Creatividad para que todos accedan a un trabajo digno
El Pastor Federico Schäfer, presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, propuso medidas para la creación de lugares de trabajo y el fomento de la pequeña empresa y de micro emprendimientos, al presentar la sesión de la Cátedra Abierta.
Al presentar la 3ª sesión de la Cátedra Abierta sobre Responsabilidad Social y Ciudadana 2003 me referí brevemente a los fundamentos de la ética cristiana en relación a la responsabilidad social y ciudadana desde el punto de vista de la teología protestante. El año pasado al presentar la 4ª sesión de esta cátedra, enfaticé en el proceso de aprendizaje en el que nos debíamos involucrar al querer poner en práctica la responsabilidad social y ciudadana, y al diálogo al que debíamos concurrir todos los actores de la sociedad aportando cada uno desde su especialidad sus conocimientos y experiencias, en aras de construir una sociedad en la que todos pudiéramos sentirnos bien. En esa oportunidad mencioné también la necesidad de valorar el trabajo humano y creativo más allá de su rédito económico en el contexto de la maximización de las ganancias como móvil de la economía.
Si nos remitimos a las primeras páginas de las Escrituras, el trabajo pareciera ser puramente castigo impuesto por un Dios justiciero. No vamos a negar que el trabajo implica esfuerzos y penurias, no sólo el trabajo corporal. No significa que a través del trabajo siempre tengamos la oportunidad de realizarnos como personas. El trabajo significa, sin duda, disciplina, cumplir horarios, levantarse temprano, hacer muchas veces lo que no nos gusta realizar. Aún en trabajos que realizamos por vocación, que hemos elegido porque nos gustan, hay facetas menos interesantes y tediosas. El trabajo puede incluir riesgos y hasta daños para la salud, etc. De aquí surgió la justificación por milenios de la esclavitud y el desprecio de los trabajadores encargados de tareas sucias y desagradables.
De las páginas del Nuevo Testamento, sin embargo, nos anoticiamos de que Dios no es un patrón justiciero (si leemos con atención el Antiguo Testamento, vamos a encontrar también allí la misericordia de Dios). Sino un padre misericordioso, que quiere que los humanos tengamos una vida digna y que el trabajo no es más ni menos que la realización de una adecuada mayordomía de la creación, para que podamos sustentarnos de la riqueza que esa creación nos brinda.
Cuando en presentaciones anteriores hablábamos de la responsabilidad que (al menos como cristianos) tenemos por el otro, por la sociedad en la que estamos colocados, el trabajo se convierte en un servicio al semejante, a la sociedad. El trabajo honesto es así un aporte al bien común y tiene por ello una dignidad especial: La dignidad de realizar lo necesario para el sustento del propio individuo y su familia y no ser un lastre para el conjunto y la dignidad de contribuir al bienestar del semejante y toda la sociedad. En este sentido el trabajo dignifica a la persona humana. Y es por ello que en tiempos modernos podemos hablar de que el acceso a trabajo es un derecho humano.
La falta de trabajo para todos y todas, lo cual a esta altura de la civilización se ha convertido en un problema global, por el contrario -más que una bendición por eso de que el trabajo es un castigo- es un despropósito. Le quita la dignidad a las personas; y vemos a diario la degradación que esto produce, no sólo en personas aisladas, sino en franjas enteras de nuestras sociedades. En la primera generación empieza con depresiones, vergüenza, abandono del hogar, miseria y suicidio. En la segunda generación continúa con rotura de la cadena de transferencia de conocimientos mínimos, hambre, delincuencia y desprecio por la propia vida. Ante la falta de recursos para sustentar la vida se pierden los valores imprescindibles para una convivencia en paz y asistimos al "vale todo", a la venta de los propios cuerpos, a la ignorancia total para desenvolverse en la vida, el no poder pensar en el mañana, la exclusión de la sociedad.
La falta de acceso a la educación que conlleva esta situación hace, obviamente, muy difícil la reinserción en la sociedad y en el proceso laboral. No hay conocimientos mínimos para servirse a sí mismo y menos para contribuir desde sí mismo al conjunto. Esto hace necesario que desde afuera de la situación del individuo o del grupo afectado sea menester ayudar -seguramente con mucho esfuerzo y tenacidad y desde todos los sectores de la sociedad- para revertir este proceso de degradación. Seguramente que esta situación no se arregla a base de discursos demagógicos y metodologías clientelistas. Muchas veces tampoco a base de puro voluntarismo, por mejor que este sea intencionado. El trabajo voluntario de muchas personas para paliar y revertir este problema merece elogio, pero también es necesaria la intervención profesional y la aplicación de conocimientos específicos.
Sé que con esto no digo nada nuevo. Pero será necesario redoblar esfuerzos de parte de todos los actores de la sociedad que vemos el problema y somos conscientes de nuestra responsabilidad por esos excluidos, que también son seres humanos a los que Dios confirió dignidad, para lograr su reinserción en la sociedad. Medidas para la creación de lugares de trabajo deberán ir de la mano con medidas pedagógicas y educacionales; el fomento de la pequeña empresa y de micro emprendimientos necesita ser acompañado de formación en saberes y artesanías elementales y no tan elementales.
Pero además de ello, habrá que encarar políticas que impidan la sobreexplotación de unos trabajadores a expensas de la desocupación de otros; la posibilidad de lograr jornadas de trabajo más cortas para una mejor distribución del trabajo de cara a la mecanización y automatización; el estudio de nuevas formas de imputación de cargas sociales para que esto sea posible y políticas impositivas que favorezcan la inversión productiva en desmedro de la inversión puramente especulativa, etc.
Mucha creatividad, inventiva y fantasía será necesaria para lograr que todos los miembros de nuestras sociedades puedan acceder nuevamente a un trabajo digno y poder sustentarse con dignidad. Pero entiendo que para discutir posibilidades en esta línea es que creamos este foro. Dios quiera que nuestras ponencias y debates no sean en vano, no sean expresión de un mero hobby académico, sino que ayuden por un lado a crear conciencia y sensibilidad para el problema y por el otro a difundir conocimientos específicos para resolverlo, aunque más no sea en parte.