Senderos para el trabajo del Foro Ecuménico Social
El Pastor Tomás Mackey es profesor y director del Seminario Internacional Teológico Bautista de la Argentina. Estas fueron sus palabras de presentación de la sesión:
Al iniciar el Foro Ecuménico Social intentamos crear un espacio que resultara potenciador de recursos y de diferencias. Es decir, nos propusimos ver a los otros con una actitud enriquecedora y no divisionista. La intención era, y es, pensar la realidad con una mirada realista y esperanzadora a la vez.
Las situaciones caóticas asustan, pero también genera incertidumbre no ver salidas u opciones. Incluso es realmente preocupante el no tener memoria y repetir errores del pasado o bien no aprender de esos errores. Igualmente negativo es usar el caos con propósitos partidistas o sectoriales.
Es igualmente éticamente inadmisible que haya carencias básicas en un país como el nuestro, en donde las posibilidades y los recursos pueden abundar, y sin embargo suelen primar las mezquindades, la indiferencia, y el egoísmo.
En muchas actividades del Foro certificamos, no obstante, la cantidad enorme de personas e instituciones repletas de valores. Pero es justamente allí donde nos preguntamos, ¿cómo es que teniendo lo que tenemos, viendo lo que vemos, palpando lo que palpamos, no podemos estar mejor?
En este contexto paradojal nace el Foro Ecuménico Social. Se inicia como una herramienta de trabajo que contribuya a motivar, reflexionar, y accionar un plan de construcción de senderos que deseamos transitar.
Uno de esos senderos es de la eficiencia en simultaneidad con la transparencia, en todos los planos en que nos movemos. Desde la gestión pública hasta nuestra propia vocación religiosa y empresarial. Errores y fracasos hay en todas partes, pero el tema es tener la capacidad de corregirlos, y no institucionalizarlos o premiarlos.
Otro sendero que nos propusimos caminar es el de la construcción de proyectos que generen confianza en las personas, en los procesos, en las instituciones, para poder pensar el futuro con mayor certeza. Es muy difícil invertir tiempo, esfuerzos, entusiasmo, cuando se transita una sociedad de la desconfianza.
Un tercer sendero que deseamos transitar es el de la búsqueda del bien de todos. Una sociedad más ética se ocupa del bien de la parte o el sector, pero también del bien de todos. Cuando los intereses sectoriales priman, incluso a cualquier costo, finalmente la sociedad toda sufre.
Un cuarto sendero que tenemos como meta es el de pensar con sentido de continuidad. La costumbre de “vivir comenzando”, no deja buenos frutos. Naturalmente hay tantas cosas sin hacer que muchas veces se hace necesario comenzar. Pero suponer que las cosas comienzan por uno es no saber valorar lo bueno construido, y es no reconocer lo bueno de los que nos precedieron. La falta de continuidad, especialmente la que surge del egoísmo, de no trabajar “junto a” y “a partir de” lo que otros hacen, le cuesta muy caro a la Argentina. Muchos proyectos se frenan sencillamente para no reconocer logros de otros o anteriores, o únicamente para imponer el propio.
Un sendero que fuimos descubriendo al trabajar es el de la alegría por construir una realidad mejor. La alegría es un factor importante para la salud de los seres humanos y las comunidades.
Hay muchos senderos más que deseamos explorar. Por ejemplo el de ejercer nuestro trabajo con dignidad, la que naturalmente incluye el aspecto éticomoral, el de dar cuenta a los demás de lo que hacemos, y el de trabajar con una verdadera actitud de servicio.
Creemos que este sendero es clave para colaborar en el proceso de vencer la tremenda corrupción que alcanza niveles personales, institucionales y sistémicos aberrantes. En algunos casos la corrupción parece levantarse como una bandera orgullosa y hasta como un deporte.
Es común ver que el hacerse cargo de lo que pasa no es la norma, y que por el contrario la excusa es que la culpa siempre es “de los otros”, la responsabilidad es “de los que pasaron”. Por eso suele haber una pérdida de sorpresa, casi puede decirse una falta de escándalo frente a la violación de los más elementales principios de la ley, de la ética, o de las costumbres saludables para que un país crezca. La impunidad lastima y despierta mayores inseguridades. Por eso es que muchos jóvenes no creen en las instituciones, ni siquiera en las religiosas. Muchos de ellos al recibir sus títulos no encuentran nada por lo cual jurar, excepto ellos mismos. Vale la pregunta: ¿qué se construye cuando no se cree en nada ni en nadie, fuera de lo propio?
Por cierto desde el comienzo el Foro procuró transitar el sendero de la esperanza. La manera más certera de mirar cualquier realidad es la esperanza. Cuando la esperanza se pierde ya no se lucha, no se cree en el presente ni en el futuro y se pierde uno de los motores más vigorizantes.
El Foro, como se dijo, es una herramienta y pretendemos que siga siendo eso, una herramienta. En la medida en la que el Foro se torne un fin en sí mismo y disputemos espacios para administrarlo, no nos servirá.
Pretendemos que el Foro tenga una forma mínima para que no se agote en la estructura y cumpla su función ética, motivadora. Como tal el Foro Ecuménico Social está abierto a todos los que experimenten las mismas ganas y motivaciones.