Expirado
Reflexiones Cátedras

Responsabilidad social y globalización

Camilo Prado Freire, Presidente de la Asociación Europea de Dirección y Economía de la Empresa y catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, habló en la cátedra del Foro. A continuación transcribimos sus palabras:

En lo que respecta a la responsabilidad social, el problema fundamental está asociado a la globalidad. Este concepto de globalidad deberíamos especializarlo, fraccionarlo, en tres piezas básicas: la globalidad financiera, la globalidad de las mercancías y la globalidad de las personas.

Según la primera, el movimiento de capitales entre países se realiza sin ninguna interferencia. No es tan así el movimiento de mercancías que está más restringido, de acuerdo a las cuotas y las tarifas de los pactos de la OMC.

Y, por último, el movimiento de personas, que teóricamente debería ser el que no tuviese restricciones, sin embargo las inmigraciones de países africanos y otros países provocan desajustes en el sistema económico.

En definitiva, reflexionamos sobre la actividad de la empresa, hacia dónde conduce esa actividad y cuáles van a ser las líneas de actuación en el futuro.

Siguiendo a Milton Friedman, la empresa sólo debe perseguir fines económicos, que es lo que sabe hacer.

Yo considero que lo que sabe hacer la empresa es transformar factores en productos que llegan al mercado, y esa operación genera un beneficio. Este beneficio es distribuido entre los partícipes del ámbito empresarial. Para Friedman los partícipes de la empresa eran estrictamente los propietarios o accionistas, o sea aquellos que han arriesgado su capital y que teóricamente tienen el derecho de obtener los beneficios.

Otro partícipe, que es el gobierno, ya recibe parte de los beneficios a través de los impuestos que aportan las empresas en función de la actividad que desarrolla.

Esto dio lugar a plantearse si la evolución de la empresa estaba orientada única y exclusivamente a la generación de beneficios, remunerando cada vez más a sus accionistas. En los años 30 se produjo este debate sobre si las empresas debían tener, además del económico, un componente social, y tenían que devolverle algo de lo que obtenían a la sociedad.

Llegando a la década del 50, se considera que la empresa debe, además de obtener beneficios, hacer una contribución social. Aparece aquí una nueva figura, la del empresario de carácter económico-social.

El problema que aquí nos planteamos es el de la definición de los objetivos de la empresa y qué filosofía impregna su organización; si es una filosofía estrictamente económica, utilitarista o de justicia, en definitiva, qué es lo que impregna la filosofía empresarial.

Lo que planteamos en este foro es que nuestras enseñanzas van orientadas al papel que debe desempeñar el empresario, que no es simplemente de carácter económico, sino que es de carácter económico-social. Y la sociedad no puede dejar de permanecer atenta al camino que siguen las organizaciones. El pueblo, a través de instrumentos de vigilancia, tutela y control, tiene el peso para reorientar la acciones de las empresas y así corregir las desigualdades y asimetrías que ellas pueden provocar, por medio de la redistribución de los beneficios que obtienen.

Quisiera recalcar que la empresa tiene un papel ético importante del cual no se puede olvidar, debido a que forma parte de un sistema dinámico mayor, y debe contribuir a la resolución de la asimetrías sociales, asumiendo un doble rol, el económico y el social.