Expirado
Reflexiones Cátedras

La Responsabilidad Etica

El Pastor Tomás Mackey, profesor y director del Seminario Internacional Teológico Bautista de Argentina, se refirió a la responsabilidad ética. Transcribimos sus palabras: 

1. La ética es hoy un tema de moda. Abundan las comisiones de ética, cátedras de ética, y códigos de ética. Se escriben muchos libros sobre ética y se celebran muchos congresos sobre diferentes tópicos de la ética: bioética, corrupción, calidad mediática, ecología, aborto y acoso sexual, droga, ética de empresa y empresarios, y, por cierto, se han creado cursos de ética en las universidades empresariales más importantes del mundo. Sin embargo es posible y necesario preguntar: ¿cuáles son los contenidos de la ética, quién debe enseñarlos, quién es ético? 

2. Gilles Lipovetsky (Autor de "El Crepúsculo del Deber". Barcelona: Anagrama, 1994. Aquí citado en diferentes páginas.) cree que “a partir de la Ilustración, los modernos han tenido la ambición de sentar las bases de una moral independiente de los dogmas religiosos, que no recurra a ninguna revelación, y que se libere de los miedos y recompensas”. A pesar de todo, razona él, se conserva e idealiza la obligación moral, se valoran los deberes del ser humano, y se imponen normas incluso austeras, represivas y disciplinarias referidas a la vida privada. Es decir, se rechaza la ética basada en cualquier “revelación” exterior a la propia persona, pero se sigue valorando fuertemente el sentido del deber. Las personas no se sentían ya obligadas por Dios, por la Biblia, u otros documentos religiosos, pero se sentían obligados por su familia, por su trabajo, o por algún tipo de dignidad. Un ejemplo notable es el valor que generaciones anteriores asignaban a la palabra empeñada, o al trabajo. Ese período, continúa Lipovetsky, está terminado, hoy vivimos una ética del posdeber. Esta es una sociedad que “lejos de exaltar los órdenes superiores, los eufemiza y los descredibiliza, una sociedad que desvaloriza el ideal de abnegación estimulando sistemáticamente los deseos inmediatos, la pasión del ego, la felicidad intimista y materialista. Nuestras sociedades han liquidado todos los valores sacrificiales, sean éstos ordenados por la otra vida o por finalidades profanas”. De esta manera llegamos a “una ética débil y mínima, sin obligación ni sanción, una sociedad posmoralista ( . . . ) donde se corona los derechos individuales a la autonomía, al deseo, a la felicidad. Sociedad que sólo otorga crédito a las normas indoloras de la vida ética”. Propone, en cambio, una ética racional, que con capacidad lógica y ciertas reglas pueda trabajar adecuadamente por la paz, la justicia, el respeto a la vida. Lo que se necesita es más formación, políticas y empresas inteligentes, calificación profesional, ciencia y técnica. 

3. Sin embargo, y como una seria consideración a la suficiencia de la propuesta mencionada, pueden recordarse, como ejemplos notables, hechos muy recientes de notable impacto social, que manifiestan una gran ausencia de cualquier tipo de ética. Dirigentes empresariales egresados con los mejores Masters en Business Administration, con una educación gerencial impecable y con paquetes remuneratorios extraordinarios, en empresas tan conocidas como Enron, World Com, Tycon, y otras, con la participación de empresas auditoras igualmente conocidas, cometieron acciones delictivas de suma gravedad, perjudicando seriamente a pequeños accionistas, a sus propios empleados, a clientes y proveedores, afectando la credibilidad del sistema financiero. 

4. Como resultado de experiencias tan notables como las mencionadas, entre otras, diferentes centros educativos, en todos sus niveles, incluyendo universidades de gran reconocimiento, y distintas organizaciones sociales, han vuelto a considerar la necesidad de una formación ética sistemática. Posiblemente esto implique el reconocimiento de que los serios problemas, de todo tipo, que la sociedad confronta, así como requieren el aporte de la sociología, la filosofía, la psicología, la economía, y tantas otras disciplinas, no pueden ignorar ni minimizar el aporte de la ética. Hacerlo es exponer a la sociedad a serios riesgos. Más aun, la exclusión de la consideración ética del análisis de situaciones sociales tan graves como el hambre, la corrupción, la violencia, reflejaría una seria debilidad en la naturaleza moral del ser humano. Lo mejor que podemos decir de nosotros mismos es que hemos tenido la sensibilidad ética de preguntarnos: ¿qué es lo que conviene cuando a veces podemos más de lo que debemos? 

5. Las diferentes actividades del Foro Ecuménico Social son planeadas como herramientas que contribuyen a la reflexión y a la acción ética. La Cátedra de ética, iniciada hace ya algunos años, el Premio al Emprendedor Solidario, que ha tenido un eco creciente, el esfuerzo contínuo por diseñar propuestas que generen un sentido de responsabilidad social, y un nuevo proyecto a lanzarse en breve que procurará acercar la empresa y la escuela secundaria, son sólo algunos ejemplos del servicio que el Foro ofrece en el plano ético. 

6. La ética atraviesa todas las disciplinas, y todas las actividades del ser humano, incluyendo, obviamente, a la religiosa. El Foro Ecuménico Social procura pensar a la ética en su transversalidad, interdisciplinariamente, e interconfesionalmente. Trabaja en función de un diálogo generador de proyectos concretos, realizado entre hombres y mujeres, personas de diversas profesiones, empresarios/as, religiosos/as, capaz de generar un sentido de expectativa y de esperanza en un presente y un futuro superador. Naturalmente falta mucho, pero es alentador pensar que desde perspectivas tan diferentes se logre aunar criterios y acciones con sentido ético, de manera que sea posible colaborar en la construcción de una sociedad con mayor sentido de responsabilidad social, en donde todos vivamos mejor.