“La formación de la conciencia ciudadana desde la óptica de un Pastor”
Texto completo de la exposición de Carmelo Juan Giaquinta, Arzobispo de Resistencia y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, en la Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana, el 21 de agosto de 2003.
Introducción
1. Dos observaciones al comenzar esta charla.
Primera: al título, "Formación de la conciencia ciudadana", le agregué un subtítulo: "desde la óptica de un pastor". Porque puede haber muchos ángulos desde los cuales abordar el tema, todos muy interesantes y necesarios. Yo me circunscribiré a enfocarlo desde mi experiencia y misión en la vida.
Una segunda observación: "conciencia ciudadana" o "conciencia del ciudadano" los usaré como equivalentes, sin negar por ello el sentido de "conciencia colectiva" con que se comporta el común de los ciudadanos.
I. Descubrimiento de la necesidad de formar la conciencia ciudadana
2. La afirmación de que es preciso formar la conciencia ciudadana brota en mí desde la experiencia pastoral como Obispo. O sea, no está vinculada a mi experiencia anterior como docente de la Facultad de Teología, ni a mi praxis pastoral en Buenos Aires. Dos descubrimientos me llevaron a enunciar esta afirmación.
Primero, que existe el Tercer Mundo en la Argentina. Segundo, que hay un salitre moral que nos carcome. Ambos descubrimientos fueron fruto de un proceso de cinco años cada uno. El primero, en Misiones, cuando era Obispo de Posadas, desde 1988 hasta 1993, coincidiendo con la ronda de visitas pastorales, primero a la ciudad y después al campo. El segundo, en el Chaco, siendo arzobispo de Resistencia, desde 1993 con la gran sequía cuando llegué, hasta 1998 con las inundaciones.
El Tercer Mundo Argentino
3. Después de innumerables visitas pastorales, primero a los barrios de Posadas y después a las ciudades y colonias del interior de la Diócesis, descubrí el Tercer Mundo Argentino. Un Tercer Mundo sui generis, donde la Argentina está atenazada no sólo desde afuera por las grandes potencias y las multinacionales, sino sobre todo desde adentro.
¿Y cómo? Constaté que el colono, deslomándose de sol a sol, con su mujer y sus hijos, a quienes sacaba de la escuela para el cultivo y la cosecha del tabaco, lograba al año por su trabajo un rédito de 1.500 pesos (entonces dólares); a veces, 2.000; una sola vez escuché 3.000 pesos. Es decir, que si hubiese tenido que darle un salario de peón o de changarín a su mujer y a sus hijos por el trabajo realizado, no le habría alcanzado ni vendiendo varias veces su chacra. Pero, en el mismo momento, un colono que entraba en una lista partidaria y obtenía una concejalía en un municipio rural, al mes ganaba dólares 2.800 (Sic!). Y éstos seguros, en el acto, limpios de paja y polvo, más otras gangas. Y en ello se gastaba la coparticipación federal. Y para ello se hacían préstamos internacionales. ¿Quién no querría así entrar en el mundo de la política? Un verdadero curro. Beneficioso para el agraciado. Pero sistema cruel. ¡Unos pocos argentinos que acogotan al resto de los argentinos!
Después, había que darle consistencia a ese curro, y para ello había que distribuir dádivas a numerosos beneficiados que asegurasen la permanencia del sátrapa en el cargo y su futura reelección. Y así se fue armando un empleo estatal, otrora orgullo de la ciudadanía y del beneficiado, pero hoy muchas veces degradado. Hay historias inverosímiles de cómo muchos entraron a la planta permanente del empleo estatal. Por cierto que no siempre entraron los más honestos, inteligentes y capaces.
4. Si proyectamos esto a los diputados y senadores nacionales y provinciales de todo el País, el problema se multiplica en forma geométrica, y tendremos una idea de uno de los aspectos moralmente más graves del drama argentino (no digo "más costoso").
Se han hecho discusiones innumerables sobre los gastos de las Cámaras nacionales y provinciales de representantes. Que tal Provincia, que no llega al medio millón de habitantes, gasta en su Cámara de Diputados (a valores del año 2000) lo mismo que Baviera, con doce millones de habitantes y Munich adentro. Que tal otra, que no llega al millón de habitantes, gasta lo mismo que Cataluña, con seis millones y Barcelona adentro. Que sí. Que no. Que esa información es una infamia. Y sigue la discusión. Pero todo sumado y restado, nadie ha demostrado que la información fuese falsa.
Después se pasa a la discusión sobre que la retribución del empleo estatal no es lo que ha hecho crecer más la deuda pública. Y que el empleo estatal es muchas veces un seguro de desempleo más digno que muchos planes sociales. Y tal vez sea cierto.
Pero ¿cómo puede marchar una nación construida sobre la fantasía de sus hombres políticos? Todo lo han hecho sin inteligencia, sin realismo, sin tener en cuenta el sudor real de su gente, sin medir las consecuencias de las decisiones que tomaban. Cuando luego se está con la soga al cuello, ¿cómo esa nación puede negociar con dignidad con los de fuera y exigirles dignidad? En la Argentina podemos hacernos los machos y gritar contra las naciones del primer mundo que subsidian su agricultura. Pero ninguna nación negociará seriamente con otra que pretenda construirse a espalda y a costillas de la gente del campo, como lo hemos hecho los argentinos. Los europeos piensan que sus campesinos son guardianes de la ecología. Y no aspiran a amontonarlos en los suburbios de sus grandes ciudades.
El salitre moral
5. Después descubrí el salitre. Lo conocí primero en Río Negro. Allí advertí cómo una tierra salitrosa, si se la lava, o se evita que el salitre aflore, se abuena y produce los mejores frutales. En el Chaco el descubrimiento fue distinto, y por pasos. El primero fue en agosto de 1993, apenas llegué a la Arquidiócesis de Resistencia. Iba hacia Legua 65, y le pregunté al P. José: "¿Por qué esos bosques jóvenes están secos?". "¡Ah!”, me respondió. Porque cuando desborda el río Bermejo, el agua se estanca durante meses, aflora el salitre y mata los árboles". Me impresionó la explicación, máxime que en ese momento los animales se morían de sed por la sequía.
Pasaron los años y vino la inundación del 98. Y allí fue el segundo paso, y el descubrimiento del verdadero significado del salitre. Palito Ortega (justicialista), que era Secretario de Acción Social de la Nación, visitó Reconquista y dijo por los medios que el Gobierno nacional reconstruiría las casas destruidas a través de Cáritas Reconquista y de Cáritas Resistencia. Me alarmé porque yo no había sido consultado. El gobernador Rozas (radical) me llamó por teléfono para decirme que estaba de acuerdo con Palito, porque así se evitaba que los dineros para la reconstrucción se politizasen. Me halagó la afirmación, pero comencé a preocuparme. Y me dije: "¿cómo? La Iglesia, con su humilde estructura de voluntarios de Cáritas, es confiable para administrar millones y reconstruir las viviendas. Pero hay decenas de miles de empleados estatales en todas las categorías, desde la máxima, hasta la ínfima, la mayoría de los cuales son católicos, de los cuales soy el pastor. Y me están diciendo que a través de ellos los dineros no llegarán al pueblo". Allí me di cuenta cómo el salitre moral había corroído el tejido social argentino. Ni el Estado tenía fe en sí mismo. Se confesaba corroído, e incapaz de reconstituirse. Y, además, me decían implícitamente: "¡Ojo, Obispo! Tampoco sus hijos que trabajan en el Estado hacen una linda figura en cuanto a la moral social".
Demás decirles que opté por no asumir la reconstrucción de las viviendas, y confío que los pobres me hayan perdonado. Y comencé a estudiar el fenómeno del salitre moral que corroe a la Argentina, y ver cómo combatirlo. Y confío que un día los pobres me lo agradecerán.
El problema argentino es profundamente moral
6. Con estas dos experiencias me ha sido totalmente fácil asumir el punto de vista del Episcopado sobre que la situación social argentina está originada en una profunda crisis moral de los valores que constituyen a un pueblo como nación. Y la calificó de inédita, epocal, histórica, que tiene manifestaciones en todos los campos de la vida social: economía, política, cultura.
Nadie piense que esta crisis haya sido superada en estos pocos meses de gobierno del nuevo presidente de la República. Ni nos ilusionemos con que estará superada al concluir su mandato en diciembre de 2007. Los argentinos no caigamos una vez más en la concepción mágica, a la que somos tan propensos. No basta el factor o el estilo "K", como ahora se dice, para que todo se solucione automáticamente. El problema argentino es grave y viene desde lejos. Su terapia requerirá tiempo y perseverancia. Y hemos de animarnos a ello.
Y, por lo visto, en todo este problema, los cristianos tenemos mucho que ver. Pues, como los demás, somos habitantes de la Argentina, pero no ciudadanos de ella.
Causas confluyentes en la crisis moral argentina
7. Recientemente, en una conferencia que dicté en la Facultad de Teología (03 de junio), y que aquí supongo, he intentado diagnosticar mejor la crisis moral de la Argentina. Y apunté a diferentes causas, y especialmente al desprecio de la ley, que va desde la teoría divulgada que la ley civil no obliga en conciencia (sin distinguir si es justa o no), hasta el abandono de la catequesis sobre los Mandamientos. Y concluía en la concepción mágica de la vida y, en especial, del Estado.
No niego que haya otros elementos que confluyen en la crisis argentina: situación internacional, deuda externa, ocaso de viejas ideologías y surgimiento de nuevas, como el colapso del comunismo y el renacimiento del capitalismo salvaje. Pero estos elementos externos hacen mella porque el tejido social interno ya está muy enfermo.
¿Qué tenemos que "hacer"?
8. Ante semejante situación, a los cristianos nos resulta natural plantearnos qué tenemos que hacer. Y no está mal. El Evangelio nos urge hacia esta actitud. La parábola del Buen Samaritano concluye con la pregunta de Jesús: "¿Quién de los tres te parece que se condujo como prójimo? El que tuvo misericordia, respondió el maestro de la Ley. Y Jesús, a su vez: Vete y haz otro tanto" (cf. Lc 10). Lo mismo, la parábola del rey-pastor que separa a las ovejas de los cabritos: "Vengan, benditos de mi Padre. Porque tuve hambre y me dieron de comer, etc. ¿Cuándo?, preguntarán los bendecidos. Y el rey les responderá: Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo" (Mt 25).
A todo lo que los cristianos hacemos en forma organizada por el cuerpo social lo llamamos ordinariamente "Pastoral Social". Ésta reviste muchas formas: Caritas, Pastoral Penitenciaria, Pastoral de los enfermos, Pastoral de los migrantes, Pastoral aborigen, Justicia y Paz, etc. Pero después de años de hacer y hacer y hacer, constatamos que las necesidades sociales son como un barril sin fondo que nunca se llena. Y nos preguntamos: ¿no será que en este enfoque de la Pastoral Social habrá una válvula abierta que impide que el recipiente se llene? Entonces descubrimos que Pastoral Social no es sólo "hacer" algo por la sociedad sufriente, sino "enseñar a ser o existir de manera nueva" en la sociedad sufriente.
Como dije antes: somos habitantes de la Argentina, pero no ciudadanos de ella. La diferencia entre habitante y ciudadano es abismal. De allí que ya no basta hacerle el bien a la sociedad, sino que es preciso comenzar a ser o existir de manera nueva dentro de ella. Así ya no serán unos pocos que "hagan por ella", sino muchos que "vivan y actúan de manera nueva dentro de ella".
Enseñar a "ser" ciudadano: una dimensión olvidada de la Pastoral Social
9. No entendería mi planteo quien interpretase que Pastoral Social no es ya más obrar solidariamente para curar el cuerpo social enfermo: alimentar al hambriento, saciar al sediento, visitar al preso, dar la mano al caído. O que pensase que excluyo el diálogo de la Iglesia con la sociedad, o que niego su apoyo al diálogo social interrumpido. Quiero, más bien, señalar una dimensión olvidada de la Pastoral Social: "formar la conciencia social de cada cristiano y de la comunidad eclesial, y evangelizar en este sentido a la sociedad".
II. Por una conciencia ciudadana responsable
10. Con este supuesto, sugeriré algunas tareas que me parecen fundamentales. Son esbozos, muchos de los cuales merecerían ser reflexionados y desarrollados con más detenimiento.
Volver a la Teología de la creación (1ª)
11. Una primera tarea de la Iglesia para la formación del cristiano como ciudadano es volver a enseñar la primera página del libro del Génesis: que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y lo puso en el Jardín de Edén para que lo cuidara y cultivara. Y para eso lo dotó de inteligencia, voluntad, dos brazos, amor a su mujer e hijos, y tierra bajo sus pies. Es decir, Dios creó al hombre con todos los recursos para enfrentar los problemas de la vida y resolverlos. De hecho, éste es el primer artículo de nuestra fe: "Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra".
No desconozco la situación crítica del trabajo en el mundo contemporáneo. Se habla de la desaparición del mismo en el futuro próximo tal como lo hemos conocido hasta hoy. Pero en la Argentina, más grave que la falta de trabajo cualquiera sea su causa, es la actitud en que han caído muchos argentinos de no creer más en sí mismos, de pensar que todo problema personal debe ser resuelto por los otros, en especial por el Estado o por Caritas. Mal podremos los cristianos decir que creemos en Dios Creador si no creemos en nosotros como seres creados por Él. Esto acontece siempre que no valoramos los talentos y recursos con que Dios nos ha dotado para enfrentar la vida.
Volver a la Teología del Trabajo (2ª)
12. En la Argentina hoy abunda el trabajo chapucero, mal hecho, a desgano, casi con bronca. No siempre es fácil encontrar un trabajador competente y honesto. Hemos de recuperar la Teología del Trabajo, gracias a la cual entendemos que el Trabajo nos asemeja a Dios creador, que se alegra con su obra: "Y vio Dios que era bueno" (Gen 1,10).
Iluminar y rescatar la misión de los Gremios y Sindicatos (3ª)
13. Los gremios y sindicatos están para la defensa del trabajador. La principal defensa es la mejor capacitación profesional y moral del mismo. Un trabajador así dignificado impone respeto al patrón. Y es frecuente que éste entienda que el trabajador es el capital más importante de su empresa, y lo quiera retener y promover. Lamentablemente, muchos gremios y sindicatos se han olvidado de esta tarea capital y se han reducido a la lucha por el aumento permanente del sueldo, que es pensada muchas veces sólo desde los intereses de los jefes sindicales y gremiales, los cuales instrumentan los reclamos para mantener actual su liderazgo. Más triste aún es la desmoralización activa del trabajador que promueven muchos gremios. En vez de enseñar a trabajar bien, enseñan a hacerlo mal. Por ejemplo, en vez de enseñar a trabajar para recolectar la basura, enseñan a trabajar para desparramarla.
Descubrir la sociedad como estructura interfamiliar (4ª)
14. Es preciso rescatar la visión de los orígenes de la sociedad. Ésta es básicamente una sociedad interfamiliar, que impulsa a cultivar entre las familias vínculos de amistad, servicio y ayuda mutua. De este modo las familias y cada uno de sus miembros pueden alcanzar más fácilmente su propia perfección.
Descubrir y amar a la sociedad como prójimo colectivo (5ª)
15. Nuestra catequesis ha puesto el énfasis en el prójimo, y especialmente en el pobre, según enseña Jesús (Mt 25,31-46). Hoy es preciso descubrir también a la sociedad como prójimo colectivo digno de amor. Y esto, desde sus concreciones más pequeñas (el vecino, los vecinos, la cuadra, el vecindario, el barrio), hasta las más grandes (el pueblo, el municipio, la provincia, la región interprovincial, la nación), y también las internacionales (Mercosur, UE, etc.).
Descubrir lo público como lo que es de todos (o propiedad comunitaria) (6ª)
16. Paradójicamente, en la Argentina, "público" no significa que algo es de todos, sino que es de nadie. Por eso actuamos de manera tan incivil. Porque la calle es pública, es de nadie, y por ello tiro en ella papeles y botellas descartables. El aire es público, y por tanto de nadie, y por ello atrueno con los parlantes no importa la hora. Las paredes externas de las casas son públicas, y por tanto de nadie, y por ello las pintarrajeo. Los transportes son públicos, y por tanto de nadie, y por ello tajeo los asientos. Los dineros son públicos, y por tanto de nadie, y por ello me apodero de ellos. De allí no hay sino un paso a entender que la república, no es ya más la "res publica" (la cosa pública), sino lo que es de nadie, y por eso cada uno hace de ella lo que se le ocurre. ¡Cuánta educación nos hace falta a los argentinos en este renglón de lo "público"!
Descubrir la comunidad política como sociedad necesaria (7ª)
17. No basta cualquier tipo de asociación interfamiliar. Por ello nuestra catequesis ha de subrayar la necesidad de la comunidad política, con sus autoridades y diversos poderes, y también con los ciudadanos con sus deberes y derechos.
Descubrir la dignidad de la vocación política (8ª)
18. La vocación política es la más noble de las vocaciones terrenales, pues su misión es construir la "polis" o ciudad terrena, en justicia, verdad, libertad y solidaridad, y hace posible así las demás vocaciones humanas, incluso la contemplativa y religiosa.
Descubrir el valor de la micro política (9ª)
19. Por micropolítica entiendo la educación del ciudadano, que se imparte en la familia, en la escuela y en la catequesis, con la palabra y el ejemplo. Junto a esta trilogía desearía incluir a los medios de comunicación, por el gran poder que podrían ejercer para formar la conciencia del ciudadano responsable. Pero dada la complejidad de la cosa, prefiero considerarlos fuera de la micropolítica. Sin esta educación "micropolítica" impartida por la familia, la escuela y la catequesis, la comunidad política y la vocación política no tienen sustento.
Descubrir al Estado como creación de los ciudadanos (10ª)
20. El Estado es una construcción de los ciudadanos para que los defienda y ayude a conseguir el bien común. Éstos lo construyen con el pago de los impuestos, la exigencia de su buena administración, el cumplimiento de las leyes, la crítica sincera. El Estado no debe ser ni grande ni chico. Debe ser fuerte, justo, y contar con estructuras adecuadas a la consecución del bien común.
Descubrir al ciudadano como sujeto de deberes (11ª)
21. Todo derecho tiene su correspondiente deber. Una educación que sólo enfatizase los derechos estaría equivocada. No basta concebir al ciudadano como sujeto de derechos. Éste tiene deberes a cumplir. Y éstos no se agotan en votar cada cuatro años, sino que abarca una amplia gama, que incluye:
- deberes menores, que consisten en servir constantemente al prójimo colectivo a través de pequeños gestos (p. e. cuidar la limpieza de los espacios públicos, evitar ruidos molestos, ser buen vecino, hacer bien el propio trabajo);
- deberes mayores (p. e. abonar a tiempo los impuestos y servicios);
- deberes máximos (p. e. votar al presidente de la Nación, hacerle juicio político).
Descubrir al cristiano como ciudadano del mundo (12ª)
22. Una auténtica espiritualidad mira al cristiano tanto como miembro de la Iglesia, cuanto de la sociedad civil, según lo enseña el apóstol San Pablo (Rom 12-13). Éste, si bien es peregrino del cielo, no es fugitivo de la tierra.
Profundizar la visión del pobre (13ª)
23. Hasta fines de los años 60, en la pastoral de la Iglesia dominaba la figura del trabajador. A partir de entonces, y en especial desde Medellín, se ha hecho más presente la figura del "pobre". No son figuras que se contrapongan, sino que se complementan. Sería bueno hacer el intento de la complementación, pues si se insistiese unilateralmente en la figura del pobre, podría cederse a la tentación de considerarlo sólo como un oprimido, sin capacidad de enfrentar sus problemas y de volverse dueño de su destino.
Apoyar la revisión de los partidos políticos y sindicatos (14ª)
24. Los partidos políticos y los sindicatos son dos formas de representación (política y social) necesarias, pero que muchas veces se han corrompido profundamente, adoptando incluso estilos mafiosos de proceder. Necesitan una autocrítica a fondo. Y la ciudadanía toda ha de ayudarlos a hacerla.
Revisar el ejercicio del derecho a la protesta (15ª)
25. La Iglesia reconoce el derecho al reclamo, incluso mediante formas legítimas de protesta (huelga), que sean conducentes al fin y no hieran el bien común. En la Argentina se han venido difundiendo formas de protesta que indican un estado de desesperación, pues no reparan en herir los derechos de terceros. ¿Cómo reclamar hoy según justicia? Los hindúes supieron reclamar y obtuvieron su independencia de Gran Bretaña sin disparar un solo tiro. ¿Y los argentinos que nos decimos mayoritariamente cristianos y católicos?
Retomar sugerencias y aportar nuevas (16ª)
26. A las recién propuestas, se pueden agregar las sugerencias que hice en mi reciente exposición en la Facultad de Teología (06 junio), y que tienen que ver con:
I. el respeto de la ley civil;
II. la comprensión y el ejercicio de la democracia;
III. el estudio del pluralismo cultural;
IV. el cultivo y la renovación de la piedad popular para suscitar el compromiso del cristiano como ciudadano;
V. la superación de la concepción mágica de la vida y en especial del Estado.
27. Quedan sin duda muchos otros pasos a dar. Pero estos ya son suficientes para comenzar a caminar en la reconstrucción de la conciencia ciudadana de los argentinos. Buenos Aires, 21 de agosto de 2003