Directora de Responsabilidad Social Corporativa de Mapfre. Inmigración latinoamericana: una responsabilidad de todos.
Mapfre es una multinacional que está presente en 43 países con más de 36.000 empleados. Con esto que quiero decir que nosotros estamos muy acostumbrados a trabajar con compañeros de diferentes nacionalidades y culturas. En España, por ejemplo, de los 15.000 empleados, más de 380 pertenecen a otros países. Estamos hablando de unas 48 nacionalidades distintas que conviven, sin problemas, en la organización.
Tanto en nuestro Código de Buen Gobierno, como en el Código Etico y de Conducta (que establece las pautas de conducta interna entre empleados y terceros ajenos a la organización), como en nuestra política corporativa de Responsabilidad Social, se establece clara y rotundamente la no discriminación por razón de sexo, origen, religión, etc. Para nosotros los derechos humanos y el Pacto Mundial forman parte de nuestros valores y de nuestra cultura empresarial.
Para nosotros todo el tema del origen no es un problema, más que el que nos pueda marcar la legislación de cada uno de los países en los que trabajamos y desarrollamos la propia actividad. Quizás allí es donde hace más falta a veces el dialogo, porque las empresas tenemos que cumplir con las leyes. No se puede contratar a una persona que no tenga todos los papeles en regla, por mucho que se quiera, y se nos ha dado a veces la situación de tener un proceso de selección con personas de otras nacionalidades, inmigrantes, muy buenos, y no poder contratarles por la demora en los tiempos de obtener sus permisos correspondientes. Estamos deseando contratar a personas diversas porque eso enriquece internamente a la organización. Es un problema que excede lo que son nuestras competencias.
Pero más allá de lo que supone la obtención de un puesto de trabajo en una empresa, el tema de la inmigración es un problema que excede a las organizaciones, por muchas políticas de responsabilidad social que puedan tener en marcha. Es un problema cuya solución o mejora implica a diferentes agentes o partes interesadas.
Me van a permitir que les ponga un ejemplo, que estoy viviendo en este momento con una persona que está haciendo prácticas en mi departamento y que viene de Colombia con una beca para estudiar en un Master de Responsabilidad Social en España. Necesita abrirse una cuenta bancaria, entre otras razones para tener algo tan sencillo como un celular español. Para eso necesita un número de identificación, y le dieron cita para dentro de treinta días. Resulta llamativo que algo tan sencillo se demore tanto. Imagino, por tanto, los problemas que pueden tener algunos inmigrantes a la hora de solicitar el permiso de residencia o de trabajo; en algunos casos tiene que ser una auténtica tortura. Con lo cual efectivamente es un problema que no depende sólo de las empresas.
La Responsabilidad Social no es una varita mágica que pueda resolver los problemas sociales y muchos menos si se carga toda la presión en las empresas. La ética, la transparencia, los valores que representa y sobre los que se sostiene la responsabilidad social, no son exclusivos de las empresas, sino también de otro tipo de corporaciones/organizaciones, de los gobiernos, de las administraciones públicas, de la sociedad civil, de las ONG, etc. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad social y entre todos tenemos que hacer que esto funcione. Gestionando desde la responsabilidad social podemos, si queremos, ser más eficientes y minimizar el impacto de muchos problemas sociales.
Si me preguntan por la contribución de Mapfre al desarrollo social, más allá del impacto que genera localmente el desarrollo de nuestra actividad mercantil, sin duda pondría en valor algo tan importante como es la formación, bien interna de los propios empleados, y la externa, a través de las becas de formación que ofertamos a través de la Fundación Mapfre (de alguna manera estamos invirtiendo en potenciales trabajadores para nosotros.) Tratamos de generar alianzas público-privadas y puentes de comunicación con países de Latinoamérica, no solo por el trabajo y porque estamos allí, sino porque creemos realmente en la riqueza, en la diversidad, y porque tenemos una responsabilidad como empresa de formar parte del desarrollo económico y social de los países en que desarrollamos nuestra propia actividad. A partir de ahí cada uno, asumiendo su rol, el Estado el suyo y la empresa el nuestro, podemos a empezar a ver puntos de encuentro y generar programas que ya han sido exitosos.
Desde el punto de vista de la actividad mercantil, tenemos productos y servicios orientados al inmigrante, que por su bajo costo y sus prestaciones les pueden servir perfectamente.
Respecto al tema de las remesas, me van a permitir que sea algo critica. Debe tratarse con cuidado, porque puede llegar a convertirse en un problema si la gente del país de origen -que recibe la remesa- deja de trabajar, debido a que lo que les mandan sus familiares desde España les resulta suficiente para vivir. Si bien no creo que sea lo normal, el efecto perverso de la necesidad y la subsistencia puede hacer que se esté empobreciendo un país a costa del trabajo de y el sacrificio de personas que están tratando de proveerse de un futuro mejor para ellos y para sus familias. Pero este es un problema que se tiene que abordar desde el diálogo multicultural.
Me van a permitir que toque un aspecto de la responsabilidad social, diferente, pero no menos importante. Existe una responsabilidad social ciudadana que cada uno tenemos que asumir y que gran parte de la sociedad ha delegado.
Los ciudadanos tenemos la obligación de contribuir al desarrollo social y en muchos casos no estamos tomando parte. Hay ahora mismo gran distancia entre la política y el ciudadano. Hace poco salió una encuesta que decía que los políticos constituían el tercer problema para la sociedad, según pensaban los españoles. No hay que verlo como un problema, sino tomar cartas en el asunto y ejercer los derechos que como ciudadanos tenemos y las obligaciones que asumimos. Entre otras debemos pedir que las administraciones actúen bajo criterios de Responsabilidad Social, que los políticos tengan una actuación ética, basada en el interés general y no en el interés particular, que el ciudadano no se conforme ante las injusticias.
Para terminar, me gustaría decir que la empresa no es la causante de todos los males sociales ni la respuesta a todos los males sociales; es un agente más que debe asumir su responsabilidad; debe trabajar en colaboración con el resto de los agentes. Pensar que papá Estado me va a solucionar todo o papá empresa es el que causa todo mal, es una doble partida que hay que empezar a desechar. Todos tenemos la oportunidad de formar parte de la solución.