Expirado

Nuevos mecanismos de consenso social para definir un modelo de país

Carlos Custer, miembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano, ex embajador de la Argentina en el Vaticano, sindicalista, fue

secretario general de la Confederación Mundial del Trabajo, habló en la cátedra del Foro. A continuación transcribimos su exposición: 

Voy a hablar de la falta de ética que es la fractura social que atraviesa nuestra sociedad, señalando la falsa y la errónea concepción de la globalización. El Papa Juan Pablo Segundo lo ha dicho muy bien: “la globalización no es ni buena ni mala, todo depende para qué se utilice”. Lo que hemos asistido en el último tiempo ha ayudado a aumentar las desigualdades y a proyectar esa fractura de nuestras sociedades, particularmente en el caso argentino. Compramos una suerte de discurso sobre una falsa globalización que nos iba a traer todas las ventajas, los progresos y nos iba a ubicar en un lugar privilegiado en el concierto mundial, y no nos dimos cuenta que esa globalización entrega un mensaje engañoso cuya única finalidad es servir a intereses ni siquiera económicos, ni siquiera comerciales, sino fundamentalmente financieros. 

No quiero excluir las responsabilidades de los argentinos, porque tenemos esa mala costumbre de echar la culpa siempre a los factores externos. Pero este fenómeno de la globalización y todo lo que conlleva como línea de relación económica, social y política, ha sido realmente una expresión de un enorme fracaso. Nadie puede oponerse a un mundo cada vez más integrado. El sueño es la aldea global. Pero la globalización que se pretendía imponer no tenía en cuenta para nada no solo la ética sino las cuestiones sociales, el problema del trabajo, las relaciones de injusticia, el comercio, etc. 

Fue un mensaje muy falso, porque en nombre de la globalización se obligó a los países de menor desarrollo a abrir totalmente su economía. Se dio la libre y absoluta libertad a los flujos de capitales internacionales. Se trató de imponer una economía que no hizo nada más que concentrar la riqueza y empujar a la pobreza a la mayoría de la población mundial. 

La internacionalización nadie puede negar que ha aportado frutos positivos en cuanto al conocimiento humano, la interrelación, el intercambio de tecnología. Pero esta globalización que conllevaba un mensaje ideológico y económico fue el fracaso de los ‘90. Ese fracaso no nos tiene que dejar que en el aislamiento. Nosotros podemos tener una salida si se retoma una visión económica a nivel internacional, regional y nacional donde el trabajo humano ocupe un lugar preponderante. Juan Pablo II nos decía en la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano que el problema central hoy del mundo es encontrar una solución al trabajo humano. Si la sociedad y los modelos económicos no son capaces de encontrar una solución al trabajo humano, hay que cambiar la sociedad y hay que cambiar los modelos económicos. Porque lo esencial no es cómo acumulamos riquezas sino cómo el ser humano se desarrolla. Y uno de los elementos fundamentales de su desarrollo es su capacidad, su derecho, su obligación de trabajar y de concurrir con los otros seres humanos a la construcción de la sociedad común. 

Hoy los grandes sectores populares y sociales de la sociedad argentina no van a aceptar que se estabilice una sociedad en donde ellos sean marginados. Y me parece muy bien. Yo no veo que se estabilice una sociedad democrática con cinco millones de desocupados. Y esto me hace acordar que uno iba a Sudáfrica y se encontraba con un grado de desarrollo mayor que la Argentina; autopistas, shoppings, etc, cuando acá todavía no los teníamos. ¿Cuál era el secreto? Cinco millones de blancos vivían como reyes y veintiocho millones de negros vivían como esclavos. Eso no se soportaba. 

La Argentina estuvo, o está, lamentablemente, sufriendo esa suerte de apartheid, no del color sino social. Entonces nosotros tenemos que asumir que cualquier solución política, económica, tiene que poner en el centro la cuestión del trabajo. Juan Pablo II, y no por citarlo demasiado, lo dice con claridad: la sociedad tiene que repensar una nueva forma de armonización política, económica y social que ponga al trabajo humano como centro de la sociedad. Esto todavía no sucede en nuestro país. 

En los ‘90 se produjo una enorme transferencia de recursos de los países pobres, de los países del sur, hacia los países del norte. Tengo un amigo que es rector de la Academia Pontificia de Ciencias, donde durante mucho tiempo discutíamos el tema de la globalización, y en ese ámbito muchos economistas decían que esa era la realidad económica, que no había alternativa; era la teoría del “chorreo”. Nosotros podemos hablar de la extraordinaria transferencia de recursos de los países pobres a los países ricos. Y esa transferencia se hace a través de la injusticia del comercio, la apertura de la economía de los pobres, y el proteccionismo de los países desarrollados. El proteccionismo de los países industrializados tendría que dar vergüenza. Ahora se corre el peligro de que lo que nosotros aspiramos en el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea sea la continuidad de las políticas proteccionistas. Los europeos quieren que nosotros abramos los mercados, que abramos las compras gubernamentales y las empresas extranjeras puedan competir en igualdad de posiciones con las empresas nacionales, que puedan tener acceso a todos los servicios, comunicaciones, finanzas, bancos, seguro, transportes, etc., pero la política agraria no se puede tocar, porque ellos tienen sus argumentos de que “tenemos que defender el paisaje, tenemos que defender la seguridad alimentaria, tenemos que defender la existencia de los sectores agrícolas”. 

Tenemos que ir a una mundialización con otro tipo de reglas y donde más bien la prioridad y la preferencia la tengan los países subdesarrollados. Nosotros no vamos a progresar nada en un mundo que corre peligro de convertirse cada vez en un mundo violento. 

También en la Argentina tenemos una estructura de una enorme injusticia en cuanto a la distribución de la riqueza, en cuanto a la política fiscal. El IVA sigue siendo la parte más sustantiva de la contribución fiscal y es un problema serio porque lo pagan los ricos en la misma proporción que los pobres, cuando una equitativa política fiscal tendría que implicar un mayor esfuerzo de los sectores que tienen mejores recursos, y una comprensión hacia los sectores de menores recursos. Acá todavía tenemos una distorsión muy grande que esperemos que cambie. 

En el orden social tenemos que buscar economías competitivas que promuevan el trabajo genuino y que esa justa remuneración del trabajo permita aumentar la demanda para que también permita aumentar la producción. 

La tragedia es la distribución de la riqueza. Esto lo decía el presidente de Chile, abriendo la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo Social de las Naciones Unidas. El mundo tiene una enorme capacidad de generar riquezas; lo que demuestra es una absoluta discapacidad de la justicia para distribuirla. Y hoy hay que buscar con creatividad estos nuevos mecanismos. No podemos dejar que las fuerzas del mercado resuelvan el problema, porque el mercado se mueve en función de sus conveniencias y de sus intereses. No se mueve en función de satisfacer las necesidades sociales, ni la urgencia de la demanda de trabajo. 

Tenemos que pensar una nueva economía donde hay tres elementos claves: el mercado, el Estado y lo que yo llamo la nueva economía social. Este conglomerado, este acuerdo mercado-Estado-sociedad, es fundamental, con nuevos mecanismos de consenso social. 

Un país no sale adelante solo con la voluntad de un buen gobierno, sino si sabe convocar a los sectores políticos, a los grandes actores económicos y sociales, a los empresarios, los sindicatos, los sectores técnicos, culturales, académicos, etc. 

¿Cómo buscar estos elementos de consenso? Debemos promover en definitiva lo que siempre hemos hablado: ¿cuál es nuestro modelo de país, nuestro perfil industrial? ¿Qué vamos a hacer con la política minera, la política pesquera, la política forestal? ¿Qué es todo lo que nosotros queremos invertir con nuestro programa en ciencia, tecnología, en investigación? ¿dónde esta nuestra educación?. Es decir, plantear estas propuestas. Y a través de políticas de consenso, ir definiendo un programa de desarrollo, un plan concreto. Debemos buscar las grandes coordenadas que nos permitan realmente superar esta suerte de fractura que tenemos en términos sociales, que es la pobreza, la marginalidad, los chicos que se mueren por desnutrición a 30 kilómetros de Buenos Aires. Este es nuestro gran desafío. 

En el orden internacional debemos hacer una nueva convocatoria. Creo fundamentalmente en los procesos de integración. Si nosotros no nos integramos no tenemos destino. Creo que Argentina a pesar de su potencial precisa integrarse. Y creo que hemos hecho un progreso –soy relativamente optimista. Hace veinticinco años nuestra hipótesis de guerra eran Brasil y Chile. Hoy más allá de algunas diferencias y dificultades, estamos subidos en el mismo barco. Entonces esta fractura que tenemos que superar desde el punto de vista nacional, también la podemos superar desde el punto de vista internacional a través de los procesos de integración. Que no es solo la integración económica, el problema aduanero, arancelario. Es la integración de los pueblos, la integración social y cultural

Expirado

Para crear nuevas dirigencias políticas: despertar conciencia, formar en la cooperación 


El teólogo y politólogo jesuita Jean-Yves Calvez señaló que hay instrumentos de formación de los jóvenes que dan grandes resultados en la generación de quienes conducirán los destinos de un país. El presidente del Foro Ecuménico Social (foto) en su presentación en la Cátedra en agosto de 2004 afirmó lo siguiente:

El año pasado, bajo el título “Crear una nueva dirigencia política” insistí en los movimientos de juventud, instrumentos de formación, sin embargo, no directamente política, pero que dan grandes resultados en la promoción de dirigencias. La formación política es primeramente una formación general, filosófica, teológica, mas allá de lo académico...Un gran ejemplo en Francia después de la segunda guerra mundial fue el movimiento llamado Juventud Agrícola Católica (JAC), que ayudó en forma notable a la evolución del mundo agrícola en plena modernización. Indirectamente fue la fuente de una dirigencia política decisiva en los años 50, 60 (y todavía después). Una parte importante de la dirigencia política francesa en aquellos años provino de ese movimiento. 

Según experiencias observadas en el último siglo, voy a insistir sobre otros dos aspectos: iniciativas para despertar conciencia y para formar en la cooperación. 

Despertar conciencia

Aquí la idea principal es proyectar a jóvenes en ambientes nuevos, desconocidos a ellos, que los interroguen, que los hagan salir de su mundo todo hecho, seguro, no amenazado, los hagan descubrir lo que es la amenaza cotidiana de la vida, lo que es la exclusión, la marginación, la migración, la impotencia social.

Ya se hacía esto en los tiempos de los primeros movimientos de juventud; con las Conferencias de San Vicente de Paúl los jóvenes se obligaban a visitar a gente pobre. Había una dosis de paternalismo en estas formas. Sin embargo ha sido muchas veces significativo. Basta pensar en el padre Arrupe, estudiante de medicina en Madrid, muy marcado por su participación en una Conferencia de San Vicente de Paul de este tipo; talvez provino de allí su vocación al mismo tiempo que de una visita a Lourdes, lugar de gran miseria humana, durante una peregrinación de enfermos. Sigue existiendo la posibilidad de hacer cosas de ese tipo en todas las grandes ciudades, alrededor de los colegios y universidades en particular, por iniciativa de estos. Hasta puede ser una parte obligatoria del curriculum; lo es en ciertas instituciones. 

En los últimos decenios hubo una iniciativa muy sistemática entre los jesuitas de Estados Unidos para ir en esta forma a exponerse a la pobreza, a situaciones diferentes, a otras culturas, particularmente en América Central. Se los llamó programa de "exposición". Supongo además que siguen todavía. 

Pienso en Francia en una institución de orden público que existió todo el tiempo que hubo conscripción. Los jóvenes interesados en esto podían ir a servir, durante un tiempo doble del servicio militar, en un país del Tercer Mundo, muchas veces en educación, pero todo tipo de educación, también en servicios de salud, etc. Se llamaba esto "cooperación", era ciertamente en primer lugar una "exposición" en el mismo sentido que la de los jesuitas norteamericanos. En el ámbito privado tengo conocimiento de un número de organizaciones que envían a jóvenes, estudiantes principalmente, a trabajar uno o dos meses en pueblos de la India, sea para reconstruir casas, sea para cavar pozos, hacer obras hidráulicas etc, aprendiendo a conocer una población tan diferente, también por su religión, y tan pobre. 

Tanto en Estados Unidos de América como en Europa hay organizaciones de jóvenes voluntarios que se comprometen a trabajar con los jesuitas durante una temporada larga, uno, dos, tres años. Esto existe en Estados Unidos, trabajando generalmente con las misiones de los jesuitas entre los indios, como en otros países. Jesuit Volunteers existe también en Europa. Jóvenes voluntarios europeos, en Francia, en Alemania, generalmente se expatrían. Un joven polaco o rumano, por ejemplo, va a colaborar a una zona industrial francesa como la de Saint Etienne. 

Iniciativas para formar en la cooperación

El Jesuit Refugee Service (JRS), el Servicio de los Jesuitas para los Refugiados, una organización mucho más grande, no trabaja solo en la concientización sino también en la cooperación con gente desamparada en situaciones violentas, como no han faltado en los últimos años en Africa, en Asia. No olvidemos que hay algo así como 20 millones de refugiados por el mundo en la actualidad, generalmente en campos muy precarios y que pueden durar durante años. Allí hay todo tipo de servicios para prestar en cooperación con la gente misma y con las organizaciones internacionales. JRS lo ha hecho en Camboya, en Bosnia, en la zona de los Grandes Lagos de Africa oriental, en el Tchad; hoy lo hace en el Darfur, Sudan, la última zona de la que hemos aprendido estas últimas semanas que la gente por centenares de millares está huyendo de una masacre, digamos genocidio. Para este trabajo, JRS recluta a jesuitas, a otros religiosos y religiosas, y a jóvenes laicos igualmente. 

Claro que cuando se trata de situaciones totalmente imprevistas, el tipo de ayuda posible es igualmente imprevisible. Son experiencias generalmente duras, muy formadoras. Es muy importante la relectura, la evaluación profunda de la experiencia después de realizada. Y es importante preguntarse después de tal experiencia: ¿de aquí adónde voy? Es importante preguntárselo aunque uno haya tenido planes bien hechos anteriormente. 

Hay pequeñas iniciativas que tienen un sentido fundamental semejante. Pienso a una iniciativa alrededor del CIAS de Buenos Aires, con el padre Pérez del Viso; un numero de jóvenes y adultos van cada año a pasar una temporada en San José del Boquerón, en la provincia de Santiago del estero. Se trata de llevar ayuda concreta. Sin embargo la característica esencial es entrar en contacto con una población de la que la gente de la Capital no tenía conocimiento. 

Tales experiencias se desarrollan frecuentemente en el Tercer Mundo. A veces se critica esto, por ser situaciones excepcionales, muy diversas de las experimentadas generalmente por los jóvenes. Pero ese no es un mundo folclórico, irreal. Es y sigue siendo una parte sustancial del mundo real de todos los hombres; su situación está en relación estrecha con la del resto del mundo. El Tercer Mundo existe de verdad, así que establecer una relación con él en forma seria es algo que contribuye ciertamente a la formación socio-política de una persona, de un joven de hoy. 

Los efectos de tal exposición y todavía más de tal cooperación prolongada son en general muy ciertos. Basta ver por ejemplo el número de vocaciones religiosas que despierta esto, con un claro matiz social en ellas. Hay vocaciones explícitamente políticas también que empezaron con este tipo de experiencias. 

En lo estrictamente político, hay que aconsejar empezar a dedicarse a causas políticas en el nivel municipal. Un paso más es entrar en consejos municipales propiamente dichos, por el proceso electoral.

He hablado de cooperación. Creo que la noción es esencial en una formación que eventualmente desemboca en lo político, por que lo político es mundo de cooperación, primeramente de reconocimiento mutuo, entre hombres y mujeres posiblemente muy diversos o que tienen una historia de enfrentamiento, talvez de violencia. Todo lo que es de esencia cooperativa es bueno. Dentro de esto hay que dar importancia a la colaboración ecuménica, entre cristianos de distintas confesiones, o entre cristianos y judíos y musulmanes; es una ocasión más de aprender la diversidad. Es todavía demasiado escasa la cooperación política entre gente de religiones diversas, mientras es cierto que tal cooperación da un gran testimonio al mundo . 

Ciertamente los participantes en nuestro encuentro tienen mucho más que contribuir a la serie de datos que he esbozado aquí. En todo caso en tales líneas se puede realizar mucho en favor de la formación política propiamente dicha. Es importante que cualquiera que tenga esa preocupación lleve adelante iniciativas del tipo esbozado o contribuya a las ya existentes. 

Aun los políticos, sensibilizados por la necesidad de la formación de nuevas generaciones de políticos, deben trabajar en tales iniciativas no inmediatamente políticas. Y hay muchas otras que se pueden inventar. Tenemos que ejercer de verdad nuestra responsabilidad hacia los jóvenes de las nuevas generaciones; no solamente quejarnos de su ausencia de interés, sino más bien ponernos inmediatamente a trabajar en algo para ellos, ofrecer algo para ellos, algo dondequiera que los encontremos, desde las familias hasta las escuelas, las parroquias, los sindicatos y los partidos evidentemente. 

Retengamos estas dos ideas: despertar la conciencia, formar en todo tipo de cooperación, sobre todo en formas desinteresadas.

Expirado

En 1889 un magnate predicaba el Evangelio de la riqueza

Silvio Schlosser (Fundación YPF) recordó a Andrew Carnegie, uno de los primeros en apelar a la RSE en su libro "The Gospel of Wealth". Hoy el hecho de donar asume otras formas, como las que encara esa institución para ayudar a los

menos favorecidos. En esta página damos a conocer su ponencia en la Cátedra del Foro.
Se habla cada vez más sobre Responsabilidad Social Empresaria, pero en verdad todos tenemos mucha responsabilidad, las personas, los hospitales, las empresas, etc. Quizás como la empresa es una de las organizaciones exitosas de la modernidad entonces la sociedad considera que puede resolver muchos de los problemas y probablemente sea así, aunque la principal responsabilidad de una empresa es la creación de riqueza y empleo como contribución a la sociedad. 

Pero hoy se habla de un doble contrato. Uno es el económico, que tiene que ver con generar empleo, invertir parte de los excedentes, pagar impuestos para el mantenimiento de la sociedad. El otro es el contrato social, que tiene que ver con coparticipar en el desarrollo social de la comunidad en la cual actúa y la obligación de cuidar el medio ambiente, a cambio de lo cual la empresa obtiene legitimidad social. 

La sociedad quiere que la empresa genere riqueza, gane dinero pero no a cualquier precio. Es decir, hay una mayor conciencia de la responsabilidad del sostenimiento de la sociedad. Y este tema que nos parece tan nuevo, en realidad no lo es. Ya en 1889 Andrew Carnegie en su libro de "The Gospel of Wealth" , “El Evangelio de la riqueza” podría traducirse, muy interesante y que se puede bajar de Internet, establece que las personas adineradas y las empresas deben asumir como responsabilidad administrar la riqueza para bien de toda la sociedad, asistiendo y guiando a las personas con menos fortuna. Quizás con un criterio paternalista él habla de dos principios: uno de caridad y otro de custodia. El dice que los miembros más afortunados de la sociedad tienen que ayudar a los menos afortunados en forma directa o indirecta. También dice que las empresas y las personas pudientes son consideradas custodias de los bienes que pertenecen a la sociedad, que tienen que multiplicar las riquezas de la sociedad mediante el uso eficiente de los bienes con inversiones prudentes. 

Fue el creador de la industria del acero y es el padre de las bibliotecas públicas que existen en Estados Unidos. Realizó la donación más grande de la historia de la humanidad (de unos 400 millones de dólares) si actualizamos esa cifra a valores actuales. 

Con respecto a la Fundación YPF, fue creada por una decisión de la Asamblea General Ordinaria del 30 de abril de 1996 como una organización donante y sin fines de lucro. Hay dos modelos de fundación en nuestro país, las que son operativas y tienen que generar sus recursos, y las donantes que tienen recursos propios para poder desarrollar proyectos para el bien de la comunidad. Se creó con la misión de contribuir a que la Argentina alcance los requisitos de participar activamente en un mundo que tiende hacia la integración, y se plantearon objetivos para promover, estimular, y participar en iniciativas de carácter educacional, cultural, y en especial en la promoción de la investigación científica.

Es una enorme responsabilidad tener una fundación donante; en nuestro país lamentablemente no tenemos muchas. Son muy importantes nuestros valores, que son la ética y perfeccionismo en el trabajo, ser eficientes en la operación, tener objetivos que puedan ser medidos y evaluados, tener transparencia en la difusión de los resultados, en la participación y la gestión. El presupuesto es de aproximadamente 10 millones de pesos anuales. Surge de una decisión de la asamblea general de accionistas que decidió destinar a la fundación el medio por ciento de las utilidades promedio de los últimos tres años. Se toma el promedio porque las utilidades de las empresas ligadas al precio del barril de petróleo pueden tener alzas y bajas en sus beneficios dependiendo de los mercados internacionales. Años malos se compensan con años buenos, cosa que efectivamente sucedió. En un período de más o menos tres años la curva resulta amortiguada y esto nos permite encarar programas y proyectos de muchos años. Podemos tener becarios de cuatro años, programas de educación de dos años, porque tenemos asegurados los ingresos que nos permiten plantear los objetivos a largo plazo. 

Básicamente ofrecemos becas, apoyamos a escuelas, institutos, universidades, y hacemos toda clase de acciones tendientes a apoyar el desarrollo de investigaciones científicas, técnicas, y de perfeccionamiento personal. Para eso tenemos un programa; no estamos esperando que lleguen proyectos, aunque escuchamos propuestas y apoyamos siempre las que estén alineadas con nuestros objetivos. 

Tenemos un importante programa de becas, otro de educación, un concurso de voluntariado corporativo, un premio a la investigación Repsol YPF junto con el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas, y algunas otras actividades. Muchos graduados han participado en la becas del Instituto Superior de la Energía, desarrollado por Repsol YPF cerca de Madrid con el objetivo de otorgar postgrados para todos los graduados en carreras afines con la energía en universidades nacionales. Se dan becas de 500 pesos por mes. Actualmente participan en el programa la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, las universidades de Salta, La Plata, Cuyo y Comahue. Los alumnos pertenecen a familias de muy bajos recursos, con muchos hermanos (7 u 8) y al obtener la beca todos los chicos terminan la escuela media. Produce un efecto de interés el hecho que un integrante del grupo familiar haya sido premiado por su dedicación al estudio. La beca se obtiene después de haber cursado un primer año y la otorgan directamente las oficinas de algunas de las universidades. 

Tenemos también un programa de becas de postgrado para jóvenes, con el Conicet, en temas vinculados al petróleo. Las cantidades son 120 becarios de postgrados, 70 en el Instituto Superior de Energía, 195 becarios de grado y 8 que están haciendo sus doctorados con la beca del Conicet.

Nuestro programa de educación tiene como objetivo encontrar iniciativas niveladoras a través de concursos, en el ámbito nacional. Siempre hay un comité en la zona, independiente de la fundación. Los comités se conforman por expertos que no pertenecen a la fundación, que ayudan a seleccionar las mejores propuestas. 

Apuntamos a la educación formal vinculando universidades, escuelas y organizaciones de la comunidad. Las bases son muy rigurosas y obligan a que esas organizaciones presenten un proyecto en común. La experiencia nos demuestra que los que no ganan la beca, el subsidio, si el programa es fuerte y la idea es interesante consiguen los fondos igual. Destaco el hecho de haberse reunido durante varios días para preparar la propuesta que tiene que ver con el mejoramiento de enseñanza y tecnología en pueblos chicos en el interior, en donde la gente se ve todos los días pero jamás se sienta a hablar. Normalmente decían los de la universidad que los alumnos de la secundaria venían mal preparados, y los docentes decían que lo que piden en la universidad no tiene nada que ver con lo que hace falta. El hecho de tener que presentarse al concurso crea una relación que genera un valor agregado y después aunque no hayan recibido el subsidio terminan realizando el proyecto igual. 

También apoyamos iniciativas que tienden a retener o reinsertar a jóvenes en la escuela media. Uno de los problemas más graves de nuestro país es que la mitad de los jóvenes no van a la escuela media y la mitad no la termina. Desde el año 2002 tenemos una iniciativa de subsidios a proyectos que plantean la reinserción de personas con padecimientos mentales a través de proyectos productivos. 

En el 2001 uno de los proyectos de innovación de educación en Neuquen se llevó adelante en una meseta erosionada por lluvias y viento en las afueras de la ciudad. Se estudió el impacto de la energía del agua y el viento en el paisaje que forma esta peculiar topografía. Otro proyecto apunta a la educación y producción marina en Chubut. La idea es que los jóvenes que están en una zona fuertemente ligada al hidrocarburo puedan ir pensando para el futuro estrategias de desarrollo regional en otras actividades económicamente productivas. El proyecto está funcionando.

El impacto ha sido grande y muchos ministerios lo han tomado como modelo. Nosotros desde la Fundación realizamos un seguimiento activo de cada uno de los proyectos. En estos proyectos en donde intervienen varias organizaciones muchas veces se generan conflictos que como mediadores resolvemos, porque nuestra preocupación es tratar de llevarlos adelante. 

La Fundación fue seleccionada por la International Youth Foundation de EEUU para ser socio local y operar un programa trianual para jóvenes, con fondos de Lucent Foundation de EEUU. Otra acción que desarrollamos con toda el personal de la compañía la denominamos Energía Solidaria. En este caso la Fundación con las direcciones Externas y de Recursos Humanos elaboramos un concurso interno. En medio de la crisis, cuando todo el personal estaba participando de una u otra manera activamente en forma de voluntaria, quisimos potenciar esto ayudando a aquellos que lo estaban realizando, para que lo hicieran de una manera mejor. Para eso diseñamos un concurso en el que las propuestas tienen que ser sustentables, replicables y de impacto social. 

Respol YPF llama a concurso interno, los voluntarios identifican necesidades y presentan proyectos. Las ONG se asocian con voluntarios. Esto es muy importante porque permite que ONGs muy pequeñas que por lo general jamás recibirían apoyo de una empresa o de una fundación, lo reciban a través de estos tutores, estos voluntarios de la empresa, que además tienen una visión empresarial. Con la idea de tratar de resolver algún problema social se involucran y presentan alguna propuesta. El comité de selección también está formado por los empleados, que leen todas las propuestas. Hay un puntaje y se otorgan los subsidios dividiendo el país en siete regiones. Se eligen los ganadores, Recursos Humanos comunica los resultados, hacemos un taller de capacitación para todos los voluntarios, para fortalecer a los que van a trabajar en este tipo de problemática, la fundación provee los fondos, se inician los trabajos, y se suman muchísimos voluntarios más.

Hoy casi el 10 % de la empresa (unas 900 personas ) trabaja en un programa de estas características. Tenemos instituciones técnicas como el INTA, la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de la Plata, que ofrecen asesoramiento para los proyectos. Se ponen en marcha, hacemos un monitoreo como ya lo hicimos en nuestros programas anteriores, Relaciones Externas comunica, divulga, trata de contagiar a más gente y tenemos ya 54 proyectos funcionando. 

Algunos ejemplos: el proyecto del Taller Esperanza, que consiste en la fabricación de calzado deportivo, con todas las normas de seguridad y evitando el trabajo infantil. Aprovechamos todos los conocimientos de la empresa para utilizarlos en el campo social, para que se trabaje con antiparras, con guantes, con todos los elementos que indican las normas de seguridad que nuestra gente ha adquirido en la empresa, para que se los difunda y se haga de la mejor manera posible. 

Como les comenté, junto con el Instituto del Petróleo y del Gas anualmente, desde hace tres años, convocamos a todos los institutos de investigación a presentar proyectos innovadores que tengan que ver con las industrias de petróleo, petroquímica, gas y electricidad. Tenemos una página de museos, y queremos que todos los museos del país puedan presentar sus actividades. Otros programas tienen que ver con la distribución de computadoras, y con una campaña odontológica que se realiza anualmente con egresados de la Facultad de Odontología de la Universidad de Rosario. Toda la información se puede encontrar en detalle en la página web www.fundacionypf.org. 

Expirado

La criminalidad no baja con mayor gasto en seguridad

El experto Bernardo Kliksberg advirtió que la tasa de criminalidad en América Latina no bajará gastando más dinero en seguridad, porque hay causas estructurales que tienen que ver con el aumento de la desocupación y la pobreza, al hablar en la Cátedra del Foro en el Museo Malba.

 El director de la Iniciativa de Capital Social del Banco Interamericano de Desarrollo añadió que el número de delitos se triplicó en la Argentina en la última década, pero ese no es un tema exclusivamente policial sino que está vinculado con la mayor desigualdad. La diferencia entre el 10 % más pobre y el 10 % más rico en el país era de 12 veces en 1986, y en 2002 esa brecha trepó a más de 34 veces. Mientras que esa comparación en Suecia es de 3 a 1, la Argentina se acerca a los guarismos de Brasil, la segunda nación más desigual del planeta. Precisamente las desigualdades son el centro del mensaje de la senadora Cristina Kirchner que figura en la contratapa de su libro “Más ética más desarrollo”, cuya segunda edición presentó en la Cátedra Abierta de ese Foro, presidido por el politólogo jesuita Jean-Yves Calvez, ante dos centenares de personas que aplaudieron sus tesis en el auditorio del Museo Malba. Se lo considera hombre de consulta del gobierno nacional y –acorde con el pensamiento del presidente Kirchner- pone el acento más en lo ético que en lo técnico.

Pero a la hora de dar datos, se basa en investigaciones comparadas que disponen en el BID, y que demuestran que la cuestión que aborda es compleja y requiere una decisión política más que una fórmula económica. “Brasil cada vez gasta más en policía pública y privada y la tasa de criminalidad no se reduce nada. Ese país destina a ese rubro el 10 % de su Producto Bruto, lo que en cifras equivale al Producto Bruto total de Chile, pero el número de presos continua ascendiendo en forma significativa y la tasa de criminalidad sigue subiendo todo el tiempo”, ilustró.

Comentó que otros estudios de la Unión Europea plantean que no hay correlación estadística entre el número de presos y las tasas de criminalidad.

Resaltó que el aumento de los delitos está directamente relacionado con el hecho de tener un gran porcentaje de la población excluida del mercado de trabajo y del acceso a la educación. “Está claro que cuanto más educación hay menos criminalidad se registra. No está claro que cuanto más gasto exista en seguridad habrá menos crimen”, sintetizó.

Kliksberg, quien también es asesor de la Unesco, explicó una experiencia realizada por esa organización de las Naciones Unidas en Brasil, en la cual las escuelas se abrieron los fines de semana para ofrecer a los jóvenes actividades culturales y recreativas, que arrojó buenos resultados, ya que se pudo comprobar que contribuyó a una disminución sustancial de la tasa de criminalidad.

El especialista, que presentó la segunda edición de su libro “Más ética, más desarrollo”, subrayó precisamente que el título de su obra es la propuesta para que la Argentina, y Lationoamérica, pueda salir del atraso.

En eso coincidió con un miembro del Foro, el empresario Luis Bameule (AEA, Copal, Quickfood) quien manifestó “que si se vincula el nivel de ética con el de desarrollo, en cualquier comparación con países del mundo, la Argentina no sale bien parada, y eso explica porqué con los recursos que tenemos no podemos transformarlos, lo que provoca el éxodo de mucha gente”. “De esa situación –agregó- se sale con una dirigencia convocada ampliamente para lograr un despegue educativo consistente y de largo plazo, que implique un cambio de verdad”.

La presentación de Kliksberg, sobre "Los nuevos desafíos éticos de la Argentina y de América Latina", se puede encontrar en el link:

Se refirió a esa cuestión también al hablar en el seminario que se realizó en el marco de asamblea anual del BID en Lima, Perú. Información sobre los temas que abordó en esa oportunidad se puede encontrar en el siguiente link:


Sesiones de la Cátedra Abierta 2004

Información sobre las actividades de la Cátedra se puede encontrar en el siguiente link:

Expirado

El rol de los empresarios en el proceso de cambio

Sobre ese tema expuso en la segunda sesión de la Cátedra el presidente de Quickfood y vicepresidente de la Copal, la coordinadora de la industria alimenticia, Luis Bameule. Analizó la crisis de la Argentina y la responsabilidad de la dirigencia, particularmente la empresaria. Propuso que se unan quienes comparten valores para salir del círculo vicioso en el que cayó el país. Transcribimos su ponencia en esta página: 

Adhiero y agradezco las palabras de Eusebio Mujal, por lo cual puede ser que posiblemente mi exposición en algunas partes se reduzcan un poco y en otras se refuercen conceptos.

El Foro Ecuménico Social nace de las preocupaciones compartidas por la inmensa mayoría acerca de lo mal que nos ha ido, pero también habla de la esperanza, de la posibilidad de un cambio en esta tendencia de varias décadas. Debemos partir de la más absoluta y cruda realidad. Los números son en general elocuentes, no los voy a dar, pero son muy malos en términos absolutos y más aun en términos relativos, en comparación con otros países del mundo, más o menos ricos en recursos, más o menos extensos que la Argentina. Hemos declinado fuertemente en cualquier comparación entre los datos de la Argentina de la década del ‘20, del ‘30 sobre todo, y su inserción en el mundo, con los datos estas últimas décadas, que son realmente dramáticas. La Argentina tuvo el séptimo Producto Bruto por habitante del mundo hace 70 años y hoy se ubica en el número sesenta. Esto es una pérdida relativa muy grande. 

Tenemos grandes problemas de cantidad y de calidad de empleo, altísimos índices de pobreza -nunca vistos- que llevó en muchos casos a la exclusión social, lo cual complica no solo el presente sino también el futuro. Tenemos una bajísima participación en el comercio mundial en un mundo muy globalizado y con creciente tráfico de mercaderías y de servicios, tenemos altos niveles de corrupción, tenemos un default económico y financiero que abarca también algunos otros aspectos de la sociedad. 

Antes tuvimos un default sanitario, y ese no sería el peor problema. Cuando se presentó la aftosa en la Argentina afectó enormemente a la exportación de sus productos más básicos. Pero la forma en que se dió el default muestra algunas de nuestras características. Tener una accidente, un brote de una epidemia, de una enfermedad que ni siquiera era grave, no era lo más dramático. Lo peor es que un país mienta, diga que no lo tiene cuando lo tiene. Esto, sumado a un default económico financiero festejado. Un país puede caer en default, puede tener un problema una empresa, pero festejar el default y eso además transmitido por todo el mundo, tiene consecuencias graves y muestra también una forma de actuar de la dirigencia y de las autoridades de un país. Por lo tanto se traslada eso a sus pueblos, a sus ciudadanos, muestra actitudes, muestra que hay algunos desvalores que evidentemente no ayudan ni al propio país ni a su reinserción en el mundo. Esta es una realidad y negarlo sería un hipócrita. 

Por supuesto que en estos últimos años se agregó la recesión, como dije antes, el desempleo, la fuga de capitales. Como se sabe hay más capital de argentinos en el exterior que en nuestra propia deuda defaulteada. Esa fuga no ocurrió ni en los últimos 3, ni 5 ni 6 años; son décadas de fuga de capitales y en muchos casos también ha habido una fuga intelectual o anímica. Muchos de los emprendedores sanos de la Argentina cuando pasa esta sucesión de cosas comienzan a emigrar intelectualmente si no lo pueden hacer físicamente. Empiezan a pensar en proyectos, en años sabáticos afuera, en buscar una oportunidad en otro lugar, mandar a sus hijos no para estudiar afuera y volver después a aplicar su conocimiento en el país sino para pensar en una inserción fuera del país. Y todo esto en un país en que está todo por hacerse y donde hay una enorme dotación de recursos naturales de todo tipo, extensión, clima favorable, turismo, minería.

Recordando una parábola, no fuimos capaces de multiplicar los talentos, y esto no es de ahora sino de hace unas cuantas décadas. Coincido con Eusebio Mujal en cuanto a la falta de proyecto, pero también carecemos de unas cuantas cosas más, en materia de cultura, valores y actitudes concretas, y en el tema de las instituciones. Una caída tan persistente como la nuestra, que es un caos de estudio en todo el mundo, tiene que tener seguramente explicaciones profundas. No es un hecho concreto, no es que pasó un huracán el año pasado que duró una semana y nos dejó una secuela muy grave, sino que se han ido acumulando a través de décadas las actitudes, los desvalores que nos han llevado a esta realidad que vivimos hoy. 

Esta decadencia tiene una profunda raíz cultural. La dirigencia es obviamente la más responsable de lo que ha pasado. No le vamos a exigir cuentas a quien no tiene un estudio, a quien no ha tenido la menor posibilidad de ejercer autoridad o de tomar decisiones de fondo. Dentro de la dirigencia están los políticos, intelectuales, empresarios, sindicalistas, los hombres de la justicia. 

Algunos conceptos, y ya desde el ángulo empresarial, que no fueron claros en la Argentina son ¿qué es la empresa? ¿para qué sirve una empresa? ¿cuál es el rol del empresario? ¿qué rol juega la ganancia? ¿para qué sirve? ¿es buena o mala? Si fueran claros se gestaría una atmósfera favorable para que quien quiere invertir sanamente encuentre las condiciones necesarias para hacerlo. Ese terreno fértil existió en la Argentina solamente en períodos sumamente cortos, como saben los que tienen un poco más de años y memoria. Recuerdo la administración de Frondizi, o también en algún gobierno no democrático cuando fue ministro de Economía Krieger Vassena, o los primeros años de la década del ‘90. Pero si tomo 50 años no encuentro muchos más períodos de clima de atracción para la inversión de riesgo.

Las empresas se diferencian de un negocio que empieza y termina de una sola vez. La empresa tiene por objetivo producir bienes o servicios en forma continua a través del tiempo, en forma eficiente, generando con eso un valor agregado. Parte de eso tiene que ser para el accionista, y parte tiene que volver en reinversión. Por eso la empresa requiere un cierto marco, requiere reglas de juego. Imagínense por un minuto que al mejor Maradona que recordamos le estuvieran cambiando el reglamento cada diez minutos. No podría haber funcionado como un gran jugador si le corren el arco, si le cambian los límites, si lo que es penal no era penal. No existe una actividad que no tenga un marco mínimo de reglas que duren a través del tiempo. En la Argentina esto no ha sucedido. Los cambios han sido y son permanentes. Es muy difícil entonces plantear inversiones que luego generen trabajo, producción, con un esquema de tan corto plazo. Por eso se piensa entonces más en el negocio que en la empresa. Si la forma de encarar la actividad es que en cualquier momento me tengo que ir, no se lo hace de la misma manera que si el concepto es que quiero quedarme, echar raíces, progresar. 

Es una cuestión de tipo conceptual. No se ha comprendido que una empresa cuando actúa en un marco de competencia, y puede y debe confrontar con otras empresas, legitima su ganancia. Por eso la ganancia tampoco ha sido bien vista, porque se ha pensado -y muchas veces ha ocurrido- que en vez de ser el fruto de una competencia sana entre distintos operadores ha sido el beneficio grosero, producto de una ventaja espúrea o de una prebenda malamente conseguida, a través de una corruptela. Por eso también la imagen del empresario en general es pobre, ya que el concepto que se difunde es que hay mucho empresario rico de repente con esa riqueza obtenida no de una competencia sana. Y después viene esa mezcla superficial de meter a todos dentro de una misma bolsa. Pero así como hay algunos dirigentes políticos que son sanos, capaces y bien intencionados, de la misma manera ocurre con el empresariado, aunque lo peor es que el promedio no funciona y por eso estamos mal como conjunto. No son excepciones sino que son muchos los casos. Entonces viene la generalización y las empresa, la ganancia, y el empresario están mal vistos. ¿Quién va a generar entonces el empleo de tipo productivo si no es el empresario? En esto quiero aclarar que cuando se habla de empresario no se habla solo del patrón. Los argentinos hemos subestimado estas cuestiones de concepto, lo cual implica también un problema cultural que se resuelve por varias vías: con educación, con reglas de juego claras, con una participación del Estado que marque la cancha y sea el garante de la libre competencia igualitaria para todos, y no que altere su rol y que por momentos se vuelva empresario. Tiene un rol que cumplir, es el árbitro de esa cancha. 

En ese contexto se suman también algunas cuestiones culturales. En un artículo Félix Luna explicaba que ya desde la época de la colonia, ante la rigurosa normativa que venía de España generalmente el virrey emitía una resolución que decía “se acata pero no se cumple”. Eso parecería que fue impregnando la cultura de los argentinos. Sale una norma sobre velocidad máxima, se acata pero no se cumple. Y así con tantas otras cosas. Vivir en un contexto de ese tipo con problemas culturales importantes, y con actitudes que dejan a un lado los valores -que por otro lado tampoco se explican con firmeza- genera comportamientos, en términos demasiado duros, esquizofrénicos. O sea, sabe uno que debe manejarse de un modo y se comporta exactamente de otro modo. O lleva a ser absolutamente “light” para deslizarse rápidamente hacia los disvalores, por el hecho que si no lo hago fracaso o desaparezco. Obviamente cuando hay un problema de tipo cultural y de actitudes como ésta -es la perspectiva que yo he vivido, que ha sucedido en la Argentina- nuestra vida diaria se vuelve complicada, difícil y muchas veces se producen fracasos, disgustos y esas huidas de capitales, intelectuales o anímicas que antes mencioné.

¿Cómo salimos de ese círculo vicioso hacia un círculo virtuoso que nos permita ir hacia adelante? En este punto aparece mucho más fuerte la responsabilidad de la dirigencia, la presente o la que venga, porque seguramente cambios estructurales tanto en los conceptos como en los valores es difícil que puedan hacerlos las mismas personas que han estado conviviendo en este tipo de sistema, y quizás fomentándolo. 

No tengo en claro cómo se hace esa renovación, no soy un experto en ese tema, pero creo que si los bien intencionados y los que se supone que tenemos o compartimos determinados valores y conceptos basados en lo que ha funcionado en el mundo, en lo que hemos visto o aprendido acá y afuera, si no nos juntamos todos aquellos que pensamos de una manera parecida, va a ser muy difícil que cambie este sistema. Alguna forma o algún esquema de red, de comunicación, de institución que empiece a juntar estas maneras de pensar y que vaya tendiendo puentes unas con las otras, tendrá que ser quizás el arranque de un camino que haga quebrar esa tendencia tan lamentable. 

Estos cambios no pueden venir desde abajo, no pueden salir de un grupo que un día se siente en una esquina y decida que va a cambiar la educación de la Argentina, que se va a volver al valor del trabajo, del esfuerzo, del conocimiento. Estas cosas tienen que salir de gente que ha recibido otros talentos, que aparecerán en algún momento en la sociedad.

En muchos casos -y hablo por el sector empresario- vivimos muy dentro de las propias realidades de las compañías, en parte por las dificultades que había que afrontar, en parte también por no querer mezclarse, por decir yo no pienso de esa manera, estoy en total desacuerdo con todo eso. Entonces yo me repliego hacia mi compañía, porque al menos ahí estoy en otro medio, privilegio esas otras cosas que a mí me interesan, pero en un contexto como este me va la vida y, por lo tanto, de la puerta para afuera de la empresa nada hacemos. Creo que ha sido un error y en eso el empresariado sano debe hacerse una autocrítica muy importante. Hay que salirse de la puerta en el caso nuestro de las empresas, como otras instituciones deberán hacer algo parecido. Dentro de esa crisis de conceptos, de valores y de desvalores, también hay que hablar del pago de los impuestos. En general todos decimos que los impuestos deben pagarse pero la inmensa mayoría no se siente plenamente obligado a pagarlos. En la Argentina pagan impuestos a los bienes personales, a la riqueza, unas 50.000 personas, pero hay más de esa cantidad con patrimonios superiores al mínimo que exige la Dirección Impositiva. Los niveles de evasión son monstruosos. En lugar de corregirla se inventan nuevos impuestos para los que ya pagan, con lo que los van ahogando, de manera tal que esto termina en la imposición -como ha ocurrido en los últimos años- de impuestos muy distorsivos a los cheques o a las exportaciones. Debe ser uno de los poquísimos países del mundo que grava las exportaciones, cuando la mayor parte las estimula. ¿Con qué autoridad entonces la Argentina puede reclamarle al mundo en las reuniones de la Organización Mundial del Comercio? ¿Con qué autoridad puede exigirle al mundo desarrollado que no sea proteccionista, que no frene el ingreso de los alimentos provenientes de los países que somos grandes productores de alimentos? Poca autoridad.

Argentina tendría mucha más autoridad para reclamar si su default no hubiera sido declamado, si no hubiera mentido, si no estuviera gravando sus exportaciones. Perdemos autoridad para debatir estos temas con fuerza. 

Tenemos que revalorizar el concepto de empresa, el rol del empresario, el rol del Estado, necesitamos reglas de juego parejas y estables a través del tiempo que copien o por lo menos mantengan un grado de sensatez en función con lo que funciona en el mundo. La mayor parte de las verdades en cuestiones económicas están básicamente descubiertas.

Finalmente quiero expresar la necesidad de hacer un enorme esfuerzo por un lado para salir del cascarón en el que cada uno se siente medianamente preservado, la propia empresa, la familia, el grupito de los amigos, por el deber que creo que tenemos si es que queremos cambiar esta realidad y trascender del modo que sea, escribiendo artículos para los diarios o cartas de los lectores, participando activamente en ciertas instituciones, o cada uno verá de qué manera puede avanzar en ese sentido. En caso contrario continuaremos en este declive tan lamentable. Recuerdo siempre que en 1987 el Papa Juan Pablo Segundo vino a la Argentina y nos habló a los empresarios, que vivíamos también en ese momento con un estado de ánimo muy malo, estábamos al borde de la hiperinflación, había una gran huida de capitales, en una década que se creía perdida. El venía de Chile y había sobrevolado por el medio toda la Argentina. El Papa entonces dijo: Señores empresarios, he visto algo de lo que ustedes tienen y ustedes tienen la obligación de multiplicar la herencia recibida. Ese razonamiento es tan válido para los empresarios como también para el resto de las dirigencias.

Más artículos...

CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA