Expirado
Cátedras

Allí el Cardenal Ravasi fue declarado Huésped de Honor de la capital porteña, recordando a reconocidas figuras.

Dirigió un emotivo y profundo mensaje, que evidenció su conocimiento y admiración por la cultura de este país.      

La primera actividad del presidente del Pontificio de la Cultura en el Atrio de los Gentiles en la Argentina, tuvo lugar en el Salón Dorado de la Ciudad de Buenos Aires. Allí saludó a expositores, artistas, organizadores, autoridades del Foro y miembros del Consejo Consultivo del Atrio. Le dieron la bienvenida también funcionarios gubernamentales de la ciudad de Buenos Aires y de varias intendencias. Recibió el Diploma de Huésped de Honor de La Ciudad Autónoma De Buenos Aires, de manos de Horacio Rodríguez Larreta, Jefe de Gabinete del gobierno de esta ciudad, y de Enzo Pagani, legislador de la Ciudad de Buenos Aires.

Hablaron el presidente del Foro Ecuménico Social, Padre Francesco Ballarini, el titular del Consejo Consultivo del Atrio de los Gentiles en la Argentina, Gonzalo Verdomar Weiss, Rodríguez Larreta, Pagani y luego el Cardenal Ravasi.

Los miembros del Consejo Consultivo le dieron un ejemplar del libro con reflexiones que elaboraron como aporte al diálogo que alienta la iniciativa vaticana.

La reunión finalizó con la actuación del magnífico Coro de Niños del Teatro Colón.

Una de las grandes patrias de la música, de la armonía y de la belleza

Así definió Ravasi a la Argentina en el mensaje que leyó en perfecto español, que es el siguiente:

Con profunda emoción entro a formar parte de la ciudadanía de Buenos Aires, la ciudad del Papa Francisco, pero también de tantas personalidades de la historia y de la cultura argentina. Por este precioso don, destinado no sólo a mí, sino también a la institución de la Santa Sede que represento, estoy profundamente agradecido a todos aquellos que me lo ofrecen: Horacio Rodríguez Larreta, Jefe de Gabinete del gobierno de esta ciudad, Enzo Pagani, legislador de la Ciudad de Buenos Aires, y Alfredo Abriani, director general de Cultos del gobierno de esta ciudad.

Con igual emoción estoy viviendo hoy la primera jornada en vuestra patria y en esta capital a la que ahora pertenezco. Sus calles y su vida secreta y pública hasta hoy las conocía sólo a través de la voz poética de Jorge Luis Borges, sobre todo con la lectura de su primera colección poética, Fervor de Buenos Aires. De esta ciudad, en efecto, él cantaba “las calles”, también aquellas, entonces más periféricas, donde «austeras casitas apenas se aventuran». Para el gran escritor, en efecto, «toda casa es un candelabro / donde las vidas de los hombres arden / como velas aisladas».

Sin embargo, esta ciudad por muchos aspectos ya me era familiar. En efecto, siendo yo niño, la evocaba mi abuelo cuando me narraba los viajes de aquellos italianos que aquí arribaban después de un largo viaje y que han constituido una base étnica y social importante de la metrópoli y de toda la tierra argentina. Esta nación es, para nosotros italianos, como encontrar una parte de nuestra cultura y de nuestra tradición, tal vez mejor conservadas que en nuestro país.

Aquí, entre otros, llegaba en 1717, precisamente de la provincia en que nací, de Campione d’Italia en Como, en la Italia septentrional, Giovanni Andrea Bianchi, el arquitecto jesuita, convertido en argentino hasta tal punto que transformó su mismo nombre en Andrés Blanqui. Él proyectará las construcciones religiosas y civiles más relevantes de Buenos Aires y de Córdoba, comenzando por concluir vuestra Catedral. Aquí llegará también uno de los más refinados músicos de la época barroca, el jesuita toscano Domenico Zipoli.

Y precisamente en este teatro, famoso en todo el mundo, ante su “Coro de niños”, que ha querido ofrecerme el regalo de sus voces fascinantes, deseo idealmente celebrar las obras musicales, los concertistas, los directores, los cantantes, conocidos en todo el mundo, que aquí han hecho vivir horas intensas y gozosas a muchos. En esta línea, no puedo dejar de mencionar los nombres de grandes músicos argentinos a mí familiares por sus creaciones: de Alberto Ginastera a Mauricio Kagel, de Martín Palmeri al popular Astor Piazzolla, de Marta Argerich a Daniel Barenboim que han hecho de la Argentina una de las grandes patrias de la música, de la armonía y de la belleza.

 

En esta atmósfera renuevo mi más profunda gratitud así como la expresión de mi afecto, con la certeza de conservar en el corazón el recuerdo de estos momentos, que me acompañarán hasta la sombra de la basílica de San Pedro para continuar mi vida y mi obra junto al Papa que Argentina ha dado a la Iglesia y al mundo entero.

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CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA