Expirado
Atrio2

Rosendo Fraga (Centro de Estudios Nueva Mayoría)

El sentimiento, concepto o valor de patria está en la obra la de Borges.
A veces está ligado al "culto de los mayores", es decir, sus antepasados.
Ya en su segundo libro, Luna de Enfrente (1925), en “Jactancia de quietud” leemos: Hablan de patria.
 Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y una vieja espada,

Cuando Borges escribe este poema, no ha cumplido los veinticinco años. La mención de la patria con "unos retratos y una vieja espada" es una clara identificación con el "culto de los mayores".

Treinta y cinco años después, en El Hacedor(1960), “Oda compuesta en 1960” es una poesía dedicada a la patria. Ese año se cumplía el sesquicentenario de la Revolución de Mayo:

El claro azar o las secretas leyes


Que rigen este sueño, mi destino,

Quieren, oh necesaria y dulce patria

Que no sin gloria y sin oprobio abarcas

Ciento cincuenta laboriosos años,

Que yo, la gota, hable contigo, el río,


Que yo, el instante, hable contigo, el tiempo,

Y que el íntimo diálogo recurra,


Como es de uso, a los ritos y a la sombra

Que aman los dioses y al pudor del verso.

Patria, yo te he sentido en los ruinosos

Ocasos de los vastos arrabales


Y en esa flor de cardo que el pampero

Trae al zaguán y en la paciente lluvia

Y en las lentas costumbres de los astros

Y en la mano que templa una guitarra

Y en la gravitación de la llanura


Que desde lejos nuestra sangre siente

Como el britano el mar y en los piadosos

Símbolos y jarrones de una bóveda


Y en el rendido amor de los jazmines

Y en la plata de un marco y en el suave

Roce de la caoba silenciosa


Y en sabores de carnes y de frutas


Y en la bandera casi azul y blanca


De un cuartel y en historias desganadas

De cuchillo y de esquina y en las tardes

Iguales que se apagan y nos dejan


Y en la vaga memoria complacida


De patios con esclavos que llevaban


El nombre de sus amos y en las pobres

Hojas de aquellos libros para ciegos


Que el fuego dispersó y en la caída


De las épicas lluvias de setiembre


Que nadie olvidará, pero estas cosas

Son apenas tus modos y tus símbolos.

Eres más que tu largo territorio


Y que los días de tu largo tiempo,

Eres más que la suma inconcebible

de tus generaciones. No sabemos

Cómo eres para Dios en el viviente

Seno de los eternos arquetipos,

Pero por ese rostro vislumbrado

Vivimos y morimos y anhelamos,

Oh inseparable y misteriosa patria.

En el concepto de patria de esta oda encontramos elementos del eje temático referido a Bue- nos Aires, como "los vastos arrabales" e "historias desganadas de cuchillos".También del "culto de los mayores" como "Símbolos y jarrones de una bóveda" (en el caso de Borges la Recoleta, donde están enterrados su bisabuelo, el coronel Isidoro Suárez, y su abuelo, el coronel Francisco Borges, y "vaga memoria complacida De patios con esclavos..." La transmisión genética del sentimiento de patria surge cuando dice: "La gravitación de la llanura Que desde lejos nuestra sangre siente". Y también está presente la abuela inglesa al identificar la patria con "el britano el mar".

En El Otro, el mismo (1964), hay otro poema dedicado a la patria. Es “Oda escrita en 1966”. Ese año, se cumplió el sesquicentenario de la Declaración de la Independencia, como seis años antes había sido el del 25 de Mayo. Pero en este caso, el poema conmemorativo es escrito por Borges dos años antes:

Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete

Que, alto en el alba de una plaza desierta,

Rige un corcel de bronce por el tiempo,


Ni los otros que miran desde el mármol,


Ni los que prodigaron su bélica ceniza


Por los campos de América


O dejaron un verso o una hazaña


O la memoria de una vida cabal


En el justo ejercicio de los días.


Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos.

Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo

Cargado de batallas, de espadas y de éxodos

Y de la lenta población de regiones

Que lindan con la aurora y el ocaso,


Y de rostros que van envejeciendo

En los espejos que se empañan


Y de sufridas agonías anónimas


Que duran hasta el alba


Y de la telaraña de la lluvia


Sobre negros jardines.

La patria, amigos, es un acto perpetuo

Como el perpetuo mundo. (Si el Eterno

Espectador dejara de soñarnos


Un solo instante, nos fulminaría,

Blanco y brusco relámpago. Su olvido.)

Nadie es la patria, pero todos debemos

Ser dignos del antiguo juramento

Que prestaron aquellos caballeros


De ser lo que ignoraban, argentinos,


De ser lo que serían por el hecho


De haber jurado en esa vieja casa.


Somos el porvenir de esos varones,


La justificación de aquellos muertos;

Nuestro deber es la gloriosa carga


Que a nuestra sombra legan estas sombras

Que debemos salvar.


Nadie es la patria, pero todos lo somos.

Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,

Ese límpido fuego misterioso.

Las dos primeras estrofas de esta segunda oda dedicada a la patria parecen desmentir la tercera. Pero en ésta, que es la última, retoma definidamente la identificación del sentimiento de patria con el "culto de los mayores": "Ser dignos del antiguo juramento......Somos... la justificación de aquellos muertos; Nuestro deber es la gloriosa carga...."

En La Rosa profunda (1975), “1972” es un tercer poema dedicado a la patria, en el cual pienso, se confirma la identificación con el "culto de los mayores":

Temí que el porvenir (que ya declina)

Sería un profundo corredor de espejos

Indistintos, ociosos y menguantes,

Una repetición de vanidades,

Y en la penumbra que precede al sueño

Rogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro,

Que enviaran algo o alguien a mis días.

Lo hicieron. Es la Patria. Mis mayores

La sirvieron con largas proscripciones,

Con penurias, con hambre, con batallas,

Aquí de nuevo está el hermoso riesgo.

No soy aquellas sombras tutelares

Que honré con versos que no olvida el tiempo.

Estoy ciego. He cumplido los setenta;


No soy el oriental Francisco Borges


Que murió con dos balas en el pecho,

Entre las agonías de los hombres,

En el hedor de un hospital de sangre,

Pero la Patria, hoy profanada quiere

Que con mi oscura pluma de gramático,

Docta en las nimiedades académicas


Y ajena a los trabajos de la espada,

Congregue el gran rumor de la epopeya

Y exija mi lugar. Lo estoy haciendo.

Este tercer poema dedicado a la patria, lo hemos citado parcialmente por las referencias a Francisco Borges. El nieto identifica la patria con sus ancestros, pero se ve a sí mismo mante- niendo su tradición con "mi oscura pluma de gramático". La identificación con el "culto de los mayores" es inocultable: "Es la Patria. Mis mayores/La sirvieron con largas proscripciones,/con penurias, con hambre, con batallas...."

En este mismo libro, en “En memoria de Angélica”, encontramos otra referencia a la patria que también está identificada con el "culto de los mayores":

Destinos que el azar no me depara;

Busca mi sobra los gastados mitos


De una patria que siempre dio la cara.

Un breve mármol cuida su memoria;

Sobre nosotros crece, atroz, la historia.

En La Moneda de Hierro (1976), “Elegía de la Patria” es un cuarto poema dedicado en forma completa a la patria:

De hierro, no de oro, fue la aurora.

La forjaron un puerto y un desierto,

Unos cuantos señores y el abierto


Ambito elemental de ayer y ahora.


Vino después la guerra con el godo.

Siempre el valor y siempre la victoria.


El Brasil y el tirano. Aquella historia

Desenfrenada. El todo por el todo.


Cifras rojas de los aniversarios,


Pompas de mármol, arduos monumentos,

Pompas de la palabra, parlamentos,

Centenarios y sesquicentenarios,

Son la ceniza, apenas, la soflama


De los vestigios de una antigua llama.

En este caso, la identificación del sentimiento de patria con el "culto de los mayores" se da a través de la reivindicación del pasado argentino épico-militar: "Siempre el valor y siempre la victoria./El Brasil y el tirano. Aquella historia..."

Los cuatro poemas dedicados por Borges a la patria muestran un sentimiento de identificación coherente. El contexto político del momento en que los escribe no parece influir demasiado. El primero está escrito durante la presidencia de Frondizi, el segundo en la de Illia, el tercero en el gobierno de facto de Lanusse y el cuarto en el inicio del gobierno de facto deVidela.

Estas variaciones en el contexto creo que no se reflejan en cambios de temática. Sólo en el segundo, las dos primeras estrofas parecen hacerlo, pero como dijimos, la última vuelve plenamente al sentimiento del "culto de los mayores".

En el concepto de patria de Borges pesan Isidoro Suárez, Francisco Borges, Isidoro Acevedo, Narciso Francisco de Laprida, Estanislao Soler.....La transmisión oral de las abuelas y la madre....

Pero al mismo tiempo, su apelación en los versos finales de “Oda escrita en 1966” identifica la patria con todos los argentinos, al decir:

Nadie es la Patria, pero todos los somos.

Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,

Ese límpido fuego misterioso.

Este año se ha cumplido medio siglo de la publicación de este poema, dedicado al sesquicentenario de la Declaración de la Independencia que se conmemoró dos años después en 1966. Recordarlo, dos años antes de que se celebre su Bicentenario, puede ser como dice en los primeros versos del poema “Oda a la Patria”, de El Hacedor (1960), publicado el año del sesquicentenario del 25 de Mayo de 1810,

Por el claro azar, o las secretas leyes

Que rigen este sueño, mi destino

Rosendo Fraga

Analista político y director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría