Redes locales: la articulación entre los sectores sociales
Vicepresidente de la Fundación Loma Negra
Casi 18 mil jóvenes fueron impactados directamente por los proyectos auspiciados por la Fundación, que actuó en red con 118 instituciones.
Loma Negra, la empresa cementera de más de ochenta años de liderazgo indiscutido en el sector, inició en julio de 2005 una nueva etapa abierta por el cambio de accionistas. Bajo la titularidad de su anterior propietaria, Amalia Fortabat, fue por varios años el donante industrial más importante de la comunidad. Cuando se produjo la venta de la compañía al grupo Camargo Corrêa, uno de los desafíos fue transformar una cultura que correspondía a un modelo de gestión y de intervención social de las décadas pasadas, muy eficiente y enormemente generoso, en una cultura más participativa, integradora y focalizada. Así, entre finales de 2005 y el primer semestre de 2006 se constituyó en términos formales la Fundación Loma Negra para el desarrollo sustentable.
Generosidad y creatividad
Los argentinos hemos pasado por muchas crisis que han hecho vibrar el piso sobre el que estábamos parados, que han producido distintas reacciones. En general, cada uno tiene muchas y variadas experiencias de estas situaciones que no hemos creado, aunque somos parte de los que han canalizado las respuestas. Hay muchos elementos que queremos compartir porque se trata de experiencias comparables.
Lo primero que identificamos como denominador común en todas las reacciones es la generosidad de las respuestas personales.
En la crisis también aparece con mucha fuerza la creatividad. Frente a situaciones no previstas, los argentinos demostramos ser muy creativos e ingeniosos y tener una enorme capacidad de recuperación. Este factor nos da cierta convicción de que nada es muy grave, porque de algún modo lo podemos solucionar. Convicción que creemos nos confunde, porque aunque podamos resolver muchas cosas, los argentinos –a diferencia de las naciones vecinas- pagamos precios altísimos por estar siempre recomenzando lo que nunca alcanzamos a terminar.
Nuestra comunidad reacciona en gran medida frente a la emergencia cuando toma conciencia, porque alguien lo señala. Pero como no llevamos controles periódicos o estadísticas confiables con series largas, no advertimos los desvíos y su gravedad y no desarrollamos estrategias de recuperación de metas parciales a medida que nos vamos alejando de ellas. De golpe, abruptamente, advertimos que “todo esta mal” y reaccionamos.
Igualdad de oportunidades
Otro dato tiene que ver con una fuerte confusión de principios y de aplicación de valores. La igualdad de oportunidades que todos proclamamos no implica la igualdad de todos, todo el tiempo y en todos los aspectos. Se refiere a la necesidad de dar la oportunidad de alcanzar su cenit personal a cada uno, de crear oportunidades sobre todo en el período de formación de cada persona, así como a la capacidad de empezar juntos y contar con los mejores recursos para avanzar. Si alguno está fuera del circuito, hay que apoyarlo para que llegue a la línea de largada, al momento del empleo o al momento de la plenitud personal. A cada uno hay que brindarle las herramientas para alcanzar su máximo potencial, que son diferentes porque somos personas distintas.
¿Cuáles son las sugerencias? Claudio Fernández Aráoz, autor del exitoso “Rodeate de los mejores” nuevo best seller en el mundo de los negocios, que lamentablemente entre nosotros circula muy poco, sostiene que cuando los argentinos trabajamos en grupo, en general dejamos de lado la grandeza y la confundimos con la humildad. Propone: “hay que aspirar a la grandeza, consciente y estratégicamente, y evitar la mediocridad”.
Este consejo aplica perfectamente para el sector social, porque tenemos que hacernos cargo de lo poco que tenemos, o de lo poco que hacemos y pese a ello o mejor, justamente a causa de ello, no perder de mira los modelos mayores, aquellos que han generado resultados respetables. Debemos tener la mente y las manos abiertas para asumir estos modelos y procurar que esta condición de éxito sea conocida, sin prejuicios, y sea asumida por todos. Hay que pensar con grandeza, para no achicar la mirada y repetir todos los años los mismos problemas. Otra sugerencia radica en la necesidad cada vez más patente de trabajar para el largo plazo, por resultados que probablemente no veremos, con una visión firme y clara definida de antemano. Ello facilitará actuar con disciplina de pensamiento y disciplina de acción.
Tuvimos la experiencia de la crisis de 2001/2002 que compartimos con muchos. En ese momento me encontraba en el mismo sector, en otra empresa. La crisis dejó grandes enseñanzas, que están reflejadas con los factores de creatividad, generosidad y capacidad de reacción. Pero también incurrimos en errores que no debemos repetir. Uno de ellos fue abandonar los trabajos estratégicos para atender las emergencias y después empezar todo de nuevo, como si no tuviéramos historia ni memoria de los frutos que se habían ido consiguiendo, de las construcciones que se habían iniciado.
No todo lo realizado en el período precedente ni en la década anterior fue negativo. Ciertamente hubo errores y generamos el accidente brutal que nos llevó a la situación de 2001/2002. Por tal razón, hay que tener disciplina para analizar las causas de lo ocurrido, discernir, replantear y reformular, restablecer nuevos objetivos centrales; es un error abandonar la mirada de largo plazo. Si queremos ser eficientes tenemos que corregir este factor.
Otro elemento fundamental que debe estar presente es la articulación entre los sectores sociales, condición necesaria y suficiente para lograr la dignidad humana, la gobernabilidad y el Estado social de derecho. No se trata de echar la culpa afuera; en todo caso fue un problema que aquejó a toda la sociedad. Si Estado, empresa y tercer sector actúan cada uno aisladamente para cumplir sus propios objetivos, se da lugar al caos en la sociedad. Si el Estado y la empresa se asocian y dejan al tercer sector afuera, se generan actitudes corporativas; la sociedad queda anclada, sometida a las decisiones del gobierno. En cambio, si la empresa y el tercer sector se asocian y dejan al margen al Estado, aumenta la deslegitimización política, con el gobierno nacional, provincial y local fuera de las decisiones relevantes. A su vez, si el tercer sector se vincula solamente con el Estado y el mundo empresario queda afuera, se da lugar al populismo. Y el populismo carece de subsistencia política, porque primero toma los recursos del Estado y después finalmente no tiene cómo sostenerse sin tomar recursos del sector privado. Por eso, la articulación de los tres sectores es necesaria para alcanzar la gobernabilidad.
En los últimos meses de 2008, cuando el mundo y la Argentina -de nuevo- estábamos entrando en un período de crisis, en la Fundación Loma Negra proyectábamos el desarrollo de los programas que íbamos a atender en 2009. Y nos propusimos, pese a la situación, no perder de vista el largo plazo ni dejar de soñar con transformar la sociedad.
Redes para transformar la sociedad
Durante nuestro primer período -2006/2008- fuimos afianzando el rol de la Fundación Loma Negra como elemento transformador social en las 8 localidades donde la compañía tiene actividad industrial y en Buenos Aires. Focalizamos el trabajo en los jóvenes de 15 a 25 años a través del apoyo a proyectos de organizaciones sociales. Con el fin de fortalecer el vínculo con las comunidades, formamos comités locales con colaboradores de Loma Negra. Capacitamos a sus miembros y a los líderes locales, identificamos en cada ciudad a los principales operadores del sector social, y los invitamos a trabajar juntos para luego presentar proyectos de inversión social privada –solos o en red- cuyas acciones fueran en beneficio de la juventud.
Un total de casi 18.000 jóvenes fueron impactados directamente por los proyectos auspiciados por la Fundación, que actuó en red y mediante alianzas con 118 instituciones del tercer sector de diferente tipo, pero siempre con el mismo objetivo en el conjunto de las localidades donde actúa.
En noviembre de 2008 la fundación convocó a más de 150 de sus beneficiarios, líderes juveniles, autoridades locales y colaboradores a tres jornadas de reflexión sobre lo vivido y aprendido durante el proceso que en ese momento estaba concluido en más del 80 %. El filósofo colombiano Bernardo Toro dirigió los trabajos y ayudó a extraer las conclusiones que buscaron, por un lado, evaluar lo aprendido, pero además responder a la pregunta ¿qué podemos hacer para lograr impacto realmente transformador en la sociedad para los próximos cinco años?
Las conclusiones fueron las siguientes:
- Los proyectos aislados son buenos, pero un programa común por localidad es potencialmente más transformador. (Genera además redes sociales y sinergias).
- Los jóvenes beneficiados pueden quedarse pasivos, pero podemos convertirlos en protagonistas y que sean los líderes de la transformación de su propia comunidad.
- Los comités de la FLN han sido muy eficientes y sus voluntarios han hecho un trabajo esforzado, pero es superador el trabajo acordado por Consejos de Desarrollo Comunitario (CDC) con la integración de líderes comunitarios.
- Podemos ir transformando los actuales comités de la FLN en CDC en sus respectivas localidades.
- Definimos además los Consejos de Desarrollo Comunitario -que estamos creando en cada localidad- como: un espacio permanente de reflexión para generar una visión común y facilitar las soluciones para las prioridades de la juventud, conformado por organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas, autoridades locales y jóvenes líderes de cada comunidad.
Creamos un espacio permanente de reflexión para lograr una visión común para una nueva Zapala, un nuevo Frías, una nueva Olavarría y un nuevo Cañuelas. Así vamos a encontrar soluciones al identificar los problemas, para saber qué vamos a priorizar y cómo lo vamos a hacer. Desde los Consejos de Desarrollo Comunitario pretendemos trabajar en la elaboración de un proyecto común en donde los jóvenes líderes se conviertan en protagonistas responsables de la gestión.
Aspiramos a que los jóvenes se hagan responsables de sus propios objetivos, que trabajen en cada una de las comunidades en proyectos ligados a la generación de renta, el cuidado del medio ambiente, el desarrollo de ciudadanía y la cultura del trabajo.
¿Qué vamos a cosechar? No tenemos una respuesta de antemano. Con el sólo ejercicio de los CDC estamos creando múltiples puentes entre diferentes actores sociales en cada comunidad, porque los CDC no son de Loma Negra, ni de la Fundación Loma Negra, sino que son de Zapala, de Frías, de Olavarría o de Cañuelas.
Vamos a generar plasticidad en las articulaciones entre los sectores, porque la solidificación de los lazos sólo se va a dar si en vez de enfrentar los temas con la rigidez de una posición inamovible, se enfrentan los proyectos con la necesidad de llevarlos a cabo con el protagonismo de cada uno de los actores.
Es preciso construir una cultura para resolver los problemas dentro del sistema. Necesitamos enfrentar colectivamente la dificultad y resolverla colectivamente, pero dentro del sistema, aún a riesgo de demorarnos, porque todavía no estamos bien articulados. Hay que tener una hoja de ruta, una mirada de largo plazo para hacer las construcciones con cimientos firmes, para que cuando vengan las épocas de tormenta presentes en todos los desarrollos de la vida social, de mayor o de menor magnitud, no se derrumbe toda la construcción.