Angel Galindo García. Ex Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Empresa cogestionaria y Responsabilidad Social Corporativa
Saludo cordialmente a todos los miembros de esta mesa, a las autoridades y a los organizadores de este gran evento que se celebra bajo el logotipo del “Atrio de los gentiles”. Agradezco el ofrecimiento que se me hace para participar en este encuentro que quiere ser un camino abierto al diálogo y al ofrecimiento de la palabra.
Si Borges y la trascendencia nos ofrecen el marco ahora, con nuestra intervención, queremos añadir una tilde de realismo que visibilice la trascendencia. Lo hacemos con el título “Responsabilidad social y ciudadana”. Por mi parte, me sitúo en un horizonte creyente con la fuerza que la razón y la fe aportan para visibilizar una dimensión encarnatoria del hombre: la búsqueda del Bien Común al contrastar la pobreza en la que viven miles de personas.
El marco de reflexión es el de la ética en la que me sitúo como especialista en teología y moral social. La mirada, como enuncia el titulo, es la Responsabilidad social y la ciudadana: el homo socialis y el homo economicus están en el horizonte de mis palabras.
El atrio de los gentiles impulsado por la propuesta vaticana para promover el dialogo es una plaza abierta para dialogar desde la racionalidad intercambiando dones. Aquí cabe la responsabilidad social y ciudadana: se trata de la búsqueda de espacios de entendimiento.
Para ello, en esta reflexión después de situar el tema en el punto de partida, presentare algunas claves de responsabilidad ciudadana siguiendo el pensamiento del Papa Francisco, para terminar con una breve síntesis de la responsabilidad ética y ciudadana desde la crisis actual.
1. Punto de partida
La corrupción y la crisis económica actual afecta fundamentalmente a los países ricos ya que los pobres continuamente viven en este tipo de crisis por falta de lo más elemental para vivir. Los países ricos están cayendo en la fosa que desde el siglo XIX han ido cavando por una desviada aplicación del pensamiento ilustrado.
¿Existe solución a tantos desmanes occidentales? El hombre tiene capacidades suficientes para salir de esta sima. Hay respuestas experimentadas en el campo económico, ciudadano y político. Entre otras soluciones encontramos lo que los analistas actuales, entre los que se encuentra el papa Benedicto XVI en Caritas in veritate, llaman ‘la sociedad participativa’ y ‘las empresas socialmente responsables’. Surgen movimientos nuevos como el voluntariado, las ONG, los fondos éticos, empresas cogestionarías, la economía de comunión y lo que se denomina la empresa socialmente responsable.
“En las empresas sociales y económicas son personas las que se asocian, es decir, hombres libres y autónomos. Por ello, teniendo en cuenta las funciones de cada uno, propietarios, administradores, técnicos, trabajadores, y quedando a salvo la unidad necesaria en la dirección, se ha de promover la activa participación de todos en la gestión de la empresa, según formas que habrá que determinar con acierto. Con todo, como en muchos casos no es a nivel de empresa, sino en niveles institucionales superiores, donde se toman las decisiones económicas y sociales de las que depende el porvenir de los trabajadores y de sus hijos, deben los trabajadores participar también en semejantes decisiones por sí mismos o por medio de representantes libremente elegidos” (MM 408).
Tomamos este texto como punto de partida para indicar que la preocupación por una sociedad participativa y por la responsabilidad social en el campo de la empresa y de la economía ha sido larga y ha surgido desde hace decenios en la Doctrina Social de la Iglesia
Esta dimensión de colaboración social a nivel planetario es hoy una realidad, una posibilidad y un reto que favorece el intercambio social entre todos. Es digno de mención especial el creciente e inexcusable sentido de solidaridad entre todos los pueblos. Los organismos de los Estados y las asociaciones humanitarias favorecen iniciativas orientadas a este fin, generalmente mediante subsidios o desgravaciones fiscales en un caso, o poniendo a disposición considerables recursos en otro. En esta situación han surgido numerosas formas nuevas de colaboración entre entidades estatales y sociales.
El estudio de la economía como ciencia y como práxis en su conexión con la ética nos obliga a responder a alguna pregunta inicial, ¿por qué estudiar economía desde la ética? ¿qué sentido tiene relacionar la mediación económica y el intercambio de dones con la responsabilidad social y ciudadana? La respuesta no hay que buscarla en el convencimiento extendido de que hoy la economía es una de las ciencias sociales más importantes. Nuestra respuesta nace de la constatación de que la economía y la ‘polis’ forman parte de la esencialidad humana y por tanto atañe a su responsabilidad y a su sociabilidad.
Dentro de esta relación, ética y economía social, y la responsabilidad social ocupan un lugar significativo en referencia al ser humano. Esta, como realidad social, es una invención humana y un instrumento diseñado por el hombre para satisfacer mejor sus necesidades contentando a los demás. Se trata de una asociación libre de personas, destinadas a la producción de bienes y servicios, a la que todos aportan bienes y trabajos.
Por otra parte, ante los dos sistemas económicos más extendidos en occidente (Liberalismo y Colectivismo), existiendo en ellos contradicciones intrínsecas y, a la vez, aportaciones de las que se puede sacar opciones sociales positivas para la humanidad, nos podemos preguntar, desde la búsqueda de la responsabilidad social y ciudadana, si ¿es posible transformar estos sistemas haciéndoles más humanos y humanizadores? o ¿debemos presentar una tercera vía de formación del proceso económico y social?.
¿Cómo conciliar y vivir desde la ética esta realidad que a veces es conflictiva y hasta irreconciliable desde el engranaje socioeconómico? Antes de responder a esta pregunta, creemos que “no corresponde a la ética proponer un modelo económico concreto; la competencia de la ética está en el reino de los ‘fines’ y no en el de la instrumentalización técnica de los medios”. Optamos por soñar con una utopía económica y ofrecer algunas modestas ofertas, propias de la “responsabilidad social participativa” que nos lleven hacia un auténtico intercambio de bienes.
Pero esta propuesta solidaria no pertenece al campo de las utopías irrealizables sino de los ideales posibles. Se puede decir que de las soluciones utópicas se han apartado tanto humanistas como economistas. Pero los grupos participativos en el ámbito social pueden ir cambiando la imagen social de la misma sociedad. Un cambio puede llegar a través de la sociedad participativa en la que la empresa responsable se puede presentar como anticipo y modelo de un tipo concreto y real de responsabilidad social corporativa. En este sentido nos referimos al manifiesto firmado por varios economistas en 1988 dirigidos por el premio nobel de economía K. Arrow:
“Es necesario que los ciudadanos y los responsables políticos opten y voten, a sus niveles respectivos, electorales o parlamentarios, gubernamentales e internacionales, nuevas leyes, nuevos presupuestos, nuevos proyectos y nuevas iniciativas, que sean inmediatamente puestos en práctica para salvar a miles de millones de hombres de una deficiente alimentación y del subdesarrollo, y de la muerte por hambre a centenares de millares de seres de cada nueva generación”.
Ahora bien, en esto como en otros ámbitos, no existen recetas únicas ni una praxis automática. Al contrario, cada institución social habrá de sopesar con cuidado como responde o debe responder a las nuevas exigencias. En todo caso, aunque es razonable pensar que cada institución coopera desde su campo propio, siempre es verdad que unas pueden aprender de otras y que en estos temas todo merece ser adecuadamente sopesado.
2. Claves de la responsabilidad ciudadana según el Papa Francisco
El papa Francisco ha advertido sobre el riesgo de la indiferencia, que nos puede hacer ciegos, sordos y mudos. Lo ha hecho en un vídeo-mensaje a la IV edición del Festival de la Doctrina Social de la Iglesia, que se celebra en Verona del 20 al 23 de noviembre de 2014 donde reflexiona sobre el tema "Mas allá de los lugares dentro del tiempo''.
Sobre este tema del Festival, el Papa hace algunas reflexiones y presenta varias claves. En primer lugar, señala que la situación de crisis social y económica en la que nos encontramos puede "asustar, desorientar, o hacernos pensar que la situación es tan difícil que no podemos hacer nada al respecto". Por eso, "la gran tentación es pararse a curar las propias heridas y encontrar una excusa para no escuchar el grito de los pobres y el sufrimiento de aquellos que han perdido la dignidad de traer a casa el pan porque se han quedado sin trabajo". De este modo, indica que los que sólo buscan sanar sus heridas, terminan maquillándose. Por esta razón, Francisco advierte que "el riesgo es que la indiferencia nos haga ciegos, sordos y mudos, presentes sólo en nosotros mismos, frente al espejo, y que todo lo que sucede nos sea extraño". Había alguien así, se llamaba Narciso, y este ejemplo no funciona, afirma el Papa.
En segundo lugar, en su mensaje, el Pontífice recuerda que "estamos llamados a ir más allá y abordar las necesidades reales". Por eso, "es urgente abandonar los lugares comunes, que se consideran seguros y garantizados, para liberar las muchas energías escondidas y no conocidas que están presentes y trabajan muy concretamente". Ir más allá, asegura el Papa, quiere decir "agrandar y no restringir, crear espacio y no limitarse a su control". Y para ir más allá hay que tomar la iniciativa.
Asimismo, en una tercera clave, el Papa Francisco asegura que "también hoy en el ámbito económico es urgente tomar esa iniciativa, porque el sistema tiende a homologar todo y el dinero se vuelve el dueño. El sistema te lleva a esta globalización que no es buena, que homologa todo." ¿Y quién es el dueño de esta homologación?, se pregunta. A lo que responde: "El dinero". Tomar la iniciativa en estas áreas -explica el Santo Padre- es tener el valor de no dejarse atrapar por el dinero y por los resultados a corto plazo que te convierten en esclavo.
En cuarto lugar, señalando que hoy se dice que muchas cosas no se pueden hacer "porque falta dinero" pero siempre hay dinero para hacer otras cosas, "comprar armas", "hacer la guerra", "operaciones financieras sin escrúpulos"; el Papa advierte que "el verdadero problema no es el dinero, sino las personas". Al respecto, explica que "el dinero por sí solo no crea desarrollo, para crear desarrollo son necesarias personas que tengan la valentía de tomar la iniciativa".
En quinto lugar, tomar la iniciativa -matiza en su discurso el Santo Padre- significa desarrollar una empresa capaz de innovación no sólo tecnológica; se deben renovar también las relaciones de trabajo experimentando nuevas formas de participación y responsabilidad de los trabajadores, inventando nuevas formas de acceder al mundo del trabajo, creando una relación solidaria entre la empresa y el territorio.
En este punto, el Pontífice pone el ejemplo del padre de un niño con síndrome de down que se inventó una cooperativa constituida por chicos con síndrome de down, "estudió un trabajo apto para ello, hizo un acuerdo con una empresa para la venta de sus productos...". Esto es un ejemplo de ir más allá, "moverse significa crear nuevos procesos".
Tomar la iniciativa- asegura- significa también considerar el amor como la verdad fuerza para el cambio. Facilitar la expresión y el crecimiento de los talentos es lo que estamos llamados a hacer y para hacer eso es necesario abrir espacios, explica el Papa. Por eso, "liberar los talentos es el comienzo del cambio". Y hablando de talentos, el Santo Padre observa que el tema atañe sobre todo a los jóvenes. "Si queremos ir más lejos tenemos que invertir decididamente en ellos y darles mucha confianza".
Finalmente, el Pontífice afirma que "ir más allá de los lugares no es el resultado de la casualidad individual, sino de compartir un único fin: la historia es un camino hacia la realización. Si nos movemos como un pueblo, si vamos juntos hacia adelante, nuestra existencia pondrá en evidencia este significado y esta plenitud''.
3. Responsabilidad ciudadana y ética ante la crisis actual
Con la reflexión hecha hasta ahora desde la relación entre ética responsable, ciudadana y economía, la empresa socialmente responsable ofrece un horizonte idóneo para el funcionamiento de la responsabilidad social corporativa en el ámbito empresarial y ciudadano. La razón está en que la empresa socialmente responsable conlleva una política de actuación que permite a las empresas que la adoptan integrar voluntariamente acciones éticas, sociales y ecológicas en sus actividades comerciales y en las relaciones con los interlocutores. Muchas empresas son conscientes de que pueden contribuir al desarrollo sostenible orientando sus operaciones a fin de favorecer el crecimiento económico y aumentar su competitividad, al tiempo que garantizan la protección del medio ambiente y fomentan la responsabilidad social, mediante políticas que favorezcan los intereses de todos sus stakeholders.
La oferta de responsabilidad debe tratar de lograr el triple objetivo económico, social y medioambiental y debe informar de ello a todos los agentes sociales implicados, dentro y fuera de la empresa. La responsabilidad social y ciudadana se puede definir como el conjunto de obligaciones y compromisos, legales y éticos, nacionales e internacionales, con los grupos de interés, que se derivan de los impactos que la actividad y operaciones de las organizaciones producen en el ámbito social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos
En cuanto a la crisis mundial actual en la que de forma significativa ha intervenido la economía bursátil, la RSC en el propio negocio de intermediación bancaria y de inversión de una empresa y de la ciudadanía consiste en incorporar consideraciones ambientales y sociales en el diseño de productos, en la política de crédito e inversión y en definitiva en la estrategia del negocio y en la gestión de riesgos de la entidad. En esta línea se han de prever por los gestores de la empresa tanto productos de ahorro como los fondos de inversión socialmente responsable o los depósitos éticos, como productos de crédito o inversión que tienen en cuenta el impacto social y medioambiental de la actividad a financiar. No cabe duda, que para cumplir este objetivo, la participación ciudadana y de todos los factores de producción favorece la tarea laboral.
Integrando el concepto de sostenibilidad en la estrategia del negocio de un banco y en los procedimientos de tomas de decisiones, las instituciones pueden apoyar proyectos ambientales o socialmente responsables, tecnologías innovadoras y empresa sostenibles, con una influencia y efecto multiplicador incalculable.
En este sentido hoy, en un ambiente de economía global, la empresa socialmente responsable ha de mirar a la potenciación de la acción a través, entre otros, de los bancos éticos. Estos son el ejemplo más emblemático e integral de las finanzas éticas ya que se especializan en financiar proyectos, organizaciones y empresas que contribuyen a un desarrollo sostenible y trabajan por conseguir un mundo más justo y solidario. Es decir, con su actividad promueven la economía responsable y solidaria, dirigiendo el ahorro hacia proyectos sociales, culturales y medioambientales en su país y en el tercer mundo
La utilidad y la eficacia de la empresa responsable para la economía actual puede deducirse de las causas por las que la responsabilidad social corporativa se ha convertido en uno de los conceptos centrales del futuro de la economía mundial y de la sociedad:
Acontecimientos tan relevantes como la crisis de Nerón, el “maquillaje” de los balances, los numerosos casos de corrupción, las burbujas financieras, la falta de confianza de los inversores en unos mercados donde la cultura del pelotazo había dado la espalda a una cultura del trabajo, el esfuerzo y el ahorro, lo demuestras, por otra parte, los sindicatos no se podían imaginar la desaparición tan rápida de la alternativa socialismo - capitalismo. Se quedaron con el pie cambiado porque la centralización y la nacionalización económica no generan valor para la sociedad, han tenido que rebajar su discurso revolucionario y convertirse en agencias de empleo, gestores de servicios para trabajadores o administradores de conflictos laborales
En otro orden de cosas y como causas, en las sociedades globales se han producido cambios de cierta importancia: el cansancio ante una economía financiera que no ha estado al servicio de una economía productiva, la reducción del trabajador a “simple mano de obra”, el aumento de la sensibilidad medioambiental, el protagonismo de las organizaciones no gubernamentales, la necesidad de evitar la exclusión social y sobre todo el reconocimiento de que el ejercicio de la ciudadanía alcanza por igual al tiempo de trabajo que el tiempo de ocio, son fenómenos sociales que requieren la misma reflexión desde el capitalismo.
Por otra parte, conceptos nacidos de la ética de empresa como fondos éticos, incentivos solidarios, códigos de buenas prácticas, empresas solidarias, empresa ciudadana, cartas de servicio... desempeñan un papel importante en la reflexión y estudios sobre estos temas relacionados con la responsabilidad social y ciudadana. Asimismo, porque la empresa responsable se ajusta bien a la definición de la responsabilidad social diciendo que “se trata de una integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con los afectados por las actividades de las empresas”. Pero esta definición puede interpretarse desde tres perspectivas:
Entre los principios sociales para promover la Responsabilidad social Corporativa que se derivan de estas secciones podemos destacar: Voluntariedad de la Responsabilidad Social; Transparencia y convergencia en las actuaciones de responsabilidad social de las empresas; Focalización en las actividades en las que la intervención de la Comunidad aporte un valor añadido; Enfoque global de la responsabilidad social integrando los aspectos económicos con los sociales y medioambientales; Adaptabilidad de la responsabilidad social a cualquier tipo de sociedad con independencia de su tamaño; y Coherencia con otros organismos internacionales: OIT, OCDE Y pacto mundial de las Naciones Unidas.
Angel Galindo García
Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca. Fue fundador de la Escuela Diocesana de Teología y de los cursos en Arte Sacro. Cursó estudios teológicos en la Facultad de Teología del Norte de España y en la de la Universidad Pontificia de Salamanca. Es profesor de la Facultad de Teología desde 1984 y catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca, después de haber obtenido el Doctorado en la Universidad Lateranense de Roma. Su actividad docente se situó en el campo de la Teología Moral y Doctrina Social de la Iglesia, en los que es uno de los especialistas más conocidos dentro de la Iglesia Católica, y dentro de su universidad tuvo a su cargo el área de Responsabilidad Social.
Es autor de 25 libros, entre ellos “El hombre ante Dios: entre la hipótesis y la certeza”, y “Responsabilidad Social Corporativa y medios de comunicación social”. Es autor también de más de 200 títulos y publicaciones en revistas de investigación y en obras de colaboración sobre temas como moral económica, política, Derechos Humanos, emigración, familia y Doctrina Social de la Iglesia. Ha ejercido diversos cargos en la Universidad Pontificia de Salamanca, como el decanato de la Facultad de Teología en dos periodos consecutivos. Antes había sido vicedecano, Director de las Jornadas de Teología de su facultad, y Director del Servicio de Publicaciones.