios, porque es bueno que los recursos económicos sean utilizados eficientemente. Pero en muchas otras circunstancias la RSE es educar, cuidar el medio ambiente, combatir la corrupción, y hacer muchas otras cosas, que están más allá de la maximización de sus beneficios, porque es bueno que los recursos económicos sean utilizados en forma socialmente eficiente”.

Su tarea, y la del Foro Ecuménico Social (entonces liderado por el politólogo jesuita Jean-Yves Calvez), fue crear una cultura que premie a las empresas socialmente responsables y castigue a las que no lo sean. De otra manera, advertía, la idea de la RSE será muy linda y válida, pero no será suficiente para tener una sociedad mejor.

El desafío era entroncar ese concepto con el cuerpo central de la teoría de la política económica. Esto es lo que permitiría reivindicar a esta disciplina de al menos uno de sus pecados reduccionistas.

Para eso utilizó 3 grandes temas para ejemplificar: la educación, el problema ambiental o la sustentabilidad, y la corrupción.

Explicó que tanto el mercado como el Estado cumplen roles esenciales en la formación educacional. El primero a través de sus escuelas y universidades privadas. El segundo a través de sus instituciones de educación gratuita, que permiten igualar mejor las oportunidades, y a través de sus sistemas de becas, crédito educativo y muchas otras realizaciones. ¿Pero es suficiente? No, afirmó, y aseguró que la empresa tiene un rol educativo estratégico en este ámbito.

El problema ambiental, aseveró, indudablemente el Mercado no lo puede resolver satisfactoriamente. El Estado lo intenta. Pero la empresa es la única poseedora de la información y de los medios que facilitan soluciones.

La corrupción es uno de los males sociales más importantes, tanto en el sector público como en el privado. El mercado tiende a ser incapaz de corregirla, y el Estado también fracasa en esa lucha, en gran medida porque el propio Estado es generador de corrupción. Para Sturzenegger la empresa es la que puede cumplir el rol de debilitar la corrupción; tiene la información acerca de donde está la raíz del asunto, y por eso debe denunciarla y combatirla.

De ahí la importancia de los premios que hacen una evaluación lo más integral posible de la empresa. Desde hace 2 décadas comités integrados por profesores y expertos de muchas universidades de la Argentina y de otros países hacen su trabajo en base a los lineamientos y la metodología que elaboró Sturzenegger. Evalúan acciones que efectivamente tienden a resolver situaciones donde existen verdaderos fracasos o imposibilidades del Estado o del mercado. No premiaron aquellas acciones que responden al principio de la maximización de beneficios. Así obtuvieron galardones más de 80 compañías.

Hace 2 décadas sabían que crear una cultura en ese sentido era una tarea muy compleja. Pero afortunadamente se avanzó mucho, y ahora continúan en el mismo camino. 

Fernando Flores Maio

Sociólogo, periodista y escritor. Director del Foro Ecuménico Social.