Expirado
ONG

El Centro de la Fundación Misión Esperanza, en San Marcos Sierras, en enero recibió a muchos estudiantes guiados por la necesidad de servir al prójimo. Así conocen ambientes nuevos, que los interrogan.

Esto los hace salir de su mundo todo hecho, seguro, no amenazado, y descubrir lo que es la amenaza cotidiana de la vida, la exclusión, la marginación, la migración, la impotencia social, como señalaba Jean-Yves Calvez.Son muchos los estudiantes que aprovechan sus vacaciones para visitar lugares de extrema pobreza, como una “misión” que hacen impulsados por objetivos éticos en general, y algunos como expresión de sus creencias. Eso es lo que sucede en el Centro de la Fundación Misión Esperanza, en San Marcos Sierras, que en enero recibió a muchos jóvenes guiados por esa necesidad de servir al prójimo. No es mucho lo que pueden hacer en la práctica en pocos días, pero lo más importante es sin duda el contacto que enriquece tanto a estos viajeros como a los pobladores. Se trata de gente que vive en condiciones muy precarias, olvidados por los ciudadanos de las zonas ricas. Solo con el gesto de acercarse, preguntarles qué necesitan, jugar con los niños, atender a algunos si es posible, se genera una especial y profunda relación, en la cual tanto unos como otros se gratifican. Los jóvenes descubren esa realidad, y luego comentan que fueron recibidos maravillosamente bien, que se van con el corazón lleno, y con muchas ganas de ayudar en el futuro a esas poblaciones.

Estas iniciativas pueden tener un efecto positivo: crear nuevas dirigencias, al “despertar conciencia”, como proponía quien fue presidente del Foro Ecuménico Social, el teólogo y politólogo jesuita Jean-Yves Calvez. “Se trata de  formar en la cooperación, proyectar a jóvenes en ambientes nuevos, desconocidos para ellos, que los interroguen, que los hagan salir de su mundo todo hecho, seguro, no amenazado, los hagan descubrir lo que es la amenaza cotidiana de la vida, lo que es la exclusión, la marginación, la migración, la impotencia social”, señaló.

Recordó que ya se hacía esto en los tiempos de los primeros movimientos de juventud; con las Conferencias de San Vicente de Paúl los jóvenes se obligaban a visitar a gente pobre. “Había una dosis de paternalismo en estas formas. Sin embargo ha sido muchas veces significativo. Basta pensar en el Padre Arrupe, estudiante de medicina en Madrid, muy marcado por su participación en una Conferencia de San Vicente de Paul de este tipo; tal vez provino de allí su vocación al mismo tiempo que de una visita a Lourdes, lugar de gran miseria humana, durante una peregrinación de enfermos”, memoró sobre quien fue Superior General de los jesuitas, con una influencia decisiva en los cambios sociales de la Iglesia Católica.

“Sigue existiendo la posibilidad de hacer cosas de ese tipo en todas las grandes ciudades, alrededor de los colegios y universidades en particular, por iniciativa de estos. Hasta puede ser una parte obligatoria de la currícula; y ya lo es en ciertas instituciones”, advirtió. De hecho la Responsabilidad Social Universitaria apunta ahora a esos objetivos.

De manera que es promisorio ver a estos jóvenes universitarios que destinan parte de sus vacaciones –o toda- para tomar contacto con estas realidades. Es una experiencia que los marca. Y eso fue lo que sucedió en la visita a la Fundación Misión Esperanza que concretó un médico, Eduardo Del Cerro, con un grupo de universitarios, en su mayoría alumnos suyos que cursan el último año de Medicina en la UBA. Como pudo comprobar Del Cerro en este tipo de viajes que emprende con sus estudiantes cada año, los que realizan esa experiencia ya no serán los mismos luego. Y es probable que una vez recibidos utilicen su profesión para provocar un cambio de alguna manera. 

También en estos intercambios surgen dudas en torno al “paternalismo” o “asistencialismo”, como por ejemplo las que se plantearon sobre los beneficios del camión sanitario de esta Fundación. La Hermana Theresa Varela, presidenta de la ONG, les explicó que en las zonas a las que va el camión los habitantes solo 2 veces por año reciben la visita de un médico, gracias a la Fundación, y que no tienen ninguna posibilidad de que los atiendan en la ciudad más cercana, Cruz del Eje, por lo cual a los casos que necesitan tratarse los tienen que enviar a hospitales de Córdoba capital que sí los reciben (gracias a esta ONG). Alguien recordaba que cuando fue a ese lugar un ministro cordobés a reinaugurar un edificio del centro de la Fundación, la felicitó a Theresa porque ella llegaba adonde ellos -el gobierno- no llegan; pero no llegan porque no quieren; el Estado está ausente mientras estas pobres criaturas de Dios están crucificadas por el abandono. Y a esos 700 niños que Theresa les da de comer, si ella no lo hace estarían desnutridos. Lo cual llevó a razonar al médico que si bien no es lo mejor, hay que preguntarse qué pasaría si no estuviera esa ONG allí.

Aunque también hay que pensar en un proyecto de largo plazo, que contemple todas las variables de mejora de la salud de esas poblaciones. Eso precisamente es lo que intentarán hacer desde una universidad de Buenos Aires.

Fernando Flores Maio

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