Inclusión laboral de jóvenes
Gerente de Relaciones Institucionales del Banco Santander Río
Ante la problemática de jóvenes de entre 18 y 24 años, muchos de ellos sin terminar la escuela secundaria, ideamos algunas iniciativas propias y adherimos a una iniciativa del Gobierno Nacional.
Comentaré uno de los ejes del programa de Responsabilidad Social Corporativa de Santander Río, que es la inclusión laboral. El otro es la educación. Ante la problemática de los jóvenes particularmente de entre 18 y 24 años, donde muchos de ellos no han terminado la escuela secundaria, pensamos que algo teníamos que hacer. Ideamos determinadas acciones, algunas iniciativas propias y una iniciativa del Gobierno Nacional a la cual nos adherimos. Hoy para ingresar a un banco moderno como es el nuestro, de alta tecnología, es difícil y la idea es cómo podemos bajar el umbral, en algunos casos en que se pueda, de conocimiento o de instrucción de esa persona, de formal tal de darle una posibilidad pero que a su vez esa posibilidad le permita elevar su nivel de conocimiento.
Tenemos varios programas. El primero de ellos es “Red de empresas con futuro”. Esta fue una iniciativa del Ministerio de Trabajo en el año 2006 que convocó a un grupo de empresas líderes del mercado para plantearles que se comprometieran a tomar a jóvenes en este rango de edad entre 18 y 25 años que no tuvieran el secundario completo, con la idea de capacitarlos laboralmente, en un período de 6 meses, y a su vez también darles herramientas para su desarrollo futuro. El compromiso por parte de los participantes era continuar con sus estudios secundarios y finalizarlos. No había obligación de contratar a alguno de estos jóvenes, sino que era una capacitación, que permitía mostrarles también lo que era el mundo del trabajo en una empresa. Afortunadamente del primer grupo de veinte jóvenes que terminaron la capacitación, cinco de ellos han sido incorporados a la planta estable del banco.
Cuando se desata la crisis a principios del siglo 21 y sobre todo porque fue financiera, económica y social pensamos que teníamos que tener un programa que fomentara el autoempleo, es decir, micro emprendimientos que podrían generar trabajo en las distintas localidades de nuestro país. La idea era que esto se hiciera con nuestra propia gente, que nosotros mismos en el banco presentáramos proyectos para poder contribuir y hacer aportes en la comunidad en la que cada uno vive. Entonces creamos un programa que se llama “Ideas que dan trabajo”. Cada empleado del banco presenta un microemprendimiento, se analiza en un grupo en el banco, y finalmente a los que son aprobados, a los que tienen más posibilidades de ser autosustentables, a los que contratan mayor cantidad mano de obra, se les da el dinero necesario para empezar. No es un préstamo, es capital semilla, es un dinero que no se devuelve y que va destinado a la compra de insumos y de herramientas. En estos años aprobamos más de 35 proyectos, que van desde huertas urbanas hasta un taller de costura en Bahía Blanca que hicieron señoras que estaban desempleadas, y muchos otros emprendimientos que han tenido distinta suerte. Algunos funcionaron y crecieron, otros lamentablemente no evolucionaron, pero la mayoría están en proceso de evolución favorable.
El otro programa de capacitación que empezamos en el año 2003 se llamaba “Del colegio al empleo”. Observamos que en la población de jóvenes que está en el colegio secundario hay bastante preocupación por su inserción laboral, desazón en muchos casos, falta de expectativas. Entonces en escuelas públicas y privadas, a través de una Fundación que se ocupa de proveer los contenidos, a más de 20 mil chicos se les dio un taller para brindarles las herramientas básicas para la búsqueda del primer empleo. Por ejemplo le explicamos a un chico de 17 años que buscar empleo de por sí es un trabajo, que el trabajo no me viene a buscar a mi casa sino que yo tengo que salir a buscarlo, y cuál es la estrategia para salir a buscarlo. Si no le gusta la computación o alguna actividad en particular, le decimos que no se presente al trabajo con esa capacidad porque va a ser frustrante. O sea que primero hay que saber identificar cuáles son las capacidades y las debilidades que cada uno de ellos tiene para encarar una búsqueda laboral con más oportunidades de éxito y menos frustración. Se les enseña a completar un CV, a presentarse a una entrevista y los distintos canales que hoy existen. Hace 10 años el trabajo solo se encontraba en el diario. Hoy hay Internet y otros canales de búsqueda laboral que a los chicos se les explica y se les enseña a trabajar en esa tarea. Por este programa aproximadamente pasan 3.000 jóvenes por año.
Es importante destacar el rol que las universidades deben jugar en todo lo que son los aspectos sociales, por varios motivos. En principio, porque el conocimiento esta en ellas, el saber está ahí y lo que es más importante la juventud esta ahí. Son factores que unidos potencian una actividad. Algunas universidades lo están haciendo, pero creo que deberían hacerlo con más ímpetu. Al respecto “Pro trabajo” nació en Tucumán, una de las provincias más pobres de nuestro país, donde a través de un convenio con la Universidad Nacional de Tucumán y Caritas Diocesanas de Tucumán pusimos en funcionamiento un programa para la promoción del desarrollo de personas con baja capacitación, gente que en algún caso ni siquiera tiene terminada la escuela primaria y eso obviamente los condena a buscar determinado tipo de trabajo. Se les enseñan oficios para los cuales no se requiere necesariamente tener grandes estudios, que pueden ser puede desde mozo para trabajar en un hotel, una confitería o en restaurante, mucamas hasta azulejistas. Son oficios en los que pueden encontrar trabajo rápido y no requieran de una alta capacitación. Unas 200 personas participan por año en este programa.
El más reciente de todos los programas que pusimos en práctica para dar la posibilidad de trabajo a los jóvenes lo hicimos con la Fundación Pescar, que nació en el sur de Brasil. Un empresario vio la necesidad y la problemática de los jóvenes en su país y luego esto fue trasladado a la Argentina. Se trata de escuelas o centros de instrucción que se llevan a cabo en las empresas bajo una metodología en la que se propende a capacitar a jóvenes que cursan el último año del colegio secundario pero que carecen del conocimientos, las ideas o las posibilidades que tiene un chico que nace en ambientes más favorables. Está destinado a chicos carenciados pero que están escolarizados que no tienen contactos ni la posibilidad de incorporarse a una empresa grande porque su medio, su entorno queda lejos de esta posibilidad. Lo llevamos adelante en la Plata, con chicos de 16 a 18 años que están cursando en este momento el último año de la escuela secundaria pública. Es un programa que dura 9 meses, y le demanda mucho sacrificio a estos chicos. Tienen que ir al colegio a la mañana, salen de la escuela, vienen al banco donde se desarrolla esta capacitación, se les da un almuerzo y después están durante tres horas trabajando en distintas actividades y adquiriendo conocimientos. Son jóvenes que provienen de núcleos pocos favorecidos pero que tienen un deseo de superación, de salir de ese círculo vicioso de la pobreza y tratar de encontrar un horizonte mejor para ellos mismos. Estamos muy contentos, porque es un programa que cada vez que uno de nosotros da una charla los chicos lo primero que preguntan es cuándo pueden ir de nuevo.