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Jorge Etkin (Universidad de Buenos Aires). En el campo de la administración de organización y su relación con el contexto socio-cultural, la necesidad de sostener principios y valores éticos no es solo una teoría o idealización.

La responsabilidad social refiere a políticas y decisiones concretas en organizaciones y contextos determinados. Los valores sociales no son parte o extensión de una estrategia competitiva, no tienen carácter especulativo, no se adoptan por ser funcionales a la producción. Los valores humanistas y sociales son creencias, convicciones, pautas solidarias que llevados a la práctica permiten la sustentabilidad y no solo el crecimiento de la empresa, organización o institución. No es una cuestión de eficacia sino de cumplir con la integración de la organización en el contexto en el cual opera y ayuda a construir en términos de justicia social.

También el respeto a los valores de equidad, solidaridad y transparencia es una base necesaria para superar las tensiones destructivas o desestabilizantes en la organización. Tensiones que derivan no solo de los intereses particulares egoístas de los grupos constituyentes o de las exigencias de la tecnología impersonal. Las tensiones en la praxis y dualidades en el discurso, reflejan básicamente, la ausencia de acuerdos y principios compartidos en la organización y además reconocidos en el medio social más amplio. Esa carencia se manifiesta en las crisis de supervivencia, en los conflictos de objetivos y las tendencias hegemónicas o excluyentes derivadas de las prácticas del poder y la desigualdad aplicadas sobre las relaciones humanas.

En las empresas sustentables, reconocidas por sus aportes al contexto social, los valores refieren a tres áreas: a) el buen gobierno, b) el capital social, c) la responsabilidad corporativa. En estas organizaciones responsables, se acuerdan y explicitan principios de orden ético que se aplican en los procesos decisorios con implicancias socio-culturales, como las condiciones de trabajo, las relaciones solidarias, la transparencia en las comunicaciones, el respeto a los derechos humanos, la protección ambiental, y los aportes a la comunidad. La visión responsable en los directivos implica cumplir la misión de la organización en su contexto, evitar las injusticias y otras consecuencias negativas sobre terceros, impulsar el aprendizaje y compartir conocimientos, satisfacer las legítimas necesidades de la población.

La responsabilidad social también implica integrar los objetivos de la organización con las demandas sociales, más allá de las transacciones de orden económico. Implica una amplia convocatoria a los integrantes de la organización en la construcción de proyectos compartidos. La responsabilidad como valor y pauta cultural, no es reducida a ciertos grupos. Las razones éticas no se sujetan a ventajas o beneficios particulares. Refieren a creencias y convicciones que permiten la convivencia en una relación saludable. La aplicación de valores sociales tiene sentido, es razonada, reflexionada, expectable, no solo emotiva. Se orienta hacia una organización sustentable, basada en necesarias relaciones de confiabilidad y solidaridad. Desde la mirada responsable, los procesos decisorios piensan en el bienestar, se evitan las consecuencias indeseables (daños colaterales) sobre la calidad de vida y las necesidades de quienes integran o se relacionan con la organización. La responsabilidad social incluye visiones internas y externas. Considerando también los impactos sobre los grupos de influencia e interés, los actores o grupos sociales que interactúan con las organizaciones desde el contexto. La perspectiva ética, que aporta guías sociales de comportamiento, considera los intereses legítimos de quienes son afectados (material y simbólicamente) por las estrategias empresarias. Incluyendo no solo a los inversores sino también a los clientes, proveedores, asociaciones gremiales, grupos sociales e instituciones públicas relacionadas.

Las decisiones estratégicas que hacen al bienestar general y el intercambio responsable con los actores involucrados, no se agota con pensar en la eficacia de las transacciones o el grado de actualización en las tecnologías de producción. Tienen que ver con los compromisos que derivan de convicciones y fundamentos humanistas de la organización y sus directivos. Esta preocupación por la integración al medio y la inclusión social es una capacidad propia de las empresas responsables. Tiene que ver con la motivación y compromiso de los integrantes, no está determinada ni limitada por dispositivos de control, de poder o autoridad.

En síntesis, la gestión socialmente responsable de las organizaciones se relaciona con la aplicación una trilogía de dimensiones éticas, referidas a: a) la construcción de capital social en el sentido de la cooperación y actitud solidaria en el trabajo y las relaciones humanas, b) las formas de gobierno democrático incluyendo la legitimidad (reconocimiento) de las decisiones, la requerida participación de la diversidad de grupos componentes y la transparencia en las decisiones, c) la integración activa de la organización respecto de las demandas y necesidades comunitarias. No es solo una actitud ideológica o modelos declarativos. El respeto a valores sostiene y legitima, hace sustentable la organización. Permite que la organización pueda superar situaciones imprevistas, articula esfuerzos mediante el trabajo en equipo y desde el compromiso voluntario le otorga al conjunto capacidad creativa e ideas innovadoras.

Otro proceso importante de la reforma empresaria en un clima de valores, refiere a la necesidad de construir y legitimar mecanismos de apelación y de justicia. Esto porque las empresas utilitarias o pragmáticas, suelen utilizar a los jefes también como jueces de sus propias decisiones inconsultas y autoritarias. Realidad que no es aceptable en el marco de un proyecto compartido y sustentable. Hay que enfrentar el riesgo de la impunidad que permite el ejercicio abusivo del poder, aceptar las reservas de conciencia. Las formas de apelación no llevan al desorden sino que vienen a compensar, equilibrar, la desigualdad de las relaciones jerárquicas en lo que ellas pueden tener de arbitrarias o bien ocultadoras de injusticias.

Luego de la voluntad política, de los acuerdos de base, de la educación y los mecanismos de justicia, otro avance necesario es la transparencia; Resen particular, enfrentar la hipocresía, el ocultamiento y el doble discurso. No como errores individuales sino como parte de un sistema perverso por sus implicancias autoritarias en lo interno y externo. No es aceptable en términos éticos que sólo algunos elegidos manejen la información y solo ellos conozcan el futuro de cantidades de personas que están pendientes de la estabilidad y el crecimiento en su trabajo. Se requiere transparencia sobre los proyectos y los cambios que están ocurriendo, el uso de los recursos y como ello afecta el futuro de todos. No solo como rendición de cuentas sino también como oportunidad para integrar opiniones valiosas. En el plano externo debe brindarse a los ciudadanos que apoyan la empresa con sus inversiones y transacciones, información real sin imágenes falsas sobre la situación, el funcionamiento y el cumplimiento de sus propósitos como institución social.