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Confianza y Educación

Jean-Yves Calvez SJ, presidente del Foro Ecuménico Social, director del Departamento de Etica Pública del Centre Sèvres de París y profesor del Institut Catholique de París, habló sobre la desconfianza profunda entre un mundo empresarial de tendencia liberal, aun capitalista, y un profesorado fuertemente crítico de tal economía. En esta página editamos su ponencia.

La confianza es un elemento fundamental en la definición de la vida económica, muchas veces olvidado cuando uno se fía o pretende fiarse en meros mecanismos, en todo tipo de mano invisible. Se sabe, a pesar de todo, lo que cuenta la confianza en cuanto a la circulación de la moneda – hasta a su existencia –, al valor de todo tipo de papel representativo de bienes y capacidades. Se sabe, después, la importancia de la confianza para que no se produzcan engaños en los intercambios -nos acordamos todos lo que ha pasado con Enron, Worldcom, Vivendi, etc. Es más evidente todavía la importancia de la confianza entre las personas en lo que se puede llamar cooperación productiva, concretamente las empresas. 

Pero de la vida económica quiero pasar a la educación o a la relación de la educación con la economía. No es que la confianza no sea factor determinante en la educación misma. Lo es en forma suprema, dado lo que es la relación educativa: siempre entre un maestro que debe obtener la confianza de a quien quiere ayudar y un alumno que todavía más debe confiar en alguien que le permitirá nada menos que configurar su propia personalidad, algo muy íntimo, totalmente personal, aunque pase por disciplinas técnicas diversas pero enseñadas, comunicadas por personas. Quiero, sin embargo, referirme principalmente a la relación entre economía y educación. 

Confianza entre sistema industrial y sistema educativo 

La economía vive del sistema educativo, del buen nivel alcanzado en las escuelas, del buen nivel de educación humana alcanzado a través de toda la formación escolástica. La economía -las empresas- compensan deficiencias de la educación, pero solamente un poco; por otro lado, la vida, la práctica “enseña”, pero sobre la base de una capacidad de aprender primeramente adquirida. La economía, consecuentemente, debe poder contar con el sistema educativo, tenerle confianza. 

¿Cómo se desarrolla tal confianza? Naturalmente a base de conocimiento mutuo, de frecuentación intensa, de comprensión. Esto no es tan fácil en la realidad. En tiempos recientes ha habido, en bastantes países, una desconfianza profunda entre un mundo empresarial y dirigente, en general de tendencia liberal, aun capitalista, y un profesorado fuertemente crítico de tal economía, más bien amigo del socialismo, de la planificación, y muchas veces poco consciente de las exigencias de capital para el progreso económico. 

En ciertos países, no podría haber sectores de la sociedad más opuestos entre sí culturalmente, y no sólo esto, sino odiándose mutuamente y viviendo en un estado de constante tensión entre sí. Donde sucede esto, la confianza no puede establecerse. Y no se puede progresar sino a base de esfuerzos, para primeramente escuchar y tal vez entender un poco el punto de vista del otro y sus argumentos. No se puede progresar más que cuando los unos y los otros empiezan a participar en actividades comunes. 

El profesorado debe por lo menos saber que muy probablemente está preparando a jóvenes para entrar y pasar su vida en empresas del tipo que efectivamente existen. Debe ponerlos a contacto con ellas con espíritu crítico, pero al mismo tiempo con suficiente capital de curiosidad, hasta de comprensión. 

He hablado así de uno de los aspectos más serios, en muchos lugares, de la tensión entre mundo empresarial y/ o industrial y el mundo de la escuela o del profesorado, siendo el problema más agudo en la enseñanza primaria o segundaria que en la superior. El problema por cierto no es de fácil solución porque se debe en general cultivar un espíritu crítico, sin el cual no hay creatividad. En cierto sentido, espíritu crítico y creatividad es lo mismo. 

Y, evidentemente, no sería lo ideal que la industria organice ella misma toda la formación a la industria. Todo lo contrario, es fecunda una distancia y un grado de tensión entre industria y sistema escolástico, pero es fecunda una tensión dentro de ciertos parámetros. Viejo problema, pero que sigue siendo lo esencial de nuestro tema. 

Expectativas del sistema industrial en cuanto al sistema educativo 

Después de señalar este aspecto, tengo que añadir que mucho tiene que ver con las expectativas que tiene o no el sector económico acerca del progreso científico, de la ciencia como tal, del análisis científico de la sociedad, incluso de la misma empresa. Si lo desprecia, ya no hay confianza por parte del mundo escolástico o universitario. 

Hasta diría, a priori, que las cosas probablemente no van bien si no hay por parte de la dirigencia económica un grado suficiente de apertura al espíritu y a las propuestas reformistas, hasta revolucionarias. 

Capacidad de confianza de las personas mismas 

Por otro lado, todo este clima colectivo de confianza se obtiene donde existe la capacidad de confianza en las personas mismas: en muchas personas. Confianza y apertura; apertura no siendo lo mismo que confianza, pero siendo un paso en dirección a ella. La persona abierta está más dispuesta al relativo abandono que implica la confianza. Esto es claramente una indicación para la educación misma. No hay más grande servicio a las personas y a la sociedad que la formación a la apertura, a la inteligencia, al mismo tiempo que a una afectividad extrovertida. 

A veces, en nuestros tiempos, se ha alabado a las personalidades “duras”, a los que no hacen concesiones, a los puros ganadores, a los que saben despedir al personal sin remordimientos, hasta sin sentimientos. No creo que todo esto sea a largo plazo una buena señal para nuestras sociedades. Sobre todo porque lo que se llama ser duro equivale más o menos a ser una persona sin conciencia también, y allí se establece la ley de la jungla, que nunca ha sido productiva a largo plazo. 

La educacion misma 

Si la educación misma no incluye la valoración teórica y práctica de la confianza, ciertamente no prepara bien para la vida económico-social... ni para la vida sencillamente. ¿Cómo valorar prácticamente la confianza? Confiando efectivamente en todo momento en el alumno mismo, en su capacidad, dándole siempre la ocasión de demostrar esta capacidad sin prejuicio y en cierto sentido, sin juicio, dejándole ensayar de verdad y sin intervenir demasiado de prisa ante sus errores o fracasos. 

Todo esto me hace pensar en los consejos sacados por los jesuitas para la educación en general de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Darle un poco de “materia”al que viene para hacer los Ejercicios, no aplastarle con muchas consideraciones o explicaciones. Dejarle encontrar, descubrir por sí mismo, y sin perjudicar, lo que debe encontrar. Después de una clase donde se le ha hecho escuchar algo, dar al alumno la ocasión de repetir, reproducir, por su propia cuenta, en su propio modo. Asegurarse sólo que el ejercitante, el educando, busca de verdad, “trabaja” por ella. Todo esto representa confianza en él a lo largo del proceso educativo. 

Probablemente los jesuitas no siempre han sido fieles a estos consejos, sin embargo los tienen en su pequeño libro, su vademécum. Ellos no deben olvidar que no es la cantidad, sino la cualidad de lo de que uno vive, lo que cuenta. 

El que se educa de esta forma no se está preparando sólo para la vida de colaboración productiva en una empresa, pero también para ayudar a sus hermanos en la vida política, ciudadana, y en otros sectores también. He insistido sobre la relación entre economía y educación sólo porque es gran parte de la existencia de la mayoría de los hombres la vida económica, que toca el nivel de las necesidades, el nivel de lo elemental para vivir. 

Concluyendo 

Acabo de hablar de cosas elementales, bien conocidas en el fondo, pero que necesitan ser recordadas frecuentemente para que siempre seamos concientes de lo esencial, en vez de ceder a simplificaciones de un tipo u otro, llamándolas técnicas, olvidándonos del conjunto. 

La confianza, en definitiva, es el respecto debido en cualquier momento a la otra persona. De eso se trata en la educación. De eso se trata también en gran parte la economía. Y de eso depende que exista una relación fructífera entre economía y educación, entre educación y economía. Entre países, entre sociedades, las diferencias son notables con respecto a esto y tienen que ver con ciertos modos de actuar, ciertas políticas, ciertas conclusiones, verdaderas o erróneas.

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La construcción del capital social

El profesor Héctor Larocca, Director del Departamento de Administración de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y Director del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial y Capital Social de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, tuvo a su cargo la apertura de la primera sesion de la cátedra 2006 del Foro.

A continuación transcribimos sus palabras.

Agradezco al Foro Ecuménico Social la invitación a participar en el acto de apertura de esta jornada. Me enorgullece esta Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana. 

No es un tema menor el elegido, teniendo en cuenta que uno de los primeros, sino el primer elemento detectado por las investigaciones que luego conformarían el paradigma del capital social, hoy en pleno desarrollo, es la confianza. Es frecuente que a términos elementales no se les dé la trascendencia que tienen, salvo cuando entran en etapas de estudios sistemáticos, creo que éste es uno de los casos: el término es de una obviedad tan grande que parecería inútil explorarlo. 

Sin embargo, a poco que avanzamos con el término y sus implicancias bajo alguna forma rigurosa de análisis, comienzan a sembrarse dudas e interrogantes. Suelo, cuando explicamos capital social, comenzar con el tema de la confianza y antes del desarrollo, antes de aproximar una definición, pregunto a cuántas personas le tienen confianza, comenzando por los más allegados, familia, amigos. En general no me va muy bien, escasean en el sentido de la selección; siempre hay algún miembro de la familia que hizo alguna macana, que dio lugar a la pérdida de la confianza y luego fue difícil de recuperar; a veces, pasa lo mismo con los amigos, y así siguiendo. 

A medida que el término se desarrolla y consolida, se van destacando las fortalezas para instalar, explorar, potenciar y hacer sustentable el valor confianza y, a medida que se extiende, se va tomando conciencia de su potencialidad. 

Como toda construcción del capital social con el tiempo se mejora y permite entrelazar lazos más fuertes, produciendo cohesión y permitiendo fortalecer las relaciones, en realidad constituye un gran facilitador, es decir hace más fácil y agiliza las acciones. 

Los círculos de confianza comienzan en la persona misma, y se extienden entre las personas, entre las personas y las organizaciones y entre éstas y las instituciones, entendiendo a estas últimas como la representatividad de la sociedad. 

El mecanismo del valor confianza se construye desde abajo, de la misma forma que se enciende el fuego, por ello este valor está planteándose como la semilla, la chispa desde abajo, el origen para la construcción de un nuevo pacto social, pues un pacto social requiere de consensos desde la diversidad tendiendo no a la homogeneidad sino a la instalación de un conjunto de ejes estratégicos a darse en un tiempo, un lugar y una situación específica. 

No es casual, por lo tanto, que en este momento histórico y en la Argentina se instale el tema, pues deben reconstruirse a través de todos los actores sociales estos mecanismos de confianza, el elemento sustantivo, para luego continuar en forma incremental. 

Generar confianza es la respuesta básica y primaria para enfrentar la fragmentación; el cráter que descompone, habilita el proceso de transformación para ir por más, por ello su elementalidad da lugar a imaginar operativamente mecanismos de generación de confianza, que no es fácil, pues requiere no tanto de saberes y conocimientos o calificaciones, sino de comportamientos, actitudes y discurso único, instala pues la credibilidad. 

Aquello que históricamente benefició la cohesión social, era la “palabra de honor”, elemental y trascendente, ¿Qué hacía falta para consolidar el pacto? ¿Para conformar un acuerdo? ¿Para concluir los intercambios y las transacciones dentro de la oposición de intereses? Llamar a abogados y terceros para que negocien, buscar mediadores para acercar las partes, de ninguna manera, con la palabra de honor el acto se concluía estrechándose las manos; la palabra era “la palabra” y con eso alcanzaba porque portaban confianza. Imaginemos entonces cuánto facilita el funcionamiento de los actores sociales y de la sociedad en general donde se privilegian los intereses sectoriales, donde la puja por el poder fragmenta y destruye en vez de cohesionar y construir. 

Confianza, entonces, desde las relaciones elementales que hacen a la vida cotidiana expandiéndose: familiar, vecindario, escolar, deportiva, cultural, social para extenderse hacia las relaciones institucionales, empresarias, etc. Confianza como mecanismo para facilitar y emprender los objetivos de un pacto social que articule hacia una visión de grandeza. 

La confianza así imaginada, como el peso que cae en el agua y forma círculos concéntricos, que se expanden hasta perderse a veces de nuestra visión, en una onda expansiva que produce oxigenación. 

Por último, les comento que en un importante trabajo de investigación que está llevando a cabo la Universidad de Bologna en su sede de la Argentina, acerca de la historia de las empresas industriales, un empresario-fundador no dudo un instante en hacer recaer en la confianza su principal capital; La confianza tanto hacia adentro como hacia fuera era lo que le había permitido tanto producir los éxitos como afrontar los fracasos.

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La Cátedra de Responsabilidad Social y Ciudadana en su tercer ciclo se desarrolló en cuatro sesiones. La primera se realizó en el auditorio del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), la segunda sesión en el auditorio del Banco Rio, la tercera y cuarta en la Alianza Francesa de Buenos Aires. Las presentaciones y las exposiciones se pueden encontrar en los siguientes links: 

PRIMERA SESION



SEGUNDA SESION



TERCER SESION 



CUARTA SESION

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La Cátedra de Responsabilidad Social y Ciudadana en su cuarto ciclo se desarrolló en tres sesiones. La primera se realizó en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, la segunda sesión en el auditorio del Museo Malba, y la tercera, en el Centro Cultural de Carlos Casares. Las presentaciones y las exposiciones se pueden encontrar en los siguientes links: 

PRIMERA SESION



SEGUNDA SESION



TERCER SESION 

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La búsqueda de coincidencias para ser solidario

Miembro de la Comunidad Islámica, Omar Abu Arab presentó la cuarta sesión 2005 de la cátedra del Foro con estas palabras:

En esta Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana, las religiones del tronco abrahámico, junto con entidades y empresas de primer nivel, han encontrado un ámbito de coincidencia para generar una nueva aptitud ante lo que es la Responsabilidad Social Empresaria y el Compromiso Ciudadano. 

El compromiso ciudadano nos lleva a tener en cuenta, como musulmanes, como miembros de la comunidad islámica, preceptos que son muy importantes para nosotros, como el de ser pacientes. Porque el que es paciente tiene la certidumbre de que hay un plan, hay alguien superior, clemente, misericordioso, todo poderoso, que tiene un plan para nosotros, que así nos sentimos protegidos y, a la vez, ansiosos de servirle. Muchas veces nos preguntamos para qué fue creado el hombre. Decimos que fue creado para adorar a Dios, un Dios uno y único que nos une con las otras religiones del culto monoteísta, como son los judíos y los cristianos.

Al ser pacientes y perseverantes, sabiendo que hay un plan, es posible estar tranquilo y cubierto. Pero lo que nosotros hacemos en esta vida tiene un premio. No voy a decir que tiene un castigo, pero tiene un premio menor si hacemos menos. Entonces, los perseverantes son los que hacen, los que perseveran para poder cambiar lo que pueden cambiar, porque Dios nos dio la alternativa de tener el libre albedrío de elegir, de saber a dónde ir y cómo concurrir, y cómo ser solidario con el otro. 

El Foro Ecuménico Social es justamente eso: la búsqueda de las coincidencias para ser solidario con el otro. Pero no el otro como individuo, uno por uno, sino, dentro del concepto de lo que es la sociedad de la cual nosotros formamos parte, el otro que tiene un aporte que dar y que puede ayudar definir situaciones, a pesar de sus problemas y de las circunstancias azarosas. 

Recuerden que el Foro se fundó en una época en donde el descreimiento y la crisis hacían que la gente dudara de todo, y quisiera que casi todos se fueran a no sé donde. Pero nosotros nos quedamos y nos quedamos con la idea de que los perseverantes, los pacientes, los que hacemos, tenemos un trabajo que hacer, una recompensa por vivir y una posibilidad de cambiar esa realidad. 

El Corán dice: “y seréis probados en el miedo, en el hambre y el dinero y en vuestras vidas y los frutos se verán en un triunfo si sois pacientes y perseverantes”. Yo tomé esta frase porque, como estamos en un ámbito empresarial, tenemos que tener en cuenta que la actividad de transformar la realidad, de hacer buenos negocios, de mejorar la calidad de la gente, es uno de los patrones que tienen los empresarios como alternativa para llevar adelante y lo pueden hacer de mil maneras, bien, mal o regular.

Esta cátedra plantea principios éticos y morales como para poder hacer buenos dineros, apalear el hambre, dar trabajo y no tener miedo, que es tener seguridad, concepto muy en boga hoy en día. Para hacer esto desde una práctica moral, que conjugue nuestros buenos deseos, que conjugue nuestras concepciones religiosas, hoy tenemos esta cátedra, que plantea una problemática sobre los valores cívicos y el compromiso ciudadano. Valores cívicos que son los de siempre, que hay que reflotar, en un país que no es ni viejo ni joven. Una sociedad es dinámica, está viva y no tiene edad. Y los valores tampoco son ni buenos ni malos ni viejos. Son valores que tenemos que mantener vivos para mantener viva nuestra sociedad. 

Para terminar, hay otro concepto que quiero verter: es el del otro. 

Nosotros, cuando nos ponemos delante de alguien que no conocemos, de una sociedad que no conocemos o de una empresa que no conocemos, tenemos una actitud de resguardo y hasta de prejuicio, porque no sabemos quién es. Y eso, desde el punto de vista antropológico, se puede llamar un extrañamiento: el rechazo de o la precaución ante lo desconocido y lo diferente. 

Hay una palabra que suma, y que borra esa alternativa: nosotros. Si descomponemos la palabra nosotros, nos queda nos y otros, o sea, nuestros y otros, hacer que los otros sean nuestros. Y esa es una de las tareas que nos podemos plantear desde acá, desde el Foro, y desde cada una de las instituciones de las que formamos parte: la tarea de incorporar al otro como un hermano. 

Día a día tenemos que repetir esa idea, la idea de combatir el prejuicio, combatir el extrañamiento, y ser fieles al mandato de Dios, a mandatos de nuestra concepción ética y moral, que van más allá de la situación coyuntural.

Estoy convencido de que, en la pequeñez de lo que es el Foro, el éxito que tenemos, se lo debemos a la permanencia y perseverancia que tuvimos, a pesar de las turbulencias y la diversidad de problemas que soportamos y superamos, y nos da esperanzas de que el mañana, si estamos unidos, si tenemos un plan y somos solidarios, seguramente va a ser mucho mejor.

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CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA