“Los 10 mandamientos no son universales”
Para el Rabino Daniel Goldman, de la Comunidad Bet - El, deberíamos revisar si existe diálogo entre Oriente y Occidente…porque el diálogo entre países, organizaciones, culturas no es otra cosa que diálogos entre hombres. Esta es su ponencia:
Martin Buber cuenta una anécdota de la época en la que era consejero universitario, sobre un joven estudiante que fue a hablarle y contarle su drama personal. Ocupado en otras cosas, el Dr. Buber no le concedió importancia a plática con el Joven. Al otro día lee en el diario universitario que este alumno se había suicidado. Eso produjo en él un cimbronazo tal que lo llevo a seguir elaborando su teoría de lo que se llamó la filosofía dialógica, filosofía en diálogo.
La filosofía dialógica parte de la idea que existen dos términos relacionales, el “yo – tú” y el “yo – ello”. Cuando hablamos del “yo” nunca estamos hablando del “yo” en su dimensión individual, porque no existe la dimensión individual del yo. Siempre cuando hacemos referencia al “yo” se hace función del “tu” o de “ello”. Entonces él parte de la idea de que el “yo” de “yo –tú” es diferente al “yo” de “yo – ello”.
Cuando hablamos de “yo – ello”, hablamos del vínculo que la persona establece con un tercero o con un objeto tratando a la persona como si fuese un objeto. En cambio, el vinculo “yo – tú” está establecido en función de que puedo tratar a las personas o a los objetos como si fuesen personas. Esto quiere decir que el vínculo con terceros a veces se puede establecer de manera más fluida y el vínculo con los íntimos se puede constituir de una manera mucho más alejada.
Termina diciendo Martín Buber que diálogo es la profundidad de compartir la vivencia que deriva en con-vivencia.
Cuando hablamos de diálogo en cualquier sentido estamos hablando de la posibilidad de establecer un vínculo “yo - tú”. Por lo tantosolo existe diálogo entre los hombres, entre los seres humanos. No existe diálogo entre organizaciones, entre instituciones, entre países, ni entre continentes.
Bajo este esquema conceptual,
1. Deberíamos revisar si existe diálogo entre Oriente y Occidente. Lo que parece una verdad de Perogrullo no lo es, porque el diálogo entre países, organizaciones, culturas no es otra cosa que diálogos entre hombres. Si no existe una actitud dialógica entre los hombres, será imposible que exista diálogo entre organizaciones. Si fuera diálogo institucional, la paz mundial estaría resuelta por Naciones Unidas. El problema es la falta de diálogo que existe entre los hombres.
2. Esto tiene que ver con un segundo punto: no hay diálogo si no hay lenguaje común. Lo cual significa lenguaje de valores. Es todo un problema lingüístico en términos de Noam Chomsky. Cuando decimos lengua, decimos lenguaje de valores. Y en este punto, habría que volver al viejo manual “Introducción a la lógica” de Irving Copi que insiste que para que uno pueda entender el lenguaje del otro, “aténgase al uso común”. Me parece que volver al uso común del lenguaje de palabras en función del lenguaje de valores es una ayuda muy grande para comprender Oriente y Occidente, para comprender uno y el otro, para comprender el sentido dialógico del “yo – tú”.
3. Hay valores que son homologables, hay valores que son incomparables, y hay valores que son incompatibles. Si no comprendemos esta gama de la función del lenguaje y el valor, no estamos comprendiendo exactamente lo que significa el concepto de valor.
Diálogo significa trabajar sobre el uso común. ¿Estamos hablando de lo mismo cuando hablamos de lo mismo?
Siempre me acuerdo que mi padre sufría de acidez y una vez le pregunté: ¿qué es la acidez? El me dijo: “es algo que te viene de acá adentro”. Yo hasta ahora no estoy seguro de que cuando tengo acidez tengo la misma acidez que mi padre. Traducir la compatibilidad de sensaciones en palabras es uno de los elementos que puede ayudar para comprender el sentido del valor.
Doy otro ejemplo, que tiene que ver con este punto pero va a derivar en un tercero: había un escritor satírico israelí llamado Efraim Kishon, que había inventado un personaje proveniente del Yemen, que arribaba a Israel. Israel es un mundo de culturas diversas y esta cuestión de tratar de juntar y homologar culturas resulta una tarea bastante difícil. Cuenta que se produce un encuentro entre el personaje yemenita y un miembro de un kibutz, de una aldea colectiva. Este último provenía de Alemania con todo su desarrollo de los valores socialistas y de la “cultura” superior (lo de cultura superior lo digo con ironía). Por otro lado a los yemenitas cuando los trasladaban Israel, en los primeros tiempos los llevaban a vivir en condiciones muy precarias, casas bastante miserables. Entonces el alemán dice: “estamos viviendo en el siglo XX”, y el yemenita responde: “no, estamos viviendo en la villa miseria”; entonces el alemán le contesta: “el siglo XX no es un lugar para vivir”, y el yemenita le responde: “y la villa miseria tampoco”. Más allá de la ironía, en el diálogo hay que comprender las categorías de espacio y de tiempo como categorías diferenciadas. Para todos no es lo mismo el concepto de espacio y el concepto de tiempo. El tiempo puede no ser lo mismo cuando hablamos de “sacralidad del tiempo” y de “profanidad del tiempo”.
Hay tiempos sagrados y tiempos profanos, y hay lugares sagrados y lugares profanos. Respetar el diálogo significa comprender los tiempos y los espacios del otro, dentro de los tiempos y los espacios de uno mismo.
4. Otro ejemplo: Hace poco tiempo atrás, visité Marruecos. Y nos acompañó en el trayecto un guía de tradición musulmana; un hombre sumamente simpático. En un momento del paseo hubo una especie de altercado con una señora cordobesa que estaba en el grupo. Ella en broma le dijo: “usted es un mentiroso”. Y el guía le respondió: “a lo sumo puede decir usted que no coincide conmigo pero mi tradición me prohíbe mentir”. Lo que para uno era un chiste para el otro podía llegar a ser una ofensa. Aquí quiero insistir en la función del lenguaje, en la del tema de la verdad y la mentira. ¿Como afrontar las diferencias? Hay que entender desde las lógicas que existen muchas aristas de la verdad que nadie puede ver en su plenitud, siendo las verdades oportunidades en las que el otro puede resultar un compañero de la búsqueda. Sloan Coffin, un importante teólogo protestante solía decir: “creo en los buscadores de la verdad y no en los dueños de la verdad”.
En la medida que consideremos “verdades” en las que nos anclamos, no vamos a ser capaces de comprender que existen otras verdades que no entendemos. En esto es muy importante la ayuda de la ciencia frente a espacios religiosos o frente al espacio de las creencias.
5. El diálogo indispensable es el diálogo “dialógico”, que es el opuesto al “platónico”, que tiene como búsqueda convencer al otro. Mientras el “diálogo platónico” viene “con- vencimiento” (de convencer), el “diálogo dialógico” es el que viene “sin- vencimiento”, o sea sin la intención de vencer al otro, es decir sin salir diferente a como ingresaste. Si no estás dispuesto a tener la experiencia del diálogo, no entendés exactamente de qué se trata el diálogo. El diálogo con-vencimiento es aquél donde crees tener la verdad y la razón, y lo único que intentas en imponerlas. El diálogo sin vencimiento es aquel en el que sin reduccionismos económicos, políticos, culturales, religiosos, se necesita de escucha, de amor, de comprensión y de transformación.
6. Hay que romper con los ámbitos dualísticos y comprender la cuestión de los ámbitos dualísticos significa entender distinciones, pero no partir de la base que existe razón y espíritu, espíritu y materia, política y religión, religión y Estado, privado y público. Romper con los dualismos significa partir de una premisa similar, caminando, yendo, acompañando, en la misma dimensión.
7. Comprender el sentido del progreso de una manera más existencial. Progreso no es calidad de vida y superación de lo cuantitativo; progreso es calidad de respetabilidad en el desarrollo del pluralismo y entender que sociedades plurales son las que dialogan personas plurales, en la individualidad y en la subjetividad; son personas que están dispuestas a dialogar.
8. Tener conciencia de que los 10 mandamientos no son universales; que pertenecen a un universo determinado, pero no a todo lo diverso que existe en el universo.
9. Cuando hablamos de “choque de civilizaciones” y de “superar los fundamentalismos”, significa superar los fundamentalismos propios, cuestionar nuestros propios fundamentos como ejercicio de pensamiento, en virtud de comprender los fundamentos del otro. Y en este sentido yo descarto del lenguaje social la palabra ”tolerancia”. Porque la tolerancia siempre se ejerce desde el poder; y significa que aguanto porque tengo la superioridad de poder aguantar. Pero en realidad “tolerancia”, o “políticas de tolerancia”, no son otra cosa que demostrar la garantía que yo tengo de justificar mi propio fundamentalismo.
10. Ayudar a superar los traumas de la historia. Esto significa que la superación no se realiza con olvido ni amnesia, sino con memoria.
Por lo tanto la invitación al “diálogo entre civilizaciones” significa “diálogo entre los hombres”; estar dispuesto a comprender el lenguaje del otro en su categoría axiológica, estar dispuesto a ser lo suficientemente abierto como para entender que existen lógicas diferentes, razones diferentes, espíritus diferentes que tienen la misma intención de comprenderme a mi. En la medida en que yo entienda y comprenda que otro me quiere comprender a mí, vamos a estar esperando con esperanza un futuro que pueda ser diferente al pasado que nos construimos hasta el presente