Crisis de los alimentos. La solución es aumentar la producción
Vicepresidente de Quickfood / Marfrig Group
Argentina cumple muy mal su responsabilidad como proveedor de alimentos en el mundo, porque tiene la posibilidad de generar una oferta importante y la está restringiendo.
Tengo muchos años en el negocio de los alimentos. Cuando estudiaba en la universidad se hablaba del deterioro del los términos del intercambio. La teoría de que cada vez serían necesarias más bolsas de trigo para pagar un tractor o una herramienta. De tal forma el destino de países que eran fundamentalmente productores de alimentos o de materias primas, como se los identificaba en aquel momento, se complicaba.
En los últimos 100 años hubo un par de momentos en los cuales los alimentos en el mundo subieron de precio. A fines de siglo 19 y principios del 20 hubo un momento, una oportunidad. Argentina en ese fin de siglo aprovechó el momento inicial como el granero del mundo, y llegó a ser en esa época la décima o undécima economía del mundo.
Después ocurrieron crisis, las recesiones, la crisis de los años 30, las guerras. Hubo una segunda oportunidad para Argentina después de la segunda Guerra Mundial, otra levantada de precios de alimentos. La Argentina no aprovechó ese momento, lo desperdició. La historia demuestra que la Argentina fue perdiendo posiciones relativas frente al mundo. En los últimos años surge un tercer momento para los precios de los alimentos, aquello para lo que el país siempre tuvo la aptitud natural mayor, y además una capacidad de agregar valor significativo importante.
Se han sumado varios vientos a favor que han ayudado a esta suba de valores. Una primera tiene que ver con el crecimiento de los llamados países emergentes, básicamente China, India y Brasil, países que han incorporado millones y millones de personas a los consumos de alimentos, no solo en cantidad sino también en calidad.
Que haya más gente accediendo a los consumos en cantidad y calidad de alimentos es una buena noticia. Otra buena noticia para los productores de alimentos es que al subir fuertemente el precio del petróleo en los últimos años apareció la alternativa del biocombustible y la posibilidad de usar granos, cereales y oleaginosas como base para producir combustibles. Obviamente eso también empuja el valor de los alimentos o de las materias primas.
En tiempos de precios bajos me ha tocado incluso ir a golpear las puertas de los países centrales buscando que nuestros productos pudieran acceder a esos mercados porque las fronteras del mundo desarrollado, la UE, EEUU, Japón, etc, estaban y todavía en algunos casos están muy cerradas al ingreso de nuestros productos, y eso deprimía el valor de nuestra producción. Una justificación a las barreras a los alimentos era la búsqueda de seguridad alimentaria. Pero era muy malo para los países que naturalmente queríamos colocar nuestros productos en esos mercados. Golpeamos puertas con bastante poco éxito, porque además el nivel de subsidios era realmente formidable del orden de mil millones de dólares diarios, para sostener a la agricultura, mientras nosotros, proveedores de alimentos, lo veíamos como una barrera al acceso de nuestros productos que naturalmente producíamos sin subsidios.
Pero luego, por lo antes comentado, se dieron vientos favorables y en la Argentina lamentablemente no aprovechamos la oportunidad y lo vivimos como un problema. El Estado se apropió de buena parte de los mayores precios pero no se vio en la práctica una aplicación útil a la sociedad. No se combatió la pobreza ni se mejoró la infraestructura.
Recibimos además las quejas de los que eran nuestros clientes europeos, asiáticos o del norte de África. Nos decían: ¿no eran ustedes los que querían acceder a nuestros mercados, nos pedían que bajáramos las barreras de acceso? Ahora resulta que Argentina le pone impuestos a la exportación, que prohíbe las exportaciones, y pone cupos para exportar.
Me pregunto: ¿Cómo está Argentina cumpliendo su responsabilidad como proveedor de alimentos en el mundo? Muy mal porque teniendo la posibilidad de generar una oferta importante la está restringiendo. No hay en el mundo ningún aliciente mayor que el precio para aumentar la producción. El boom de la soja en la Argentina no surgió de ninguna política proactiva de ningún gobierno. Fue simplemente su precio y darnos cuenta que algo estaba pasando en el mundo, que había una necesidad, que teníamos la aptitud natural y la capacidad tecnológica para hacerlo y se fue adelante. Veamos el caso de la Soja: si no fuera por la soja hoy Argentina tendría en un déficit tremendo, porque es el mayor aportante de impuestos y de recursos para el Estado, a pesar de que las señales han ido en este último tiempo en contra del estímulo para producir, pero como llega muy poco a los productores, se desalentó la producción.
Así como fue negativa para nuestro país la política de restringir importaciones de alimentos por parte de los países desarrollados, también ha sido y es negativa la actitud del Estado argentino al castigar las exportaciones de los mismos productos.
Mientras duró el conflicto agropecuario en Argentina durante los meses de marzo y junio de 2008 los precios internacionales alcanzaron sus picos. Es natural, estaba funcionando el mercado. Argentina, que es uno de los cuatro o cinco primeros exportadores de alimentos del mundo, se estaba autolimitando y funcionó la ley del mercado. Los mercados se dieron cuenta que uno de los grandes oferentes estaba frenando la salida de sus productos. Eso hizo subir los precios. ¿Cumplió Argentina ahí con su responsabilidad de ofrecer alimentos al mundo? No, incumplió. Y lo sigue haciendo en una cantidad de productos, lo sigue haciendo y encima deprimiendo a los productores que al no tener el incentivo del precio, reducirán, sin dudas, su oferta y sus inversiones.
Mientras que en su momento la UE o Estados Unidos se dedicaron a subsidiar artificialmente a sus productores negando el acceso a los países proveedores naturales, de los cuales Argentina era casi uno de los principales, la Argentina cuando tiene su oportunidad, la pierde. Y la aprovechan todos los competidores. Uruguay exportará más leche, más carne y más arroz que Argentina. ¿Qué hizo? Ocupó los espacios vacíos. Dejó funcionar a su economía más libremente y aprovechó el momento. ¿Eso generó alimentos más caros para la población uruguaya? En alguna medida sí. Pero la ecuación de consumo de la gente no es solo el precio del alimento, sino también el del ingreso. Si hay mejores salarios, si hay más ingresos se van a poder pagar mayores precios por los alimentos. Están los casos especiales, los bolsones de pobreza, los excluidos. La historia demuestra que el sistema más efectivo para ayudarlos, aparte de las cuestiones de largo plazo, educación, etc., es la asistencia focalizada, no subsidios globales. La retención subsidia de la misma manera al turista japonés que está en Puerto Madero probando un bife de chorizo que podría estar en una mesa europea, lo subsidia más a él que al señor que vive en La Matanza, que no consigue trabajo y que lo que busca es un pedazo de asado para compartir con su familia el domingo. En esto hemos sido también ineficientes.
En lugar de tanto intervencionismo hay que dejar espacio para que haya cada vez más oferta de todos estos productos, sobre todo los renovables. Hace falta conciencias informadas, con buen conocimiento de la realidad, que ayuden a tomar mejores decisiones.