Expirado

El diálogo y la cooperación son los nuevos paradigmas del pensamiento

Hay que entender que en cualquier relación con el otro los dos tienen que salir beneficiados, no tiene que haber ganadores y perdedores, explicó el Rabino Daniel Goldman, de la Comunidad Bet-El. Esta fue su ponencia:

Los cambios en los paradigmas del pensamiento hoy tienen que ver con el diálogo por sobre la disputa, la cooperación por sobre la competencia, y entender que en cualquier relación con el otro los dos tienen que salir beneficiados, no tiene que haber ganadores y perdedores. 

Estando el plano de los valores y los ideales, la cuestión es ver cómo hago en mi vida cotidiana para traducir todo eso a lo que me pasa, a mi convivencia, a mi vida misma. Ese es el juego que uno tiene que hacer permanentemente: cómo penetra el campo de las creencias, los valores y los ideales en lo que me toca vivir todos los días. Hay cosas de la naturaleza y de la naturalidad humana que nos hacen animales. Somos animales que hemos desarrollado cultura, y a veces esta cultura lleva a una cuestión valorativa en donde estos valores muchas veces se hacen relativos.

El grave problema es cuando los valores se transforman en cuestiones relativas y no absolutas. Por ejemplo al no matar, no robar, etc., los relativizamos, y un simple justificativo social o una comprensión, sirve para decir bueno, no es tan grave o lo que pasó podemos dejarlo pasar. Es ahí donde empieza la cuestión. Matar es un delito, robar es un delito, y es y debe ser punible. Por supuesto que está en manos de un juez determinar cuál debe ser la pena, pero ya está la cuestión establecida dentro de los 10 mandamientos. 

Campaña para enseñar los 10 mandamientos

Muchas veces pienso que deberíamos hacer una campaña para enseñar los 10 mandamientos. Solamente basta con observarlos -no hace falta mayor sofisticación- para que el vínculo entre los seres humanos sea distinto. Pero, por otro lado, es bueno reconocer esta cuestión que la naturaleza muchas veces se impone sobre la cultura. Si la cultura puede controlar, la naturaleza descontrola. Entonces ahí es donde vuelve a producirse algo de la cuestión del caos. El trabajo de la gente del campo es, en definitiva, imponer cultura sobre naturaleza, imponer del modo tal que puedan ser acompañadas las dos, saber que la imposición exagerada hace que la naturaleza se vuelva en contra. Ahora, no tener vínculo con la naturaleza es negar la esencia del ser humano.

En el Génesis, en los dos elementos, está la cuestión en los dos capítulos, el hombre como conquistador o el hombre como parte; y cuando al ser humano se le da el sentido de cuál es su misión en la tierra, es para trabajar y para cuidar, para que él esté en el mundo y hacer de ese mundo un trabajo, pero, a su vez, que ese trabajo no tenga el exceso en donde no esté cuidado de ese mundo. Entonces es un juego permanente, constante.

Yo creo que independientemente de esta cuestión de la superación de la cultura sobre naturaleza, ha habido un avance importante en los últimos años en la cuestión de nuestra conciencia ecológica; saber que el hombre señorea teniendo responsabilidad sobre esta cuestión de que se encuentra en la tierra.

Es muy importante ese sentido y en virtud de este sentido es como nos vamos a proyectar hacia el futuro. El Shabat no tendría que ser un ejercicio semanal sino diario; esa cuestión de contemplación y ver hacia dónde vamos. 

En Israel existe el Fondo Agrario de Israel. Cuando, a principios del siglo 20, los primeros colonos llegaron a Israel accedieron a una zona muy empantanada. Entonces, la forma de poder transformar el pantano en una zona vivible era plantando árboles. Así se descubrió que, por una cuestión de metabolismo de la tierra, determinados pantanos se secaron en la tierra de Israel, haciendo que algunos pájaros no aniden. Por lo tanto se secaban los árboles y no se empantanaba el lugar. El árbol quedaba seco y no podía ser motivo de una tierra que pueda ser trabajable. Entonces, se necesitaba ese pantano.

Muchas veces, en virtud de esta conquista que el hombre tiene y que cree que eso es civilización, lo que hace va en su contra; creía que iba a ser una ayuda pero se transformó en su contra. 

Hoy se está dando en la Argentina una cuestión de amalgamiento, una unión, un encuentro, entre lo político y lo religioso. Cosa que por un lado me pone contento y por otro lado no me huele muy bien, porque creo que son dos lenguajes diferentes. Mientras el político tiene la obligación de hablar acerca de la república y los ciudadanos, el religioso tiene la obligación de hablar sobre el vecino y el prójimo, y son dos cosas diferentes.

Vecino y prójimo es diferente a ciudadano. Ciudadano hace a un registro de derechos y obligaciones y prójimo hace referencia a la esencia humana.

Muchas veces se confunden los planos; una cosa es la lectura o la crítica social que se puede hacer y otra cosa es la intervención en el plano de lo político específico.

Me parece que tener sentido, desde lo religioso, del tiempo, en una perspectiva diferente, mayor, es lo que hace la diferencia en el análisis de la coyuntura o en la intervención en la coyuntura.

Creo que en donde se confunden los dos planos se produce un cortocircuito. Es decir, yo quisiera tener políticos que estén imbuidos del espíritu religioso, no religiosos que estén haciendo política. Y en la medida que nosotros vivamos en una época de confusión en este sentido, creo que vamos a estar viviendo una crisis de oportunidades y estaremos permanentemente profundizando la crisis. 

Sabio es el que aprende de los demás

En el Talmud aparecen dos definiciones de lo que significa Sabio. Una dice que sabio es aquel que aprende de los demás. Hay una sabiduría que se obtiene en virtud de que haya una correlación de intenciones y de búsquedas comunes, y la forma de poder combinar lo que uno y otro saben, hace que se convierta en sabiduría.

Y, según la segunda definición, es sabio el que ve al recién nacido; el que proyecta qué va a ser de este niño que recién nace, para ver qué va a acontecer en su futuro.

Entonces, parece que hay dos cuestiones. No dejarse apabullar por el pesimismo, pero tampoco dejarse llevar por el optimismo. Uno tiene ser cauto en eso y tener noción de que la realidad es mucho más compleja que aquello que nos toca vivir a nosotros.

Nuestra realidad no es la realidad. La realidad tiene que ver con la cuestión de saber interpretar lo que en el lugar del otro me hace a mí ser sabio, proyectándome en la correlación del futuro.

Creo que hay dos formas de definir sabiduría. En una, sabio es la persona que tiene conocimientos, y en otra es lo que quiere decir anciano, es decir que el paso de la vida va dando sabiduría. A su vez el paso de la vida va dando un sentido de poder asentar cuáles son las cosas que uno aprende. Tiene que ver con la mesura, la prudencia.

Saber interpretar sueños tiene mucho que ver con la vida que uno lleva, en los lugares en donde muchas veces se siente conforme. Muchas veces uno se siente conforme y disconforme a la vez. Si yo le pregunto a un grupo de personas del campo, cuántos se quieren ir a vivir a la ciudad, probablemente muchos levantarán la mano. Lo mismo al preguntar en la ciudad cuántos se quieren ir al campo, también muchos van a levantar la mano.

Tiene que ver, no con el lugar en que se vive, sino con la insatisfacción que uno tiene permanentemente. Esto es parte de la condición humana, que es tan antigua como la modernidad, o postmodernidad, que estamos viviendo hoy.

Siempre me acuerdo de un cuento Jasídico. Había un hombre que vivía en el pueblo muy pequeño. El decía no me satisface estar en este pueblo, no me gusta. Entonces se fue a Varsovia, a la gran ciudad. Cuando llegaba allí decía no me gusta Varsovia y volvía a du purblo, pero no le gustaba y volvía a Varsovia. Entonces los amigos le preguntan cuál le gustaba más. Y él respondía que lo que le gustaba más era el viaje.

Entonces, esta cuestión de pensar la vida como viaje da una sensación de dinamismo distinto a específicamente el lugar donde queremos estar.

¿Es el estar un lugar o es el estar una condición? ¿Es el estar un espacio o es el estar una cuestión de tiempo?

Mientras otras civilizaciones le dan tanta importancia al espacio, la civilización judeo-cristiana desarrolla una idea de que el palacio está en el tiempo. ¿Cómo desarrollar la idea de tiempo y vivir en el tiempo?, y ¿cómo hacemos para que ese tiempo pueda ser significativo a nosotros? Tal vez sea esa una de las claves para entender la satisfacción o la insatisfacción. 

El grave problema es el desencuentro de hermanos

Si yo tuviese que pensar en algo característico de la cuestión de la Biblia como mensaje, diría que esto está resumido en un versículo que aparece en uno de los Salmos: “¡qué lindo y qué agradable poder estar los hermanos sentados juntos!” ¿Por qué insiste en esto? Porque los hermanos no estamos sentados juntos, estamos sentados separados, estamos viviendo permanentemente en pelea, en confusión, en conflicto.

Y si uno toma la Biblia como una sucesión de paradigmas, ve que el grave problema es el desencuentro de hermanos. Los hermanos que aparecen primero son Caín y Abel. Esta situación termina en el asesinato de uno sobre otro. Caín mata a Abel.

La segunda situación que aparece de hermanos es la de Isaac e Ismael, que no ha sido resuelta; todavía estamos discutiendo al respecto.

La tercera tiene que ver con la sensación del cambio. Es la de Jacob y Esaú. Dos hermanos que nacen en el mismo momento, los definen como mellizos, pero con características totalmente diferentes. Uno, dice el texto bíblico, era un cazador, el otro era un hombre que estaba cercado en las tiendas; después la tradición lo va a colocar como un hombre que tenía apego hacia los libros y el estudio.

El cazador y el agricultor

Creo que son dos formas de intentar ver la vida, ver el mundo, la civilización. Uno era aquello que representa la vida del cazador y el otro la vida del agricultor. Y son dos cosmovisiones diferentes, dos formas de ver el mundo totalmente diferentes. 

El cazador tiene el concepto, la forma de ver el mundo y la vida acorde a lo que llamaríamos el presente perpetuo. Presente perpetuo quiere decir que satisfago mis necesidades, y una vez que satisfago mis necesidades, me tranquilizo; siempre en el momento que tengo hambre salgo a cazar, cazo, satisfago mis necesidades y se terminó.

En cambio, el agricultor como cosmovisión tiene una perspectiva de vida distinta. Sabe primero que tiene que tener paciencia, y segundo que, a diferencia del cazador, no todo depende de él; reconoce que hay tiempos que van más allá de lo que él puede dominar y que hay otros socios en su trabajo. Esos socios son la tierra, el sol, el frío, el calor, el día, la noche. Entonces, esto da una perspectiva distinta de lo que significa pasado, presente y futuro.

Hay un pensador que falleció hace unos años, el rabino Soloveitchik, que escribió un libro llamado “La soledad del hombre de fe”, donde desarrolla estos dos paradigmas. Dice que el primero es el hombre que desarrolla la paciencia, el sentido de ubicación. El segundo es aquel que aprende a ser conquistador y ambicioso. Ambos personajes son contradictorios, pero pueden vivir en uno. A veces somos ambiciosos y a veces somos apacibles. A veces somos seres humanos del cariño y a veces somos seres humanos del odio.

Tal vez partir de esta premisa es posible llegar a comprender de una manera antropológica al hombre. 

Yo les quiero confesar que en una época de mi vida me analicé y descubrí que las cosas que me pasaban a mí eran las que le pasaban a casi todo el mundo: amaba, odiaba, era celoso, por otro lado era cariñoso, me gustaba estudiar pero a veces me gustaba no estudiar tanto, tenía ideales pero a veces me preguntaba cómo hacer para cumplir con esos ideales, etc . En la medida que uno comprenda que el ser humano es contradictorio va a poder ayudarse a sí mismo a comprender a cómo superar esas contradicciones.

El manejo de la información

Tal vez la cuestión es preguntarse si estamos viviendo una época de crisis, y no hablo sólo de la Argentina sino del mundo. Personalmente no sé si estamos viviendo una época de crisis diferente a las que nos tocaron vivir como humanidad hasta este día. Sólo que hay dos cuestiones que son diferentes, distintas y superadoras. Una que tiene que ver con el manejo de la información y otra con el manejo del conocimiento.

Hoy estamos invadidos de información, a diferencia de lo que pasaba años atrás y siglos atrás. Cuando se piensa en los filósofos antiguos o del medioevo, se considera que no tenían la cantidad de información que podría llegar a tener hoy un chico de la escuela secundaria. La genialidad estaba en poder desarrollar un pensamiento propio con una categoría limitada de información. Los grandes filósofos de la humanidad y del humanismo sabían menos de lo que sabemos nosotros. Simplemente el gran problema de hoy es que la invasión informativa es tal y es tanta que no sabemos seleccionar qué es lo que conviene y qué es lo que no conviene. Y para eso hace falta mucha sabiduría, que tiene mucho que ver con la paciencia y el coraje para saber interpretar y actuar. Las dos cosas, paciencia y coraje. Hay momentos en que se nos exige coraje y hay momentos en que se nos exige paciencia. Actuar corajudamente en los momentos de paciencia es un error y actuar pacientemente en los momentos de coraje es la repetición del mismo error. 

Segundo, la información es también homogeneizada; nosotros sabemos qué es lo que está pasando en Carlos Casares y qué es lo que está pasando en Irak. Y el nivel de información que recibimos de manera homogénea nos da la sensación de que es todo lo mismo. Da igual si hay un asalto en La Quiaca o si se produce la entrega de un premio en España. 

Además estamos informados de lo que ocurre en el mismo momento que ocurre. Tengo una anécdota con respecto a esto. Hace unos años me invitaron a hablar a una marcha en Cutral Có. De esa marcha derivó una pequeña manifestación y allí se llevaron presas a algunas personas. Nosotros habíamos ido con el obispo local y con otros referentes sociales de la zona a almorzar y nos avisaron que se habían producido tumultos y que habían detenido a algunas personas. Entonces nos vamos a la comisaría, donde recibo un llamado a mi celular de mi papá en ese momento, que me dice: No te da vergüenza estar detenido. Me dijo que estaba viendo el informativo en directo y decían que yo estaba detenido. Y era verdad, yo había ingresado a la comisaría y me habían detenido; yo no lo sabía y mi papá, estando en Buenos Aires, sí. Es decir, la información va tan rápido que a veces uno no se entera de lo que a uno mismo le está pasando. Por lo tanto, ante la pregunta de si estamos mejor o peor de lo que estábamos, la respuesta es sí y no. 

Estamos mejor porque podemos saber más y estamos peor porque no sabemos dirimir la información.

Encontrarle un sentido a la vida

Yo les quiero decir que el comoditie más caro que existe es encontrarle sentido a la vida. Sobre eso no encontramos todavía el precio; pero es la búsqueda constante, permanente.

En esta época del año la comunidad judía vive la festividad de Janucá y los textos antiguos según los que se conoce la historia consideraban que la guerra que se libró en el año 165 antes de la era cristiana iba a ser la última guerra que se librara. Terminé de leer un libro llamado “El derrumbe del Humanismo”. Desde el año 165 antes de la era cristiana hasta nuestros días el problema del hombre sigue siendo exactamente el mismo. 

En la película de Steven Spielberg “La lista de Schindler” en un momento determinado están por destruir una pequeña aldea y se están por llevar a todos al guetho; es un momento de matanza terrible, y el oficial nazi ingresa a una de las casas para saquearla y encuentra un piano. Empieza a tocarlo y lo ejecuta de una manera extraordinaria. Creemos que solamente un individuo culto, preparado y espiritual es capaz de tocar el piano de esa manera. Y este “buen hombre” que es capaz de tocar el piano con semejante virtuosismo es el mismo hombre que podía ser capaz de dirigir una matanza. ¿Es inherente a la condición humana esto? Tal vez sí. 

Me parece que hay dos cosas, la cultura y la religión como religión organizada, en su sentido social, no teológico. Hasta ahora en la religión organizada nunca estuvimos a la altura de las circunstancias. Porque, por un lado, hablamos de paz, amor y entendimiento, pero estamos tan lejos de la real paz, del real amor y del concreto entendimiento.

Hablamos hoy de este salto que hemos dado en los últimos 30 años, fundamentalmente a partir de Juan Pablo II, con la apertura religiosa que hemos tenido; hemos avanzado siglos en pocos años en cuanto al diálogo interreligioso, pero todavía el diálogo interreligioso no empezó. Estamos todavía en la situación de un coqueteo y de un previo conocimiento. Pero, ¿realmente estamos dispuestos desde un real y profundo sentido del diálogo a colocarnos uno en el lugar del otro? 

Y colocarse uno en el lugar del otro quiere decir comprender cuáles son los prejuicios y cuáles son las virtudes del otro. Eso sucede únicamente cuando uno se sienta y trata de entender desde el corazón y desde la mente, y es un paso que todavía tenemos que dar y falta mucho para eso.

Espero que las instituciones religiosas podamos adelantarnos a los tiempos, no llegar tarde. El gran desafío pasa por comprender que no estamos tan mal, que tal vez las crisis las venimos viviendo porque la crisis es parte del ser humano; quizá ser humano es vivir en crisis. Pero acompañar esta humanidad con el sentido de ser más que humano. 

Espero que comprender este sentido del tiempo del agricultor sea algo que nos lleve a comprender nuestra propia esencia.

Expirado

Agregar capital social a la comunidad

Omar Foglia, Intendente Municipal de Carlos Casares, destacó el aporte de la espiritualidad y de la religión, y el aporte del Estado, tratando de escuchar a la comunidad que tenía problemas, y buscando canales que faciliten la unión de los vecinos. Estas fueron sus palabras:

La importancia de la temática de esta cátedra habla por sí sola. Se la puede observar y analizar desde distintas ópticas, desde distintas visiones, seguramente desde distintos prismas. 

Yo siempre recuerdo cuando me toco asumir la responsabilidad de Intendente Municipal de Carlos Casares. Fue el 19 de abril del año 2002, en plena crisis política, económica, y, fundamentalmente, social, que vivía Carlos Casares y en la que se encontraba inmersa casi toda la Argentina.

Siempre he reconocido el aporte para salir de esa situación de crisis que nos venía desde ámbitos religiosos y relacionados con la espiritualidad. Fue realmente tremendo, porque había una ruptura grandísima de relaciones intervecinales, pero también existía la ruptura de relaciones de los vecinos con las autoridades políticas. 

Por lo tanto, era un momento muy complejo y nuestra primera decisión fue fundamentalmente la de escuchar. A veces cuando los vecinos llegan con problemas o inconvenientes, no están acostumbrados a que se los escuche, y esa fue la primera opción de salida.

Era necesario el aporte de la espiritualidad y de la religión, y el aporte del Estado tratando de escuchar a la comunidad que tenía problemas e inconvenientes, y buscar canales que faciliten la unión de los vecinos. Por eso nos juntamos varios lideres locales y empezamos a pensar en un plan estratégico. 

Veíamos que era el momento de sumar actores sociales a un mismo proyecto y buscar desde ahí la contención. La idea era también recuperar identidad, recuperar el patrimonio, tanto tangible como intangible. 

En Carlos Casares tenemos una fiesta, la Fiesta Nacional del Girasol, y la recuperamos como sentido mítico, para ir recuperando cosas en conjunto; tratamos de ir buscando y aportando soluciones conjuntas.

Nosotros estamos convencidos de que la acción colectiva es lo que distingue a los pueblos, ya que agrega capital social a una comunidad, que es fundamental. Además, participar en ideas y proyectos comunes genera energía y fuerza en una sociedad. Por eso, hemos firmado un nuevo “contrato social”, donde participaron más de 170 instituciones y vecinos de nuestra comunidad.

Quiero terminar con una frase que siempre relaciono con el tema de la acción colectiva, que dice que el que sueña solo, es sólo un sueño, el que sueña con los demás empieza a convertir ese sueño en realidad, y que las utopías compartidas son y serán el motor de nuestra historia.

Expirado

Oportunidades y desafíos de la nueva sociedad

Mons. Martín de Elizalde OSB, obispo de 9 de Julio, habló sobre los riesgos que enfrenta el ser humano de estos tiempos y cuáles son las propuestas desde la mirada de la religión. Esta es su ponencia:

Agradezco la oportunidad que se me ofrece de participar en un foro sobre un argumento de tanta importancia, con la presencia de ustedes, queridos amigos. Lo haré desde la perspectiva de la Iglesia Católica, es decir del mensaje evangélico que para sus fieles es la medida de interpretación de la realidad, expresa el sentido de la vida y anima y orienta la reflexión y la acción del creyente. 

El hombre

En el relato bíblico de la Creación, en el libro del Génesis (1,1 – 2,4), los cinco días primeros forman una maravillosa introducción a la llegada del hombre, que por ser “a su imagen y semejanza”, es decir, del mismo Creador, es la culminación de todo el conjunto, superior por ende a todo lo demás. Al hombre y a la mujer les confirió autoridad sobre “los peces del mar, las aves del cielo, y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”; que había Él mismo creado. Y entonces, el séptimo día, “Dios tuvo terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho”. De esta manera simbólica, el descanso de Dios, es decir, la satisfacción que le produjo su obra, prolongada en una contemplación que es reposo, le pone un sello al proceso creador cuando establece al hombre para que domine. 

El segundo relato de la creación del hombre y de la mujer (2,4 – 3,24), con la descripción de su vida en el jardín del Edén, del pecado de desobediencia y de su expulsión, nos ofrece también la razón inicial: “Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara”. Ambas redacciones no son, evidentemente, idénticas, y cada una de ellas tiene un acento que le es propio, pero coinciden al proponernos una visión del mundo creado y del lugar que el hombre ocupa en él. Es una responsabilidad central, la suya, pues tiene inteligencia y fuerza para someter a las demás criaturas. Aún después del pecado original, no todo está perdido; el hombre puede disciplinar y ordenar las fuerzas de la naturaleza, comprendiendo sus ciclos y sus leyes, perfeccionando sus frutos, sirviéndose de todo lo que encuentra en el mundo. 

Podemos resumir cuanto hemos dicho con esta frase: el hombre está en el centro. Dios puso el mundo en sus manos, para que lo rija y administre, y aquí se encuentra el vasto campo de una sabia utilización de los recursos, de un conservacionismo que haga posible la permanencia de los recursos, que en definitiva apunte a la justicia y a la equitativa distribución de cuanto es necesario para la vida. El hombre está en el centro, por la responsabilidad que le compete en el buen uso de las facultades que ha recibido y porque es el destinatario de estos bienes, que cuanto mejor administrados estén, alcanzarán para dar el justo alimento, el equilibrio de vida, las condiciones a las cuales todos los hombres y mujeres tienen derecho. 

Sin embargo, esto no se agota en una visión ecológica; nada hay en el universo que no sea funcional y significativo, y una comprensión adecuada de la naturaleza llevará a una acción verdaderamente comprehensiva, englobante, total, y no a una mera aplicación de remedios coyunturales. Pero en el centro está el hombre: la creación está bajo su cuidado; la finalidad de esta es, en definitiva, en el sentido más pleno, su felicidad. Y Dios delega en el hombre una función que es muy alta y muy noble, haciéndolo participar de su tarea divina, en cuanto que consiste en dar a lo creado la posibilidad de alcanzar sus fines, para el bien integral del hombre.

El concepto de cultura

Es sabido que este término viene del latín colo, que significa cultivar. En nuestra zona agrícola-ganadera el cultivo es, valga la redundancia, una cultura. De ahí que referirnos a la riqueza que encierra su significado puede sernos útil para precisar mejor el alcance de la vocación del hombre.

San Pablo llama a los fieles de Corinto “campo (agricultura, en latín, y en griego, georgion) de Dios, construcción de Dios” (I Cor 3,9). Es decir, son un campo sembrado, trabajado (y un edificio a construir, custodiar, reparar). La vocación del hombres es, pues, también la de ser él mismo trabajado, abonado, enriquecido, para dar fruto. La educación es parte de este proceso, pero no se trata solamente de la educación escolar, sino de todo el proceso formativo que comienza en la familia. Por supuesto que el hombre está llamado a hacer, a proyectarse en obras y realizaciones, pero ellas no tienen sentido ni consistencia sin no son el resultado de una siembra acertada, de un cuidado fiel, de un enriquecimiento constante, para llegar a convertirse en fruto, en cosecha abundante.

En los evangelios tenemos innumerables imágenes agrícolas. La vid y los sarmientos, la poda, el crecimiento de una semilla pequeña que se convierte en un árbol grandísimo, y muchas otras, pero la más elocuente es la que encontramos en la parábola del sembrador (Mt 13,3-9): el sembrador echaba la semilla, pero no todas dieron el mismo resultado; unas fueron comidas por los pájaros, otras cayeron en terreno pedregoso, y fueron quemadas por el sol, otras no pudieron arraigar, porque germinaron entre malezas; solo algunas cayeron en tierra fértil, y produjeron fruto. Esta parábola se dirige, por supuesto, a la voluntad del oyente, para que se disponga a ser el receptor fecundo de esas semillas. Para nuestro propósito es importante ver otra cosa, que está también incluida en la parábola: esa semilla precisa llegar al corazón, para anidar en él, y salir entonces al exterior, para alimentar y para reproducirse, ser vida y seguir dando vida. 

La espiritualidad del hombre

¿Oportunidades y desafíos? ¿Acaso reconocemos esos espacios que son los más pura y plenamente humanos, los que no se agotan en las valoraciones eficientistas, materiales, concretas, de nuestro modo contemporáneo de pensar y de sentir? Una estructura científicamente perfecta, recursos técnicos abundantes, medios y conocimientos, no bastan. No bastan para dar la felicidad, porque ella se encuentra en el interior del hombre, pero del que no se encierra, del que sabe dar, del que se abre para esperar y recibir. No bastan para garantizar resultados mensurables, para cumplir con las metas y proyecciones, porque está la ingobernabilidad de la naturaleza, que tiene sus tiempos y sus estaciones, así como sus sobresaltos y sus respuestas. Tampoco la libertad del hombre se deja encerrar en esos programas. ¿Qué riesgos enfrenta el ser humano de estos tiempos? El de convertirse en menos humano, si no se le permite alcanzar la libertad y el espacio interior, si no puede volcar sus esfuerzos y dedicar sus logros y resultados a la búsqueda de la felicidad más plena. La crisis de las ideologías totalitarias es un testimonio de ello: se redujo al hombre y se vació su corazón. ¿No están haciendo lo mismo ciertas corrientes, declaradamente hedonistas, que van hasta el agotamiento de la misma persona por la acción, desgastante, sin reposición de la energía desperdiciada, y que es especialmente propuesta a los jóvenes, aún no plenamente formados a la responsabilidad? ¿No lo hacen igualmente las corrientes materialistas, que confunden con una falsa sensación de omnipotencia; y tantas otras, superficiales e inconexas, que quitan toda coherencia y continuidad a la vida? 

La apertura del corazón y de la mente hacia Dios es uno de los aspectos que definen a la religión. Esta es la conjunción de dos movimientos: uno es el de Dios que se revela con su mensaje trascendente, y este es siempre discurso sobre el sí mismo de Dios y sobre el sentido y la meta de la vida del hombre, con pasos y momentos de encuentro y comunión con Él – Dios mismo – y con un reflejo sobre la conducta de las personas – moral – y sobre la responsabilidad que se asume respecto de todos los hermanos. 

El otro movimiento, o más bien, una disposición a ser despertado y llamado, es la capacidad inscrita en el hombre para descubrir que hay un espacio que solo está disponible para ese Dios que llama. Esta es la naturaleza integral del hombre, que es capaz de conocer y amar a Dios, y que aún antes de conocerlo, lo busca y lo desea, y que puede interpretar los acontecimientos de la historia humana y de su trayectoria personal a la luz de esa manifestación que le revela el sentido de todo – o al menos, que ese sentido existe y que debe seguir buscándolo.

Ciertas propuestas de la conciencia globalizada, que se van instalando en la legislación, la cultura y las costumbres, en todo el mundo, van acotando el espacio para la trascendencia. Las conductas, por ejemplo, crean hábitos, y encolumnan hacia determinados objetivos las facultades y potencias, y terminan por restringir, cuando no anular, la libertad original. Buen ejemplo de ello es, entre nosotros, pero no solo en la Argentina, el caótico avance de posiciones llamadas progresistas; caótico, porque no combinan con la jerarquía de los principios constitucionales y contradicen sus preceptos, y que no brotan de la conciencia del orden, para mejorar la vida y asegurar la paz y la justicia, sino que pretenden paliar la anomia (la ausencia de una ley justa) corriendo permisivamente hacia el mismo lado. 

Sin oponerse directamente, pues, a la profesión religiosa, a la búsqueda de trascendencia, a la necesaria ayuda que la sociedad por medio del Estado debe prestar a sus miembros, los ciudadanos, para alcanzar los fines de su propia condición humana, de acuerdo a cuanto Dios puso en su conciencia, se saturan los espacios y se margina y desjerarquiza lo esencial. Es una intoxicación por medio de propuestas dispares, con una implantación fácil, no en la conciencia que dirige las acciones, sino en un nivel inferior, que busca desculpabilizarse, que no tolera la contradicción ni las restricciones. La desfiguración de la libertad, su corrupción, es un albedrío que marcha sin norte ni medida, y que tiende a culminar en el exceso.

Mi breve y sencilla respuesta a las preguntas iniciales: El riesgo es negar el acceso a Dios, destruyendo el espacio interior que Él se preparó para habitar en él, y desde donde relacionar la creación con el Creador. La propuesta es devolver a cada hombre y mujer, a cada hermano nuestro, la libertad para ser íntegramente y decididamente él mismo, con ese abrazo de comunión con Dios, que es la causa y el contenido de todo amor, de toda solidaridad, de toda justicia, de toda felicidad.

Expirado

Responsabilidad Social en el Cuarto Sector

Gustavo Grobocopatel, vicepresidente del Grupo Los Grobo, se refirió a los actores sociales concientes de la posibilidad de construir espacios de cooperación, que aprovechan las acciones que se articulan en armonía, para acelerar los procesos o consolidarlos. Esta fue su ponencia.

Nos sentimos parte de un Cuarto Sector en gestación, superador del tradicional modelo dicotómico, generado en la percepción de tensiones irreconciliables entre las acciones del sector público, del sector privado y las acciones de la Organizaciones de la sociedad civil y ONGs, operando en un plano intermedio.

Entendemos que esta forma de pensar la realidad en compartimentos estancos y caracterizados por tensiones de intereses sectoriales, acota las posibilidades de desarrollarnos sostenidamente como sociedad.

Como empresa, trabajamos sobre un paradigma que se asienta en la existencia de visiones compartidas que disparan procesos colectivos permitiendo repensar la realidad asumiendo la diversidad de intereses para la generación de espacios y procesos tangibles de construcción colectiva como motor de cambio. Este cuarto sector se compone de actores sociales concientes de la existencia y posibilidad de construir espacios de cooperación y con capacidad de aprovechar aquellos donde las acciones se articulan en armonía, para acelerar los procesos o consolidarlos. Esta forma de trabajar nos permite interactuar positivamente para la construcción de una red de Capital Social.

Este principio no supone jerarquía ni anarquía sino un orden horizontal, integrador y multiplicador de participantes. Además es un orden flexible y adaptable a los cambios. Es la manera en que las acciones de los diferentes actores sociales se organizan y articulan para generar beneficios colectivos. La cohesión de una red de capital social requiere de la integración y coordinación de acciones siendo fundamental la autonomía y especialización de las partes. La transferencia de las mejores prácticas entre los diferentes actores suponen la generación de estructuras hibridas, como por ejemplo las empresas sociales, efectivas en la generación de valor económico, social y sustentabilidad medioambiental. De esta forma nos percibimos como organización.

En este esquema, el conocimiento es fundamental. Es la forma de procesar la información y llevarla a un plano de mayor racionalidad, es la materia prima para la generación de visiones compartidas. Como sociedad hemos avanzado en el tema del conocimiento aunque no con la misma suerte avanzamos en sabiduría colectiva. En la actualidad la información es múltiple, variada e inmediata y el conocimiento fragmentado y superfluo. El desafío es poder convertir este caudal en abono para la consolidación de la red de capital social, entendiendo que el desempeño de las partes y el grado de apertura y aporte repercuten positivamente en el desempeño global de la red. Pero no nos olvidemos que las acciones son concientes y planificadas, son acciones consensuadas y concordadas, son acciones colectivas contenidas en un marco de referencia común.

“Ciclos de Charlas en el Campo” es un ciclo de encuentros donde se debaten temas específicos y se presentan obras de reconocidos artistas locales, es una forma de ejemplificar de qué tipo de espacios estamos hablando. El ciclo se compone encuentros abiertos a la comunidad en diferentes localidades del interior de la provincia de Buenos Aires, donde referentes de diversas disciplinas y ámbitos repiensan la realidad e intercambian ideas. Es un espacio de construcción colectivo a través de conversaciones.

Los temas son variados; el primer encuentro desarrollado en Pehuajó sobre el rol de la comunicación y la tecnología, contó con la presencia de Mario Mactas y el segundo, junto al Foro Ecuménico en Carlos Casares, tuvo que ver con repensar el rol de la fe y de la religión, así como analizamos el rol de la cultura, los medios de comunicación, las empresas, el Estado, las ONGs, etc.

La intención es desarrollar este tipo de debates en el ámbito rural, ya que la mayoría se produce en el ámbito urbano, y estas interacciones son fundamentales para entender este mundo turbulento que está cambiando y para reflexionar a partir del diálogo. Sirve, además, para entender qué nos pasa y salir de este tipo de reuniones con ideas nuevas, visiones nuevas, reafirmar alguna que teníamos, o producir simplemente situaciones superadoras.

Las conclusiones son fundamentales para generar alianzas y sinergias, pues sobre una base común se pueden generar proyectos de mayor alcance, donde cada uno aporta su visión en beneficio del conjunto sin dejar de ocupar el rol que le corresponde en el entramado social.

En nuestra empresa, examinamos el rol de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) trabajando de manera focalizada con los diferentes grupos de interés, en un proceso donde interactúa el conjunto de la organización, analizando las acciones de la misma manera en que pensamos la sociedad, como una red.

Las políticas de RSE cruzan la organización transversalmente, y atraviesan las unidades de negocios y las diferentes áreas de la compañía. Así por ejemplo, el área de Producción es quien gestiona las políticas y programas asociados al cuidado y preservación del medioambiente. La coordinación, incorporación, de prácticas, seguimiento y evaluación se efectúa en el área Corporativa de RSE que se articula con el área de Relaciones Institucionales y Comunicación, el área de Gestión de Talentos y la Fundación Emprendimientos Rurales Los Grobo.

Todas las acciones que se llevan adelante en materia de RSE componen el Programa “Camino al Cuarto Sector” que obtuvo el premio al Emprendedor Solidario del Foro Ecuménico Social en su edición 2006. El mismo tiene por objetivos principales: participar proactivamente en el desarrollo del cuarto sector en la Argentina liderando la incorporación de las mejores prácticas de RSE en el sector agroalimentario, ser el mejor ambiente para el desarrollo de las personas y de su entorno (medioambiente y comunidad), incorporar y promover la extensión de las mejores prácticas de RSE a la red del Grupo Los Grobo, generando competitividad y empleabilidad, y llevar adelante de manera estratégica las acciones , vinculando al sector público, privado y ONGs para la generación de genuino Capital Social y espacios de diálogo y construcción colectiva.

Para cada grupo de interés hemos identificado los principales interlocutores de la organización y se han conformado comités tendientes a atender las demandas de cada uno, analizar las posibilidades de relacionamiento y optimización del valor transaccional (conocimiento, confianza, proyectos comunes, resultados ganar/ganar, negocios etc.). De la misma forma, los grupos de interés reciben respuesta a sus demandas.

La validez de la información obtenida y su credibilidad es fundamental, con lo cual generamos nuestro reporte de sustentabilidad de acuerdo a los lineamientos del Global Reporting Initiative en su modelo G3 (reporte económico, social y medioambiental), alineando nuestra gestión con los requerimientos y estándares reconocidos internacionalmente, al tiempo que atendemos la necesidad de información de los miembros de nuestra red. El modelo GRI nos permite al mismo tiempo contar con un marco de referencia internacional para verificar la eficacia, analizar y desarrollar planes de mejora de nuestras acciones en materia de RSE. El Reporte de intervención comunitaria de la Fundación Emprendimientos Rurales Los Grobo complementa la información relacionada al desempeño de la organización en las comunidades donde operamos.

Las empresas no son ajenas a los procesos que modifican el entramado social de manera positiva o negativamente, el equilibrio medioambiental, la generación de competitividad y oportunidades de las Pymes que se relacionan con ellas, la calidad de vida de las personas que trabajan en la organización, la reproducción o pérdida de empleos de calidad, el progreso u empobrecimiento de las comunidades locales, la estabilidad en las reglas de juego, la generación de lazos de confianza y previsibilidad en la sociedad, etc.

Es por ello que considero que el sector privado debe dejar de autopercibirse como un simple espectador y posicionarse como un actor activo que supera la búsqueda de diferenciación y legitimación donde se destacan las diferencias y posturas encontradas y posicionarse como un actor del cuarto sector.

Ser responsables es un valor que subyace a las empresas, al Estado, a las organizaciones sin fines de lucro e incluso a las personas. Ser responsable supone rendir cuentas frente a la sociedad de lo que hacemos o dejamos de hacer y tomar medidas al respecto, pero sobre todo supone construir opciones de mejora de manera conjunta. Instalar la cultura del “compromiso colectivo”, es generar Capital Social.

Expirado

Responsabilidad social y globalización

Camilo Prado Freire, Presidente de la Asociación Europea de Dirección y Economía de la Empresa y catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, habló en la cátedra del Foro. A continuación transcribimos sus palabras:

En lo que respecta a la responsabilidad social, el problema fundamental está asociado a la globalidad. Este concepto de globalidad deberíamos especializarlo, fraccionarlo, en tres piezas básicas: la globalidad financiera, la globalidad de las mercancías y la globalidad de las personas.

Según la primera, el movimiento de capitales entre países se realiza sin ninguna interferencia. No es tan así el movimiento de mercancías que está más restringido, de acuerdo a las cuotas y las tarifas de los pactos de la OMC.

Y, por último, el movimiento de personas, que teóricamente debería ser el que no tuviese restricciones, sin embargo las inmigraciones de países africanos y otros países provocan desajustes en el sistema económico.

En definitiva, reflexionamos sobre la actividad de la empresa, hacia dónde conduce esa actividad y cuáles van a ser las líneas de actuación en el futuro.

Siguiendo a Milton Friedman, la empresa sólo debe perseguir fines económicos, que es lo que sabe hacer.

Yo considero que lo que sabe hacer la empresa es transformar factores en productos que llegan al mercado, y esa operación genera un beneficio. Este beneficio es distribuido entre los partícipes del ámbito empresarial. Para Friedman los partícipes de la empresa eran estrictamente los propietarios o accionistas, o sea aquellos que han arriesgado su capital y que teóricamente tienen el derecho de obtener los beneficios.

Otro partícipe, que es el gobierno, ya recibe parte de los beneficios a través de los impuestos que aportan las empresas en función de la actividad que desarrolla.

Esto dio lugar a plantearse si la evolución de la empresa estaba orientada única y exclusivamente a la generación de beneficios, remunerando cada vez más a sus accionistas. En los años 30 se produjo este debate sobre si las empresas debían tener, además del económico, un componente social, y tenían que devolverle algo de lo que obtenían a la sociedad.

Llegando a la década del 50, se considera que la empresa debe, además de obtener beneficios, hacer una contribución social. Aparece aquí una nueva figura, la del empresario de carácter económico-social.

El problema que aquí nos planteamos es el de la definición de los objetivos de la empresa y qué filosofía impregna su organización; si es una filosofía estrictamente económica, utilitarista o de justicia, en definitiva, qué es lo que impregna la filosofía empresarial.

Lo que planteamos en este foro es que nuestras enseñanzas van orientadas al papel que debe desempeñar el empresario, que no es simplemente de carácter económico, sino que es de carácter económico-social. Y la sociedad no puede dejar de permanecer atenta al camino que siguen las organizaciones. El pueblo, a través de instrumentos de vigilancia, tutela y control, tiene el peso para reorientar la acciones de las empresas y así corregir las desigualdades y asimetrías que ellas pueden provocar, por medio de la redistribución de los beneficios que obtienen.

Quisiera recalcar que la empresa tiene un papel ético importante del cual no se puede olvidar, debido a que forma parte de un sistema dinámico mayor, y debe contribuir a la resolución de la asimetrías sociales, asumiendo un doble rol, el económico y el social.

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CÁTEDRA ABIERTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL Y CIUDADANA