Transformar la calidad de vida de muchas personas
Eduardo González Lemmi, presidente de Glaciar Pesquera, explicó los programas de responsabilidad social de la empresa. Esta es su ponencia:
Quiero compartir la experiencia de Glaciar Pesquera, una empresa ubicada en Mar del Plata y Ushuaia, en la que comenzamos hace 10 años. Se trata de una sociedad mixta argentino-canadiense.
Empezamos con la pesca de una especie que no se capturaba en la Argentina, la vieira patagónica, un recurso que no se utilizaba y que se encontraba a unas 200 millas de la costa.
Al principio atravesamos años muy difíciles, pero ahora la situación ha mejorado, gracias a las mejoras en la eficiencia de captura, producción y comercialización.
A partir de la crisis de 2001 y 2002, nos dimos cuenta que era muy difícil seguir concentrados exclusivamente en nuestra empresa y que la gravedad de la situación social nos obligaba a pensar en un compromiso mucho más firme de la empresa, no sólo en hacer bien lo que se refería a normativas legales para nuestra empresa y los empleados, sino que entendimos que teníamos un rol importante en la sociedad en que vivimos y que era necesario hacer bastante más.
Esto es muy difícil; lo primero que a uno se le ocurre es hacer una donación. Ante la ignorancia sobre cómo ayudar de la mejor manera, uno piensa en ir a una iglesia o a un comedor y donar algo.
Nosotros estábamos preparados para producir, para vender, para financiar, para administrar personal, pero no estábamos preparados en lo social. Así nos acercamos a la Universidad de Mar del Plata para preguntar si tenían programas sociales que tuviesen que ver con educación, salud y trabajo, que estuviesen pidiendo ayuda en ámbitos oficiales y que aún no la hubiesen recibido, con la idea de ayudarlos a comenzar.
Nosotros no lo hacíamos para quedar bien con nuestros consumidores, ya que el 100% de la producción se exporta al exterior, sino que pensamos que es una obligación que tenemos como ciudadanos.
Cuando nos presentaron los proyectos, nos reunimos con las personas que estaban a cargo y conocimos a gente con un nivel y compromiso social, que en lo particular yo no conocía. Nos sorprendieron muchísimo y comenzamos apoyándolos, a través de la Universidad, financiando los proyectos.
Para superar el problema de nuestra ignorancia en estos temas y poder hacerlo mejor, tomamos unos cursos sobre Responsabilidad Social Empresaria que estaba impartiendo la Universidad de San Andrés junto con la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, que nos resultaron muy interesantes ya que nos hicieron conocer muchas experiencias muy valiosas, y muchos errores que se cometen en este tipo de acciones. Así empecé a entender la diferencia entre filantropía, acción social, y responsabilidad social. Me di cuenta que la filantropía es lo más fácil de todo; es emitir un cheque; mientras que ser socialmente responsable implica, entre otras cosa, desarrollar una acción social sostenible en el tiempo: Es un compromiso.
Por eso, empezamos formándonos y nos vinculamos con una agencia de comunicaciones de Buenos Aires para que nos ayude con todo lo que sea comunicación externa e interna. Nosotros, por ser una empresa chica de 110 empleados –son 100 tripulantes y 10 administrativos-, a los temas de comunicación lo manejábamos muy informalmente y tampoco nos interesaba publicar nuestro apoyo a ciertos proyectos sociales, pero entendimos que era importante que nuestros empleados conocieran las acciones que realizábamos. En general en la actividad pesquera hay bastante enfrentamiento entre los tripulantes y los empresarios; los primeros tienen una visión muy mala de los segundos y los empresarios descalifican la actividad y el modus operandi de algunos tripulantes, generándose enfrentamientos permanentes, con discusiones interminables y paros de varios meses. Nosotros, desde el comienzo, pensamos que el ser humano es el corazón de la empresa y los hemos respetado, y siempre hemos tratado de pagarles los salarios que considerábamos más justos.
Esta agencia de comunicación nos hizo sugerencias muy interesantes. Una fue definir visión, misión y valores, lo cual no fue sencillo para nosotros, pero nos ayudó a determinar hacia dónde queríamos ir. De esta manera, nos dimos cuenta que teníamos capacidad de gestionar una empresa y de utilizar esa capacidad de gestión para ayudar a hacer gestión social. Y en eso estamos, seguimos haciendo cursos, asistimos a charlas, aprendiendo todo el tiempo.
El año pasado, después de 2 años y medio de implementación de los proyectos sociales, le hicimos conocer en una reunión a nuestros empleados lo que estábamos haciendo como empresa y lo que pensábamos como seres humanos, y les dijimos que si querían participar, podrían incorporarse, podrían participar de los proyectos existentes o de otros que ellos tuviesen o se les pudiesen ocurrir dentro de sus propias localidades. Las sorpresas fueron enormes por parte de los tripulantes, ya que no se imaginaban que la empresa se pudiera ocupar de otras personas fuera de la empresa. Hicimos un plan que consistía en que los tripulantes se incorporaran a los proyectos. 15 de los 110 empleados ya han presentado proyectos sociales, y de esos hay unos 10 que estamos apoyando actualmente.
El plan incluía también intentar incluir en los proyectos sociales a los proveedores, generar una red solidaria y, en cuarto lugar, tratar de promover la Responsabilidad Social Empresaria en otras empresas pesqueras.
Así, ante la necesidad que presentan ciertos proyectos estamos utilizando a los proveedores, con los que tenemos un vínculo distinto al que teníamos antes.
Hay mucha gente que quiere ayudar y no sabe cómo hacerlo y, de pronto, cuando uno habla de estos temas, aparecen ideas, aparecen ganas, y nosotros intentamos ser un vínculo, un puente, de toda esta ayuda.
Nuestra empresa ha decidido promover profunda y decididamente la responsabilidad social empresaria para tratar de ser un impulsor de cambio en nuestra sociedad e intentar ayudar a transformar la calidad de vida de muchas personas que hoy vive sin esperanza. Es un objetivo muy alto, muy difícil, pero se empieza, como todo camino, por el primer paso.
El tamaño de la organización no es un factor crítico, no se trata de ser una gran empresa, sí es importante el liderazgo en esta actitud, el convencimiento, y rodearse de gente comprometida socialmente.
Para tratar de mejorar la administración y la gestión de estos proyectos, hemos decidido formar una gerencia de responsabilidad social empresaria para la cual tenemos una persona a cargo muy especializada, que nos está ayudando a hacer mejor esta gestión.
Creo que cada uno de nosotros deberíamos transformarnos en un instrumento motivador y movilizador de responsabilidad social. Como dice Roberto Cittadini, el director de nuestro programa de autoproducción: “Un mundo mejor es posible”; depende de cada uno de nosotros que podamos cambiar la triste realidad, con tantas inequidades y falta de esperanzas de tanta gente. Nuestro compromiso individual en este cambio es decisivo.