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Reflexiones Diálogo Intercultural

Fue miembro de la Academia Pontificia de Ciencias, catedrático de universidades, jefe de la revista Etudes y presidente del Foro Ecuménico Social. 

"Redescubrir la diversidad y la pluralidad".

Habiendo vivido un cierto tiempo me he dado cuenta que las problemáticas han cambiado muchísimo. Voy a empezar con una cita para decir que desde los primeros momentos de la problemática del desarrollo, digamos en los años 60 del último siglo, ha habido igualmente una problemática cultural y de desarrollo. Pienso en lo que decía el Papa Pablo VI en el año 67' en encíclicas sobre el desarrollo, la famosa Populorum Progressio. Disculpen que cito al Papa, pero es porque la Iglesia Católica ciertamente ha sido una de las organizaciones más presentes en este tema desde los primeros años de esta problemática.

Decía Juan Pablo XVI que, rico o pobre, cada país posee una civilización recibida de sus mayores, y constituida por instituciones exigidas por la vida terrenal, instituciones económico, sociales, y además manifestaciones superiores artísticas, intelectuales, religiosas, de la vida del espíritu, o sea de la cultura. Mientras que estos elementos de civilización contengan verdaderamente valores humanos, afirmaba el Papa, sería un grave error sacrificarlas a aquellas otras nuevas expresiones del desarrollo económico. Un pueblo que lo permitiera perdería con ello lo mejor de sí mismo, y sacrificaría sus razones de vivir.

Consecuentemente decía Pablo VI que los técnicos en misión de desarrollo no deben comportarse como dominadores, sino como asistentes y colaboradores. "Un pueblo -agregaba- percibe enseguida si los que vienen en su ayuda lo hacen con o sin afección. Los agentes de estas misiones se esforzarán sinceramente por descubrir junto con su historia los componentes y las riquezas culturales del país que las recibe. Se establecerá con ello un contacto que fecundará una y otra civilización".

Esto demostraba un interés muy intenso en las culturas presentes en el mundo en el que se procuraba el desarrollo.

Yo enseñé sobre desarrollo en la Escuela de Ciencias Políticas en París desde la década del 60', y durante muchos años vi cambiar las cosas. Si pienso en todo lo que decíamos en aquellos años es claro que había preocupación por no aplastar, por no pisar las culturas tradicionales. Pero también se quería respetar algo que viene de un pasado, el resto de una historia anterior. Después de muchos acontecimientos más recientes tantas cosas renacen y nos obligan a pensar en otro modo que no sea esta idea de "respetemos este pasado", y eso provoca problemáticas completamente nuevas.

Hubo tantos acontecimientos en años recientes en cuanto a las culturas. Primeramente el desarrollo de una construcción continental, la Unión Europea, ha provocado paradójicamente un renacimiento de las culturas y a veces también de entidades políticas correspondientes. Sucedió en España, en Italia, en Bélgica, para mencionar a algunos países de Europa Occidental.

Por otro lado nació a la vida política Eslovaquia, que es notable, que vive de verdad. Se desmembró Yugoslavia, no se sabe todavía en cuantos pedazos.

En América Latina se han despertado las culturas indígenas, los pueblos originarios, muy particularmente en el mundo andino, con grandes consecuencias en la esfera política, y probablemente esto es sólo un principio. Pienso también, para dar otros ejemplos, en todo lo que significó ya en el año 1993, la Asamblea Episcopal Católica Latinoamericana de Santo Domingo, que seguía  a las de Medellín y Puebla, muy marcadas estas por los temas de la Teología de la Liberación, tal vez en algo negligentes en el tema cultura, y este tema volvió como reacción a través de la Asamblea de Santo Domingo muy marcadamente y posiblemente además con un matiz polémico.

Yo he vivido bastante de cerca también el desmembramiento de la Unión Soviética, que ha provocado el renacimiento de muchas culturas particulares bálticas, caucasianas, turcomanas, sin hablar de particularidades internas de la nueva Rusia que es un Estado "federal", y esta no es una palabra solamente de conveniencia sino que es la realidad.

En su tiempo el Papa Juan Pablo II hizo reaparecer en el vocabulario católico la palabra nación, que había desaparecido en los 30 o 40 años anteriores. No es que haya querido restablecer el viejo sistema de los Estados nacionales, pero volvió a darle peso a esa palabra en el sentido de entidad cultural precisamente, afirmando que lo que hace una nación es su cultura. Las culturas precisamente tienen una diversidad enorme, y la nación tiene que ser, en cuanto cultura, plenamente respetada. El acusó mucho a los diversos Estados vecinos a su patria de haber faltado el respeto a la cultura y la nación polaca durante 3 siglos.

Todos estos han sido acontecimientos de gran peso en los 20 o 30 últimos años, no previstos en los primeros diseños, después en la segunda Guerra Mundial. ¿Es esto poner un alto a la mundialización? Probablemente no. Sin embargo es poner un alto a la homogeneización que se desarrollaba con cierta ingenuidad con el progreso tecnológico  después de la segunda Guerra Mundial.

La consideración de la multiculturalidad, de la diversidad cultural tiene hoy claramente que ser un aspecto esencial de la responsabilidad de los Estados, como así también de las empresas y las ONG de todo tipo. Son conocidas por todos las tensiones que ha vivido recientemente la Unión Europea con un esbozo constitucional rechazado por los pueblos en el año 2005.  Esto es interesante porque si bien no todo el pueblo se manifestó, donde hubo manifestación del pueblo el referéndum se rechazó. Donde los Estados no contaban con el pueblo, y quisieron ratificar por medio del gobierno y del parlamento, todo fue bien.

Se ha descubierto que la marcha hacia adelante de Europa no va sin un gran respeto a muchas particularidades. Esto no se pensaba hace 20 o 30 años. No es tanto una cuestión de soberanía nacional, ideológica,  aunque algunos lo digan, pero lo que sí hay es un pedido de atención personalizada, regionalizada. Una atención que se podría decir que ha estado en el principio mismo de la construcción europea, que ha nacido contra autoritarismos, contra totalitarismos, pero que de vez en cuando se olvidó en los años posteriores.

Identidad y diversidad van juntas hoy, y no hay identidades sino en plural. Un ministro francés y un presidente han decidido abrir una gran discusión sobre identidad nacional, cosa peligrosísima, por lo menos en cierto sentido. Puede ser que termine bien, que la gente diga "tenemos identidades en plural", y que manifiesten un sentido mucho más abierto a esta pluralidad. Pero lo que quiero decir es que identidad, ya sea francesa o europea, no puede ser sino muy plural. Esto ha cambiado desde la vieja Francia, que por ejemplo tenía la idea de integrar a gente de distintos orígenes, porque siempre ha habido inmigración, y la respuesta era el servicio militar, y con eso funcionaban bien. Pero son cosas que ya no funcionan, porque el tema se hizo mucho más complejo.

La historia reciente, lo que advertimos en los primeros años del siglo 21, nos pide una atención mucho más grande con todas estas culturas al interior de un país en particular como entre distintos países en todo el mundo.

Lo hemos advertido en nuestro Foro Ecuménico Social, que nació en el tiempo de la crisis Argentina entre 2001 y 2002, para afrontar la inmensa ola de pobreza que surgió en aquellos años. Pobreza que era un problema cultural también, de clases sociales medias muy arraigadas en la historia de un país como Argentina. Poner esto en discusión o destruir esto en cierto sentido, como lo hacía tal crisis económica, no era solamente crear más pobres, sino deshacer toda una cultura. Lo que habíamos empezado bajo el nombre de Foro Ecuménico Social, que podía aparecer como una preocupación de ayudar a los nuevos pobres de aquel momento, rápidamente nos hizo pensar en aspectos culturales.

Hemos entrado rápidamente en la problemática Responsabilidad Social, pero rápidamente también hemos descubierto que lo social es más menos lo mismo que lo cultural. La responsabilidad social es una responsabilidad hacia culturas diversas que se encuentran, que en cierto sentido se pueden enfrentar, pero que necesitan diálogo, colaboración, cooperación, apertura mutua, etc.

Lo hemos rápidamente advertido en esta pequeña historia del Foro Ecuménico Social, de tal suerte que una de las cosas a las que nos dedicamos es dar premios a la Responsabilidad social de empresas y ONG. Esto nos ha hecho re-pensar cada año qué es esta responsabilidad social. Al respecto, hay una evolución en pocos años de la idea. Tomo solo un aspecto rápidamente. Se ha dicho que la Responsabilidad Social no es la acción social, o más bien la acción social no es la Responsabilidad Social, o no es el contenido completo de la Responsabilidad Social. Esto es muy importante. Evidentemente no es algo cosmético, o algunas acciones simbólicas. Si no tiene que ver con lo esencial de la actividad de la empresa, no es responsabilidad social.

Como decimos en francés, tiene que estar presente en "le coeur de cible", en el centro del corazón de la empresa. La responsabilidad social no tiene que quedarse en las cosas periféricas. Tiene que manifestarse en la actividad principal de la empresa, que es servir de verdad a clientes en sus necesidades, y después naturalmente a la comunidad; hay cuestiones de ciudadanía. Pero si la empresa no muestra su sentido social en lo esencial de su actividad, o si dice "esto no toca a nadie de nosotros, la empresa está para ganar dinero y nada más", ciertamente es una visión demasiado reductiva de la responsabilidad social.

También la responsabilidad social incluye todo el intercambio multicultural que es necesario para la buena vida de una empresa.

La historia reciente, por muchísimos aspectos, muchos acontecimientos, nos ha hecho redescubrir la diversidad, la pluralidad, la particularidad, y si no respondemos a esto, no creamos la sociedad a la que la humanidad actual tiene derecho.

Esto no significa la muerte de la mundialización o globalización, pero sí significa que queremos una multi relación o globalización amiga del hombre y de sus particularidades. Es importante darse cuenta de esto para reformar muchas instituciones y reglas de nuestras actividades en todos los sectores de la vida, en las empresas y también en las ONG.

Ponencia en el seminario sobre Diálogo intercultural en América Latina que organizó el Foro Ecuménico Social con la Universidad de Salamanca el 5 de noviembre de 2009, en esa universidad.

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