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La campaña de Prácticas Educativo Laborales
 
Norberto Lovaglio, Vicepresidente Regional de DHL Express para Latinoamérica hispano-hablante, hizo un llamado a construir, en su caso desde el rol de hombres de negocios, una cultura de compromiso y participación. Esta es su ponencia: 


Hace tres años que el Foro Ecuménico Social comenzó el proyecto de Prácticas Educativo Laborales. Buscábamos una salida, una herramienta para colaborar con los jóvenes de bajos recursos económicos que terminan su escuela secundaria, para facilitar su inserción en el ámbito laboral.

Un estudio señalaba que había en el mundo 1.100 millones chicos entre 15 y 24 años y uno de cada tres ya había buscado y ya había dejado de buscar trabajo. Es interesante ver porqué era así. Ese segmento en los últimos 10 años había crecido un 14% y la oferta de trabajo para ese segmento había crecido un 4%. Según el Ministerio de Trabajo al 2006 en nuestro país hay 320 mil jóvenes entre 15 y 19 años sin trabajo. Y pensaba en el nivel de desaliento que les provoca no salir a trabajar, o salir a buscar trabajo y terminar aceptando que no consiguió trabajo. Se crea un círculo muy dramático, porque es como un círculo intergeneracional de pobreza. O sea de una familia que vive en estado de pobreza se pasa a su generación siguiente que nace, crece y continua en el mismo estado de pobreza. De ahí la importancia que tiene nuestro pequeño esfuerzo en tanto y en cuanto lo afianzásemos y lográsemos solidificarlo y extenderlo.

Este es un llamado a construir, en mi caso desde nuestro rol de hombres de negocios, una cultura de compromiso y participación. En la Argentina de hoy todos tenemos la exigencia de comprometernos para cambiar la problemática social.
Debemos colaborar en la resolución del problema al cual convocamos a las empresas: favorecer la inserción laboral de los jóvenes. Queremos sensibilizar, difundir, promover la Responsabilidad Social Empresaria como eje estratégico en materia organizacional de cara al futuro y porque buscamos que cada vez seamos más en este camino.

Nosotros primero hicimos una prueba piloto con algunas empresas: Accor, Artes Gráficas Rioplatenses, el Banco Francés, el Estudio Rodríguez Aparicio, DHL, Edenor, Microsoft y Quickfood, y con establecimientos educativos. Y luego de cada paso que uno da en este tipo de cruzadas toma conciencia más y más del valor que tienen las empresas que han participado.

Compartimos muchas coincidencias que nos dan la satisfacción de ver que estamos encontrando el camino. Un camino recorrido que demuestra que estamos avanzando. Hay visiones compartidas que muestran una efectiva vinculación entre el mundo productivo y el mundo educativo. Una verdadera alianza público-privada que construye un nuevo contrato social.

Encontramos mucho apoyo en el Ministerio de Desarrollo Social, y particularmente en quien era el viceministro, Daniel Arroyo, hoy ministro de la misma cartera en la provincia de Buenos Aires. El nos aportó una mirada nueva y también nos propuso que nos acercáramos a las cadenas productivas. Evaluamos el tema y decidimos iniciar otra campaña en una cadena productiva, la del sector turismo, que hoy tiene mucha movilidad. Con un grupo de trabajo que colabora con el Foro, especialistas en ciencias de la educación, diseñamos un plan. La idea es tratar de que estudiantes de la escuela secundaria en su último año se capaciten a contra turno en determinados oficios, en este caso en la industria del turismo, y a través de la articulación entre el Foro, el sector público y el privado.

Cuando falta poco para terminen la escuela secundaria les acercamos una opción de trabajo concreta. En esta etapa comenzamos con la cadena productiva de turismo, que demanda trabajos concretos en hoteles, en agencias de turismo, en agencias de transporte, en aerolíneas, en todo lo que sea compañías vinculadas al turismo.
Como se sabe el turismo es uno de los sectores estratégicos del país y con un enorme potencial de crecimiento. También allí se enfrenta una hermosa realidad en el mundo de los negocios: empieza a hacerse cada vez más escasa la oferta de mano de obra calificada, debido a la reacción positiva de la economía.
En paralelo, vivimos un país que aún mantiene como recurso estratégico de calidad la gente, y en este caso nuestros jóvenes.

Basado en estos factores, si sumamos el compromiso de los empresarios del sector en conjunto con los planes del Ministerio de Desarrollo Social, daremos un gran paso adelante. Tenemos las herramientas y los necesitamos como brazos ejecutores de este programa.
Nuestro desafío es que seamos el puente entre la educación y el mundo laboral para la inserción laboral de los jóvenes en búsqueda de su primer trabajo. Puente por donde caminarán los jóvenes para insertarse en la sociedad. Puente de diálogo y de confianza aceptando nuestra responsabilidad social y apuntando a lograr resultados concretos que nos posicionen frente a nuestros clientes y más aún frente a toda nuestra comunidad como siempre decimos: siendo parte de la solución y no del problema.

Hoy se habla mucho de responsabilidad social empresaria. El cumplimiento de las obligaciones en una compañía no la hace socialmente responsable. Nosotros lo que estamos promoviendo desde el Foro es que las compañías trasciendan más allá de lo que es el cumplimiento de sus obligaciones. El Foro es específicamente un ámbito de articulación, de reflexión. Nuestro interés es que los diferentes actores de la sociedad se acerquen y nosotros ser el vehículo para desarrollar la responsabilidad social

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“Todos somos responsables  pero hay algunos culpables”

El Rabino Daniel Goldman dijo que hay una ruptura de determinados paradigmas, en la que hemos asumido verdades que las hemos aceptado como tal,sin ningún tipo de cuestionamiento, que forman parte de nuestra cultura, y al aceptarlas como verdad muchas veces nos resultan poco gratificantes.

En la presentación de la primer sesión de la Cátedra afirmó lo siguiente: 

Sintetizaré algunos temas que a muchos nos resultan importantes, a otros evasivos, a otros cotidianos, y que no tienen el hilo conductor de una lógica, una lógica que a veces requiere la espiritualidad y a veces camina al lado de la academicidad. Estamos en una época que es difícil no relacionarla con las crisis del pasado, que en este país son siempre las de ayer, no lejanas. 

Hay una ruptura de determinados paradigmas, en la que hemos asumido verdades que las hemos aceptado como tal, sin ningún tipo de cuestionamiento, que forman parte de nuestra cultura, y al aceptarlas como verdad muchas veces nos resultan poco gratificantes. Los dichos populares que aceptamos como verdad, pueden ser verdad desde una perspectiva, pero no tienen que ver con la totalidad de la verdad, la conciencia de la verdad. Por ejemplo: “no es culpa del chancho sino del que le da de comer”, es una frase dicha desde la perspectiva de los chanchos, y es una forma de legitimar la actitud de los chanchos, de sostener que no tienen responsabilidad por lo que ocurre. “Cuando falta el pan buenas son las tortas”: ésto para los que no tienen problemas de azúcar o que tienen factorías de tortas. “Más vale pájaro en mano que 100 volando”: ésto es desde la perspectivas de los cazadores; es una frase bastante infeliz. Las seguimos aceptando como verdades que se nos han establecido en nuestras mentes, en nuestras culturas.

También en la ética se han aceptado verdades como absolutamente preestablecidas. En la Edad Media uno de los filósofos judíos que trabajó tanto con la idea aristotélica y la discusión frente al Islam, Maimónides, utilizaba una técnica que era la de la "via negationis". O sea, yo no puedo demostrar cosas a través de la verdad sino de su opuesto. Por ejemplo yo no puedo decir que Dios es, sino que Dios no es. Da una serie de descripciones y entre ellas dentro de uno de sus libros, que escribió a los 17 años, explicó que “no es” la ética y dijo que la ética no es la manipulación de la verdad para beneficio propio. Es decir, puede existir una certeza sostenida dentro de una sociedad, mal llamada verdad pero manipulada para beneficio propio; no es que deja de ser verdad sino que deja de ser ética. Por eso uno de los temas que vamos a tener que discutir es el problema de la verdad manipulada.

Coffin, un teólogo protestante, gran activista por los derechos sociales en Estados Unidos, decía que una sociedad se construye sobre la base de los buscadores de la verdad y no sobre la base de los propietarios de la verdad. Cuando existe una búsqueda, existe responsabilidad. Cuando existe la propiedad de la verdad existe una irresponsabilidad. Por eso en varias tradiciones, entre ellas la judía, el nombre de Dios es verdad; únicamente se puede definir verdad como el nombre de Dios. En la tradición judía se dice Emet, que es verdad, y el único que sostiene la verdad en ese sentido, imposible de alcanzar por el hombre en función de que no estamos acá para ser perfectos sino perfectibles, es Dios.

Determinadas situaciones en la vida, que rozan la verdad y la vida y que no quedan cerradas, vuelven y reaparecen. Somos testigos hoy que cuando determinadas heridas sociales no han sido cerradas con verdad, responsabilidad y justicia, vuelven a aparecer y esto tiene que ver con la responsabilidad, que tiene una relación semántica con la idea de responder, y responder quiere decir dar respuestas y tiene que ver con la verbalidad y no con el sustantivo. El poder de la verdad tiene que ver con transformar la verdad en un verbo.

El poder de la verdad puede ser visto de dos maneras: como sustantivo o como verbo. Como sustantivo es la manipulación de la verdad. Como verbo es la aproximación a la responsabilidad. Joshua Heschel, un teólogo judío, decía con relación a la guerra de Vietnam que todos somos responsables pero hay algunos culpables. El problema es cuando en la sociedad transformamos a todos en culpables y a nadie en responsable.

Estas serán algunas de las preocupaciones de la cátedra donde vamos a intentar buscar respuestas ciudadanas, nunca creyendo ser los dueños de la verdad sino los buscadores de la misma, señalando a quienes manipulan la verdad para beneficio propio, y para entender que el cambio de paradigmas implica buscar nuestras propias certezas, y eso implica transitar por el camino del bien. Esta cátedra no intenta legitimar la conciencia de nadie sino que permite comprender que hacer el bien es un buen negocio, pero es mejor negocio no hacer el bien aunque no nos hace mejores seres humanos.

El pacto social es establecido no como forma de hacer un negocio porque es bueno, sino porque es bueno comportarse con equidad, con responsabilidad y porque es necesario comportarse con justicia.

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Generar espacios de encuentro y de diálogo.

Miguel Lifschitz, Intendente de Rosario, señaló que es importante la tarea que puede desarrollar un gobierno municipal para promover y generar un clima de compromiso, de participación y de responsabilidad del sector privado y también de los ciudadanos y de las instituciones. Esta es su ponencia:

La Responsabilidad Social Empresaria está hoy de moda y ha adquirido una enorme perspectiva. Pero, en realidad, es un tema viejo el del compromiso de las empresas con el entorno, con el territorio, con su comunidad.
Quiero compartir con ustedes una visión del tema desde lo local, desde mi experiencia de gobierno en la ciudad de Rosario, que tiene un millón de habitantes, que tiene un entramado empresario muy importante, de enorme potencia, constituido por algunas grandes empresas pero fundamentalmente por una red de pequeñas y medianas empresas con una fuerte raíz local o regional. Esa identidad productiva que tiene Rosario genera una cantidad de oportunidades y posibilidades. Nosotros hemos tratado de aprovechar, de promover y de incentivar en estos años el compromiso y la participación del sector privado en la vida de la ciudad, con la idea que trabajando por la ciudad, mejorando la calidad de vida y las posibilidades de desarrollo de la región, también lo estamos haciendo por nuestra propia familia, por nosotros mismos, y por nuestra propia empresa.

La participación de las empresas se da fundamentalmente en cuatro temas muy importantes. Uno tiene que ver con la preservación del medio ambiente vinculado a la actividad específica de las empresas, el cuidado del ambiente urbano y el desarrollo de conciencia ambiental. Hay un aporte muy importante en el desarrollo de la actividad cultural, generando identidad cultural para promover y proyectar la ciudad. En el campo de las políticas sociales, apoyando y cooperando en la atención de sectores de población en situaciones de pobreza o de exclusión. Finalmente, cuando se plantean objetivos de crecimiento y de desarrollo, que tienen que ver con potenciar las fortalezas del entramado productivo local, el papel del sector privado es clave.

Para que esto ocurra y para que haya una participación y un compromiso de las empresas en estos temas es necesario generar un clima, un escenario apropiado que estimule, que promueva este tipo de actitudes y de compromisos, que no quede librado solamente a la decisión individual o corporativa de una empresa, sino que sea parte de una actitud, de una manera de encarar el desarrollo local.

Es importante la tarea que puede desarrollar un gobierno municipal para promover y generar un clima de compromiso, de participación y de responsabilidad del sector privado y también de los ciudadanos y de las instituciones. Cuando hablamos de responsabilidad en el territorio urbano estamos hablando de responsabilidad en primer lugar del Estado y del Gobierno, que deben dar el ejemplo, marcar las reglas de juego, abrir caminos, generar espacios. En segundo lugar, hablamos de las instituciones de la sociedad civil y del sector privado, de las empresas. Pero también debemos pensar en la responsabilidad individual de los ciudadanos, pensar en una cultura de ciudadanía responsable.

En ese sentido es fundamental desarrollar un marco de confianza entre el gobierno o el Estado, la sociedad civil y el sector privado. Promover y desarrollar una cultura democrática y participativa, no solamente en términos formales, en relación a las prácticas propias del Estado de derecho y del funcionamiento democrático de las instituciones, sino alentando y poniendo en escena nuevas formas de participación democrática. Las audiencias públicas, los mecanismos de consulta, las mesas de diálogo sobre diversos temas, pueden ser excelentes herramientas para lograr ese objetivo. O sea, mecanismos que faciliten el conocimiento de los ciudadanos y de los empresarios en particular sobre la actividad del sector público, que generen espacios de encuentro y de diálogo y también instancias de participación y de decisión por parte de los ciudadanos y de los empresarios sobre temas que tienen que ver con la vida cotidiana de la ciudad o con proyectos de mediano y largo plazo.

Apuntamos a una ciudadanía activa, no a una democracia de electores que cuentan para el voto, cada dos o cada cuatro años, y delegan toda la responsabilidad del gobierno en los electos, sino una ciudadanía activa en una democracia de ciudadanos que asumen plenamente sus derechos pero también sus responsabilidades, que asumen su cuota de participación y de compromiso en la vida de la comunidad. Cuanto más alto es el punto de la escala social o económica en la que se encuentran los actores involucrados, obviamente esa responsabilidad es aún mayor.

Pero también es importante generar la motivación y los estímulos, porque nadie se compromete ni participa sino encuentra algún motivo, alguna causa, algo que lo lleve a asumir compromisos tanto en el terreno individual como en el corporativo. Es una tarea de los gobiernos locales generar esos estímulos, proponer objetivos, metas que estimulen la participación y el compromiso con la comunidad.

En nuestro caso, nos propusimos organizar el Tercer Congreso Internacional de la Lengua Española en 2004, y fue un extraordinario acicate para muchísimos empresarios que se involucraron con las distintas actividades. Se refaccionó el teatro más importante que tiene la ciudad de Rosario, que es el teatro El Círculo, con más de tres millones de pesos de aportes empresarios y sin un solo peso de aporte público. Toda la actividad que fue muy exitosa, tuvo una gran repercusión nacional y que posicionó a la ciudad a nivel internacional, y además promovió y desarrolló la actividad cultural y turística en forma significativa, se desarrolló a partir del aporte de los ciudadanos, de las instituciones y de las empresas.

Este tipo de actividades son muy relevantes justamente para despertar las voluntades de compromiso y de participación de la comunidad. Pueden ser también metas sociales, objetivos de carácter social o de carácter económico. Hay distintas alternativas en ese sentido.

Las ciudades necesitan construir cohesión social. Alimentar una conciencia, una cultura de solidaridad en la ciudad. Solidaridad en términos de sensibilidad frente a los problemas de los sectores en situación de pobreza o de exclusión o ante aquellos casos más evidentes de inequidad social como las situaciones de los chicos de la calle, por ejemplo. Sino también solidaridad como conciencia de un destino común, como el desarrollo de una conciencia comunitaria. Construir la idea de comunidad, la idea de que todos los ciudadanos y todos los actores sociales y económicos de la ciudad tenemos un destino común, y que ese destino de alguna manera es una construcción colectiva.

Esto implica desarrollar un sentimiento de equipo, en el que todos somos concientes que tenemos una tarea, pero donde el resultado del partido nos beneficia a todos. Ganar el partido es una tarea de todos. Es un intangible pero es un capital importante de una ciudad. Algunos lo llaman capital social, es la capacidad de una comunidad para establecer vínculos y redes, la capacidad de asociación entre lo público y lo privado, entre las instituciones entre sí. Esto se construye y termina siendo un capital importante para una ciudad, para una comunidad, para un país.

Trabajando sobre estas líneas, sobre estas ideas, sobre estas estrategias con cierta continuidad hemos logrado resultados muy importantes. Mencionaré algunas cosas que están funcionando y que tienen que ver con esta posibilidad de desarrollar un espacio de cooperación, de trabajo en común, de relación entre las empresas, el sector privado y el gobierno. Formulamos hace unos años atrás un plan estratégico. No sólo es una experiencia de planificación, que ya de por sí es muy importante. Hacer un ejercicio de perspectiva, de mirada a largo plazo sobre la ciudad y hacerlo además en forma participativa con especialistas, con técnicos pero también con los actores económicos y sociales de una comunidad es un ejercicio de por sí muy importante.

Pero sobre todo el plan estratégico es una excusa, una herramienta, un instrumento para generar un marco de concertación, para generar una mirada común sobre los problemas, sobre las perspectivas y sobre las oportunidades que tiene una ciudad. Se trata de lograr que los empresarios, la universidad, el gobierno, los distintos sectores políticos, las instituciones sociales más importantes compartan una visión sobre la realidad, un diagnóstico y un proyecto de futuro.

Nosotros lo construimos hace unos años atrás y se ha convertido en una herramienta clave del crecimiento y del desarrollo de la ciudad, del abordaje de los principales problemas sociales y urbanos. Es un marco de orientación para el trabajo del sector público, pero también para las empresas y para las instituciones de la ciudad. La mayoría de los grandes proyectos que ha definido el plan estratégico se han implementado o están concluyéndose. Es muy importante para una ciudad avanzar con una mirada más o menos clara, pero también más o menos compartida sobre la meta, sobre el destino hacia el cual estamos caminando.

Como fruto de ese plan estratégico entre otras cosas surgieron una cantidad de instituciones, por ejemplo una agencia de desarrollo regional que está integrada por todas las organizaciones empresarias de la ciudad, por el gobierno local, el gobierno provincial y otras entidades, que tiene como tarea fundamental no una tarea corporativa ni de defensa gremial de las empresas sino, al contrario, desarrollar y promover a la pequeña y mediana empresa, desarrollar el sector de la economía social, generar nuevos empresarios, es decir hacer un trabajo de promoción económica para fortalecer el tejido productivo de la ciudad.

De la misma forma surgió un Polo Tecnológico que está constituido por más de setenta empresas de tecnología cuyo objetivo no es promover beneficios para las empresas de tecnología sino interrelacionarse con la universidad y con el sector científico y tecnológico para generar más recursos humanos y mejor calificados, para promover el desarrollo de las investigaciones y apuntalar la tarea de los centros de investigación locales, para consolidar el perfil científico y tecnológico de la ciudad.

Así también sucedió en el ámbito turístico con la creación del Ente Turístico, junto al sector empresario del turismo, lo que ha permitido en estos años convertir a Rosario en una ciudad turística, con un turismo creciente nacional y también internacional.
Nuestra más reciente creación en este terreno de proyectos de cooperación público-privado es la Fundación de la ciudad de Rosario, una institución que también surge como una iniciativa del municipio pero que se comparte con más de cien empresarios de la región que en dos meses han aportado más de 500 mil pesos para desarrollar tareas de promoción, de posicionamiento de la imagen de Rosario en el país y en el mundo.
Otro organismo, el Cimpar, también de integración público-privada, con un conjunto de empresas industriales de la ciudad, desarrolla buenas prácticas de política ambiental.

Estos son algunos ejemplos de las cosas que se pueden lograr cuando se genera un clima apropiado, cuando hay estímulos y cuando efectivamente hay empresas que tienen una vocación de ser protagonistas en distintos tipos de actividades asumiendo su responsabilidad social o su responsabilidad comunitaria.

Otra experiencia que hemos desarrollado en los últimos siete años, que no se vincula directamente con el tema de la responsabilidad social de las empresas pero que ha sido para nosotros un valiosísimo instrumento para construir ciudadanía, para ampliar las bases de la participación democrática de los ciudadanos, es la descentralización y el presupuesto participativo. Con la descentralización generamos ámbitos territoriales más pequeños para que el ciudadano común, para que la institución local y para que la pequeña empresa encuentren un territorio más cercano, un ámbito más próximo para facilitar y promover la participación. La ciudad de Rosario, que tiene la misma superficie que la Capital Federal, se dividió en seis distritos y cada uno de ellos tienen más o menos 200.000 habitantes, en relación con un centro municipal. Alrededor de ese centro municipal se desarrollan diversas actividades; una de ellas es la del Presupuesto Participativo, que es un instrumento también como el de planificación estratégica, donde la excusa es la asignación de una cierta parte del presupuesto del municipio para obras o proyectos sociales en el distrito. Esa es la excusa, porque el objetivo más importante es justamente desarrollar una gimnasia, una práctica de participación, una práctica democrática del ciudadano común, ya no a través de representantes ni de mediadores, ni de instituciones, sino en forma directa, en la tarea de pensar, planificar, decidir los proyectos más importantes para su territorio, su barrio, su distrito.

Esta experiencia ha ido creciendo año tras año en cantidad de participantes pero también en calidad de participaciones, porque evidentemente en la práctica se van desarrollando también hábitos y conductas que mejoran la participación y la convivencia de la gente. Es una excelente herramienta para promover esa cultura de responsabilidad ciudadana de la que hablábamos; el ciudadano no solamente le demanda al Estado sino que en este caso tiene que proponer, que analizar, que priorizar, porque hay un presupuesto limitado y finalmente decidir. Se trata de una especie de práctica de gobierno, de responsabilidad, hacerse cargo de tomar decisiones que benefician a unos y obviamente postergan las posibilidades de otros. Esto contribuye también al objetivo de una ciudadanía responsable.

Finalmente creo que en estas cosas no hay recetas. Seguramente nuestra experiencia no es trasladable a otros lugares. Cada ciudad tiene su historia, su identidad, su cultura. Pero vale la pena hacer el esfuerzo porque muchos de los problemas de nuestras comunidades como la violencia urbana, la exclusión social o los conflictos de la convivencia pueden encararse mejor y la calidad de vida en la ciudad puede aumentar si somos capaces de construir una cultura ciudadana de la responsabilidad y la solidaridad.

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Apuntes sobre Ciudadanía, democracia y mundialización

Patrice Vermeren es profesor de Filosofía de la Universidad de París, director ejecutivo del Centro Franco Argentino de Altos Estudios de la UBA, miembro fundador del Colegio Internacional de Filosofía de Paris, y experto asesor del Director General para la División de Filosofía de la Unesco. Esta es su ponencia

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El factor cultural y el desarrollo económico

Más que una cuestión técnica o política, llevaron al retroceso en la Argentina los valores, creencias, supuestos y preconceptos, advirtió Alejandro Bernhardt

(Universidad Católica de Córdoba) en la Cátedra del Foro. La salida pasa por la aplicación de nuevas reglas de juego. En esta página damos a conocer su ponencia. 

Propongo un ejercicio de autocrítica, exento de ingenuidad, en el sentido que el foco que voy a elegir para mis reflexiones está en nosotros, en lo que somos capaces y podemos hacer dejando de lado por un momento las restricciones externas con las cuales estamos habitualmente acostumbrados a razonar. Primero hagamos un repaso de las condiciones en las cuales se puede obtener o no el desarrollo económico, enfatizando obviamente en lo cultural, como la denominación de la ponencia lo sugiere. En segundo lugar les propondré algunas preguntas que están más desarrolladas en el texto que publicamos en el ICDA (1). Elegí solo algunas de ellas para comentar. Se trata de caracterizar un determinado factor cultural. Por supuesto que sobre esto hay mucho trabajo realizado. En el texto yo cito alguna bibliografía que hemos utilizado, particularmente Harrison y Huntington en un trabajo muy importante que hicieron en un seminario en la Universidad de Harvard hace un par de años. 

Luego me refiriré a las cuestiones de las pujas distributivas y a su legitimación política, por las que atravesamos largos años, y finalmente haré una reflexión acerca del camino que podríamos llegar a recorrer para intentar solucionar estos problemas, o por lo menos para empezar a intentarlo. 

Con respecto a los factores que condicionan el desarrollo económico, lo tradicional siempre ha sido decir que depende de factores económicos. Algunas posturas reconocen e incorporan el elemento político y se le da menos importancia a lo cultural, que es lo que quiero enfatizar. En todas las explicaciones, en todas las conceptualizaciones, aparecen siempre lo que en los textos se llama aspectos o factores residuales. Es decir, todo aquello que no está claramente especificado como condicionante del desarrollo se agrupa incluso matemáticamente en lo que se llama un factor residual, que es lo que aquí estoy denominando como un elemento situacional. Por supuesto este proceso de desarrollo económico está planteado, y así lo asumimos, en un contexto democrático, tal como se lo ha venido enfatizando en las distintas presentaciones que ha habido no solo en la jornada de hoy sino también en las anteriores. 

Cuando hablamos del factor económico nos estamos refiriendo a la existencia y empleo de esos recursos, a la tecnología, a reglas de juego, a equilibrios macroeconómicos y a políticas económicas apropiadas. Son seis subfactores de ese factor económico. Pero reparemos que habitualmente, incluso en las conversaciones diarias, ponemos un énfasis exagerado solo en el primer subfactor, en el de la existencia de recursos. 

Recordemos algo que en las escuelas primarias repetíamos con gran devoción, que la Argentina es un país inmensamente rico, y empezábamos a hacer una larga enumeración de recursos naturales que justificaban esa expresión. Mientras que por el contrario los pequeños estudiantes de las escuelas primarias de países como el Japón repetían que ese era un país muy pobre, y que por lo tanto debían esforzarse diariamente para sostener su nivel de vida. No solo hay un problema, una dificultad, en el énfasis exagerado del factor económico como causal del desarrollo económico, sino que además de eso se pone un énfasis exagerado y perverso en uno solo de sus componentes. 

Colabora el factor político, que estamos planteando genéricamente, la calidad institucional. La confluencia del factor político y el económico da lugar a la política económica, entendida como la economía puesta en acción. 

Este factor político también en el lenguaje diario termina siendo desvirtuado porque todos repetimos o escuchamos esa expresión que se utiliza a veces: “lo arreglamos políticamente”. Esto se da como una oposición a una regla “técnica” o “científica”. Entonces además de no reconocérsele la verdadera importancia que tiene ese factor en un proceso de esta naturaleza, también se lo distorsiona en términos de su significado preciso. 

El factor cultural, al cual yo le doy la máxima importancia en la presentación, lo entendemos como los paradigmas, las lentes, los filtros a través de los cuales miramos, percibimos y vemos, aunque “vemos” lo pondría con signo de pregunta. Se expresa como un conjunto de creencias, supuestos y preconceptos a los que adhiere en forma inconciente o conciente la población de un país. 

Esto da lugar en muchos casos a una especie de estereotipos, que cuando hablamos de países -a veces hasta un poco jocosamente si se quiere- se caracteriza de una manera un poco particular. Por ejemplo, los europeos dicen que en Inglaterra está todo permitido excepto lo que esté expresamente prohibido; por el contrario se dice que en Alemania está todo prohibido excepto aquello que esté expresamente permitido. Mientras que se le adjudica al estereotipo italiano que está todo permitido, incluso aquello que esté expresamente prohibido. O sea, mas allá de la exageración, a lo que voy es que esta manera de ver las cosas, estos paradigmas, estos filtros terminan generando incluso verdaderos estereotipos a nivel de país. Plantearé algunas de las preguntas y sus correspondientes respuestas del libro que mencioné. Son 20 en realidad en el esquema original de Harrinson y de Huntington. La idea es que a través de las respuestas a estas 20 preguntas uno puede generar una clasificación de los escenarios culturales. Si van en una dirección determinada tendremos mayoritariamente un escenario propicio al desarrollo económico, mientras que si van en una dirección contraria tendremos un escenario adverso o contrario al desarrollo económico. 

En el texto lo que plantemos es que todas las respuestas A como tipo indican un escenario adverso al desarrollo económico mientras que las respuestas B plantean un escenario propicio. Por cierto que esto es una clasificación muy grosera, al plantear solo blanco o negro o una alternativa u otra, y en algunos primeros trabajos en que estamos haciendo encuestas, particularmente en Córdoba, entre alumnos universitarios y de intercambio -particularmente de España, de Francia y de Alemania, o alumnos de postgrados- abrimos cuatro o cinco opciones mucho menos tajantes que estas dos que estamos planteando. En estos primeros resultados, que son obviamente muy limitados por la cantidad de participantes, es sorprendente la diversidad de los escenarios que generan a través de sus respuestas los estudiantes de postgrados. Estamos hablando de profesionales de Argentina versus lo que ocurre con esos estudiantes europeos. 

Es casi una regla que la mayoría de respuestas de estudiantes argentinos van inevitablemente a la dirección A, esto es escenarios culturales adversos al desarrollo económico, mientras que las respuestas de los estudiantes europeos van casi inevitablemente, o mayoritariamente, hacia la dirección B, hacia escenarios favorables al desarrollo económico. Una primera pregunta se refiere a la importancia que se le atribuye al ejercicio de las llamadas “virtudes menores”, tales como la limpieza, el orden, la puntualidad, el respeto. En realidad constituyen una expresión superficial de síntomas, de valoraciones profundas respecto de cuestiones mucho más importantes. Entonces si la respuesta dice que la importancia es secundaria, daría una primera aproximación a una sintomatología cultural contraria al desarrollo económico. Mientras que si se le atribuye una importancia fundamental, se entiende que forma parte natural del modo de ser de las personas, estaríamos pensando en escenarios que desde los valores generan mayores oportunidades de desarrollo económico. 

Otra es ¿cuál es la extensión del radio de identificación y confianza para desarrollar emprendimientos? Cuando buscamos un nuevo empleado o queremos contratar un profesional ¿dónde lo buscamos? ¿tendemos inmediatamente a hacer una búsqueda por amiguísimo, por nepotismo, favoritismo, las famosas gauchadas criollas, la “contactología”, o hacemos una búsqueda exhaustiva y realista en términos de las actitudes y las aptitudes que el que va a ocupar determinado puesto debe tener? Si finalmente el que reúne los requisitos exigidos por la búsqueda está dentro de ese círculo de amistad, o dentro de nuestra familia, tanto mejor, pero sin invertir el orden de causalidad en la búsqueda. Entonces la respuesta va por la búsqueda en un ámbito reducido que abarca a la familia y los amigos, con prescindencia de las actitudes y aptitudes, o bien la búsqueda va hacia un ambiente amplio que abarca a toda la sociedad, basando la selección en esas actitudes y aptitudes. Como en todos los casos, insisto, las respuestas A van caracterizando un escenario adverso al desarrollo económico y las respuestas B uno favorable. 

Otra tiene que ver mucho con nuestra realidad lamentable actual: ¿cómo debería actuarse para reducir la pobreza? Hay dos respuestas que caracterizan escenarios adversos o propicios, una redistribuiyendo el stock de riqueza existente en beneficio de los pobres y la otra estimulando la creación de riqueza adicional para mejorar la situación de los pobres. Esto tiene que ver con esa vieja expresión: repartir pescado o enseñar a pescar. En términos de valores detrás de esta respuesta está la presunción acerca de que el stock de pescado o la “torta” a repartir es fija en el primer caso, en el sentido de que hagamos lo que hagamos el stock no se va a alterar, o que es variable, lo cual coincide con la segunda postura en el sentido de que según cómo se haga ese proceso redistributivo y esa mejora de la situación de pobreza, estaremos afectando el stock existente, de manera que la política redistributiva debe ser consistente y permanecer en el tiempo. Esto tiene que ver con la manera en que las políticas asistencialistas se realizan en términos de generar esas conductas favorables al desarrollo económico. 

Otra pregunta tiene que ver con la competencia, una mala palabra, una palabra prohibida. El escenario adverso al desarrollo económico implica asumir que la competencia es una agresión, por lo que debe ser frenada mediante conductas curativas. O bien en un escenario propicio al desarrollo económico se la asume como un estímulo para la superación individual, por lo que debe ser promovida. Hay posturas muy extremas, desde el rechazo total a cualquier noción de competencia hasta las de algunos autores muy neoliberales que dicen que la verdadera solidaridad es la competencia, en el sentido de que cuanto más compito con el otro más lo ayudo a mejorar. Las primeras respuestas van a la dirección A, y prácticamente la conclusión es que nosotros aceptamos la idea de la competencia casi exclusivamente en términos deportivos, y a veces muy mal, como lo vemos como protagonistas de la tribuna de cualquier cancha de futbol por ejemplo. Lo notamos a nivel gremial, vemos la preocupación muchas veces por las mejoras de la productividad y que se focaliza en la cuestión de los igualitarismos, de los derechos, a nivel empresario vemos el tema de los arreglos institucionales o corporativos, a nivel político el tema de los pactos, la famosa lista sábana, o sea esta ausencia de competencia porque es algo así como un disvalor. Si lo llevamos al ámbito educativo, un terreno muy sensible, este rechazo del valor de la competencia nos lleva a que se plantea como un valor el ingreso irrestricto al sistema educativo. En sí mismo está muy bien, en términos de ofrecer igualdad de oportunidades. Pero es un problema cuando esa ausencia de competencia se plantea en términos de una permanencia estricta en el sistema educativo y peor aun si después lo planteamos en términos de un egreso estricto, en el sentido de que todo aquel que accede a una institución universitaria tarde o temprano recibirá su título. 

Otra pregunta es ¿cuál es la concepción imperante acerca del vínculo entre la ley y la autoridad? De eso entre nosotros en la Argentina tenemos mucho para ejemplificar. En un escenario adverso al desarrollo económico asumimos que la ley está subordinada a la autoridad, y esto obviamente genera inestabilidad política. En el escenario propicio asumimos que la autoridad está subordinada a la ley y esto genera estabilidad política. Solo para hacer algunos repasos de nuestra historia reciente y conocida, recuerdo nuestros famosos pagos de deudas con bonos, reelecciones a gusto en distintos ámbitos políticos, el default de la deuda, corralito, corralón, pesificación asimétrica, ejecuciones hipotecarias, las diversas formas de “arreglo” de multas de diversos tipos de infracciones. Son síntomas y expresiones concretas a través las cuales queda evidenciada esta valoración social respecto a que la respuesta instalada en nosotros, en la sociedad, es la primera una vez más. 

¿Cuál es la visión imperante del mundo? Acá la respuesta adversa tiene que ver con un conjunto de restricciones que limitan la posibilidad de las personas. Mientras que la postura contraria, identificadora de un entorno cultural propicio, implica asumir un conjunto de oportunidades que estimulan la posibilidad de acción de las personas. Si repasamos de nuevo nuestras expresiones diarias, aquello que estamos acostumbrados a escuchar y nuestras conversaciones de café, somos demasiado afectos a las visiones conspirativas. Siempre alguien tiene la culpa, alguien que no sea yo mismo, alguien externo como dijimos en reiteradas oportunidades, los aparatos, y diverso. El folklore nacional en esto es muy fructífero en cuanto a los imperialismos de diversos signos, la masonería, el sionismo; es una enorme lista de ismos a los cuales les asignamos responsabilidades y culpas por nuestros problemas. En este sentido hacemos lo que yo llamo una especie de psicoterapia social, es decir siempre buscamos un culpable externo porque esto nos alivia. Es como cuando en un tratamiento nuestro analista nos dice: “sí, claro, porque la relación con su padre ahí está” y me siento bien porque encontré un culpable externo y eso me alivia al buscar responsabilizarme por los problemas. Encontramos expresiones de nuestras reflexiones diarias como: no nos dejan progresar, necesitamos ayuda, necesitamos tipos de cambio alto para poder exportar, aranceles elevados, o “no se puede contra los aparatos”. Son siempre expresiones que llevan a ver el mundo de esta forma, y esto obviamente es en sí mismo inmovilizante. Si lo asumimos así, está todo perdido. Si no depende de mi la vocación o de la voluntad de cambio, no tengo mucho por hacer. 

Otra pregunta es: ¿cuál es la concepción imperante acerca del proceso de la vida de las personas? Esto evidentemente va muy en línea con la anterior. Pensemos en el lenguaje diario. Cuántas veces decimos y escuchamos: no tuve suerte, no pude estudiar, no me dio la oportunidad este jefe que no me ascendió, este profesor que me persiguió, todas conductas y actitudes que van en la línea de la respuesta A. 

Otra: ¿Cómo se concibe el rol del individuo en la sociedad? En el primer caso debe ser controlado y hasta desplazado por el Estado, reemplazando, limitando su iniciativa, y en el segundo debe mantener su “desorden creador” y el Estado debe garantizarlo estimulando su iniciativa. Esto va muy en línea con la responsabilidad del sistema educativo, si formamos buscadores o creadores de empleo, y la diferencia no es menor. Es decir ¿qué instalamos como valores? Alguien que va a leer el diario buscando un empleo o va a colocar esas oportunidades de trabajo. Por cierto que las respuestas preliminares en el caso de la Argentina van hacia escenarios tipo A, mientras que para estudiantes europeos van hacia escenarios tipo B. En una exposición del profesor Stefano Zamagni, de la Universidad de Bolonia, en Buenos Aires, planteaba dejar esta discusión, este “más o menos Estado”, o sea si estamos ubicados donde hay un alto costo por demasiado orden y menor libertad, esto es mayor injerencia del Estado, o si tenemos costos importantes por demasiado desorden, menos participación del Estado aunque haya más libertad en principio. Independientemente de la opción que hagamos de estar con un Estado reducido o intervencionista, tenemos que analizar cuáles son los valores de esta sociedad donde funciona ese determinado Estado. En el mundo tenemos experiencias de Estados muy amplios, muy importantes, o muy pequeños, que funcionan bien o mal en ambos casos. La verdadera discusión debe centrarse en los valores que están presentes en esa sociedad, y ver si son propicios al desarrollo económico o si son adversos. 

La idea del capital civil, del profesor Zamagni, depende primero de las normas sociales de comportamiento, por ejemplo de las virtudes menores que mencionaba, en segundo lugar del capital social, fundamentalmente la confianza y la reciprocidad. El doctor Zamagni ejemplificaba esto con lo que sucede por ejemplo en el sur de Italia, donde el radio de confianza está limitado a la familia. Hay una incapacidad social de trasladar ese radio de confianza de la familia a la sociedad en su conjunto. Cosa que no sucede concretamente en Italia en el norte del país. 

En tercer lugar este capital civil depende de los valores sociales que llevan a un determinado comportamiento. Cada uno de nosotros hace algún aporte en términos de oferente a algún producto o servicio, en el cual participamos en su elaboración, y por otro lado participamos en la demanda de bienes o servicios que necesitamos para nuestra subsistencia. El tema es cuál es la escala de valores que está detrás de este funcionamiento, porque el bienestar es el resultado del esfuerzo que se haga, lo “desagradable” que tenemos que hacer para sobrevivir en términos de trabajo si es que así lo asumimos, y lo agradable que es el gozo, el bienestar material al cual este ingreso nos hace merecedores. La cuestión es que aquella maximización de bienestar neto puede ocurrir para cada uno de nosotros con altos niveles de esfuerzo para altos niveles de bienestar material, o simplemente puede ocurrir para varios niveles de esfuerzo y con una cierta resignación a bajos niveles de bienestar material. En este sentido hay un cuento que hizo popular Landriscina hace algunos años que ejemplifica muy bien al empresario que se encuentra con un pastor de cabras en la sierra y le pregunta por qué no adquiere animales de mayor calidad, por qué no hace un cerco, y toda una serie de interrogantes, ante cada una de las cuales el pastor le preguntaba para qué, hasta que en la última pregunta el empresario le contesta “pues para vivir bien”, y el pastor le dice que es lo que estaba haciendo: estaba durmiendo la siesta debajo de un árbol. A esto nos referimos con este esquema, es decir, qué nivel de esfuerzo cada uno se plantea en su vida social. 

La incidencia que todo esto tiene sobre la posibilidad de desarrollo económico es crucial. Las pujas distributivas están latentes en toda sociedad, y se exacerban en momentos de retroceso económico cuando todos advertimos que el tamaño de la torta no crece o peor aun que tiene perspectivas de reducción. Si simultáneamente no hay suficiente consenso distributivo, o sea si socialmente no estamos de acuerdo en torno la forma que este producto social debe distribuirse, estos dos elementos se potencian entre sí y generan las pujas. Esto como subproducto cultural ha llevado en la Argentina a la actuación de lo que yo llamo los mecanismos distribuidores en donde obviamente el Estado a lo largo del tiempo, el factor político, se ha vuelto un cómplice usurpador y distribuidor. 

Este factor cultural presente en la sociedad da lugar a respuestas de la política económica, cierto confluencia de política y el factor económico. Un primer supuesto es que los hombres son como deberían ser, es decir plantearnos desde las políticas públicas concretamente qué tenemos como sociedad, incorporados los valores propicios para el desarrollo económico. Si esto es así, todo está bien. Para una sociedad europea no es necesario hacer un control demasiado firme de la política tributaria porque la sociedad tiene incorporado este valor. Entre nosotros es muy distinto. Hay un ejemplo histórico, muy claro, cuando un ex ministro de Economía dijo: “les hable con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. La pregunta es: ¿qué esperaba? Estaba en la situación del voluntarismo y es una postura ingenua. 

El otro supuesto es decir: asumo que los hombres son como son, con estas virtudes, con estos defectos, con esta carga de un factor cultural adverso al desarrollo económico. Estamos en la postura de incompetencia, de tal manera que el resultado final es una demanda que excede con creces las posibilidades que esta sociedad puede atender, se acentúa o tolera la manifestación de la puja, el factor político se hace cómplice en el deterioro de la calidad del factor cultural, y favorece esto a través del desarrollo del clientelismo, por lo cual el factor cultural se deteriora todavía más. Sin entrar a analizar una enumeración de lo que llamo las válvulas de seguridad y cuáles son los mecanismos compensadores con los cuales hemos ido atendiendo esta sumatoria de pujas distributivas, resultado de este componente cultural que nos ha impedido el desarrollo económico, detrás de esto está la idea de cada uno de estos elementos a los cuales hemos echado mano en todo este tiempo, y está la idea de vivir de rentas, en vez de vivir de ganancias. 

El común denominador de todos estos factores está expresado en nuestro lenguaje popular cuando decimos: “Me sale bien este negocio y dejo de trabajar”. Pero con el factor cultural propicio al desarrollo económico deberíamos decir: “Me sale bien este negocio y haría otro todavía mejor, generando más puestos de trabajo”. La buena y la mala noticia es que no podemos seguir zafando para adelante a través de este tipo de política. Esto obliga a buscar la verdadera solución para nuestros problemas económicos. Cuando hemos ido agotando el stock de situaciones para ir zafando hacia adelante, llegamos a lo peor, que vivimos en estos días: asaltos, secuestros, robos, etc. Entonces empezamos a reciclar, volver para atrás, utilizar otra vez el déficit público y ver si podemos seguir endeudándonos. 

Luego de esta dosis de pesimismo, la pregunta es cómo hacemos para reencontrarnos con nosotros mismos o con la senda de desarrollo económico, en el sentido de buscar la forma en que la cultura deje de impedir que nuestros recursos puedan transformarse en riquezas acumulables, repartibles y disfrutables. El primer requisito es superar las hipótesis conspirativas. Los aparatos políticos internos existen, las distribución del poder internacional existe. No caigamos en la ingenuidad. Pero podemos focalizar en aquello que está a nuestro alcance, en los valores que podemos construir, en lo que nosotros podemos hacer y eso es un insumo importante para lograr los resultados que tenemos que conseguir. Esto implica un diagnóstico de las causas de la crisis, poner cada cosa en su justo término, transformar las conductas y los comportamientos individuales, sectoriales y sociales.

En el corto plazo, la salida inevitablemente pasa por la aplicación de reglas de juego que impidan la actuación del factor cultural adverso. Tenemos que darnos reglas, normas sociales, que impidan que se pueda manifestar nuestro verdadero ser adverso en algunos de los ámbitos culturales contrarios al desarrollo económico. Estos valores se construyen, esto se aprende, esto es resultado de las reglas de juego que vamos estableciendo. 

Hay una breve anécdota que lo ilustra mejor que cualquier exposición. Hace un par de años estuve en un congreso de la Fundación Adenauer en Berlín, Alemania, y tenía contacto con varios grupos de traductores. Nos encontramos con un traductor del alemán al español que era de Berlín Oriental, y una traductora que era de Berlín Occidental. Conversando con ellos la de Berlín Occidental comentó las dificultades que tenían en una zona para acceder a la televisión por cable, para la instalación, por los trámites que estaba haciendo, el tiempo que pasaba, mientras que el de Berlín Oriental, muy suelto, dijo que no tenía ningún problema, que su hijo estaba estudiando ingeniería, que trajo un cable del edificio vecino y lo tuvo inmediatamente. Digo esto porque tenemos un poco instalado el estereotipo del alemán como el paradigma del cumplidor y seguidor de las reglas. Pero estamos hablando de dos alemanes, uno de ellos cincuenta años sometido a reglas de juego claramente distintas de las del otro. 

De ahí la importancia del aprendizaje, de que esto es una cuestión que se incorpora y no heredada. Hay un vaso comunicante, en el sentido de que establecer reglas de juego va construyendo en el largo plazo una trama cultural propicia. En esto tenemos mucho para hacer desde las ONGs, desde las familias y sobre todo desde el sistema educativo. Las reglas de juego sociales nos llevan a comportamientos que generan externalidades positivas o negativas. A partir de las creencias se generan determinados valores que dan lugar a normas sociales, y esto genera conductas y actitudes. Las conductas de los individuos dan determinados resultados, que enseñan y permiten ir reconstruyendo, fortaleciendo o modificando las creencias presentes en la sociedad. Entonces si de los resultados aprendemos que se consiguen por el esfuerzo, el trabajo, por el talento, por asumir riesgos, por el empeño, por la perseverancia, la aplicación del conocimiento, la honestidad y la dedicación, se irán consolidando determinadas creencias. Si por el contrario pensamos y aprendemos que los resultados se obtienen por ardides, sobornos, chantaje, influencias, mendicidad, rapiñas, sumisión y todas las cosas que podríamos agregar, obviamente los valores que se consolidan serán otros claramente distintos. 

Nuestra programación mental tiene componentes heredados y adquiridos. Nuestra naturaleza humana es obviamente heredada, la cultura es heredada y la personalidad lo mismo. De manera que en nuestro aprendizaje hay un componente fundamental para la construcción de valores. Esto tiene que ver con la discusión en estos días. Nosotros podemos lograr el mejor acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la más importante quita de la deuda, la menor tasa de interés, los pedidos de gracia más largos imaginables, las condiciones comerciales más favorables, el restablecimiento de flujos de capital hacia nuestro país, y todos los requerimientos económicos que pudiéramos agregar a este largo listado. El problema es que todo esto no sería suficiente si no reconstruimos nuestra trama cultural, ya que volveríamos a incurrir en los mismos errores. Si hoy nos perdonaran la deuda externa probablemente en un par de décadas nos la habríamos ingeniado para volver a tener los mismos problemas. Porque el tema está en la reconstrucción de la trama cultural, dejar o impedir que el factor político siga siendo cómplice en este deterioro de la calidad de nuestro factor cultural. Porque en definitiva, citando un párrafo de Marcos Aguinis “lo que empuja hacia una determinada meta son los valores, las actitudes y las convicciones arraigadas”. 

(1) “Las condiciones para el desarrollo económico”. ICDA-UCC.

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