Expirado
Cátedras

Propuestas del economista Stefano Zamagni para el seminario que organizó el Foro Ecuménico Social junto con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en Roma en mayo de 2018:

Industria 4.0 evoca el advenimiento de la cuarta revolución industrial, es decir, la introducción en los procesos de producción de nueve tecnologías habilitadoras (robots autónomos, realidad aumentada, computación en la nube, big data análisis, Internet de las cosas, seguridad informática, integración horizontal y vertical de sistemas, simulación, producción aditiva). Con ellas cambiará todo, dentro y fuera de la fábrica. La fábrica se transformará radicalmente: la organización, los métodos de ejecución, los tiempos y la idea misma de trabajo. Con relación a las fábricas, cambian las relaciones interpersonales, la relación con la naturaleza, los modelos culturales, el sentido de la democracia.

Todo esto provoca reacciones polarizadas: por un lado, los hiper pesimistas, especialmente preocupados por los efectos destructivos sobre el empleo; por otro lado, los hiper optimistas acríticos que creen en el "magnífico y progresivo destino" de la humanidad. La Doctrina Social Cristiana (DSC) rechaza ambos extremos, porque sabe que si el objetivo es tanto la humanización del trabajo en la revolución digital cuanto poner el bien común como un faro de la acción económica, lo último que hay que hacer es ponerse ideológicamente a la defensiva. La tecnología contiene los valores de quienes la proyectan.

Muchos trabajos no permiten el desarrollo integral, como enseña la encíclica “Laudato Si”, pero es posible utilizar nuevas tecnologías para extender las actividades en las que el hombre no solo crece, sino que florece. Por supuesto, es un gran desafío. Esta es la nueva responsabilidad del emprendedor hoy. Él sabe que la tradición, es decir, la DSC, es la protección del fuego, no la conservación de las cenizas.

Muchos gerentes se enfrentan ahora a un nuevo dilema: el desajuste entre la lógica de la cultura participativa propia de los social media, que fomentan la colaboración horizontal, y el modelo que aún prevalece en la empresa, que enfatiza los procesos lineales de tipo taylorista y el control jerárquico. Las nuevas tecnologías ponen en crisis dinámicas de poder tradicional. Gestionar nuevas dinámicas requiere mucho más que simplemente saber cómo usar las tecnologías; significa cambiar la mirada sobre la realidad del hombre; significa actuar como mentores más que como jefes jerárquicos.

La digitalización no solo está cambiando los instrumentos de gestión del trabajo, sino que también está reinventando la forma en que las organizaciones son diseñadas, construidas y gestionadas. Hoy estamos en condiciones de poner en práctica, si realmente lo queremos, el principio de la centralidad de la persona humana, uno de los cuatro pilares de la DSC.

Las empresas hoy deben sentar las bases para el futuro de una economía digital orientada al desarrollo humano integral. En este camino de transformaciones se deben reescribir las bases del contrato social que el Estado tiene con los ciudadanos:

a) ¿Cómo repensar el sistema educativo para ofrecer a los jóvenes no solo las habilidades técnicas, sino también las habilidades relacionales necesarias para crecer en un sistema tan fluido?

b) ¿Qué sistema de bienestar debe apoyar una sociedad de este tipo, habiendo reconocido que el bienestar estatal tradicional ya no es suficiente?

c) ¿Qué garantías se diseñarán para los trabajadores con el fin de evitar los aspectos negativos de una mala utilización de la tecnología tanto en el plano psicológico (estrés, autoconocimiento, autoestima) como en el plano social (armonización de los tiempos de trabajo y de los tiempos de la vida familiar; inclusión social, reducción de desigualdades)?

CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA