Expirado

Debe medirse el crecimiento según el grado de justicia, educación y trabajo

Con estas palabras el Pastor Federico H. Schäfer, presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, presentó la cuarta sesión de la Cátedra Abierta.

Es un tanto difícil introducir la sesión del día cuando no se conoce en profundidad las ponencias que serán presentadas y cuando como en el día de la fecha las mismas abarcan un amplio espectro de asuntos.

El año pasado me tocó realizar la presentación de la 3ª sesión y me referí brevemente a los fundamentos de la ética cristiana en relación a la responsabilidad social y ciudadana desde el punto de vista de la teología protestante. En ese momento mencioné que la preocupación por el otro y por la sociedad toda y la consecuente búsqueda del bien común nos involucraba en un proceso de aprendizaje y ensayo práctico cotidiano para generar un hábito ético, y que en una sociedad cada vez más estructurada y compleja, plural y globalizada demandaba la búsqueda, ya no solitaria, sino en conjunto y en diálogo con los demás actores de la sociedad, que las estructuras de la misma, cualquiera fuera su índole, estuvieran en función de ese bien común.

Lograr que una sociedad más allá de la realización de cada uno de sus individuos o grupos se comprometa en la búsqueda del bien para todos, implica – reitero – un proceso de aprendizaje en el que la educación pública, la formación en los hogares, la formación profesional formal e informal juegan sin duda un rol insoslayable.

Para ello es ineludible que programas de estudio a todo nivel procuren no solamente la información sobre determinada ciencia o los procedimientos prácticos de una determinada técnica o artesanía en particular, sino una formación con una visión global, en lo que se vea como todas las especialidades interactúan y son interdependientes en la construcción del progreso hacia una sociedad capaz de convivir armoniosamente en la que todos podamos sentirnos actores útiles y dignos y respetables.

En aras de la búsqueda del bien común me parece entonces imprescindible el diálogo entre las diferentes vertientes culturales, filosóficas, religiosas y científicas. Ese diálogo – que según entiendo es el que estamos tratando de realizar aquí – debe llevar precisamente a desmantelar prejuicios, a revisar supuestos, consensuar valores, aprender a respetar disensos y ponernos de acuerdo sobre cuestiones esenciales que hacen al buen desenvolvimiento de nuestro pueblo y ayudarán a consolidar nuestra identidad como nación.

Las distintas corrientes migratorias con todo su bagaje cultural y religioso más la revaloración de las herencias autóctonas forman una conjunción de elementos con los que nuestro país ha sido dotado de extraordinaria riqueza, que es necesario aprovechar y poner a disposición del bien común. 

Es verdad que no todos los posicionamientos son conciliables. Pero el disenso da sentido al debate y de la disensión pueden emerger puntos de vista nuevos que nos ayuden a superar enfrentamientos y así llevar al proceso y no al retroceso de una sociedad. Sueño con una sociedad plural y diversa pero reconciliada y dispuesta a luchar para que todos estemos bien. También es cierto que esto no se logra sin una cuota de sacrificio, de dejar de lado intereses particulares y la discusión de detalles secundarios, y sin una cuota de voluntad, de crecer juntos – no solamente materialmente – sino también espiritualmente.

Como cristiano es obvio que me interesa que todos los miembros de nuestra sociedad tengan su pan cotidiano y todo lo demás que hace a una vida digna y que puedan obtener los recursos para ello en forma honorable.

Sin embargo, no veo el crecimiento de nuestra sociedad solamente en el aumento de los índices macroeconómicos o en el aumento de la riqueza material de cada ciudadano – dicho en otras palabras en el aumento y diversificación de exportaciones, el mejoramiento de nuestro movimiento comercial, industrial, agroganadero o de servicios. El crecimiento de nuestra sociedad debe poder medirse asimismo en el grado de justicia que reina entre sus miembros y que es capaz de administrar el Estado, el grado de educación al que podemos acceder, el tratamiento que nos damos los unos a los otros, el sentido de responsabilidad que ponemos de manifiesto no solo en aquellas cosas que nos reportan beneficio pecuniario personal o grupal, sino que están al servicio del otro y de los otros y que no pueden ser valorados en moneda. En este contexto pienso en todos los servicios voluntarios que se desarrollan en nuestro país y que debería ser asimismo valorado como crecimiento.

También deberá ser medible nuestro crecimiento en el valor que le damos al trabajo humano y creativo mas allá del rédito que produce y de la maximización de las ganancias. Por fin pienso también en la honestidad y la transparencia de nuestra manera de hacer negocios, en la manera en que nos sometemos a las leyes que pactamos y al trato que damos al medio ambiente en que vivimos.

Nuestro país es rico en recursos naturales y sin duda también en recursos humanos. Pero solo si cooperamos en la promoción de estos últimos podremos llegar a construir la nación y la sociedad en la que todos nos podamos sentir bien. En esta tarea todos los que tenemos acceso a conocimientos y hemos capitalizado experiencias, que investigamos y hemos consolidado convicciones podemos aportar nuestra contribución.

Que éstas cátedras ayuden a ese objetivo, es mi deseo. 

Expirado

La mayoría de las empresas quiere  invertir en programas sociales

 La educación, el desarrollo de liderazgos y  la alimentación son los campos en los que  prefieren actuar los managers, según una  encuesta que presentaron Gonzalo  Verdomar (Fundación Banco Francés) y  Sergio Berensztein (Universidad Di Tella) en  la Cátedra, en la Alianza Francesa.

Verdomar dio a conocer la investigación de la Fundación Banco Francés, que revela un alto grado de compromiso del empresariado con la inversión social. El profesor Sergio Berensztein explicó el trabajo de campo realizado por la Universidad Torcuato Di Tella. Los resultados obtenidos y sus conclusiones constituyen un valioso documento de base para contribuir a un debate sobre cómo mejorar la eficiencia de la cuantiosa inversión social que realiza el sector privado argentino. 

La encuesta 

Con el propósito de conocer las opiniones de los líderes empresarios argentinos, elaboraron diez preguntas que enviaron a 100 empresarios, de los cuáles respondieron la encuesta 54.

  • Tres de cada cinco empresarios consideran que es altamente importante operar en un ambiente sustentable y por lo tanto están dispuestos a aportar para lograrlo.
  • Impera el optimismo: 3 de cada 4 empresarios considera que el país estará mejor en los próximos 5 años. 

    Las prioridades de la agenda social en Argentina son:
  • Educación: Uno de cada dos empresarios cree será el tema más grave. Más aún, cuatro de cada cinco encuestados consideran que el tema será uno de los dos más graves de la agenda social.
  • Liderazgo: Uno de cada tres empresarios ve este tema dentro de los dos primeros más graves de la agenda social del país.
  • Alimentación: Es la tercer prioridad elegida por los empresarios.
  • Salud: Uno de cada cuatro empresarios consultados considera que la salud está entre las dos principales prioridades.
  • Infraestructura: Casi uno de cada cinco empresarios consultados considera que la salud está entre las dos principales prioridades.

    Dos de cada cinco empresarios considera que el Liderazgo debería encontrarse entre los dos primeros temas de la agenda de acción social del sector privado.

    Tres de cada cuatro encuestados considera que la Educación debería ser uno de los dos temas principales en el accionar social del sector privado.

    La agenda del accionar privado, en base a los resultados obtenidos, queda definida de la siguiente forma:

  • Educación
  • Liderazgo
  • Alimentación
  • Infraestructura
  • Salud

    Cuatro de cinco empresarios encuestados consideran que su empresa debería actuar en el campo de la Educación.

    Dos de cada cinco encuestados considera que su empresa debería actuar en el tema Liderazgo.

    De las últimas tres preguntas, se desprende que los temas Educación y Liderazgo son los elegidos por los líderes empresarios para llevar a cabo su accionar social. Cuando se preguntó a los empresarios qué temas de la agenda social serían los más graves de la Argentina, solo un 2% ubicó al tema Infraestructura en la primera posición. Sin embargo, cuando de preguntó a los empresarios en qué temas de la agenda social debería actuar el sector privado, uno de cada cuatro empresarios eligió al tema infraestructura dentro de las dos primeras prioridades. 

    Los resultados de la encuesta sugieren un alto grado de compromiso de los empresarios con la agenda social del país. Dos de cada tres encuestados cree que el grado de compromiso del sector privado debería ser alto. Dos de tres empresarios encuestados cree que el impacto del accionar del sector privado sería alto. 

    Hay un claro optimismo de los empresarios a la hora de planificar y debatir acciones sociales. Dos de tres encuestados considerarían trabajar articuladamente con otras empresas, mientras que uno de cada tres encuestados podría articular con facilidad este tipo de acción. Solamente un 6% de los encuestados sostiene que su empresa tiene una política de trabajo que no admite modificaciones. Esto sugiere que son muy pocas las empresas que no estarían dispuestas a planificar un accionar social en conjunto con otras para lograr mayor eficiencia e impacto.

    Más del 40% de los encuestados trabaja en la actualidad con el Estado, mientras que el 11% lo intentaría. Esto implica que uno de cada dos encuestados ha articulado esfuerzos con el sector público o estaría dispuesto a hacerlo. En particular, los empresarios tienden a trabajar en mayor medida con gobiernos subnacionales (provincial y municipal). Pero también hay voluntad de cooperación con el gobierno nacional.

    El 43% de los encuestados cree que los objetivos de su accionar social se han cumplido por completo, mientras que 41% considera que se cumplieron parcialmente. Cuatro de cada cinco encuestados piensa que los resultados esperados se cumplieron de forma total o parcial, lo que sugiere una idea general de efectividad de los empresarios con respecto al accionar social de su empresa. 

    Comparación del Premio al Emprendedor Solidario y los resultados de la encuesta

    La prioridad de las empresas que se presentaron al Premio fue la Educación. La Salud también resultaba importante en la temática de los proyectos. El Liderazgo no tenía un peso relativo tan relevante. Respecto del foco de los beneficiarios, la mayoría eran alumnos o personas de bajos recursos. Sólo el 11% de los proyectos presentados al premio evidenciaban trabajos en red con otras empresas; la encuesta revela una predisposición mucho mayor a evaluar estrategias en red.

    Sólo el 17% de los proyectos presentados al premio evidenciaban trabajos en red con el Estado (en partes iguales con los tres niveles de gobierno), mientras que en la encuesta ese porcentaje ascendía a un poco más del 40% (con énfasis en las administraciones municipales). 

    La presentación en Powerpoint se puede encontrar en el link:

Expirado

La Responsabilidad Etica

El Pastor Tomás Mackey, profesor y director del Seminario Internacional Teológico Bautista de Argentina, se refirió a la responsabilidad ética. Transcribimos sus palabras: 

1. La ética es hoy un tema de moda. Abundan las comisiones de ética, cátedras de ética, y códigos de ética. Se escriben muchos libros sobre ética y se celebran muchos congresos sobre diferentes tópicos de la ética: bioética, corrupción, calidad mediática, ecología, aborto y acoso sexual, droga, ética de empresa y empresarios, y, por cierto, se han creado cursos de ética en las universidades empresariales más importantes del mundo. Sin embargo es posible y necesario preguntar: ¿cuáles son los contenidos de la ética, quién debe enseñarlos, quién es ético? 

2. Gilles Lipovetsky (Autor de "El Crepúsculo del Deber". Barcelona: Anagrama, 1994. Aquí citado en diferentes páginas.) cree que “a partir de la Ilustración, los modernos han tenido la ambición de sentar las bases de una moral independiente de los dogmas religiosos, que no recurra a ninguna revelación, y que se libere de los miedos y recompensas”. A pesar de todo, razona él, se conserva e idealiza la obligación moral, se valoran los deberes del ser humano, y se imponen normas incluso austeras, represivas y disciplinarias referidas a la vida privada. Es decir, se rechaza la ética basada en cualquier “revelación” exterior a la propia persona, pero se sigue valorando fuertemente el sentido del deber. Las personas no se sentían ya obligadas por Dios, por la Biblia, u otros documentos religiosos, pero se sentían obligados por su familia, por su trabajo, o por algún tipo de dignidad. Un ejemplo notable es el valor que generaciones anteriores asignaban a la palabra empeñada, o al trabajo. Ese período, continúa Lipovetsky, está terminado, hoy vivimos una ética del posdeber. Esta es una sociedad que “lejos de exaltar los órdenes superiores, los eufemiza y los descredibiliza, una sociedad que desvaloriza el ideal de abnegación estimulando sistemáticamente los deseos inmediatos, la pasión del ego, la felicidad intimista y materialista. Nuestras sociedades han liquidado todos los valores sacrificiales, sean éstos ordenados por la otra vida o por finalidades profanas”. De esta manera llegamos a “una ética débil y mínima, sin obligación ni sanción, una sociedad posmoralista ( . . . ) donde se corona los derechos individuales a la autonomía, al deseo, a la felicidad. Sociedad que sólo otorga crédito a las normas indoloras de la vida ética”. Propone, en cambio, una ética racional, que con capacidad lógica y ciertas reglas pueda trabajar adecuadamente por la paz, la justicia, el respeto a la vida. Lo que se necesita es más formación, políticas y empresas inteligentes, calificación profesional, ciencia y técnica. 

3. Sin embargo, y como una seria consideración a la suficiencia de la propuesta mencionada, pueden recordarse, como ejemplos notables, hechos muy recientes de notable impacto social, que manifiestan una gran ausencia de cualquier tipo de ética. Dirigentes empresariales egresados con los mejores Masters en Business Administration, con una educación gerencial impecable y con paquetes remuneratorios extraordinarios, en empresas tan conocidas como Enron, World Com, Tycon, y otras, con la participación de empresas auditoras igualmente conocidas, cometieron acciones delictivas de suma gravedad, perjudicando seriamente a pequeños accionistas, a sus propios empleados, a clientes y proveedores, afectando la credibilidad del sistema financiero. 

4. Como resultado de experiencias tan notables como las mencionadas, entre otras, diferentes centros educativos, en todos sus niveles, incluyendo universidades de gran reconocimiento, y distintas organizaciones sociales, han vuelto a considerar la necesidad de una formación ética sistemática. Posiblemente esto implique el reconocimiento de que los serios problemas, de todo tipo, que la sociedad confronta, así como requieren el aporte de la sociología, la filosofía, la psicología, la economía, y tantas otras disciplinas, no pueden ignorar ni minimizar el aporte de la ética. Hacerlo es exponer a la sociedad a serios riesgos. Más aun, la exclusión de la consideración ética del análisis de situaciones sociales tan graves como el hambre, la corrupción, la violencia, reflejaría una seria debilidad en la naturaleza moral del ser humano. Lo mejor que podemos decir de nosotros mismos es que hemos tenido la sensibilidad ética de preguntarnos: ¿qué es lo que conviene cuando a veces podemos más de lo que debemos? 

5. Las diferentes actividades del Foro Ecuménico Social son planeadas como herramientas que contribuyen a la reflexión y a la acción ética. La Cátedra de ética, iniciada hace ya algunos años, el Premio al Emprendedor Solidario, que ha tenido un eco creciente, el esfuerzo contínuo por diseñar propuestas que generen un sentido de responsabilidad social, y un nuevo proyecto a lanzarse en breve que procurará acercar la empresa y la escuela secundaria, son sólo algunos ejemplos del servicio que el Foro ofrece en el plano ético. 

6. La ética atraviesa todas las disciplinas, y todas las actividades del ser humano, incluyendo, obviamente, a la religiosa. El Foro Ecuménico Social procura pensar a la ética en su transversalidad, interdisciplinariamente, e interconfesionalmente. Trabaja en función de un diálogo generador de proyectos concretos, realizado entre hombres y mujeres, personas de diversas profesiones, empresarios/as, religiosos/as, capaz de generar un sentido de expectativa y de esperanza en un presente y un futuro superador. Naturalmente falta mucho, pero es alentador pensar que desde perspectivas tan diferentes se logre aunar criterios y acciones con sentido ético, de manera que sea posible colaborar en la construcción de una sociedad con mayor sentido de responsabilidad social, en donde todos vivamos mejor.

Expirado

Impacto del factor cultural sobre el desarrollo económico: evidencia empírica y reflexiones

Alejandro Bernhardt, director general de la Fundación para el Desarrollo Empresarial y Social (ESADE Business School, Barcelona,

Universidad Católica de Córdoba y Grupo Educativo Marín) expuso en la Cátedra del Foro. En esta página damos a conocer su ponencia. 

Esta propuesta constituye una continuidad de la presentación efectuada en el Foro correspondiente al año 2003. El núcleo conceptual enfatiza la incidencia que el factor cultural tendría como causal explicativa del retraso que los países de América Latina experimentan en materia de crecimiento económico, con sus secuelas de pobreza y desigualdad.

La hipótesis expresa que la desfavorable evolución de los indicadores económicos y sociales sería consecuencia, fundamentalmente, de la actuación de un factor cultural adverso. La existencia del mismo se expresaría en una percepción social acerca de una serie de dimensiones conceptuales que conduce a la construcción de creencias y valores que se manifiestan a través de conductas y de comportamientos “inapropiados” para una sostenida creación de riqueza. ¿Por qué “inapropiados”? Porque, por un lado, desalientan, impiden o distorsionan el desarrollo de los procesos individuales y sociales indispensables para el crecimiento económico y, por otro lado, toleran y/o estimulan una disminución de la calidad del factor político, como resultado de la cual éste desarrolla acciones de corto plazo contrarias a su verdadero rol y a las exigencias que deben ser satisfechas para impulsar el crecimiento de largo plazo. En otros términos, una economía de mercado eficiente y el adecuado funcionamiento de instituciones democráticas que la sustenten –bases fundamentales de la prosperidad y del progreso -requieren un favorable contexto de valores. 

En esta oportunidad comentaré algunos de los resultados del estudio que efectuó la estudiante alemana Dörthe Lukaschik, cuya tesis para obtener el título de Magíster en Dirección de Empresas (ICDA, Univ. Cat. de Córdoba) -presentada y aprobada con evaluación sobresaliente en el año 2004- tuve el gusto de dirigir. Los mismos deben considerarse como orientaciones preliminares, dadas las limitaciones del trabajo que se señalan en la propia tesis, especialmente en lo relativo a la base de datos utilizada.

La tesis reflejó una selección y reformulación de algunas preguntas contenidas en trabajos anteriores que realicé con colegas de la Universidad Católica de Córdoba, con el propósito de efectuar una encuesta que se concretó por Internet, entre estudiantes de grado y posgrado de Alemania, España y Argentina. La selección de países apuntó a evaluar las diferencias en las respuestas a las preguntas formuladas por estudiantes que viven en un ambiente de alto desarrollo económico, en otro de desarrollo económico intermedio y, finalmente, en Argentina, como ejemplo de menor desarrollo relativo.

Cada una de las preguntas tuvo seis posibles respuestas alternativas, desde la considerada “plenamente adversa al crecimiento económico”, a la que se asignó un punto en la tabulación de resultados, hasta la “plenamente propicia al crecimiento económico”, a la que le correspondían seis puntos. Por lo tanto, la valoración promedio de las respuestas se ubica en 3,5. Es decir, un conjunto que arroje un resultado numérico inferior a 3,5 puntos, sería representativo de un escenario adverso al crecimiento económico, mientras que uno superior a 3,5 implicaría un escenario propicio al crecimiento económico.

La especulación teórica postulaba dos grupos de conclusiones: 1) los resultados numéricos ubicarían, en orden decreciente, a Alemania, España y Argentina, y 2) Alemania tendría una evaluación numérica superior a la media (3,5), mientras que Argentina se ubicaría por debajo de ese valor.

Ambas expectativas quedaron verificadas al efectuar el procesamiento de la información relevada, ya que el promedio obtenido para las trece preguntas formuladas fue el siguiente:

ALEMANIA: 4,2 
ESPAÑA: 3,6 
ARGENTINA: 2,9 

Claramente se aprecia que el orden numérico resultante, expresivo del estímulo relativo que el factor cultural representa para el crecimiento económico, guarda relación directa con la posición que los mismos países ocupan con respecto a su capacidad para generar la riqueza anual de la que disfrutan sus habitantes. 

Las preguntas formuladas se refieren a los modos de acceder a la riqueza personal (poder o trabajo); maneras de mejorar la situación de los pobres (redistribución o creación de riqueza); dirección de la subordinación entre ley y gobierno; percepción de la democracia (formalidad o sustancia); lo que se considera “útil” en cada sociedad (disimulo o solución de problemas); propósitos del sistema educativo (“repetidores” o “innovadores”); actitud hacia las ideas innovadoras (dogmatismo o apertura); consideración y respeto hacia las llamadas “virtudes menores”, tales como puntualidad, orden, limpieza, etc.(secundarias o centrales); naturaleza de las reglas de comportamiento social (utópicas o realistas); priorización de consumo o ahorro; explicación de las causales de los éxitos individuales (fuerzas externas o esfuerzos propios); concepción del trabajo (necesidad o autorrealización) y, finalmente, valoración que se efectúa de la competencia, como actitud (agresión o estímulo). Los resultados obtenidos para cada una de las preguntas pueden consultarse en la página web del Foro. 

Una expresión específica del factor cultural adverso al crecimiento económico instalado en Argentina está constituida por la presencia de pujas distributivas en nuestro desenvolvimiento individual y social. Las mismas representan un conjunto de comportamientos y acciones fundadas en ciertas creencias, supuestos y preconceptos, a través de los cuales las personas procuran el incremento o mantenimiento de su bienestar, pugnando por una “mejor distribución del ingreso” (pero no por una “mejor distribución del esfuerzo”), generando externalidades negativas hacia el resto de la sociedad. 

La ampliación del rango de políticas económicas elegibles (es decir, “tolerables” para la percepción de la mayoría), así como la consolidación de la eficiencia responsable, como expresión fundamental de una solidaridad social que impulse a los actores para internalizar voluntariamente los costos que transfieren al conjunto de la sociedad y que genere –por el contrario- externalidades económicas positivas, constituyen los insumos básicos del sendero a recorrer para recuperar el crecimiento económico. Ello exige, como prerrequisito, la reconstrucción de la trama de valores y creencias, transformando en propicio al crecimiento económico un factor cultural que hoy pone de manifiesto la presencia de una serie de características propias de un escenario cultural adverso, instrumentando al mismo tiempo acciones efectivas para la atención de los sectores más carenciados de la sociedad (cuyas urgencias no pueden esperar), acciones que -además de efectivas- deben ser coherentes con el logro de aquél prerrequisito. 

Este es un largo camino en el que, fundamentalmente, la formación, los ejemplos y las conductas comprometidas serán las herramientas válidas para restablecer la calidad de un factor cultural que fue deteriorada a lo largo de décadas. Pero como las creencias y los valores implícitos en un factor cultural propicio al crecimiento económico se adquieren por aprendizaje, al igual que los del factor cultural adverso, será necesario que la dirigencia, en todas sus expresiones, se comprometa a sostener reglas de juego según las cuales los premios materiales sean el resultado del esfuerzo, del talento, de la perseverancia y de la honestidad, mientras que los ardides, las presiones y la deshonestidad obtengan como “retribución” la desaprobación social y el castigo previsto por normas aplicadas con firmeza. 

BIBLIOGRAFIA:

1) Bernhardt, Alejandro: “El factor cultural y el crecimiento económico”. Management Herald, Buenos Aires, año II, número 20, marzo de 2004, páginas 8 y 9.

2) Huntington, Samuel y Harrison, Lawrence: “La Cultura es lo que Importa - Cómo los Valores dan Forma al Progreso Humano”. Planeta, Buenos Aires (Argentina), año 2001.

3) Lukaschik, Dörthe: “El impacto de los factores culturales sobre el desarrollo económico: un estudio comparativo entre Alemania, Argentina y España”. Tesis de Magíster en Dirección de Empresas, Universidad Católica de Córdoba, Instituto de Ciencias de la Administración, Córdoba, año 2004.

4) Peyrefitte, Alain: “La Sociedad de la Confianza. Ensayo sobre los Orígenes y la Naturaleza del Desarrollo”. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile (Chile), año 1996.

5) Zañartu, Mario S.J.: “El Ethos Requerido para una Transformación Productiva con Equidad”. ILADES, Mimeo, Santiago de Chile (Chile), año 1994

Expirado

Nuevos mecanismos de consenso social para definir un modelo de país

Carlos Custer, miembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano, ex embajador de la Argentina en el Vaticano, sindicalista, fue

secretario general de la Confederación Mundial del Trabajo, habló en la cátedra del Foro. A continuación transcribimos su exposición: 

Voy a hablar de la falta de ética que es la fractura social que atraviesa nuestra sociedad, señalando la falsa y la errónea concepción de la globalización. El Papa Juan Pablo Segundo lo ha dicho muy bien: “la globalización no es ni buena ni mala, todo depende para qué se utilice”. Lo que hemos asistido en el último tiempo ha ayudado a aumentar las desigualdades y a proyectar esa fractura de nuestras sociedades, particularmente en el caso argentino. Compramos una suerte de discurso sobre una falsa globalización que nos iba a traer todas las ventajas, los progresos y nos iba a ubicar en un lugar privilegiado en el concierto mundial, y no nos dimos cuenta que esa globalización entrega un mensaje engañoso cuya única finalidad es servir a intereses ni siquiera económicos, ni siquiera comerciales, sino fundamentalmente financieros. 

No quiero excluir las responsabilidades de los argentinos, porque tenemos esa mala costumbre de echar la culpa siempre a los factores externos. Pero este fenómeno de la globalización y todo lo que conlleva como línea de relación económica, social y política, ha sido realmente una expresión de un enorme fracaso. Nadie puede oponerse a un mundo cada vez más integrado. El sueño es la aldea global. Pero la globalización que se pretendía imponer no tenía en cuenta para nada no solo la ética sino las cuestiones sociales, el problema del trabajo, las relaciones de injusticia, el comercio, etc. 

Fue un mensaje muy falso, porque en nombre de la globalización se obligó a los países de menor desarrollo a abrir totalmente su economía. Se dio la libre y absoluta libertad a los flujos de capitales internacionales. Se trató de imponer una economía que no hizo nada más que concentrar la riqueza y empujar a la pobreza a la mayoría de la población mundial. 

La internacionalización nadie puede negar que ha aportado frutos positivos en cuanto al conocimiento humano, la interrelación, el intercambio de tecnología. Pero esta globalización que conllevaba un mensaje ideológico y económico fue el fracaso de los ‘90. Ese fracaso no nos tiene que dejar que en el aislamiento. Nosotros podemos tener una salida si se retoma una visión económica a nivel internacional, regional y nacional donde el trabajo humano ocupe un lugar preponderante. Juan Pablo II nos decía en la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano que el problema central hoy del mundo es encontrar una solución al trabajo humano. Si la sociedad y los modelos económicos no son capaces de encontrar una solución al trabajo humano, hay que cambiar la sociedad y hay que cambiar los modelos económicos. Porque lo esencial no es cómo acumulamos riquezas sino cómo el ser humano se desarrolla. Y uno de los elementos fundamentales de su desarrollo es su capacidad, su derecho, su obligación de trabajar y de concurrir con los otros seres humanos a la construcción de la sociedad común. 

Hoy los grandes sectores populares y sociales de la sociedad argentina no van a aceptar que se estabilice una sociedad en donde ellos sean marginados. Y me parece muy bien. Yo no veo que se estabilice una sociedad democrática con cinco millones de desocupados. Y esto me hace acordar que uno iba a Sudáfrica y se encontraba con un grado de desarrollo mayor que la Argentina; autopistas, shoppings, etc, cuando acá todavía no los teníamos. ¿Cuál era el secreto? Cinco millones de blancos vivían como reyes y veintiocho millones de negros vivían como esclavos. Eso no se soportaba. 

La Argentina estuvo, o está, lamentablemente, sufriendo esa suerte de apartheid, no del color sino social. Entonces nosotros tenemos que asumir que cualquier solución política, económica, tiene que poner en el centro la cuestión del trabajo. Juan Pablo II, y no por citarlo demasiado, lo dice con claridad: la sociedad tiene que repensar una nueva forma de armonización política, económica y social que ponga al trabajo humano como centro de la sociedad. Esto todavía no sucede en nuestro país. 

En los ‘90 se produjo una enorme transferencia de recursos de los países pobres, de los países del sur, hacia los países del norte. Tengo un amigo que es rector de la Academia Pontificia de Ciencias, donde durante mucho tiempo discutíamos el tema de la globalización, y en ese ámbito muchos economistas decían que esa era la realidad económica, que no había alternativa; era la teoría del “chorreo”. Nosotros podemos hablar de la extraordinaria transferencia de recursos de los países pobres a los países ricos. Y esa transferencia se hace a través de la injusticia del comercio, la apertura de la economía de los pobres, y el proteccionismo de los países desarrollados. El proteccionismo de los países industrializados tendría que dar vergüenza. Ahora se corre el peligro de que lo que nosotros aspiramos en el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea sea la continuidad de las políticas proteccionistas. Los europeos quieren que nosotros abramos los mercados, que abramos las compras gubernamentales y las empresas extranjeras puedan competir en igualdad de posiciones con las empresas nacionales, que puedan tener acceso a todos los servicios, comunicaciones, finanzas, bancos, seguro, transportes, etc., pero la política agraria no se puede tocar, porque ellos tienen sus argumentos de que “tenemos que defender el paisaje, tenemos que defender la seguridad alimentaria, tenemos que defender la existencia de los sectores agrícolas”. 

Tenemos que ir a una mundialización con otro tipo de reglas y donde más bien la prioridad y la preferencia la tengan los países subdesarrollados. Nosotros no vamos a progresar nada en un mundo que corre peligro de convertirse cada vez en un mundo violento. 

También en la Argentina tenemos una estructura de una enorme injusticia en cuanto a la distribución de la riqueza, en cuanto a la política fiscal. El IVA sigue siendo la parte más sustantiva de la contribución fiscal y es un problema serio porque lo pagan los ricos en la misma proporción que los pobres, cuando una equitativa política fiscal tendría que implicar un mayor esfuerzo de los sectores que tienen mejores recursos, y una comprensión hacia los sectores de menores recursos. Acá todavía tenemos una distorsión muy grande que esperemos que cambie. 

En el orden social tenemos que buscar economías competitivas que promuevan el trabajo genuino y que esa justa remuneración del trabajo permita aumentar la demanda para que también permita aumentar la producción. 

La tragedia es la distribución de la riqueza. Esto lo decía el presidente de Chile, abriendo la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo Social de las Naciones Unidas. El mundo tiene una enorme capacidad de generar riquezas; lo que demuestra es una absoluta discapacidad de la justicia para distribuirla. Y hoy hay que buscar con creatividad estos nuevos mecanismos. No podemos dejar que las fuerzas del mercado resuelvan el problema, porque el mercado se mueve en función de sus conveniencias y de sus intereses. No se mueve en función de satisfacer las necesidades sociales, ni la urgencia de la demanda de trabajo. 

Tenemos que pensar una nueva economía donde hay tres elementos claves: el mercado, el Estado y lo que yo llamo la nueva economía social. Este conglomerado, este acuerdo mercado-Estado-sociedad, es fundamental, con nuevos mecanismos de consenso social. 

Un país no sale adelante solo con la voluntad de un buen gobierno, sino si sabe convocar a los sectores políticos, a los grandes actores económicos y sociales, a los empresarios, los sindicatos, los sectores técnicos, culturales, académicos, etc. 

¿Cómo buscar estos elementos de consenso? Debemos promover en definitiva lo que siempre hemos hablado: ¿cuál es nuestro modelo de país, nuestro perfil industrial? ¿Qué vamos a hacer con la política minera, la política pesquera, la política forestal? ¿Qué es todo lo que nosotros queremos invertir con nuestro programa en ciencia, tecnología, en investigación? ¿dónde esta nuestra educación?. Es decir, plantear estas propuestas. Y a través de políticas de consenso, ir definiendo un programa de desarrollo, un plan concreto. Debemos buscar las grandes coordenadas que nos permitan realmente superar esta suerte de fractura que tenemos en términos sociales, que es la pobreza, la marginalidad, los chicos que se mueren por desnutrición a 30 kilómetros de Buenos Aires. Este es nuestro gran desafío. 

En el orden internacional debemos hacer una nueva convocatoria. Creo fundamentalmente en los procesos de integración. Si nosotros no nos integramos no tenemos destino. Creo que Argentina a pesar de su potencial precisa integrarse. Y creo que hemos hecho un progreso –soy relativamente optimista. Hace veinticinco años nuestra hipótesis de guerra eran Brasil y Chile. Hoy más allá de algunas diferencias y dificultades, estamos subidos en el mismo barco. Entonces esta fractura que tenemos que superar desde el punto de vista nacional, también la podemos superar desde el punto de vista internacional a través de los procesos de integración. Que no es solo la integración económica, el problema aduanero, arancelario. Es la integración de los pueblos, la integración social y cultural

Más artículos...

CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA