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“La formación de la conciencia ciudadana desde la óptica de un Pastor” 
 
Texto completo de la exposición de Carmelo Juan Giaquinta, Arzobispo de Resistencia y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, en la Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana, el 21 de agosto de 2003.

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La relación entre las empresas y las organizaciones de la sociedad civil

Gabriel Berger, profesor de la Universidad de San Andrés, señaló que hay un déficit en la colaboración entre quienes trabajan en el campo social. En la Cátedra del Foro explicó cómo se

puede lograr una relación más efectiva que beneficie a todos. En esta página damos a conocer su ponencia.
En nuestro contexto, y en el latinoamericano en general, una condición para la Responsabilidad Social Empresaria es el aprendizaje de la colaboración. Creo que tenemos como sociedad un déficit en la colaboración, especialmente entre actores institucionales y ese fue uno de los motivos que nos llevó a iniciar un estudio hace dos años con los socios latinoamericanos y la Escuela de Negocios de Harvard, sobre cómo se construyen colaboraciones efectivas entre empresas y organizaciones de la sociedad civil. El supuesto implícito es que si logramos colaboraciones más efectivas, vamos a contribuir a crear una cultura de la responsabilidad.

Estudiamos 24 casos en seis países -de manera muy intensiva- de colaboración entre empresas y organizaciones de la sociedad civil. Inicialmente nos planteamos algunas preguntas de investigación. Primero nos propusimos ver en qué se diferenciaban los procesos de colaboración con Estados Unidos, partiendo de un marco conceptual que surge de una investigación previa, que nos sirvió de modelo inicial. Las tres o cuatro preguntas en las cuales nos concentramos tienen que ver con cómo se construye un puente entre sectores, cómo generar alineamiento, articulación, entre dos tipos de organizaciones, como crear valor, cómo crear beneficios y cómo manejar este tipo de colaboraciones para que sean efectivas. El punto de partida es la continua colaboración en tres fases, en tres modelos. Si bien son fases, no siempre se las recuerda de la misma manera, no siempre las relaciones van en la misma dirección.

La primera, que denominamos caritativa o filantrópica, es la que se da cuando hay un nivel de compromiso bajo, hay transacciones más puntuales, la relación con la misión de la empresa suele ser más limitada, la magnitud de los recursos involucrados es más baja. Es la tradicional, donde hay transacciones en una sola dirección: la empresa hace una donación a una organización de la sociedad civil.

La segunda fase que encontramos es la transaccional, donde hay un intercambio entre la empresa y la organización sin fines de lucro. La situación más típica para visualizarla claramente es cuando hay una campaña donde la empresa colabora, moviliza sus recursos, contribuye a que los clientes donen y la ONG aporta su valor de marca, su prestigio o su reputación. La tercera fase, menos frecuente pero más interesante, es cuando se quiere profundizar en relaciones intensas y la denominamos integrativa. Se da una integración, una articulación muy profunda entre las empresas y las ONG. Encontramos un alto nivel de compromiso, de interrelación, se movilizan recursos más variados, más intensos, suelen desarrollarse mayor cantidad de actividades, el nivel de confianza es muy profundo. Suele aparecer otro tipo de dificultades: cómo manejar este tipo de relaciones, porque requieren una complejidad mayor. La primera pregunta es ¿cómo se construyen puentes? Para poder colaborar hay que romper una barrera. Por eso nos preguntamos qué es lo que lleva a los actores a colaborar y cómo se planteaba previamente virtud versus interés. Encontramos las dos motivaciones paradigmáticas: el altruismo y el utilitarismo. En las relaciones más intensas, en la tapa integrativa suelen estar presente los dos motivos, las dos motivaciones; no hay una contraposición. Desde el punto de vista conceptual, teórico, abstracto uno puede ver una contraposición, pero en la práctica suele verse la presencia de ambas motivaciones.

En otros casos se ve más presencia de altruismo, inspirada especialmente en el contexto latinoamericano por valores religiosos , y la encontramos especialmente en empresas familiares. Puede que esto se dé, también, a partir de la emergencia de líderes jóvenes que toman el control de empresas por recambio generacional. 

En el utilitarismo encontramos la colaboración como la forma de manejar mejor el riesgo que muchas veces implica un negocio. El caso más claro que estudiamos fue la relación entre Ausol y la fundación SES. En la etapa inicial el primer acercamiento se produce cuando Ausol necesita avanzar en la traza de la autopista y tiene que cruzar el barrio Malaguer. Ahí tiene que acercarse a la comunidad para minimizar el riesgo que implicaba para la parte inicial de la construcción de la autopista una oposición muy activa de ese barrio.

En otros casos la motivación inicial tiene que ver con búsquedas de ventajas competitivas, empresas que quieren diferenciarse a partir de colocar la responsabilidad social corporativa en el centro de su estrategia empresaria.

¿Qué predomina? Uno lo puede encontrar en todo tipo de empresas, aunque como decíamos antes la motivación altruista se ve con más frecuencia en empresas familiares. La motivación utilitaria puede aparecer en grupos multinacionales que toman empresas locales latinoamericanas y traen otra formación, otra matriz cultural de sus países de origen que los hace más abiertos, más proclives a la colaboración pero buscando un beneficio para su estrategia corporativa. 

En la etapa inicial hay dos barreras básicas que deben superarse: primero es la distinta cultura organizacional que traen empresas y ONGs en cuanto lenguaje, expectativas, tiempos. Las empresas tienen un tiempo muy corto, resultados de corto plazo. Las ONG que tratan de cambiar el mundo o trabajar sobre problemas significativos, suelen tener visiones de más largo plazo. Hay toda una cultura de la austeridad versus la eficiencia que suele generar barreras importantes, que deben ser superadas, y por último estereotipos negativos.

La segunda gran barrera tiene que ver con la capacidad institucional. Del lado de la sociedad civil encontramos una dignidad institucional muy fuerte en este contexto que se convierte en una barrera para promover una relación de colaboración. En el contexto latinoamericano, tienen mucha influencia todas las relaciones preexistentes entre los actores. Es una gran barrera cuando hay tanta distancia social entre la gente que participa en las empresas y los que actúan en organizaciones de base, si son sectores vulnerables o excluidos. Es un tema que merece reflexión para aquellos que quieren promover una mayor colaboración.

Hay dos mecanismos básicos. Uno es la comunicación efectiva. Encontramos líderes carismáticos con gran capacidad de comunicación como una forma de superar esa barrera inicial, a pesar de la resistencia que puede encontrarse. La segunda es una actitud preexistente y proactiva. Es más frecuente que las ONG busquen a las empresas que viceversa, pero se requiere capacidad comunicacional, un mensaje claro, persuasivo, y también una actitud de insistencia, de seriedad. También requiere prepararse, saber qué le puedo aportar al otro para que la barrera inicial pueda ser superada. Y por último saber qué es lo que necesita el otro, saber lo que está haciendo el otro. Si yo sé lo que está haciendo la empresa y tengo la posibilidad de contribuir mejor a lo que la empresa busca a través de una propuesta creíble, es más fácil romper la barrera inicial.

Como síntesis, en nuestro contexto encontramos que romper esas barreras suele ser más difícil que en otros contextos donde hay mayor interacción social, especialmente cuando comparamos esto en relación con Estados Unidos.

La segunda área importante se vinculaba con cómo generar áreas de acuerdo y de vinculación entre las empresas y las ONG, lo que llamamos alineamiento. La hipótesis de la cual partimos es que a mayor alineamiento la colaboración es más sólida. Hay muchas veces alineación de valores en creencias básicas, en la misión, en las estrategias. Por ejemplo, en la fase transaccional entre una empresa y una ONG suele haber alineación. La ONG brinda prestigio, reconocimiento, visibilidad, relaciona con un público en el que la empresa está interesada. La empresa le brinda recursos y hay una disposición en la ONG a ser utilizada de esa manera, porque también su estrategia es tener más visibilidad pública quizás, aprovechar, utilizar la exposición para educar a la comunidad con relación al problema que está trabajando.

La alineación puede ser descripta en dos variables: por un lado la amplitud, puede ser más amplia o más estrecha, y por el otro la intensidad, más profunda o más superficial. Para que la relación sea óptima, para maximizar el alineamiento, tiene que haber tanto profundidad como amplitud y todo esto hay que construirlo.

El alineamiento no se da de entrada, mágicamente. Muchas veces se comienza en la etapa caritativa, a partir de una donación, donde suele haber una alineación de valores, la empresa le da fondos a una ONG porque cree en los valores de esa ONG, pero a partir del manejo efectivo de la alianza se logra generar mayor alineamiento. Para eso es necesario estar preparado, para ir aprendiendo lentamente. Para encontrar oportunidades de aprendizaje mutuo hay que estar abierto a los cambios de estrategia de la empresa, para que la ONG pueda aprovechar ese cambio. Encontramos un caso muy claro de relación entre una empresa que se constituyó en internacional adquiriendo empresas en varios países y una organización del campo cultural. En el momento en que el grupo empresario operó ese cambio, a la ONG del campo cultural le resulto útil para desarrollar muestras en los países en los cuales se estaba instalando. Era una ONG receptiva, abierta a entender cuáles eran las necesidades estratégicas de la empresa con la que quería colaborar. Y también estar presente frente a presiones competitivas que suelen aparecer del lado de las empresas. En este caso las ONG pueden contribuir a generar diferenciación para las empresas a partir de esta relación.

Esto es lo que nos proponíamos analizar: cómo se crea valor. Primero hay que romper barreras, hay que entrar, hay que lograr que me abran la puerta, segundo hay que entender cómo generar articulación y entender que es un proceso. Esto es lo que denominamos alineamiento. Tercero entender cómo generar beneficios, cómo generar valor para las empresas, para las ONG, para la comunidad. La búsqueda de valores es el motor de estas relaciones. Es lo que contribuye a que se avance de relaciones caritativas, esporádicas, aisladas, puntuales, a relaciones intensas, de alto nivel de compromiso.

Hay dos generadores básicos: la alineación, como mencionaba antes, y el tipo de recursos involucrados. Porque la alineación genera valor, porque hay más puntos para crear beneficios, porque permite generar nuevas soluciones y cuando genera nuevas soluciones a problemas sociales aparece también como beneficio contribuir al bien común, mejorar de esa manera a la comunidad de la cual somos parte. Cuando se logra una integración, una articulación muy importante en las tres dimensiones, resulta muy difícil para otras empresas y otras ONG asimilar lo que una alianza en particular logra.

Para generar valor hay recursos involucrados: plata, tecnología, recursos humanos calificados, y a veces se ponen en juego recursos claves combinados, que son aquellos que surgen a partir de una relación particular cuando tanto empresa como ONG aprenden a hacer algo juntos, a partir del proyecto que realizan en común. Un ejemplo es la relación entre el diario La Nación y la Red Solidaria. Es muy interesante cómo se fue construyendo una capacidad conjunta a partir de lo que cada uno traía: el diario, obviamente, manejo de la información, acceso, credibilidad, legitimidad, la red solidaria: un contacto con la comunidad, lo que les permite desarrollar acciones conjuntas cada vez de mayor intensidad. Cuando estudiamos este caso nos centramos en los clasificados solidarios como un emprendimiento conjunto que permite desarrollar capacidades nuevas que ninguno de los dos tenía.

¿Qué tipo de valor se crea? Para las empresas muchas veces tiene que ver con la gratificación emocional de los actores involucrados; a veces tiene que ver con generar buena imagen genérica en la comunidad. Lo más importante que suele aparecer es la capacidad, la posibilidad de desarrollar conexiones con grupos de intereses, con clientes, con recursos humanos, con el gobierno, con la comunidad, con proveedores, con distribuidores. En otros casos tiene que ver con el posicionamiento de marca, o de un producto, y esto se ve muy claro en campañas de corporate marketing, o con una mejor gestión de procesos internos. Hemos visto casos, por ejemplo, en México, en los cuales la relación entre un banco de alimentos y una cadena de supermercados le permitió a la empresa mejorar sus procesos de manejo de stock, el inventario. Cuando esto se produce la intensidad de la relación crece notablemente, hay un beneficio mutuo, y -por último- ventajas competitivas como un valor interesante.

Estamos habituados a pensar que la ONG es la que más se beneficia. Queríamos poner énfasis en que las empresas pueden ganar mucho, generar mucho valor, en el caso de colaboraciones efectivas, que es lo que vimos. Pero en toda relación de colaboración hay beneficios para cada actor y también para la comunidad. Para que la relación sea sostenible y para que contribuya a la responsabilidad social, el valor que se construye desde la comunidad debe exceder el beneficio que obtiene cada actor.

Este es el punto central que encontramos, y pusimos énfasis en este tema a las relaciones más efectivas, las que perduraban en el tiempo, las que crecían, con un esfuerzo significativo para cuidar cómo circulaba el beneficio entre las partes.

Si la ONG se beneficia mucho y no se preocupa por lo que obtiene la empresa, seguramente ésta va a perder interés. Entonces requiere atención y renovación continua este aspecto.

Por último, encontramos que en toda relación que crece hay un manejo cuidadoso de la relación, hay una atención focalizada, hay un proceso de institucionalización de la colaboración. Las relaciones filantrópicas muchas veces son esporádicas, no estructuradas. En los procesos de colaboración que crecen hay una construcción de marcos, un comité, un equipo creciendo en sofisticación, que va incorporando otros actores, donde se generan reglas. Hay un intento de fortalecer al socio, y esto es más importante en el caso de las ONG porque en países como el nuestro las ONG son muy débiles y si no hay una atención en este aspecto es muy difícil darle continuidad a las relaciones y hacerlas crecer. También requiere atención a la comunicación dentro de la alianza interna hacia el resto de la empresa. Una buena relación entre una empresa y una ONG contribuye a generar más compromiso. En los casos más exitosos esto es más claro. Los empleados, los distintos niveles gerenciales se sienten orgullosos de participar en empresas que desarrollan nuevos vínculos, que desarrollan proyectos innovadores y que generan valor para la comunidad y esto entonces requiere ser gerenciado.

Hay un último aspecto delicado, especialmente para las empresas involucradas que son muy activas en el campo del marketing, y que son muy cuidadosas con su imagen. Tiene que haber un cuidado, el establecimiento de relaciones específicas, acerca de cómo se comunica hacia afuera de quién es el proyecto, de quién es el emprendimiento, de qué manera participa cada uno. Este aspecto es muy interesante y en el caso que estudiamos de cerca vimos cómo manejaron muy bien este tema Junior Achievement con Coca Cola de Argentina. Hubo todo un trabajo de aprendizaje acerca de la comunicación externa. Es clave para manejar cualquier alianza, y sin entrar en mayor profundidad tiene que ver con construir confianza. En el contexto latinoamericano antes de construir mecanismos de certificación de la responsabilidad social, como varios han sugerido, debemos construir relaciones de colaboración efectivas, relaciones de confianza, si no corremos el riesgo de crear instrumentos que no sean útiles.

Es necesario aprender, es necesario invertir en ese aprendizaje y es un proceso complejo. Es posible desarrollar colaboraciones efectivas, generar beneficios para ambas partes, avanzar. No es algo que se empieza con el primer intento, requiere un trabajo cuidadoso, planificado, flexibilidad, generar confianza, entender que tengo que contribuir, que tengo deberes hacia el otro, y a partir de este aprendizaje y crecimiento conjunto en los procesos de colaboración es posible generar una cultura de responsabilidad social que sea sostenible en el tiempo

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En reuniones con expertos de entidades argentinas y extranjeras continuó el análisis del trabajo que realizó el economista Adolfo Sturzenegger para el Foro, que apunta a lograr un sistema de evaluación integral, completo y objetivo, de las compañías. Formaron parte del equipo Mariano Flores Vidal y Germán Sturzenegger.

 
Esta iniciativa surgió en una reunión del Foro con funcionarios de la embajada de España y managers de compañías de ese origen, en la que se analizó la posibilidad de expandir las actividades a nivel iberoamericano. Se presentó en abril de 2003 en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, en un seminario en el que habló Jaime Castellanos, presidente del grupo español Recoletos. Información sobre el origen de esta propuesta y sobre ese seminario se puede encontrar en el link:

Luego el Foro presentó el trabajo en julio en la I Conferencia Argentina de Responsabilidad Social Empresaria organizada por la Fundación del Tucumán en esa ciudad, en agosto en la sede central de la Universidad Católica de Córdoba, en octubre en la Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana, en el Museo Malba de la ciudad de Buenos Aires, en diciembre en la Fundación Libertad, en Rosario, y en mayo de 2004 en la jornada sobre RSE de la Asociación de Marketing Bancario Argentino. En todos los casos expuso Sturzenegger. Información sobre la reunión de AMBA se puede encontrar en el link:

El proyecto, con el cual las empresas podrán medir la responsabilidad social, se explica en las siguientes páginas: 



Adolfo Sturzenegger es economista graduado de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad de Harvard; Mariano Flores Vidal es economista graduado de la Universidad Católica Argentina y estudiante de postgrado de la Universidad Torcuato Di Tella; Germán Sturzenegger es sociólogo egresado de la Universidad del Salvador y estudiante de postgrado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

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Un concepto que involucra al negocio y a toda la comunidad

 


Marcelo Paladino (IAE - Universidad Austral) opinó que hoy es más importante ver cómo los ejecutivos se mueven en la actividad propia del negocio que pensar que solo tienen la

obligación de resolver un problema de pobreza o exclusión, y que hace falta una acción integral. En esta página damos a conocer su ponencia.
En el IAE, de la Universidad Austral, venimos trabajando ya hace varios años en el tema Responsabilidad Social y una primera cuestión que hemos encontrado y hemos planteado es que le estamos quitando de a poco a la palabra social, porque el concepto social distorsiona la propia idea de responsabilidad. ¿Qué quiero decir con esto? Que al poner la palabra social es como que en Latinoamérica, donde estamos describiendo muchísimos casos de toda la región, de lo que están haciendo las compañías, se dice que como hay pobreza y hay problemas, que la empresa avance sobre esa cuestión. No digo que esté mal, pero el concepto de responsabilidad es mucho mayor que la sola obligación de tocar un tema de pobreza, de exclusión o de falta de educación.

El problema de responsabilidad es considerar integralmente el impacto que tiene la acción en todas las dimensiones de la sociedad en la cual se trabaja, desde la calidad y la eficiencia que presentan sus bienes y servicios hasta la cultura que transmite con los medios de comunicación. Todo ese panorama es lo que debería estar incluido dentro de la responsabilidad.

El segundo aspecto que me parece importante es que trabajar con las empresas es trabajar con las instituciones de la sociedad. La empresa es una institución clave de la sociedad. Pero en realidad las instituciones son un marco de funcionamiento, nada más, que pueden tener sus reglas, sus códigos, sus manuales. En realidad el alma de las instituciones es el alma de las personas que trabajan dentro de esas instituciones. Lo que hacen esas instituciones es lo que las personas que están adentro de esas instituciones quieren que haga. En concreto si consideramos un juzgado en el mismo piso del edificio Tribunales, uno puede funcionar bien y otro puede funcionar mal. Dos consultorios médicos de la misma especialidad en el mismo hospital con el mismo director y el mismo sistema de incentivos, uno funciona bien y otro funciona mal.

Entonces nos parece que es importante responsabilizar al responsable. En realidad cuando estamos hablando de responsabilidad de la empresa en la sociedad estamos hablando de cuál es la responsabilidad del hombre de empresa en la sociedad. Hay muchos casos en los que hemos encontrado ejecutivos muy responsables con directorios irresponsables, y -al revés- directorios que tratan de ser responsables pero ejecutivos que son irresponsables. La empresa es una organización muy compleja. Decir que una empresa es socialmente responsable cuando tiene 3000 personas es muy audaz, porque a lo mejor de las 3000 hay 500 que están haciendo lo que no tendrían que hacer.

¿Cuál es la responsabilidad del hombre de empresa en esta sociedad? El hombre de empresa debe ser hoy en día una de las personas más tensionadas, sobre todo cuando se trata de tomar en serio esta relación entre virtud e interés que Adolfo Sturzenegger planteaba muy bien, que es un dilema tremendamente importante muchas veces. En primer lugar el hombre de empresa es una persona que tiene una labor esencial, que es cumplir muy bien su trabajo dentro de la organización para cual trabaja, su trabajo como empresario. En el mismo momento que es empresario o que es directivo de empresa, también es ciudadano.

¿Qué motiva más a la sociedad, un discurso político o diez empresarios en los diarios diciendo lo que van a invertir? ¿qué señal es más positiva, qué es lo que transmite más confianza en el futuro? En Estados Unidos toda la discusión en muchas de estas cuestiones sobre ética vino por el caso inicial de una sola empresa: Enron. Pero a partir de ahí se desarma un sistema. Por lo que la empresa transmite a la sociedad permanentemente, impacta muchísimo entre otras cosas en la cultura. Una cultura que puede apuntar a la confianza o una cultura que puede apuntar a la desconfianza.

Uno de los problemas que viene de arrastre en la sociedad argentina es que hemos tenido una educación tan light en general en los conceptos que si yo ahora preguntase qué se entiende por ciudadano, lo más probable es que no tendríamos una única definición. Este análisis me gusta hacerlo mucho con los empresarios, tanto en trabajos de investigación como en las clases, para ver el concepto al que se apunta.

Revisamos con mucho cuidado cómo se le enseña el concepto de ciudadanía a los jóvenes estudiantes en Estados Unidos, donde además los libros son mucho más motivantes que la mera materia Educación Democrática como tenemos en la Argentina. Allá hablan de “building citizenship”, construir al ciudadano, construir la sociedad. Concretamente el concepto de ciudadano que aplicamos para este tipo de mensajes, es el concepto de deber, a quién le debo algo. En una parte de estos trabajos que hay en Estados Unidos dicen cuál es el joven ciudadano norteamericano ideal: aquel que termina la universidad preguntándose a quién le debo algo. El concepto de ciudadano primero pone el deber y después pone el derecho. En una sociedad donde cada uno se ocupa de sus deberes nadie tiene que preocuparse por sus derechos. En sociedades en fuerte proceso de cambio la ley muchas veces van por detrás de los hechos: primero pasan y después se legisla.

Entonces un empresario responsable está por delante de la ley viendo cuál es el deber que le toca en ese momento, aunque todavía no esté legislado. Una empresa en un país donde los marcos institucionales le permitan violar ciertas normas ambientales que en otros países no se violan, lo hace por eficiencia pero se está apropiando de un bien que no es ni siquiera de esa sociedad, que es del mundo.

Otra dimensión es cómo repercute su trabajo como empresario y como ciudadano en la célula básica de la sociedad, que es la familia. Un empresario que no es socialmente responsable y tiene que enseñarle responsabilidad a sus hijos, está actuando de una manera en su trabajo y de otra manera en su casa. Este es un planteo importante porque la empresa es un ámbito en el que hoy se ve que ayuda a construir familia o ayuda a mortificar a la familia. Este no es un tema menor sino tremendamente estudiado, sobre todo en Europa, y la legislación europea es muy superior a la americana y a la que tenemos en la Argentina. El hombre de empresa, a través de cómo organiza el trabajo, influye en la familia, empezando por la de él y siguiendo por la de los que trabajan con él.

Es decir que cuando hablamos de responsabilidad del hombre de empresa, desde la empresa y sin salir de la empresa, estamos hablando de lo que tiene que hacer para que la empresa funcione bien, los deberes que tiene para con la sociedad -que le dice que es un ciudadano calificado- y por otro lado los deberes que tiene con respecto a su familia y a las familias de los demás. Vemos que cuando se habla de la responsabilidad del hombre de empresa en la sociedad en realidad lo que se está haciendo no es cargar una mochila con más piedras. Es, al revés, encontrarle sentido al trabajo del hombre de empresa como constructor de una sociedad. La sociedad se construye mejorando -además de lo que uno tiene- la calidad de vida de las personas. La calidad de vida de las personas se mejora con el trabajo y esta es una manera de encontrarle más sentido a ese trabajo del hombre de empresa. Lejos de ser una mochila más, es encontrarle un sentido a las 14 horas que a lo mejor uno está sin poder moverse de su lugar.

Alguien puede pensar que esta es una tendencia moderna, pero los primeros títulos de estas cosas aparecieron en la década del cuarenta y del cincuenta. Y en la década del treinta Henry Ford decía que la empresa estaba para mucho más que para fabricar autos y que la sociedad esperaba mucho más de él que solamente fabricar autos, que el management científico y la revolución industrial habían ido demasiado lejos, pero no se lograba entender que más se podía hacer por la sociedad. Entonces esto tiene poco de nuevo; tal vez lo que empieza a cambiar hoy es que existe una sensibilidad mayor. A veces se dice que todo tiempo pasado fue mejor, lo cual es una mentira. Es decir, hasta 1940 no había una declaración universal de derechos humanos, y hoy se valoran ciertos valores como la democracia como no se valoraban años atrás. O sea hoy estamos mejor que ayer y mañana estaremos mejor todavía.

¿Qué quieren decir todos estos conceptos, todas estas definiciones? ¿Cuál es el resumen de cara al planteo que nosotros estamos haciendo? El planteo es que la institución empresa no se puede estudiar nunca más sola. O sea que el funcionamiento de la institución empresa tiene sentido de cara a un Estado. Hablamos de Estado porque la palabra gobierno da sensación de transitoriedad y además la palabra Estado es la institución que nos representa más allá de la calidad de las personas que circunstancialmente pasen por ahí. Lo mismo que la empresa. La empresa en realidad funciona en relación con un Estado con el cual trabaja y para el cual trabaja. Pero también funciona en relación con una sociedad, que no son solamente sus clientes sino que son también otras organizaciones e instituciones, el tercer sector. De alguna manera se van produciendo mecanismos de coordinación que facilitan esa acción de la empresa en muchos campos.

En realidad lo que estamos viendo es que el sentido de la responsabilidad de la empresa, y del empresario en la sociedad, es entender que está permanentemente encuadrada en un juego de instituciones. Una empresa, cuando uno la mira así puede empezar a ver cuáles son sus obligaciones. Este no es un tema menor. Agostino Roca, fundador del grupo Techint, un visionario si los hubo aquí en la Argentina, igual que Di Tella allá por la década del ’50, tuvieron una idea muy clara sobre estas cuestiones. Agostino Roca siempre dijo que la empresa debía tener un dividendo social y ¿qué significaba esto? Que más allá de las restricciones que tuviesen para operar desde la Argentina, tanto el Estado como en la sociedad le habían permitido a la organización Techint desarrollarse. Si necesitó ingenieros alguien le dio ingenieros, si necesitó empleados alguien le dio empleados, si necesitó un pedazo de tierra alguien le dio un pedazo de tierra, necesitó energía y se conectó a una red. Y encima hizo negocio, no le debe nada a nadie.

Claro si se mira la empresa aislada y solamente se entra en el dilema de si maximizó o no, esto no se ve. Si se la ve como una institución que está en conexión con el Estado y con la sociedad, el dividendo social se entiende.

El otro aspecto que es importante es que es bueno que el Estado esté y es imposible que no esté; siempre está regulando y debe estar regulando. Esto no quiere decir interfiriendo, sino fijando las necesarias condiciones para que las cosas funcionen. Hablamos de las regulaciones fiscales, sociales, ambientales de todo tipo, y no solamente de las regulaciones sobre el negocio.

¿Qué es una regulación en el sector de servicios públicos? Es poner a la empresa, a la sociedad, al Estado en una mesa, donde lo que se trata de buscar es cuál es el bien común, donde cada uno tiene que ganar la parte que le corresponde. Si lo hiciese el Estado solo, lo más probable es que se olvide de la sociedad y se olvide de las empresas. Y si lo hace la sociedad se puede olvidar de las empresas, y si lo hacen las empresas se pueden olvidar de los dos. Entonces como parte de la responsabilidad también queremos expresar cómo se generan esos ámbitos de cooperación con el gobierno y con la sociedad que son tan necesarios para ir definiendo el bien común que se quiere alcanzar.

El bien común es un concepto bastante más sencillo de lo que parece, porque no significa que todo el mundo tenga el mismo PBI per capita sino simplemente cómo asegurar que se crean las condiciones para que cada persona se desarrolle al máximo de lo que puede y quiere. Nada más que eso. No significa redistribuir riqueza, significa crear condiciones.

¿Cuáles es uno de los mayores cambios si uno toma los supuestos anteriores acerca del concepto de responsabilidad de la empresa en la sociedad? Antes solamente se veía la acción social de la empresa como un problema de caridad, y hoy la responsabilidad surge en la actividad propia del negocio. La caridad es una virtud en esencia, como la solidaridad es una virtud, como decir “me preocupan las personas”. El tema es ¿puedo tener empresas caritativas que hacen con la caridad evasión de impuestos? Todo el mundo diría no.

Lo fundamental de la cuestión es la responsabilidad en la actividad propia del negocio. Piensen ustedes que Enron era una de las empresas más premiadas por su responsabilidad social. Sin embargo había equipos de gente pensando en la irresponsabilidad dentro de la actividad propia del negocio. Entonces no hay que mezclar las cuestiones. Si uno va a la parte de arriba depende mucho de la persona individual en ese caso. Pongamos caridad, pongamos altruismo, podemos hacer un trueque de palabras. Pero si vamos abajo, estamos hablando del nivel de la justicia. Cuando estamos hablando de responsabilidad en la actividad propia del negocio es innegable que estamos hablando a nivel de la justicia, lo que yo tengo que hacer que otro no puede hacer, lo que a mi me han encargado que otro no tiene que hacer. Con lo cual cuando se habla de responsabilidad de la empresa en la sociedad, se habla también de dimensiones éticas. 

A veces sin salir de la empresa, sin ir a buscar excluidos fuera de la empresa, hay una agenda enorme que hace a la responsabilidad dentro de la empresa, desde el tema del medio ambiente, los empleados, cómo generar confianza en la gente, ¿la gente que trabaja conmigo confía en mi? Hay unos casos que hemos visto en Brasil en un entorno muy difícil en la zona de las afueras de San Pablo, donde una empresa se puso la meta no solo de ir mostrando cuáles son sus beneficios sino lo que va pagando de impuestos todos los meses, porque en ese sector donde compite la hay muchas empresas que no pagan los impuestos. Lo hacen como una manera de generar un incentivo y por otro lado para generar confianza.

Es decir, hay que ser competitivo dentro de las leyes, trabajar con los empleados, preocuparse por la familia de los empleados, de la educación de sus hijos. Algunos piensan que “se encarguen ellos mismos de ese tema”, pero esa gente que no terminó la escuela primaria ¿sabe educar a los hijos o los tengo que ayudar? ¿de quién es el problema de la siguiente generación de posibles excluidos, de la responsabilidad de ese señor que gana 500 pesos o yo puedo hacer algo por ellos? Además de la valorización del trabajo. Hay que considerar el trabajo como la gran escuela de cultura en la sociedad.

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Presentación de Omar Abu Arab Comunidad Islámica

El foro tiene como objetivo ser faro de valores fundacionales de la sociedad para que sirva como herramienta, como fundamento, como fuente para crear una nueva conciencia en donde la palabra, el compromiso, la conciencia ciudadana tenga el lugar que merece para construir una sociedad nueva, con valores permanentes.

La fe en este caso fue el valor angular de la creación de un foro ecuménico donde convergen la fe de los pueblos del Libro, el pueblo judío, el pueblo cristiano, el pueblo musulmán, que tienen una visión del mundo que tiende al amor al prójimo, a la construcción del futuro, a servir a Dios y a servir al prójimo, y el prójimo es toda nuestra sociedad, que la tenemos al alcance de la mano. Cuando planteamos la creación de la Cátedra hacíamos hincapié en ser faro de doctrina, faro de los valores fundacionales, que consideramos que en gran medida y en este último tiempo la Argentina y la sociedad en general se habían alejado de ellos trayendo como consecuencia situaciones no deseadas, la pérdida de la tranquilidad, la pérdida de valores permanentes que fueron sinónimo de la sociedad argentina, como era el ascenso social, la búsqueda del bienestar económico y la posibilidad de la meditación, de la entrega a Dios, como siervos de Dios los que creemos en Dios y los que no haciendo una vida recta, saludable, siguiendo los parámetros de la moral y la ética. Tenemos que volver a ese escenario y construirlo a través de ese concepto de la búsqueda de valores nuevos, que en realidad no son nuevos sino que es retomar fuentes, los que nos sirvieron para construir una Argentina que yo llamo del progreso, es la Argentina que fue en su momento un faro, un parámetro de crecimiento, de esperanza y que trajo a nuestros abuelos, a nuestros bisabuelos, al aluvión de inmigrantes que poblaron nuestro país, que hicieron de él una sociedad nueva, una sociedad que creció al influjo de la libertad que nuestra Constitución nos dio y que tenemos que preservar y aumentar. La fe en Dios nos servirá como un parámetro para poder construir una sociedad más justa, la fe en nosotros mismos es la caricia del espíritu para animarnos a construir en esta nueva etapa una Argentina que sea posible, vivible, segura, con progreso, en la que no haya excluidos. Esa es la peor alternativa, ya que una sociedad que tiene excluidos es injusta. Construyamos una sociedad donde la exclusión tienda a desaparecer con la convicción de que Dios nos va a asistir en este camino.

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