El rol de la Iglesia y de las ONG
El economista Stefano Zamagni habló en una de las primeras reuniones del Foro Ecuménico Social, en 2002. Dijo que es fundamental el rol de la Iglesia y de las organizaciones civiles de la sociedad, para que en un acto de humildad y de generosidad se renuncie a los intereses de partes en vista al bien común.
En ese foro que congrega a representantes de distintas confesiones religiosas, líderes de ONGs y managers de empresas, manifestó que “es necesario que la sociedad civil argentina tome la iniciativa en un proceso de salida de la situación actual”, al referirse a las circunstancias de la crisis desatada a fines de 2001 .
Según el miembro de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano, la sociedad civil organizada debería hacerse cargo de los servicios sociales, que “en manos del estado degeneran en estatismo y en corrupción”. Pero para eso se necesita una ley, que todos los países europeos tienen, para que puedan actuar las ONG, que hoy no pueden operar por cuenta del poder público en materia de educación y salud.
“No entiendo porqué en la Argentina no se aprueba una legislación de ese tipo en el Congreso”, remarcó en la reunión del Foro Ecuménico Social, que se realizó en la sede del Epsicopado. Participaron monseñor Guillermo Garlatti, entonces presidente de la Comisión Episcopal de Ecumenismo, los pastores Juan Pablo Bongarrá y Jorge Sennewald, Omar Abu Arab, de la Comunidad Islámica, autoridades de entidades de bien público y managers de grandes compañías.
El catedrático de la Universidad de Bolonia explicó que la producción de servicios sociales por parte de estas ONG cuesta un tercio, porque no tienen gastos de burocracia, están muy cerca de la población y saben qué es lo que les sucede.
En el contexto internacional hay muchos fondos para financiar estas iniciativas, pero no se pueden dar al Estado sino solo a las ONG. Un tercio de los fondos del Banco Mundial para la cooperación se destinan a las ONG.
Si hubiera una ley del Congreso que reconociera a esas ONG, podrían recibir grandes fondos de la Unión Europea y de organismos internacionales, aseguró.
Opinó que la sociedad civil debe ser capaz de asumir responsabilidades políticas. “No existe una sociedad civil organizada. La construcción de la nación argentina no ha seguido el modelo norteamericano ni el europeo. El resultado es que las entidades son solo dos: el Estado y el individuo particular. En el medio no hay nada, no están los cuerpos intermedios, que son las asociaciones empresarias, culturales, recreativas, religiosas. Si bien existen, no ocupan el espacio público sino solo el privado y no se les reconoce una dimensión política”, explicó.
Comparó la situación de la Argentina de 2001 con la caída del muro de Berlín, que sucedió “porque el poder político no podía satisfacer las exigencias básicas de los ciudadanos”.
Zamagni, hombre de consulta del Vaticano, insistió en que el problema de la Argentina era en esos años principalmente político, pero dio algunas propuestas económicas y sociales que deberían realizarse ahora.
Sugirió tomar el ejemplo de la estrategia italiana de desarrollo de pequeñas y medianas empresas, con una ley que incentive las inversiones. Aseguró que el llamado “Fondo de rotación” dio buenos resultados en su país, al multiplicar las inversiones. Se concretó con el principio de la reciprocidad entre los productores, ya que el respeto de los compromisos de cada uno favorecía a todos. Agregó que para esa iniciativa la Argentina podría contar con el apoyo de Italia y la Unión Europea.
Por otra parte Zamagni propuso la informatización del sistema fiscal argentino, con la colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia y de la Universidad de Bolonia, que tiene una sede en Buenos Aires.
También sugirió incrementar la relación entre empresas argentinas e italianas, a través de las cámaras de comercio de cada nación.
Además manifestó que eran factibles programas de cooperación con regiones de ltalia.
Desechó la posibilidad de una dolarización, de la que se hablaba en 2001, ya que “solo podría obtener los efectos deseados en un país con una estructura productiva sólida y capaz de responder a los estímulos y ése no es el caso de la Argentina hoy”. La dolarización destruiría en modo definitivo al Mercosur, acotó.
Con relación al rol de Europa frente a la crisis argentina, puntualizó que no hizo sentir su voz y no señaló que las soluciones del FMI son obsoletas y dañinas. “Concentrándose en el déficit del presupuesto, se ocupa de los efectos y no de las causas de la crisis. Está sugiriendo soluciones impracticables”.
Dijo que Europa debe abrir sus mercados a los productos argentinos y debe pedir al grupo de los países desarrollados que la crisis argentina sea considerada como socio-política más que como económica-financiera.