Expirado
Reflexiones Cátedras

Una gestión con solidaridad, participación y transparencia

El intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, vincula exitosamente valores fundamentales con la eficiencia en el gobierno. Esta es su ponencia en la Cátedra Abierta.

Hablar de crisis de representación, de crisis política, en definitiva es hablar de las instituciones en crisis, del Estado, porque cuando los partidos políticos no funcionan adecuadamente, inmediatamente eso se traduce en un mal funcionamiento de las instituciones públicas y de todo el aparato estatal. Una crisis, que como explicaba Rosendo Fraga, no solamente es de las estructuras políticas sino de la sociedad, y yendo un poco mas allá, podemos decir que es una crisis moral, una crisis de valores, de principios, una crisis cultural, entendiéndola en definitiva como cultura media de una comunidad, de una sociedad, un conjunto de principios, de valores éticos, de creencias aceptadas por el común y que forman parte de aquellas prácticas y conductas incorporadas en la conciencia de cada uno de los integrantes de esa sociedad, en cada uno de los ciudadanos.

Los ejemplos que daba Rosendo Fraga nos hablan justamente de una crisis de la cultura en esos términos, es decir, de una pérdida de determinados valores en el promedio de la sociedad argentina. Lo cual nos dice también que estamos frente a un fenómeno de extraordinaria complejidad y profundidad y que seguramente no vamos a resolver rápidamente sino que va a requerir una tarea de muchos años y de mucha coherencia. Pensar en las causas o analizar las causas que nos han llevado a esta circunstancia seguramente puede ser bueno para encontrar las puntas por donde tal vez tenemos que empezar a corregir la situación.

Digo esto desde mi particular visión de un hombre comprometido con la actividad política que desarrollo desde muy joven y que en los últimos años me han tocado responsabilidades importantes de gobierno en la ciudad de Rosario, como intendente. Por lo tanto es una visión parcial de la realidad pero que no deja de estar comprometida justamente por haber participado desde adentro en muchas de las cuestiones que hoy estamos conversando en este panel. 

Si tuviera que apuntar a alguna de las causas que originaron esta crisis de valores y esta crisis política y de la sociedad, sin duda que una de ellas es la interrupción de los procesos democráticos que hemos tenido con tanta asiduidad en el pasado en nuestro país, porque esa ruptura de los procesos naturales de construcción política, de construcción histórica, de construcción social, el hecho que desde el Estado mismo se haya promovido la violación de la Constitución, de las leyes, de las normas sin duda que ha jugado un papel importante en la ruptura de una estructura de pensamiento en la Argentina cuyas consecuencias estamos sufriendo. 

Otra causa importante es la crisis, destrucción y decadencia de nuestro sistema de educación pública. Ese sistema en la Argentina fue la gran herramienta para que un conjunto de valores, creencias y de prácticas sociales democráticas, igualitarias, influyeran fuertemente en la construcción del país, sobre todo en las últimas décadas del siglo 19 y en las primeras del siglo 20. 

Otro de los aspectos que hay que considerar es la influencia extraordinaria de los medios de comunicación, que formadores de opinión y contribuyen en forma significativa a determinar y conformar la estructura de valores y la cultura media de la población. Son además quienes intermedian entre la actividad política y la opinión pública, y no son neutros, como sabemos. 

Finalmente otro elemento es la pérdida del valor del esfuerzo y del mérito como un valor a ser reconocido, destacado y considerado por la sociedad en su conjunto. En la administración pública, en la justicia, en la carrera docente, en las fuerzas armadas, y en general en todas las instituciones, la forma de acceder a todos los puestos de mayor jerarquía y de mayor responsabilidad es por mérito. Sin embargo sabemos que en la mayoría de los casos no ocurre así y que se encontraron diversos mecanismos para burlar el reconocimiento del esfuerzo y del mérito utilizando cualquier otro mecanismo. Lo mismo ocurre en la política, como es de público conocimiento. 

Es un tema clave. Tengo hijas adolescentes que van al colegio, y eligen al mejor compañero. El premio al mejor compañero ha suplantado lo que era el premio al mejor alumno, los cuadros de honor de las escuelas, la medalla al mejor promedio o al alumno que ha logrado los mayores éxitos en el curso. No digo que esto ocurra en todas las escuelas, pero sucede en muchas. El premio al mejor compañero no deja de tener valor porque destaca la capacidad de liderazgo, la simpatía de alguno de los chicos, pero que no requiere evidentemente de algún esfuerzo particular. El premio al mejor alumno es el premio al esfuerzo, a la dedicación, al sacrificio, a la aplicación al estudio.

Este es un tema sobre el cual tenemos que reflexionar, porque en la medida en que como sociedad no recuperemos la capacidad de reconocer al que se esfuerza y al que tiene mérito en cualquier actividad que sea, difícilmente vamos a lograr una reforma en las instituciones y una reforma en la política. 

Se habla muchas veces de las leyes para reformar la política, que tienen que ver con el manejo de los recursos de los partidos, las leyes electorales. Es importante que tengamos una legislación adecuada para el contralor y el funcionamiento de los partidos pero no pasa por allí la solución. Es más importante la tarea de educación y de construcción social y cultural que tenemos que realizar para mejorar la sociedad y la política. 

Tenemos que exigir de las organizaciones políticas una serie de atributos. Esto lo debe exigir la sociedad civil, los ciudadanos, y lo debemos exigir también hacia adentro de nuestras organizaciones quienes tenemos un compromiso político. Los partidos políticos deben tener un conjunto de programas, de ideas, deben tener ideología. Un partido que no tiene una doctrina, que no tiene un conjunto de posturas y de programas, un marco conceptual para analizar la realidad, es un partido pragmático, que en definitiva puede hacer hoy una cosa y mañana lo contrario, porque cualquier intervención sobre la realidad tendrá que ver solamente con una cuestión de coyuntura y no con un marco ideológico y conceptual. Eso ha sido y es profundamente nocivo para el funcionamiento democrático y termina haciendo perder la confianza a los ciudadanos. 

Los partidos también deben expresar un conjunto de valores, deben ser escuelas de formación ciudadana, deben instalar en la sociedad una cierta visión de la realidad sustentada en determinados valores, deben promover el compromiso de sus afiliados, de sus integrantes con el bien común y con la sociedad, y con el cambio social. 

Por otro lado deben ser profundamente democráticos, porque un partido que no es democrático hacia adentro, que no está habituado a la práctica cotidiana de la democracia, difícilmente pueda ser un actor que contribuya a fortalecer y a profundizar la democracia en el país. En eso la legislación debe ser muy estricta. Debe exigirse a las organizaciones políticas una práctica democrática abierta, pluralista y cotidiana para elección de autoridades, y para la elección de candidatos. Esto es fundamental.

Las organizaciones políticas, por otro lado, deben ser abiertas, deben permitir una vinculación fácil, accesible del ciudadano independiente. No deben poner barreras, no deben ser sectarias. Deben facilitar la posibilidad de que un ciudadano independiente pueda tomar contacto con el pensamiento y con la práctica de la política. Deben tener una preocupación fundamental por la capacitación y la formación de sus cuadros, de sus dirigentes, de sus equipos técnicos. Hoy no es pensable el ejercicio del gobierno en cualquiera de los niveles que fuere, sin contar con sólidos equipos técnicos para abordar cada uno de los temas del gobierno y del Estado. Ya no se puede improvisar; no basta con la muñeca política de un dirigente. 

La gestión pública, la gestión del Estado requiere equipos profundamente comprometidos con los temas, con conocimiento, con experiencia. Esa debe ser una tarea fundamental de las organizaciones políticas, porque sino terminan después alquilando equipos técnicos que no responden al pensamiento, a la concepción que cada partido puede tener del gobierno y del Estado. Deben tener la capacidad de convocar referentes del mundo académico, del mundo intelectual, del mundo de la cultura. 

Es muy importante -para que podamos revalorizar la política- que los partidos políticos tengan esa capacidad de incorporar personalidades de prestigio, porque esto va a contribuir a prestigiar también a las organizaciones políticas. Desde luego, que es indispensable un manejo transparente de los recursos, y aquí vuelvo al tema de los medios de comunicación. Ningún partido político puede pensar en encarar con éxito una campaña electoral, nacional o provincial, sin tener una presencia importante en los medios de comunicación.

Además debemos exigir a las organizaciones políticas que cuando estén en el gobierno sean fieles con su pensamiento, con sus propuestas, que sean eficaces en el gobierno; y cuando son oposición que sean responsables en la oposición.

La experiencia de Rosario

Rosario tiene gobiernos del Partido Socialista desde hace 15 años. Yo soy el tercer intendente. Es un partido pequeño a nivel nacional, histórico en Argentina, pero en Rosario y en Santa Fe tiene un desarrollo importante. Determinadas ideas y valores que tienen que ver con el pensamiento del socialismo, con la justicia social, con la libertad, con la equidad, las hemos vinculado con una capacidad de gestión que nos ha permitido desarrollar y mantener el gobierno en estos años. 

Siempre le dimos una gran importancia a los temas que hoy son motivo de esta charla: promover el compromiso ciudadano, desarrollar los valores cívicos, incrementar la representatividad de las instituciones democráticas y desafiar a las organizaciones políticas para que mejoren. Participando de instancias y de actividades que las convocan y que las obligan a comprometerse también esto actúa positivamente en la renovación de las estructuras políticas. 

Menciono algunas experiencias. Trabajamos fuertemente en la descentralización de la estructura del Estado. Rosario es una ciudad de un millón de habitantes, extensa. Tiene la misma superficie de la Capital Federal, a pesar de tener menos de la tercera parte de sus habitantes. Tenemos la ciudad organizada en seis distritos, con centros municipales que son como mini-municipios distribuidos en el territorio. El sistema de salud pública, que es muy importante en la ciudad, tiene cincuenta centros de atención primaria distribuidos en el territorio. Lo mismo hicimos con las políticas sociales, o las de deportes y las culturales.

La descentralización de los organismos estatales, llevándolos al nivel más cercano a la demanda ciudadana, tiene dos beneficios fundamentales. Desde un punto de vista mejoran la eficacia y la eficiencia de la acción de gobierno, porque permiten respuestas más directas, más ágiles, una cercanía más vinculada y de mayor proximidad entre la demanda y la solución. Pero fundamentalmente permite el acceso del ciudadano común, del vecino común a la cosa pública, la posibilidad de tener un contacto directo con la administración, de tenerla cerca. Además facilita el desarrollo de mecanismos de participación ciudadana, de apropiación de los ciudadanos, de los vecinos, del gobierno y de la gestión pública. 

Junto con el proceso de descentralización hemos venido desarrollando procesos de participación ciudadana, de participación de las instituciones, de búsqueda de acuerdos en base a programas y a proyectos, la búsqueda de consensos ciudadanos entre las organizaciones públicas, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, para llevar adelante estrategias, políticas, proyectos comunes que han contribuido y contribuyen, sin duda, a fortalecer los valores cívicos, a fortalecer la representatividad de las instituciones.

Menciono dos ejemplos: uno de ellos es el proceso de planificación estratégica de la ciudad. Nosotros empezamos con eso en el año ’96; en el año ’98 concluimos la formulación del primer plan estratégico. Ahora estamos llevando adelante el segundo plan estratégico, involucrando también al área metropolitana de Rosario. Es una extraordinaria experiencia de planificación participativa, junto con las instituciones sociales, educativas, culturales, con el sector privado, con las instituciones públicas de los distintos ámbitos y niveles para buscar la concertación y la definición de proyectos comunes, de objetivos comunes para la ciudad, para la región; definir entre todos cuáles son los perfiles, los proyectos de futuro para la ciudad, involucrar de alguna manera al conjunto de la sociedad en la construcción de un proyecto colectivo. 

En el otro extremo tenemos la experiencia del presupuesto participativo. Es una experiencia que hemos tomado de alguna otra ciudad. En la mayoría de los casos suele ser más una experiencia de laboratorio que una experiencia real. Pero nosotros la hemos llevado a la realidad con la discusión barrio por barrio de los proyectos de escala local, haciendo participar al vecino común, sin intermediarios, sin la intermediación política y ni siquiera de las instituciones barriales, sino basando la participación directa del vecino, del ciudadano en la discusión de la problemática barrial, en la discusión y en la definición de prioridades, en la asignación presupuestaria para las obras y los proyectos más importantes de cada lugar.

Llevamos ya la tercera edición que hemos concluido hace pocos días, donde han participado más de 20 mil vecinos en forma directa en cada una de estas asambleas de discusión. Esto tiene dos saldos grandes positivos. Por un lado, logramos una aplicación mucho más racional del presupuesto en materia de obras y por el otro, y tal vez lo más importante, logramos el compromiso del ciudadano común en la definición y en la participación dentro de las políticas del Estado. La gente que participa de estas experiencias cambia su forma de pensar y adquiere, de alguna forma, su estatus de ciudadano en forma plena, porque no solamente elige a sus representantes en una elección, sino -sobre todo- asume el compromiso de participar en forma directa y de hacerse responsable de las decisiones en materia de gobierno local.

Finalmente, con respecto a las políticas de inclusión social, llevamos muchos años de trabajo permanente con los sectores sociales más castigados por la crisis económica, por la crisis social, aquellos que han quedado por debajo de la línea de pobreza, con los inmigrantes que han venido a la ciudad en los últimos 20 años, desde el Chaco, desde el norte santafecino, desde otras provincias, con los sectores excluidos, con aquellos que fueron víctimas del quiebre de toda nuestra estructura de pequeñas y medianas empresas. No solo les llevamos la asistencia necesaria, alimentaria, en materia de salud, sino fundamentalmente los hacemos partícipes y protagonistas de la vida de la ciudad.

La inclusión social no solamente se logra con la satisfacción de necesidades básicas y elementales, sino también haciendo sentir parte de la ciudad a aquellos que hoy están excluidos por su condición económica. Esto es muy importante, porque si no tenemos una ciudadanía de primera y una ciudadanía de segunda, tenemos algunos que son ciudadanos y otros que son todavía clientes políticos, que están cautivos de grandes maquinarias políticas que en muchos casos utilizan la necesidad y esa condición de exclusión para aprovechar el voto o para manipular políticamente a determinados ciudadanos. 

A través del protagonismo, de la participación, los ciudadanos adquieren esa condición de poder analizar la realidad y participar en la vida social y política con cierta independencia y con cierta libertad. Eso también es fundamental para repensar nuestros partidos políticos. Adquirimos conciencia de nuestros problemas. Seguramente no los hemos resuelto todavía, y va llevar muchos años resolverlos, pero a partir del 2001 empezamos a comprender y adquirir conciencia de cuáles son nuestros problemas, en donde están nuestras debilidades, donde están las cosas que tenemos que corregir y ese creo que es un buen principio

CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA