Omar Abu Arab, miembro de la Comunidad Islámica, destacó que nuestras intenciones de diálogo y entendimiento se tornan indispensables para que sirvan de guía y aliento a quienes necesitan señales inequívocas. Advirtió que concretar y mantener el diálogo intercultural e interreligioso tiene como primer escalón el compromiso democrático de preservar, custodiar y aumentar la vigencia de las instituciones.
Para los que pensamos que las acciones recíprocas de diálogo y entendimiento han sido siempre la mejor forma de resolver conflictos y si se quiere modos de vida de las sociedades humanas para convivir civilizadamente, resulta paradojal hoy lo que esta sucediendo en el mundo.
Mientras millones de hombres y mujeres están convencidos y empeñados en reivindicar los valores del multiculturalismo para llegar a una sociedad equilibrada y más justa, primer paso para resolver los problemas urgentes, del hambre y la desocupación en el mundo, otros están convencidos y actúan en consecuencia desde una actitud imperativa, con visos de legalidad internacionalista avalada por organismos multilaterales como es las Naciones Unidas, la Comunidad Europea sosteniendo la libertad del mercado y los equilibrios estratégicos en búsqueda de estabilizar la más grande crisis que ha tenido el sistema económico mundial poniendo en inflexión para algunos de carácter terminal el modelo surgido a mediados del siglo XX al final de la Segunda Guerra Mundial.
Esta paradoja desigual en que nos encontramos cuenta con actores imprevistos, como son la aparición de bloques político económicos de nueva factura, que van diseñando el nuevo mosaico internacional por venir.
El BRIC, economía emergente de perspectivas promisorias, encabezado por India y China, han modificado las perspectivas estratégicas y el equilibrio del poder, no en la sociedad actual, pero si en la que vivirán nuestros nietos y descendientes.
Desde nuestra óptica de país latinoamericano y desde la Argentina, vemos las posibilidades de contribuir para que la sociedad nueva del siglo XXI se ajuste a los valores de igualdad, fraternidad y libertad, para que sean nuevamente los valores que reafirmen el contrato social en que hemos fundado nuestras instituciones democráticas. Reverdeciendo dichos valores a través de la participación, el compromiso y el respeto al otro y a la naturaleza.
Nuestras intenciones de diálogo y entendimiento se tornan indispensables para que sirvan de guía y aliento a quienes necesitan señales inequívocas del mundo por venir, señales del futuro, que entusiasmen a la juventud, que comprometan a los adultos y hagan invertir a las empresas con un criterio de responsabilidad social.
Un mundo con inclusión, con igualdad de posibilidades está al alcance de la mano en la medida que nuestros intereses y deseos se conjuguen con los de los otros en una mesa de negociación igualitaria, en que todos se puedan sentar.
Las desigualdades expuestas crudamente en un mundo mediatizado hacen que el hambre en Somalia, los desalojados de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos o los indignados de España, encabezando la protesta europea, se vea en todos los hogares del mundo al instante. Ya no son historias lejanas en países remotos con protagonistas sin rostro. Esta realidad llama a tomar conciencia y actuar en consecuencia. Atentos a no perder la sensibilidad del sufrimiento, que hoy puede ser ajeno y que por la volatabilidad de los acontecimientos tanto políticos como económicos el día de mañana puede golpear nuestra puerta. Superar tanto los prejuicios o preconceptos así como una sobre abundancia de imágenes y noticias que insensibilicen y tornen a la información diaria de la realidad mediática en información obvia que naturaliza la crisis y que la invisibiliza.
En nuestro país los compromisos a tomar para concretar y mantener el diálogo intercultural e interreligioso tiene como primer escalón el compromiso democrático de preservar, custodiar y aumentar la vigencia de las instituciones de la Constitución Nacional, que son parte de los valores que sustentamos desde el inicio mismo de nuestra existencia como Foro Ecuménico Social.