Cooperación para el desarrollo
El P. Jean-Yves Calvez, presidente del Foro Ecuménico Social, profesor del Centre Sèvres y Ceras de París, analizó las deficiencias de muchos esfuerzos de cooperación o de ayuda anteriores, la insuficiencia de los gobiernos, la consecuente corrupción, y el atraso de las infraestructuras que ha obstaculizado la eficiencia de las inversiones productivas. Esta es su ponencia:
La palabra desarrollo no ocupa el mismo lugar hoy que hace cuarenta años. Pienso por ejemplo en la encíclica Populorum progressio del Papa Pablo VI publicada el 26 de marzo 1967. Posiblemente la ola de liberalismo radical que conocimos después de la caída del muro de Berlín ha contribuido a esto, en la suposición que el desarrollo resultaría automáticamente de la aplicación de políticas liberales al mundo entero: el desarrollo por lo menos gotearía progresivamente desde los lugares de más vitalidad económica hacia los demás, y esto sería mucho más seguro que las políticas voluntaristas que se presentaron en los años 60 y 70 como políticas “de desarrollo”. ¿Porqué todavía hablar de desarrollo entonces? Por otro lado, ya no hay competencia entre bloques o sistemas para conseguir apoyos políticos (votos en la ONU) a cambio de ayuda. De ahí también una tendencia a no hablar más ni de ayuda ni de desarrollo.
Se vuelve sin embargo hoy a hablar del desarrollo, porque es tiempo de balances. Se han planteado los Objetivos del Milenio. Países de tamaño impresionante, como China y la India, han entrado con éxito en la carrera del desarrollo. Muchos otros quedan atrasados en la misma carrera: buena parte del África, grandes zonas también de América Latina. No es que esta última esté al mismo nivel que los países más pobres de África, pero muchas veces ahí hay como un estancamiento, fuera de las zonas que aprovechan la excepcional demanda china de productos de minería como los de la agricultura masiva, como la soja. Se nota frecuentemente inquietud al observar que bastantes países del Asia superan tanto a gran parte de América Latina. Se puede entonces seguir hablando de cooperación al desarrollo.
Deficiencias en el pasado
Han sido analizadas las deficiencias de muchos esfuerzos de cooperación o de ayuda anteriores, la insuficiencia de los gobiernos, o digamos de la gobernabilidad, la consecuente corrupción, el atraso de las infraestructuras que ha obstaculizado la eficiencia de las inversiones productivas. En otras palabras, hubo falta de coordinación entre les distintos aspectos de los esfuerzos de desarrollo. Hubo demasiada separación entre lo financiero y lo técnico. Más profundamente todavía, hubo una distancia no superada entre la cultura tradicional y las exigencias de las técnicas que se querían introducir. Hubo falta de adaptación de las técnicas, de la maquinaria importada, al nivel de cultura y educación vigente; no todo lo que es bueno para un país europeo es bueno para un país en vías de desarrollo. Mucho converge en la expresión cruel de “elefantes blancos”, grandes proyectos, empresas iniciadas que terminaron abandonadas sin haber producido nada. Escándalo consecuentemente en la mentalidad de muchos, persuasión de ellos de que el esfuerzo de desarrollo ha sido generalmente inútil, la así llamada ayuda financiera ha sido derivada hacia bolsillos privados, con la excepción posiblemente de lo que ha pasado por las ONG.
Una consecuencia de todo esto es el afropesimismo, en particular el slogan: “de ese continente no hay nada que esperar...”. Hubo un libro cruel, hace pocos años: Tratado de “Negrología”. Hubo otro título cruel, el libro de Jean-Pierre Bayard, La politique du ventre.
El desarrollo sigue siendo cuestión de cooperación
Los que han observado la evolución durante muchos años manifiestan generalmente un juicio más balanceado, conocen los progresos que hubo a través de cuarenta, de cincuenta años, pero difícilmente llegan a convencer a los jóvenes que no han conocido la situación anterior y desconfían así de toda ayuda, toda cooperación para el desarrollo. Considero, con muchos de los que han seguido los problemas durante bastante tiempo, que hubo mucha transformación, y por otro lado, que el desarrollo sigue siendo una cuestión de cooperación, que hay una cooperación útil y eficaz.
Y esto vale para casi todo tipo de cooperación. Cooperación financiera: sigue siendo verdadero que una economía en el momento del despegue puede aprovechar inversiones desde el exterior y es capaz de pagar si las tasas, los plazos, etc., son equitativamente calculados, bien controlados según el tipo de inversión, por cierto sin los simplismos, consecuencia del maná petrolero o de los petrodólares de los años 70 / 80, que llevaron a las grandes crisis de endeudamiento.
La cooperación técnica también, esforzándose desde luego para que la adaptación de las técnicas a las necesidades de países muy distintos de los de origen sea bien cuidada, inteligente. Cooperación educativa, sobre todo en lo que tiene que ver, de nuevo, con un buen aprovechamiento de las técnicas, sean materiales o sean organizacionales, que provienen de países desarrollados. Cooperación organizacional, particularmente en materia de organización de la administración publica. Hay por cierto que reunir, sistematizar, la experiencia del medio siglo pasado en todos estos aspectos, para que sirva para una nueva cooperación para el desarrollo, ciertamente necesaria durante varios decenios más.
La preservación de las culturas
En su tiempo Pablo VI, autor de la Populorum progressio, estuvo particularmente atento a que no se destruyan imprudentemente las culturas, las costumbres tradicionales, por todo su valor de equilibrio de las personas, y ha insistido para que los expertos que van en misiones de cualquier tipo a los países en vías de desarrollo sepan escuchar y ver, descubrir lo positivo que hay en las culturas tradicionales que encontraran, no se consideren a sí mismos como de una especie superior, recreando la humanidad como a partir de cero. Estos consejos siguen siendo valiosos. Hoy por cierto hay que añadir estas otras dimensiones: el conocimiento profundizado, como acabo de decir, de los errores cometidos durante el medio siglo pasado, la convicción que nada de su propio país puede ser exportado sin más, aun la democracia se puede decir.
Co-desarrollo
Se ha empezado hoy a hablar de co-desarrollo, o más bien a practicarlo. Es algo decisivo en los países que son el “blanco” si se puede decir de la migración contemporánea en proveniencia de países de poco desarrollo, poca esperanza, países de los de que se huye. No se trata solo de frenar este movimiento de migración, sino de poner en marcha un estilo nuevo, menos impersonal, de cooperación. Por dos caminos: por un lado, facilitando las iniciativas que pueden tomar los emigrantes y sus familiares en su propio país (creación de artesanía particularmente y ciertas obras de infraestructura); aquí la ventaja que se ofrece es que las personas se conocen entre sí. Por otro lado, apoyando a través de medios más grandes, de origen público esta vez, el desarrollo del país del que vienen tantos inmigrantes, hasta establecer verdaderos partnerships. Esto es lo que ciertamente faltó en los primeros decenios de la gran empresa del desarrollo.
“Micro”
Es importante subrayar la importancia de todo lo que es micro: microempresa, minifundio, microtécnica, microcrédito, microcomercio. Esto a pesar de tratarse de países grandes, hasta inmensos, con inmensa población, pero que no pueden recibir ayuda o no pueden transformarse en forma masiva, fuera de algunas grandes inversiones (de infraestructura). China es inmensa, sin embargo debe ser ayudada, sobre todo en el interior, en forma de una o unas repúblicas de campesinos, capaces de hacer gran uso de micro medios, desde luego en forma inmensamente multiplicada. Gran parte de la India ofrece las mismas características; así se entiende el interés del banco Grameen y de su extraordinario fundador, Yunnus. Lo mismo puede decirse de una red grande de escuelas pequeñas, cada una con medios reducidos, como es Fe y Alegría, a través del continente Latinoamericano. No opongamos así chico y grande. Pensemos en iniciativas chicas, todas tal vez chicas, pero multiplicadas en gran escala, no acotándonos a experiencias pilotos.
Estos son algunos consejos de gran trascendencia, todavía valiosos, para nuevas fases de las iniciativas de desarrollo, todavía necesarias ellas mismas, no cabe duda, y el resto del mundo debe cooperar con ellas. Estas pueden ser todavía las recomendaciones principales sobre el desarrollo en los países capaces de cooperar; España y Europa es claramente el caso. Todo lo que es cooperación sigue en efecto teniendo un nivel de organización precario, o mediocre, mientras se manifiesta en forma violenta la presión demográfica, que proviene particularmente del África. Es tiempo de sistematizar los métodos, los caminos de desarrollo.
En el nuevo milenio
Hay así mucho todavía por inventar y desplegar en una tarea que ya tiene años pero requiere todavía muchos años más. No es esto algo del pasado, del pasado siglo, del pasado milenio. El mundo que se está preparando en el nuevo milenio necesitará más bien más solidaridad que el anterior tanto por razón de la densidad creciente de la población humana –no terminamos nuestro crecimiento demográfico– como por razón del movimiento migratorio que ciertamente no está al punto de agotarse