Expirado
Cultura

Luego de su saludo al Papa, María Kodama se refirió al agnosticismo en el autor de “El Aleph” y en ella, en un mensaje con motivo del Atrio de los Gentiles en la Argentina. Afirmó que el Santo Padre Francisco continúa con gran entusiasmo esta iniciativa que, desde un punto de vista laico, Borges lo expresa en “Los conjurados".

Quiero estar con ustedes, a través de la palabra, ya que un viaje me impide hacerlo personalmente, para celebrar la inauguración del Atrio de los gentiles, iniciativa tomada por Benedicto XVI, siguiendo la tradición de la Iglesia de Jerusalén donde el Cortile dei Gentili albergaba a gente de distintas religiones, agnósticos y ateos para discutir las diferencias y acentuar las afinidades.

El Santo Padre Francisco continúa con gran entusiasmo esta iniciativa que, desde un punto de vista laico, Borges lo expresa en “Los conjurados”, “carta magna” del Foro Ecuménico Social, organizado y dirigido por Fernando Flores de una manera admirable.

El Foro Ecuménico reunido en Bolonia, se trasladó a Roma para una eventual entrevista con el Papa Francisco, previa reunión con el Cardenal Ravasi.

Allí, cada uno fue haciendo su presentación y mientras eso sucedía vino a mi memoria un verbo de un poema que Borges dedicara hacía muchos años a Mujica Lainez: “tuvimos una patria y la perdimos”, y me pregunté ¿la patria del alma no es acaso la fe, una religión? Borges y yo la tuvimos, ambos fuimos bautizados, más adelante, como agnósticos ¿la perdimos?

Los que reciben el don de la fe, afirman y sienten que Dios existe, los ateos afirman y niegan que Dios existe y, en ambos casos, algo en su interior queda en calma.

Respondiendo a esa pregunta interior que me había formulado, cuando llegó mi turno dije que Borges y yo éramos agnósticos y que quizá éste era el más patético de los destinos y al mismo tiempo el que más nos acercaba a Dios, si existía, porque trazábamos un camino paralelo, continuo, tratando de llegar a él, de entender, por el único camino imposible de lograrlo: la razón. La fe como el amor nos alcanza como una súbita revelación más allá de todo propósito personal, es algo dulce y terrible a la vez, como toda revelación que involucra nuestra esencia.

Cuando hablábamos de estos temas con Borges, terminaba diciéndole que ese camino paralelo que recorríamos encerraba una esperanza porque si, como dicen, las paralelas en el infinito se unen, volveríamos a unirnos a esa luz, energía, fuerza primera o Dios.

La amplitud y el aprecio con que sentí fue acogida la franqueza de mi exposición fue para mi una experiencia única, emocionante.

Fue también una doble alegría, por una parte, saber que tanto el Cardenal Ravasi como el Santo Padre eran lectores de Borges y que habían pensado que uno de los pilares del Atrio de los Gentiles fuera la trascendencia en la obra de Borges.

Por otra parte la alegría, lo que significa para mi, que fui criada entre dos mundos, entre dos religiones, el "Atrio de los Gentiles"

Crecí entre el marcado catolicismo de mi abuela materna y el shintoismo de mi padre; la conclusión a la que había llegado siendo niña era cierta, no había en realidad esencialmente oposición entre ambos porque había reglas que hacen a la ética del ser humano y que sirven para ir logrando su perfección a través del respeto, la libertad, la comprensión y el amor.

María Kodama